Periodista y escritor, autor de varias novelas y ensayos biográficos, Eduardo Laporte (Pamplona, 1979) publica Tiempo ordinario, el segundo volumen de sus diarios. El primero, aparecido en la editorial Pamiela, llevaba por título Diarios (2015-2016). Este segundo condensa sus vivencias de 2017 a 2020. Gran lector y teórico de los libros de diarios, Laporte es también crítico literario.
En Tiempo ordinario hay espacio para reflexionar sobre los libros de diarios en general y sobre los suyos propios. Para Laporte, no se escribe en ellos “ni lo más relevante ni lo más novelesco. Jirones de algo quizá valioso”. En estos diarios, apenas encontrarnos referencias a la actualidad social y política (“la actualidad no cabe en estas páginas”), ni a su vida profesional, ni a su actividad social. Ni siquiera, de manera metódica, va a explicar su intensa relación con la literatura. Los suyos está centrados en su cotidiana y valiosa individualidad, de ahí su título, Tiempo ordinario: “valoro cada vez más el tiempo ordinario (…). Un periodo de felicidad tranquila, mesetaria, en la que aflora el silencio y por tanto la vida”.
Lo más interesante de estas páginas es la mirada del autor sobre su propia vida y lo que le rodea. En la observación de la realidad descubre aspectos inéditos e insólitos, a los que sabe sacar partido, con intuiciones que a veces convierte en inteligentes aforismos: “La duda es peor que la pena”, “El encanto de los amores de verano no era la juventud, sino su finitud”, “La melancolía me hace vestir más elegante”, “¿Su legado? Una biblioteca de libros subrayados”.
También habla sobre su vida de escritor, sus lecturas y la relación con otros escritores. Destaca algunas citas que le han sorprendido. Saca punta a algunos comentarios de sus amigos. Sale su vida como periodista. Hay momentos para las evocaciones familiares. Y escenas costumbristas, como las que se refieren a sus vecinos de Vallecas, barrio en el que vive desde hace un par de años. También escribe sobre sus lecturas, algunos proyectos literarios (como su ensayo, que sabe que no escribirá, sobre Delibes y la depresión), relaciones frustradas y viajes y recuerdos de otros viajes. Y al final de los diarios, algunas referencias, pocas, a su vida bajo la pandemia.
Las entradas son deliberadamente breves. El autor plantea su diario como una síntesis destilada de sus experiencias vitales, que formalmente presenta de manera condesada, con una sobresaliente calidad literaria. Su estilo es directo, intenso y esencial. Sorprende la madurez de su voz literaria y la identificación polivante con los diferentes registros de los libros de diarios.
Tiempo ordinario es un libro muy literario en su contenido, en su estilo y en su manera de reflejar las vivencias personales de su propia vida como escritor, a veces con sus dosis de sarcasmo a la hora de referirse al mundo literario o cuando transmite brillantes y sugerentes valoraciones literarias. Para Laporte, como escribe, “el diario literario se mueve en el terreno de las verdades literarias, que son de otra parte”.
Tiempo ordinario
Eduardo Laporte
papelesmínimos Ediciones. Madrid. (2021)
144 págs. 15 €.