Tercer libro que leo de la noruega Erika Fatland (1983), antropóloga social, escritora y viajera incansable. En Sovietistán (2019) recorre las antiguas repúblicas soviéticas que hacen frontera con Asia, y en Frontera (2021) describe cómo es la vida en la actualidad en las zonas fronterizas con la antigua URSS de un buen puñado de países. Al igual que otros grandes escritores de literatura de viajes (Colin Thubron, Paul Theroux…), lo más importante de sus libros es la mirada con la que se acerca a estas tierras y a sus habitantes, dosificando la información histórica y cargando la mano en el elemento humano, con jugosas entrevistas en las que son los habitantes de estas tierras los que explican sus modos de vida, sus costumbres y los conflictos que han vivido o siguen viviendo.
En Himalaya, cambia totalmente de escenario y se traslada, en un viaje de ocho meses, a los países por donde pasa la cordillera del Himalaya, donde se encuentran las montañas más altas del mundo. En total, recorre parte de Pakistán, India, Bután, Nepal y China. La autora viaja con intérpretes, algunos oficiales y otros de las agencias que le organizan los viajes. Suele alojarse en hostales, hoteles o en domicilios que les proporcionan los guías. En todo momento, comparte con el resto de la gente los itinerarios, las molestias del viaje, las muchas anécdotas que vive en una travesía tan variada y tan larga.
Fatland proporciona suficiente información histórica para situar a los lectores sobre lo más destacado de los países que va recorriendo. Eso sí, sin avasallar. Estos datos e informaciones permiten adentrarse muchas veces en episodios muy desconocidos de la formación e historia de los países por los que pasa y de los numerosos conflictos políticos que a día de hoy siguen presentes en muchos de estos lugares. La influencia de dos grandes potencias como India y China condiciona las relaciones políticas y el desarrollo económico. Como comprueba Fatland, hoy día las estrategias del imperialismo, sobre todo chino, no son militares sino económicas: gracias a sus ayudas económicas para la construcción de carreteras y rehabilitación de ciudades, China ha multiplicado su ya poderosa influencia en la zona, más todavía cuando está reactivándose la Ruta de la Seda como espacio de un destacado interés comercial.
La autora recorre pequeñas aldeas sin apenas servicios ni nada de interés por ver y otras muchas localidades donde se conserva espléndidamente el peso de la tradición y de la historia. En todos los sitios, deja que sean sus habitantes los que le expliquen cómo viven y algunas de sus circunstancias familiares. Este tono coloquial es una de las notas distintivas de los libros de esta autora noruega.
Visita mezquitas, mercados, templos budistas e hinduistas. Asiste a ceremonias religiosas. A danzas festivas. A entierros. A comidas familiares. A negociaciones con la policía. Se asombra ante la belleza de muchos parajes desconocidos. Ve en acción a los chamanes de la zona. Muestra un especial interés por la situación de las mujeres en muchos de estos minúsculos espacios.
Y comprueba los estragos que está haciendo el turismo. Si hace décadas, estos lugares solo eran visitados por turistas religiosos que acudía a los lugares sagrados, hoy el turismo de masas indio y chino, y de muchos occidentales, está transformando la vida de muchas de estas localidades que, por desgracia, están convirtiendo ya algunas de sus costumbres y tradiciones en puro folklore para turistas. En estos parajes, existe también un pujante turismo que tiene como principal atractivo ascender las míticas montañas de la zona.
Budismo, hinduismo, seguidores del Bön, musulmanes, cristianos…, todos estos grupos mantienen su presencia en la zona gracias a los muchos templos que pueblan la zona. Es una pena que la autora, que se manifiesta en el libro abiertamente atea, aborde quizás de manera superficial el peso de la religión en las vidas de tantos miles de personas, quedándose en una visión trivial, como si se tratase de meras manifestaciones folklóricas. Aunque es de agradecer que describa fielmente muchas de las tradiciones y ceremonias y que deje hablar siempre a los protagonistas.
La autora recorre lugares pobres y espacios de ensueño, como el Templo Dorado de Amritsar, el Valle de Spiti, la ciudad tibetana de Lhasa y el monte Kailash, de 6.628 metros, la montaña sagrada para hinduistas, budistas, jainistas y seguidores de Bön. También muestra las consecuencias de tantas y tantas guerras y de algunos delirios revolucionarios, como sucedió durante la Revolución Cultural china, especialmente activa en el Tíbet: de los más de 6.000 templos y monasterios que había solo quedaron trece. Se instala tras jornadas de mucho esfuerzo en el campo base de los montañeros que se preparan para ascender el Everest. Se entrevista con antiguos reyes y reinas. Visita la antigua residencia del dalái lama en el Tíbet…
Son muchos los pasajes interesantes. También los detalles y sorpresas históricos. Y las numerosas anécdotas, como la exótica estancia de los Beatles en Rishikesh.
Como escribe la autora casi al final del libro, cuando hace balance de lo mucho que ha visto y recorrido: “Lo pequeño es engullido por lo grande, desaparecen reinos pequeños; se abren valles angostos y cerrados y el mundo penetra en ellos, allí al igual que en otros lugares de la tierra. En valles así los intereses de un imperio mundial topan abruptamente con los intereses de otro, y ¿qué ocurre entonces con las personas que viven en lo más profundo de aquel valle? Había visto opresión y ansias de libertad, pesimismo y optimismo, coacción religiosa y profunda devoción, intolerancia e iluminación, desesperación y éxtasis”. Y concluye: “Lo pequeño es engullido por lo grande, pero lo pequeño sigue viviendo lo mejor que puede. ¡Hay tantas maneras de vivir!”.
Himalaya
Erika Fatland
Tusquets. Barcelona (2022)
628 págs. 25 €
T.o.: Hoyt. En reise i Himalaya.
Traducción: Carmen Freixenet.