miércoles, 25 de enero de 2017

“Un día en la vida de Iván Denísovich”, de Aleksandr Solzhenitsyn


Para calentar motores con la celebración del aniversario de la Revolución Rusa, he releído estos días esta gran novela, una de las más importantes que describen la vida en los gulag soviéticos. En este blog, por si interesa el tema, hay bastantes testimonios literarios (ensayos, libros memorialísticos y de ficción) sobre la extensión de los gulag y la sistemática represión que se vivió en la Unión Soviética durante desde los días de la Revolución hasta su desintegración. Los Gulag no fueron una invención de Stalin. Comenzaron con Lenin y continuaron después de la muerte en 1953 de Stalin.
Aparecida en 1962, tras conseguir el permiso para su publicación del mismísimo Nikita Kruschov, Un día en la vida de Iván Denísovich fue la única obra de Solzhenitsyn que se publicó en la Unión Soviética. Para escribir esta novela se inspiró en su propia vida. En 1945, cuando se encontraba en el frente soviético, Solzhenitsyn fue detenido por criticar a Stalin en una carta dirigida a un amigo de la infancia. Fue condenado a ocho años en diferentes campos de concentración y luego desterrado a una aldea perdida de la estepa de Kazajstán, donde permaneció hasta 1956, cuando fue liberado y pudo regresar a Moscú.


Pero en su novela Solzhenitsyn decidió contar la vida de un campesino en el Gulag. Iván Denísovich Shújov es llamado a filas durante la Segunda Guerra Mundial. Capturado por los nazis, consigue escaparse y regresar al ejército soviético donde no es recibido precisamente con los brazos abiertos. Acusado de traición y para que no le fusilen, Shújov tiene que confesar que es un espía alemán. Como tantos otros soldados soviéticos que vivieron una situación parecida, es condenado a diez años de trabajos forzados.
Solzhenitsyn envió su novela a las editoriales en 1961, pero aligeró su versión, suavizando los comentarios políticos y las críticas al régimen soviético. Cuando el poeta Alexandr Tvardosvki, director de la revista Novy Mir, la leyó, intuyó de inmediato que se encontraba ante una obra excepcional. Aprovechó la mínima apertura que se produjo en la URSS tras la celebración del XXII Congreso del PCUS, y consiguió la autorización del Partido Comunista para su publicación en 1962, lo que provocó muy pronto un espectacular impacto nacional e internacional.
El éxito, sin embargo, aumentó los problemas de Solzhenitsyn con las autoridades y desde entonces no consiguió publicar nada en su país. Para complicar ma´s las cosas, en 1970 recibió el Premio Nobel de Literatura. Tras la publicación en 1974 de Archipiélago Gulag, en la que documentaba con todo lujo de detalles y testimonios el universo carcelario creado en la URSS, fue expulsado del país.
La traducción de esta edición, a cargo de Enrique Fernández Vernet, está basada en la versión rusa completa que Solzhenitsyn publicó en París en 1973. Hasta ahora, las ediciones españolas que reproducían la versión íntegra estaban traducidas del francés o del alemán. De su completísima introducción, que explica las vicisitudes de este libro y sus principales características, me quedo con esta cita: “Las obras de denuncia pasan por una primera etapa en que prima el mensaje político y la inmediatez, pero con el tiempo –una vez se ha difundido y asimilado- debe acabar prevaleciendo el aspecto literario”.
En la novela, Solzhenitsyn cuenta un solo día de la vida de Shújov, cuando ya lleva ocho años prisionero. Con un estilo desgarrado y fragmentado, salpicado de expresiones propias del argot carcelario, describe minuciosamente los acontecimientos de ese día, desde que Shújov se levanta hasta que se duerme. La obsesión más importante es la comida. Gracias a su experiencia y desparpajo, Shújov se maneja bastante bien en el campo. Conoce perfectamente lo que tiene que hacer en cada momento para no llamar la atención y para que no se fijen en él. Sin grandes disquisiciones, Solzhenitsyn cuenta con múltiples detalles la vida en el campo, la relación entre los presos y los carceleros, las jornadas de trabajo, el tipo de comida, los castigos, la procedencia de los prisioneros...
La denuncia del régimen de Stalin traspasa toda la novela, pero no se insiste en ella, pues el autor prefiere mostrar, literariamente, las dramáticas consecuencias de la inhumana represión.


Un día en la vida de Iván Denísovich
Aleksandr Solzhenitsyn
Tusquets. Barcelona (2008)
218 págs.
T.o.: Odín den Ivana Denísovicha.
Traducción: Enrique Fernández Vernet.

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