La
editorial Páginas de Espuma, especializada en el relato corto, lo
que tiene su mérito y más en este país, acaba de publicar el
primer volumen de los Cuentos
completos de Antón
Chéjov (1860-1904), importante iniciativa editorial que publicará,
por vez primera, de manera cronológica, los más de 600 relatos que
escribió el escritor ruso. En total, aparecerán cuatro volúmenes,
uno por ello, para el que contarán con traducciones ya consagradas
de sus relatos, como las de, entre otros muchos, Víctor Gallego y
Jesús García Gabaldón, a las que sumarán nuevas traducciones de
sus escritos inéditos en castellano, algunas de ellas realizadas por
Paul Viejo, responsable de esta edición, autor de la introducción y
especialista en literatura rusa. En general, Chéjov ha sido un autor
bien editado y traducido, aunque las numerosas antologías publicadas
de sus relatos suelen incluir los mismos títulos. La publicación de
esta edición es, pues, una ocasión única de conocer a Chejov desde
el principio hasta el final.
En
el primer volumen figuran 239 cuentos. De todos se proporciona
información sobre su fecha de publicación, título original,
revista donde fue publicado, seudónimo que empleó (hasta 1883
Chéjov lo solía usar), diferentes versiones y anécdotas que pueden
esclarecer su significado. Este volumen abarca de 1880 a 1885, es
decir, sus años de iniciación literaria, de los 20 –cuando
publica su primer relato, “Carta a un vecino erudito”- a los 25
años, un tiempo en el que Chéjov compaginaba sus estudios de
Medicina con la dedicación esporádica a la literatura para ganar
dinero con el que poder pagarse los estudios y ayudar a su familia.
La mayoría de estos relatos los publica en las revistas satíricas y
humorísticas de la época, “La libélula”, “Hojilla satírica
rusa”, “Noticias del día”, “Fragmentos”, revistas que
tuvieron gran éxito en esos años. Rápidamente, Chéjov consigue
dominar la técnica y sus relatos aparecen frecuentemente en estas
publicaciones, en ocasiones con un ritmo frenético.
Los
primeros relatos que escribió tienen un marcado tono humorístico y
en muchas ocasiones se reducen a meros divertimentos formales. Pero
poco a poco Chéjov gana en agilidad y soltura, aunque mantenga la
ligereza temática, con un estilo desenfadado, quizás el mejor
recurso para describir la Rusia de aquellos años. En 1882 preparó
un libro con una selección de sus relatos, Travesura,
pero al final no llegó a publicarse. Sí lo hizo Cuentos
de Melpómene, su
primer libro de relatos, aparecido en 1894 y publicado por cuenta
propia, volumen que fue bien acogido en líneas generales y le dio
cierta visibilidad, aunque estaba firmado con uno de sus habituales
seudónimos, A. Chejonté. A partir de la publicación de ese libro,
Chéjov sigue siendo un escritor humorista, pero algunos de sus
relatos mejoran lentamente en realismo y profundidad, dentro de las
limitaciones que tenían sus escritos para poder publicarse, pues la
mayoría debían contar entre 100 y 150 líneas. A partir de 1882
comienza a escribir en la revista Fragmentos,
cuyo editor N. Leikin corrigió muchos de sus relatos para evitar la
censura o para que encajasen en el espacio que ya tenía reservado.
En esta revista Chéjov publicó, entre 1883 y 1884, 130 cuentos,
aunque sólo 26 de ellos los seleccionaría para sus obras completas.
Algunos
de estos relatos primerizos también se publicaron en una antología
que la revista “La libélula” realizó en 1900, en la que también
estaban presentes otros autores. Sus siguientes libros fueron
Relatos abigarrados
(1886) y Discursos
inocentes (1897).
Este
primer volumen contiene, pues, más de 200 relatos. Aunque muchos son
piezas humorísticas, deformaciones satíricas y parodias de
diferentes autores y modas, en ellos ya está presente el
inconfundible mundo y estilo de Chéjov. Hoy día sigue siendo
considerado el gran maestro del relato corto contemporáneo. Su
magisterio es evidente en escritores de todas las latitudes, desde su
compatriota Máximo Gorki a Richard Ford, pasando por Horacio
Quiroga, Katherine Mansfield, Raymond Carver y hasta los españoles
Soledad Puértolas y Gonzalo Calcedo.
Los
relatos de Chéjov suelen ser parábolas sobre la infelicidad basadas
en las desencantadas vidas de personas cercanas y solitarias. El
autor ruso se acerca con mucha piedad a una realidad siempre triste y
con muchas aristas, huyendo de la grandilocuencia y la retórica y
añadiendo sus dosis de pesimismo y pasividad, sin proporcionar
respuestas. El escenario de sus escritos es siempre la Rusia de
finales del siglo XIX, aunque consiguió trascender con su eficaz
estilo las circunstancias históricas concretas en la que se mueven
sus personajes para convertirlos, ahí está su prestigio, en
símbolos universales de la condición humana. De muy pocos
escritores puede decirse esto. Relato a relato, Chéjov consiguió
perfilar el rostro auténtico de una Rusia finisecular que muestra
signos de cambio pero que todavía sigue en lo familiar y en lo
costumbrista apegada a sus tradiciones y enfermedades seculares.
Cuentos
completos. Volumen I (1880-1885)
Antón
ChéjovPáginas de Espuma. Madrid (2013)
1.090 págs. 39 €.