lunes, 11 de octubre de 2021

"La frontera", de Erika Fatland


    

            “Cruzar una frontera es una de las cosas más fascinantes que existe. Geográficamente, el traslado es mínimo, casi microscópico. Solo te desplazas unos metros, pero de golpe te hallas en otro universo”, escribe la periodista, escritora y antropóloga social Erika Fatland (Noruega, 1983), en su nuevo libro que cuenta el viaje que realizó alrededor de Rusia, recorriendo los países con los que hace frontera. En total, en el último año hizo más de veinte mil kilómetros, para los que empleó múltiples medios de transportes: “vuelos interiores norcoreanos, trenes de alta velocidad chinos, lentos trenes kazajos, autobuses, minibuses, caballos, taxis, cargueros, kayaks y mis propios pies”. Durante el viaje, estuvo en catorce países distintos y en tres repúblicas secesionistas.




            Comenzó en Corea del Norte (“nunca había estado en un lugar donde fuera tan difícil traspasar la superficie”), pasó después a China, Mongolia, Kazajistán. Recorrió el Cáucaso y atravesó Azerbaiyán y Georgia (“uno de mis países preferidos”). Atravesó Ucrania y Bielorrusia y se trasladó después a las repúblicas bálticas de Lituania, Letonia, Estonia. En su viaje también estuvo en Polonia, Finlandia y, por último, en su país de origen, Noruega, el único de estos países que en 500 años no ha tenido ninguna guerra con Rusia. En su periplo fue testigo de las obsesivas formaciones coreográficas de Corea del Norte para homenajear a la dinastía Kim, escuchó los cantos de garganta del prestigioso mongol Tserendava, visitó en Kazajistán la ciudad secreta de Baikonur, se entrevistó con destacados dirigentes políticos de Bielorrusia, comprobó la devastación provocada por Chernóbil, habló con presos de la Segunda Guerra Mundial…




            Este libro muestra la pasión de la autora por Rusia; ya en 2014 realizó otro largo viaje por cinco antiguas repúblicas soviéticas que se independizaron después de la desaparición de la URSS: Turkmenistán, Kazajistán, Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán. Todas ellas forman parte de lo que se conoce como Asia Central o Turkestán, países con una historia milenaria unida a la Ruta de la Seda. Tras este viaje escribió Sovietistán (Tusquets, 2019), libro de viajes y de análisis sociopolítico que muestra cómo estos países se encuentran en un territorio de nadie y en el futuro deberán elegir entre la influencia de China, Rusia o la Europa Occidental.

            “Nunca fue fácil ser vecino de Rusia”. Muchos de los países que visita la autora formaron parte de la Rusia Imperial o de la URSS. En ocasiones, fueron meras piezas de ajedrez dentro de las maniobras expansionistas de Rusia, especialmente a partir del siglo XVI. Las cicatrices históricas llegan hasta el presente y algunos de estos países, como Georgia y Ucrania, por ejemplo, se encuentran inmersos en conflictos bélicos más o menos activados como consecuencia de su vecindad con Rusia. Sobre Georgia opina que “ha tenido suerte con la topografía, pero no con la geopolítica”. 



Además, la caída del comunismo y la independencia de antiguas repúblicas soviéticas ha generado nuevos problemas sociales, pues en algunos de estos países hay millones de personas con el ruso como lengua materna que no se encuentran cómodos en esos países. Y también están los problemas ocasionados por las constantes deportaciones que tuvieron lugar durante los años de comunismo soviético, con desplazamientos forzados de miles y miles de ciudadanos que años después, en algunos casos, han decidido volver a sus países de origen. 



La autora siembra su relato de numerosas entrevistas con ciudadanos de a pie y con políticos, historiadores, militares, periodistas y numerosas víctimas de sucesos bélicos que siguen marcando la historia actual de muchos de estos territorios. Las mejores partes del libro son aquellas en las que Fatland, con espontaneidad, conversa con muchas personas corrientes que le cuentan de manera sencilla sus dramáticas biografías. La autora es una gran observadora y sus comentarios están repletos de agudeza. En muchos momentos, para explicar el presente, es inevitable recurrir tanto al pasado reciente –todavía en carne viva en muchos lugares- como a la historia de la formación de estos pueblos y países. En este sentido, el libro es, por ello, también una lección de historia. 



La frontera
Erika Fatland

Tusquets. Barcelona (2021)

624 págs. 25 €.

 T.o.: Grensen.

Traducción: Carmen Freixanet.

viernes, 8 de octubre de 2021

"Tierra roturada", de Florentino Matías

 


Conozco a Florentino Matías desde hace muchos años. Para mí ha sido una sorpresa que escribiese un libro como este, en el que se ha decidido a contar su vida. Después de leerlo, uno descubre cómo detrás de las biografías de muchas personas normales y corrientes se pueden encontrar historias que encarnan una época y, además, una aventura existencial. No es que le hayan sucedido a Florentino muchas cosas raras, escandalosas, especiales, estrambóticas, que son las que a veces llaman más la atención, y más en las biografías; al contrario, su devenir es el reflejo de una vida enraizada en el trabajo, en el idealismo y en su capacidad de vivir pensando en los demás, actitudes que podemos calificar de antiliterarias y que se encuentran en la base de un libro muy ameno que es un buen termómetro de su tiempo.

Siguiendo a Unamuno podemos encontrar en este libro un trozo de esa intrahistoria que tanto apreciaba el autor vasco. La historia no solamente la hacen los grandes nombres; la historia con mayúsculas está poblada de microhistorias como la de Florentino que reflejan las ilusiones y el entusiasmo por la vida de gente más bien anónima que no quiere dar lecciones de nada pero que han tenido, quizás sin buscarlo, unas vidas cuajadas, a pesar de vivir en un contexto social complicado.

Florentino nació 1933 en un minúsculo pueblo de Salamanca, Parada de Rubiales. Son ciertamente interesantes estas páginas, que muestran cómo era la vida en un pueblo en la España de la posguerra, además de sus emotivos y entrañables comentarios sobre la intensa relación con su madre, especialmente, y con sus hermanos. No son muchas las expectativas profesionales que tiene ni en su pueblo ni en Salamanca, por lo que decide aprovechar las oportunidades para salir de allí. 

Lo hace cuando se traslada a Madrid para realizar el Servicio Militar, que compagina con sus estudios en régimen nocturno de delineación y después de Bachillerato. Al acabar la mili, decide quedarse en Madrid y a finales de la década de los 50 se embarca en un ambicioso proyecto deportivo y educativo en el barrio de Vallecas: el Centro Cultural y Deportivo Tajamar. Se inicia así una larga etapa como educador, que le lleva a trasladarse después a Córdoba y más adelante a Roma, donde impulsa los estudios profesionales del centro Elis

A su regreso a Madrid, retoma su actividad profesional y dirige una empresa de obras y reformas. Con la jubilación, ha multiplicado sus labores solidarias y asistenciales.

En todos estos sitios, Florentino se complica la vida para mejorar profesionalmente y poder prestar un mejor servicio a los que tiene a su alrededor, siempre con una mirada cristiana, asentada en la cotidianeidad de sus actividades. El libro está muy bien contado, sin florituras, atendiendo a su carácter castellano. Me ha parecido un libro auténtico, transparente, nada impostado, que refleja atinadamente su carácter, sus inquietudes y su movida trayectoria humana y profesional. 


Tierra roturada

Florentino Matías

Palabra. Madrid (2021)

264 págs. 27,90 €.


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domingo, 3 de octubre de 2021

"El día de asueto", de Inès Cagnati


 En 2019, se publicó Génie la loca, novela que sirvió para conocer a Inès Cagnati (1937-2007), novelista francesa de origen italiano que desde su propia experiencia personal escribió sobre el mundo rural no precisamente con tintes idílicos ni bucólicos. La novela se centraba en la dura vida de la protagonista, que tuvo que soportar todo tipo de estrecheces y, lo que es peor, el ambiente opresivo de sus vecinos, que no aceptaban su estilo de vida. Esta novela, publicada en 1977 y con la que obtuvo importantes premios literarios, es la que le dio más fama. 

Ahora se publica El día de asueto, su primera novela, escrita en 1973, en la que ya están presentes las principales señas de identidad de su literatura: la complicada situación de las mujeres en el mundo rural y el clima de intolerancia en mundos cerrados, que provoca la asfixia moral de las mujeres protagonistas. En este caso, se cuenta un día de la vida de Galla, una joven de catorce años que ha abandonado su pueblo para irse a estudiar a la capital. Un día, de manera imprevista, se escapa del colegio y recorre en bicicleta los 35 kilómetros que le separan de su casa. Galla necesita ver a su madre y a sus hermanas. Pero cuando llega, su padre, un hombre taciturno y de carácter huraño y brusco, no le abre la puerta y Galla tiene que regresar al instituto.

La novela está contada en primera persona. Galla es una joven soñadora que ha vivido en unas condiciones miserables en un pueblo rodeado de peligrosas ciénagas, donde apenas hay posibilidades para salir adelante. Su padre es un trabajador obsesivo con pocas muestras de cariño hacia sus hijos y su madre se evade de los sucesivos embarazos y de la dura vida que lleva leyendo novelas románticas. En el trayecto hacia su casa y luego durante el regreso, Galla recuerda muchos instantes de su vida, de la relación con su madre, su vida sacrificada, sus hermanas, las enfermedades, los duros trabajos y la total falta de expectativas. Gracias a su cabezonería, ha conseguido irse a estudiar interna al instituto con el deseo de formarse bien para ganar dinero y cambiar la vida de su familia. Pero Galla no encaja en el instituto, rodeado de adolescentes que han llevado unas vidas cómodas y que tienen otras cosas en la cabeza. Solo tiene una amiga, Fanny, a la única que le abre algo su corazón y le cuenta algunas cosas, pocas, de su vida en el pueblo, de la que se avergüenza continuamente.

El libro tiene un marcado carácter costumbrista y sociológico, pues los recuerdos de Galla sirven para mostrar la crudeza de la vida de las mujeres en el mundo rural. Este objetivo quizás lo subraya en numerosas ocasiones, forzando los detalles, los recuerdos y las instantáneas de la vida de la familia de Galla, donde apenas hay sitio para una tímida felicidad y esperanza y todo se traduce en pobreza y sufrimiento. Para dar un poco más de consistencia a estos recuerdos, la novela se desarrolla en el viaje en bicicleta de la protagonista, recurso que puede resultar también un tanto prefabricado. 

Pero Cagnati conoce de lo que está hablando. Y el mundo rural que presenta, verosímil, describe de manera emotiva la miseria, el desconsuelo y el nulo porvenir para muchas jóvenes, condenadas a asumir unos papeles ya establecidos. 



El día de asueto

Inès Cagnati

Errata naturae. Madrid (2021)

168 págs. 17,50 € 

T.o.: Le Jour de congé

Traducción: Vanesa García Cazorla.