domingo, 30 de septiembre de 2018

"Isla Crimea", de Vasili Aksiónov


Vasili Aksiónov (1932-2009), hijo de Evgenia Ginzburg, la autora de El vértigo, uno de los testimonios más impactantes de la vida en los Gulag de Stalin, nació en Kazán y a los cinco años, cuando sus padres fueron detenidos, fue a parar a un orfanato estatal del que fue rescatado por su tío, que se hizo cargo de él. Tras trece años de separación, volvió a reencontrarse con su madre en Magadán. Luego, estudió Medicina a la vez que escribía poesías y relatos. A la muerte de Stalin en 1953, surgió en la Unión Soviética los stiliagui,una subcultura juvenil que no ocultaba su fascinación por lo occidental (especialmente, el cine y el jazz) y que rechazaba en la moda y en la estética las consignas soviéticas. Vasili fue uno de los máximos representantes de este movimiento, que presentó a la sociedad una nueva juventud nada politizada que tenía con otro lenguaje y otras aspiraciones vitales. Aksiónov publicó en esos años algunos relatos en revistas y en 1960 aparece su primer novela, Colegas, enmarcada en esta tendencia juvenil; un año después, publicó Billete a las estrellas
En la década de los setenta sigue publicando novelas, relatos, obras de teatro y traducciones. Dos novelas suyas, La quemadura (1975) y La isla de Crimea (1979), fueron censuradas y no se pudieron publicar en la URSS. También a finales de los setenta, un grupo de escritores aglutinados en torno a la revista Juventud, entre los que estaba Aksiónov, publicaron un almanaque, Metropol, sin la autorización de la Unión de Escritores. Desde entonces, se multiplicaron todavía más sus problemas con el régimen. Se exilió en 1980 a Estados Unidos, donde impartió clases en diferentes universidades. Fue incluso despojado de la ciudadanía soviética. 
Durante la década de los ochenta escribió una trilogía sobre la familia Grádov, que publicó en 1989, 1993 y 1994 y que tituló Una saga moscovita, su novela más famosa e internacional, en la que describió con una mirada muy crítica la vida en la Unión Soviética desde 1924, fecha de la muerte de Lenin, hasta 1953, cuando muere Stalin (de esta novela hablo extensamente en mi libro Cien años de literatura a la sombra del Gulag).  Isla Crimea no se pudo publicar en la URSS hasta 1990. En Rusia, la novela se volvió a poner de moda tras la invasión del ejército ruso de Crimea en 2014. 
Para escribir esta novela, Aksiónov se inspira en algunos sucesos de su biografía, de manera especial en sus años de activista de la cultura no oficial; también aparece su mirada crítica sobre la realidad soviética de aquellos años, finales de los setenta, cuando no parecía que fuera a derrumbarse el rocoso sistema soviético de manera inminente, a pesar de las numerosas y evidentes grietas. La novela se centra en las peripecias profesionales, políticas y sentimentales de Andréi Arsénievich Lúchnikov, director del polémico y popular rotativo Courier Ruso, con sede en Simferopol, capital de Crimea. Lúchnikov es hijo de un destacado militar que combatió contra los comunistas en la guerra civil que se desató tras la Revolución rusa entre los bolcheviques y el “ejército blanco”. 


En la novela, la Guardia Blanca consiguió al final refugiarse en Crimea y desde entonces mantiene su independencia contra los asedios del bloque comunista. Sin embargo, Lúchnikov hijo considera que Crimea ha perdido desde entonces sus raíces y su oportunidad de compartir el destino de la Rusia mística e inmortal. Dominada por un capitalismo salvaje y por una democracia aparentemente esperpéntica, Crimea se prepara para unas cruciales elecciones políticas en las que amenaza con presentarse una nueva formación, OLA (Orgullo, Lealtad y Adhesión), capitaneada por Lúchnikov y un grupo de poderosos amigos, que propugnan que Crimea debe integrarse en la URSS. Otras opciones reclaman mantener el statu quoactual, como los evapros, los militares y dirigentes que proceden del ejército blanco y que viven anclados en las estructuras del Antiguo Régimen; o los iakis, una tendencia protagonizada por los jóvenes que desean romper del todo tanto con Rusia como con el pasado “blanco”. En torno a este tema, las relaciones de Crimea (y Lúchnikov) con Rusia, gira esta novela ambiciosa que realiza una profunda crítica y amena radiografía de la historia y la vida en la URSS y su futuro social y político.
Lúchnikov es un periodista hábil, populista, consciente de su fama y de su poder personal. Viaja por todo el mundo y tiene contactos en las altas esferas de los principales gobiernos del mundo; también se relaciona con destacados dirigentes comunistas y con miembros del KGB dedicados a Crimea. A pesar de conocer las limitaciones a la libertad, el patético fracaso de las medidas económicas, las perversiones del totalitarismo y el pavor a perder el control de la sociedad del Partido Comunista, considera que el único camino que le queda a Crimea es regresar a sus raíces y fundirse con Rusia. En su vida ocupan un destacado lugar su padre y su hijo, Antón, a pesar de que ha tenido con él una relación distante y su ideario se aproxima más al de los iakis; y en la novela también tienen su importancia sus relaciones amorosas, de manera especial con una de sus amantes, Tatiana Lúnika, uno de los principales personajes de la novela, una presentadora rusa de televisión que ha sido campeona de atletismo internacional y que está casada con un deportista ruso que encarna la sumisión a los dictados comunistas.
La novela es detallista al máximo a la hora de ofrecer desde diferentes perspectivas la vida en la URSS, con algunas luces y sus muchas sombras, donde con palabras del autor, “sigue malviviendo en ausencia de derechos, en la oscuridad espiritual, en la escasez y la mentira”. Y también la de Crimea, ejemplo de cómo podía haber sido Rusia si la Revolución no hubiese triunfado. Hay muchos personajes con los que aborda temas colaterales, muy interesantes: el simbolismo del encuentro de Lúchnikov con la milagrera Eudokía, la relación con Dim Shebeko, hijo de un dirigente del KGB y artista underground; el cineasta fracasado Vitali Gángut; un millonario americano dedicado al mundo del cine y su coro de exiliados rusos, los dirigentes del Partido Comunista (retratados como una banda de gángsteres de Chicago), el mundo de los evapro, los compañeros de Instituto de Lúchnikov…
Aksiónov maneja una prosa descriptiva, irónica y muy gamberra. Lúchnikov es un personaje acomodaticio y moralmente frívolo, que solo vive para sus caprichos personales (sean estos políticos o sexuales). Pero su sentido periodístico de la vida permite ofrecer una imagen poliédrica de la realidad y realizar una disección en carne viva del combate entre el comunismo y el mundo occidental, ninguno de los dos idealizados por el autor. Novela de largo aliento, en la que se mezcla la novela distópica con la sátira y el thriller político, con la que Aksiónov supera los límites temporales y políticos del contexto en el que se ambienta para realizar una parábola de carácter más universal sobre el choque entre el poder del individuo y el destino de la colectividad. 


Isla Crimea
Vasili Aksiónov
Automática. Madrid (2018). 
512 págs. 22 €.        
Traducción: Yulia Dobrovolskaia y José María Muñoz Rovira.

martes, 25 de septiembre de 2018

"El misterio de la Casa Roja", de A. A. Milne


Nueva novela que aparece en la prestigiosa colección de Clásicos de la Novela Policíaca de la editorial Siruela. Estamos ante la única novela policiaca que escribió A. A. Milne (1882-1956), dramaturgo y colaborador de la famosa revista Punch, que se dedicó sobre todo a escribir obras para el público infantil. La más conocida es Winnie the Pooh, obra convertida ya en un clásico.
            El misterio de la Casa Roja la publicó en 1922. En el prólogo a la obra, Milnes se confiesa un apasionado de las novelas policiacas y explica también las condiciones que para él tiene que tener estas novelas, que él intentó aplicar en esta obra original, construida con los ingredientes clásicos de las narraciones policiacas. 
            Todas la acción transcurre en la mansión inglesa de Mark Ablett, donde se ha reunido un variopinto grupo de invitados a pasar allí unos días de descanso, entre los que se encuentran Anthony Gillingham y Bill Beverley, a la larga los auténticos protagonistas de la novela, pues, sin querer, se convierten en los investigadores de un inesperado y misterioso crimen. El anfitrión, Mark Ablett, recibe una carta en la que su hermano Robert, que lleva quince años en Australia, a donde huyó de manera secreta y precipitada, le anuncia el regreso al hogar. Mientras que Mark se codea con lo mejor de la sociedad inglesa, Robert es un tarambana zafio que lo más seguro venga a exigirle dinero. 
            Sin embargo, en las primeras páginas aparece ya lo principal de la trama. Al poco de llegar Robert a la mansión y mientras está esperando a su hermano, se oyen unos disparos y aparece muerto Robert en extrañas y misteriosas circunstancias. Cuando comienzan las pesquisas, descubren que su hermano Mark no aparece por ningún lado, circunstancia que aparentemente explica quién fue el asesino.
            Sin embargo, Anthony, casi testigo de los hechos, sospecha de la interpretación que se está haciendo del asesinato y piensa que el que está detrás de todo puede ser Matthew Cayley, sobrino de Mark y a la vez su secretario. Anthony se convierte en un nuevo Sherlock Holmes, acompañado de su servicial Bill, que hace las veces de Watson. En la propia novela, el autor realiza estas equivalencias. Al final, como era previsible, este asunto de caso cerrado, ingenioso, no es lo que parece y el asesinato lo resuelve Anthony con mucha pericia e imaginación.
            Para Milnes, “el detective no debe tener conocimientos más especiales que el lector medio”. Esto influye en la narración, que presenta avances a medida que la mente de Anthony empieza a elucubrar. Pero el autor no se saca ningún as de la manga y los lectores pueden participar de las suposiciones de Anthony, que tienen a Bill/Watson como acicate para favorecer la reflexión y para plantearse nuevas preguntas. 
            También para Milnes, las novelas policiacas que le gustan son aquellas en las que no aparece ningún investigador profesional. Anthony es un mero aficionado que “puede desenmascarar al culpable a la luz de un frío razonamiento inductivo y con la lógica impecable de los hechos”. Y Milnes rechaza la manera de actuar del investigador científico. Para él, lo más importante es el contacto humano y el debate psicológico.
            La novela se publicó en los años de máximo esplendor de este tipo de narraciones. La ambientación y los personajes son muy ingleses, y el planteamiento –un caso cerrado que transcurre en pocas habitaciones de la mansión- lleva a favorecer el trabajo mental de los lectores, que hacen sus suposiciones sobre quién puede ser el asesino y que pueden cuestionar las conclusiones a las que va llegando la rápida y metódica mente de Anthony Gillingham. 


El misterio de la Casa Roja 
A. A. Milne
Siruela. Madrid (2018)
226 págs. 21,95 €. (papel) / 9,99 €. (digital).

sábado, 22 de septiembre de 2018

"Algunos libros. Las charlas de E. M. Forster en la BBC", de E. M. Forster


En 1928, la BBC propuso al escritor E. M. Forster (1879-1970) una colaboración radiofónica dedicada a los libros. Las charlas radiofónicas de E. M. Forster comenzaron en 1929 y continuaron durante décadas hasta 1958. Cuando empezó, Forster era ya un escritor consagrado, con novelas que habían contado con una excelente recepción, como Una habitación con vistasPasaje a la India. Forster siguió publicando relatos, novelas, biografías y crónicas de viajes. También es autor de un sobresaliente estudio de crítica literaria, Aspectos de la novela, que sigue siendo actual y valorado. 
            Las charlas iban en principio dirigidas a los ciudadanos de las antiguas colonias británicas, de manera especial a la India (que consiguió la independencia en 1947). No se dirigía, y ese es el objetivo de estas charlas, a un público culto sino a oyentes no especializados que tenían inquietudes por conocer lo mejor de la literatura contemporánea. Aunque el tono es divulgativo, las opiniones de Forster son agudas y de gran valía, sin rebajar su tono ni sus pretensiones literarias. Estas charlas no se publicaron en vida sino que, de manera póstuma, en 2008 fueron recopiladas en un volumen. Escribió unas ciento cincuenta que abarcaron temas relacionados con la literatura y la cultura, siempre desde una perspectiva británica. Los autores que aparecen son la mayoría ingleses (Shakespeare, Jane Austen, Samuel Butler, Kipling, Yeats, D. H. Lawrence, Wordsworth, Matthew Arnold…), aunque hay también autores que proceden de la literatura norteamericana y de la cultura europea. Esta edición contiene una selección de estas charlas, realizada por Gonzalo Torné; la edición cuenta con un epílogo de Zadie Smith.
            Con sus comentarios, siempre certeros, Forster quiere también proporcionar a los lectores una ayuda para que comprendan mejor el alcance de la literatura contemporánea y el valor de los clásicos. Además, realiza una apasionada defensa de la lectura, que aporta saludables beneficios a los lectores para conocer mejor el tiempo que les ha tocado vivir (“el mundo actual se transforma progresivamente en un lugar difícil y peligroso”), ante el que no pueden cerrar los ojos sino que, con la ayuda de los libros, hay que recuperar la valentía y la sensibilidad. Su elección opta siempre por la calidad literaria y por autores que, con diferentes tonalidades, aportan valiosas ideas existenciales y humanas. La buena literatura refuerza el carácter y hace al lector menos manipulable. Porque –escribe Forster- “si lo que lee uno es basura, su mente se volverá fláccida”. 


Algunos libros. Las charlas de E. M. Forster en la BBC
E. M. Forster
Alpha Decay. Barcelona (2018)
312 págs. 23,90 €.
T.o.: The BBC Talks of E. M. Forster.
Traducción: Isabel Ferrer.

domingo, 9 de septiembre de 2018

"Las redes del terror. Las policías secretas comunistas y su legado", de José M. Faraldo


José M. Faraldo (1968) es profesor en la Universidad Complutense de Madrid y lo ha sido de la Universidad Europea Viadrina en Fráncfort del Oder. Ha trabajado en diferentes proyectos europeos de investigación, como el que realizó en el Centro de Historia Contemporánea de Potsdam, Alemania. También ha sido investigador invitado en Bucarest, Varsovia, Leipzig, París, Berlín, Bogotá y Stanford. Faraldo es especialista en historia de Europa Oriental, como demuestran sus últimos libros: La Europa clandestina. Resistencia contra las ocupaciones nazi y estalinistas(1938-1948) y La revolución rusa: historia y memoria. El investigador alemán Karl Schlögel, profesor de Historia del Este en la Universidad Europea de Viadrina (Fránckfort del Oder) y autor del libro Terror y utopía (Acantilado), con quien José M. Faraldo ha colaborado en diferentes trabajos de investigación, destaca que el autor “ha escrito un libro que hacía mucho tiempo que era necesario. No se puede entender el dominio violento del comunismo soviético sin el núcleo duro del aparato terrorista y de la policía secreta”.
“Hasta ahora –escribe Faraldo en el prólogo- no había obra alguna que analizara en conjunto las distintas agencias de policía política de la Europa comunista, ni ha sido habitual mostrar cómo han sobrevivido al capitalismo los traumas y las herencias de aquel pasado violento”. El libro aborda el origen, desarrollo y las consecuencias del legado de estas policías secretas también en la actualidad, pues en muchos de estos países se han tomado iniciativas para recuperar la memoria del comunismo y para analizar –en algunos casos con encendidas polémicas- el contenido de unos archivos que explican por sí solos la magnitud del trabajo de control y represión realizado durante décadas, labor que va más allá del trabajo realizado exclusivamente por los miembros activos de estas policías y que se extiende a los numerosos confidentes con que han contado. Solo en el caso de Rumanía, en 1989 la Securitate tenía 15.000 miembros y entre 400.000 y 700.000 confidentes.


Las redes del terror comienza con un capítulo en el que describe los comienzos de esta generalizada vigilancia en muchos estados con la puesta en marcha de policías secretas que comenzaron a tomar más protagonismo a partir de finales del siglo XVIII con la Revolución francesa. Sin embargo, como describe Faraldo, conviene destacar la absoluta novedad que incorpora el socialismo soviético en el grado, la forma y los contextos en que desarrolló su actividad, que no pueden compararse ni de lejos, por ejemplo, con las actividades realizadas ni siquiera por la policía secreta zarista, la Ojrana, a menudo mencionada como el origen de la Cheká comunista. Luego se centra Faraldo de manera extensa en la creación de esta policía política después de la Revolución rusa, que tuvo su inmediato precedente en los Comités de Defensa creados por los bolcheviques a raíz de la Revolución frustrada de 1905 y tras el éxito de la Revolución en Petrogrado en 1917. Ya en el mismo diciembre de 1917, con Lenin como ideólogo y el polaco Feliks Dzierzynski como jefe del comisariado, se creó la “Comisión Panrusa Extraordinaria para Combatir el Sabotaje y la Contrarrevolución” (Cheká), una maquinaria represiva autónoma y extrajudicial que no dependía del nuevo Gobierno sino directamente del Partido Comunista. Como afirmó el propio Dzierzynski en un documento que se cita en este libro: “Defendemos el terrorismo organizado, esto debe ser admitido con franqueza”. En diciembre de 1917 contaba con 100 miembros que aumentó hasta los dos mil en julio de 1918 y a los 260.000 (entre civiles y militares) en 1921. La Cheká (y sus diferentes nombres OGPU, GPU, KGB…) fue una pieza clave del régimen comunista durante décadas en la imposición por la fuerza de la ingeniería  social que promovía la construcción del comunismo, gulag incluidos.
Son cada vez más conocidas estas actuaciones de la policía secreta durante los años de Lenin, Stalin y sucesivos dirigentes del PCUS, acciones que también aparecen descritas en numerosos testimonios memorialísticos y en novelas basadas en hechos reales, como explico en mi libro Cien años de literatura a la sombra del Gulag, donde indirectamente se habla mucho de las policías secretas. El autor destaca el papel de la Cheká en el proceso de “deskulakización” del campo soviético, cuando los dirigentes comunistas declararon la guerra a los kulaks, los campesinos. Por ejemplo, en una directiva del Politburó de 1930 se aprobaron una serie de medidas secretas: 60.000 kuláks debían ser enviados a los campos de concentración y, en caso de resistencia, se concedía permiso para que fueran fusilados; unas 150.000 familias de kulaks fueron deportadas a diferentes repúblicas soviéticas; y otros 800.000 fueron reubicados en tierras de peor calidad dentro de sus repúblicas. Como respondió Molotov, secretario del Comité Central, a la pregunta de qué hacer con los kulaks: “si hay un río adecuado, se les ahoga”. También la Cheká tuvo un papel protagonista en la represión que tuvo lugar en 1937 después de que se aprobara la Orden 0047 del NKVD por la que fueron detenidas millón y medio de personas, de las que, por cuotas, 700.000 fueron fusiladas.
A continuación, analiza Faraldo la internacionalización de la policía secreta tras el final de la Segunda Guerra Mundial y la aparición del bloque comunista. Se centra el autor en tres casos: la Stasi en la República Democrática Alemana, la Securitate en Rumanía y el SB en Polonia. Todas ellas imitaron los métodos de la Cheká y también funcionaron como herramientas de represión que dependían directamente de los respectivos partidos comunistas. En todas, detrás estaba la mano de la URSS. Por ejemplo, en Rumanía, la Dirección General del Pueblo se creó en 1948 y tuvo como primer jefe al soviético Pantelimon Bodnarenko, que adoptó el nombre rumano de Gheorghe Pintilie para ocultar su procedencia. Lo mismo hicieron otros asesores soviéticos en el resto de los países del este. Como ocurrió con la Cheká, estos organismos adquirieron unas proporciones descomunales, lo que revela la importancia que tuvieron en estos países: en 1989, la Securitate tenía 15.000 miembros y, como hemos comentado, entre 400.000 y 700.000 dirigentes; la STASI, también en 1989, contaba con 90.000 miembros y unos 175.000 confidentes; y la SB polaca tenía en la misma fecha 24.000 policías y 98.000 confidentes.


El libro analiza después algunas actuaciones de estas policías secretas en relación con España: vigilancia a diplomáticos y exiliados, relación con ETA, condiciones de los exiliados, financiación de actividades, sostenimiento económico del PCE… Algunos de esos países, como la Rumanía de Ceaucescu, fueron destino de descanso de los dirigentes comunistas españoles. Por último, el libro, en varios capítulos novedosos y muy interesantes, describe la situación de estas policías secretas tras la caída del comunismo, algunas de las polémicas que se han dado cuando se han conocido los nombres de algunos confidentes y los trabajos de investigación que se están llevando a cabo para conocer mejor el alcance del comunismo y sus policías políticas.


Los revolucionarios rusos tuvieron como modelo, y no lo ocultaban, la violencia ejercida tras la revolución francesa. Ante algunas acusaciones sobre cómo se estaba desplegando este terror de manera arbitraria ya en 1917, Lev Trotski escribió lo siguiente: “Te indignas con el terror desnudo que estamos aplicando contra nuestros enemigos de clase, pero déjame decirte que dentro de un mes como máximo asumirá formas mucho más espantosas, modeladas sobre el terror de los grandes revolucionarios franceses. No la prisión, sino la guillotina esperará a nuestros enemigos”.


Las redes del terror. Las policías secretas comunistas y su legado
José M. Faraldo
Galaxia Gutenberg. Barcelona (2018)
340 págs. 22,50 € (papel) / 13,99 € (digital) 

sábado, 8 de septiembre de 2018

"Philip Trent y el caso Trent", de E. C. Bentley


Segunda novela que se publica del periodista y poeta inglés E. C. Bentley (1875-1956), en la colección “Biblioteca de Clásicos Policíacos”, de la editorial Siruela, en la que están apareciendo las principales novelas de los maestros de la novela policiaca inglesa. La anterior, El último caso de Philip Trent, publicada en 1913, está considerada una de las grandes novelas policiacas de la historia.
            En esta nueva entrega, también protagonizada por Philip Trent, se repite la ambientación y los mismos esquemas literarios. Estamos ante el asesinato de James Randolph, un magnate que ayudaba con su dinero a diversas obras de beneficiencia, persona muy cercana a Philip Trent. La investigación policial recae el el inspector jefe Gedeos Bligh, quien mantiene una estrecha relación amistosa con Philip Trent, un aristócrata y periodista con aficiones artísticas y deportivas, que se considera un investigador aficionado. Tanto Trent como Bligh comparten sus descubrimientos y realizan sus propias indagaciones, aunque la novela se centra de manera exclusiva en los pasos que recorre Philip Trent para encontrar al asesino.
            No resulta fácil avanzar en la investigación de una persona con pasajes oscuros en su biografía. Además, a su alrededor figuran una serie de personajes, como el criado Raught o la persona que le ayuda en las cuentas, Verney, que aparentemente se mueven por sentimientos profesionales, pero que también pueden esconder afanes inconfesables. De entrada, la acusación recae en Fairman, un médico que resulta ser íntimo amigo de Trent. Este, realiza varios viajes para entrevistar a personas que pueden tener alguna relación, aunque sea remota, con la resolución del caso. Incluso viaja a Francia, primer destino del principal acusado.
            Estamos ante una novela con ingredientes muy clásicos y muy ingleses, y con un ritmo novelesco que tiene que ver con el que imperaba en el inicio de la novela policiaca. Los diálogos son abundantes; la acción avanza lentamente… Hay digresiones que no acaban de encajar mucho en la estructura… A pesar de todo, Trent sigue en línea recta la investigación, aunque aparentemente dé palos de ciego. La galería de personajes que aparecen en la novela responden a ese mundo inglés, un tanto tópico. También es muy reconocible la ambientación. Abundan las referencias literarias cultas y costumbristas. Trent es un investigador sagaz, meticuloso, inteligente, que no avasalla a nadie (un personaje que se ha repetido hasta la saciedad en la novela policiaca). La novela concluye con la típica escena en la que Trent explica a Bligh, a sus amigos y a algunos de los acusados las claves de su investigación, que por supuesto ha dado buenos resultados. 


Philip Trent y el caso Trent
E. C. Bentley
Siruela. Madrid (2018)
308 págs.
T.o.: Trent’s Own Case.
Traducción: Guillermo López Gallego.

sábado, 1 de septiembre de 2018

"Los juicios de Rumpole", de John Mortimer


John Mortimer (1923-2009) escribió más de cien historias protagonizadas por Horace Rumpole, abogado sesentón, fumador de puritos, ocasional bebedor de “crianza de garrafón” y propenso a citar a Shakespeare y otros poetas clásicos ingleses. Está casado con Hilda, a la que llama “La que Ha de Ser Obedecida”. Impedimenta ya ha publicado un volumen anterior con algunas de estas historias, Los casos de Horace Rumpole, abogado, que recibió buenas críticas.
            Rumpole es un personaje netamente británico en sus reacciones, costumbres y carácter. Aunque bebe de las fuentes clásicas del género policiaco (reeditado y revitalizado en algunas recientes colecciones españolas, como la de Siruela), la ambientación de estos casos es bastante contemporánea, lo que provoca una notable diferencia con las novelas clásicas. Rumpole es más cínico, descreído, sarcástico, mordaz. Sus historias y comentarios a veces pierden ingenuidad por sus intenciones punzantes, aunque todo se mantiene dentro de la cortesía británica. 
            Al igual que en el volumen anterior, el interés de los casos se divide casi al cincuenta por ciento en las peculiaridades de los delitos cometidos y sus protagonistas y las disquisiciones familiares, domésticas y profesionales de Rumpole: los problemas del despacho, la relación con otros abogados, sus visitas a diferentes tascas y bares, los constantes debates con su mujer… 


Los juicios de Rumpole
John Mortimer
Impedimenta. Madrid (2018)
304 págs. 21,95 €.
T.o.: The Trials of Rumole
Traducción: Sara Lekanda Teijeiro.