domingo, 31 de marzo de 2019

"Lucía en la noche", de Juan Manuel de Prada


Vuelve a utilizar Juan Manuel de Prada como protagonista de su novela a un escritor, como ya hiciera en la anterior, Mirlo blanco, cisne negro (2016). Si en aquella novelaba un conflicto biográfico relacionado con su vida como escritor, en esta ocasión nos encontramos con una novela de ficción que transforma una apasionada historia de amor en una novela de aventuras casi policiacas.
            Tras unos años en los que sus novelas estaban entre las más vendidas, Alejandro Ballesteros se encuentra en una fase decadente, sin motivaciones ni inspiración. Vive de su prestigio anterior y pasea su popularidad por los platós televisivos, en tertulias y programas donde se ha convertido en una penosa atracción. Pero un día, en un bar al que acude después de estos programas, conoce de manera imprevisible a Lucía, una mujer que entra de manera arrebatadora en su vida, transformándola por entero. 
Alejandro recupera gracias a ella la fe en sí mismo y vuelve a la literatura. Cuando está a punto de publicar su nueva novela, Lucía, sin embargo, desaparece. Todo parece indicar que ha fallecido en un accidente aéreo. Ante el desconsolado y apenado  escritor se abre de pronto un mar de preguntas y de dudas, pues apenas sabe nada de Lucía, ni de su vida ni de su pasado. Alejandro comienza una investigación de tintes policiacos en los que irá descubriendo aspectos insospechados de Lucía y también qué planes ha hecho para romper definitivamente con un pasado que la persigue y del que parece que no puede escapar.
            Vuelven a aparecer, de manera más amortiguada, las habituales señas de identidad estilísticas del autor, especialmente propensas al brochazo sociológico y al retrato sarcástico de todo lo que sucede a su alrededor, de manera especial el mundo literario, que critica abiertamente. Pero lo importante es la relación de Alejandro con Lucía y la posterior investigación, que lleva a la novela por derroteros de intriga con ingredientes muy actuales relacionados con conflictos bélicos en Oriente en los que están en juego intereses particulares de diferentes colectivos y donde lo que se busca es la propaganda política más que la solución real a estos problemas. 
            Alejandro se encuentra sorprendido. Se ve como utilizado. Pero intuye que su insólita historia de amor ha sido real y no una maniobra impostada de la protagonista para utilizarle. 




Lucía en la noche 
Juan Manuel de Prada
Espasa. Madrid (2019)
414 págs. 19,90 €.

lunes, 18 de marzo de 2019

"Madrid, 1921. Un dietario", de Josep Pla


Publica la editorial Libros del K.O. una nueva edición de Madrid, 1921. Un dietario, uno de los pocos libros en los que Josep Pla (1897-1981) habla de Madrid. El otro libro recoge las crónicas parlamentarias que escribió de 1931 a 1936, durante la Segunda República. Pla contaba veinte años cuando se trasladó a Madrid desde París, a donde había sido enviado como corresponsal por el diario catalán La Publicidad, el mismo que decide trasladarlo a Madrid. Tras cursar los estudios de Derecho y realizar el servicio militar, Pla vive en Barcelona y participa en la tertulia de la Peña del Ateneo. Allí le abren las puertas para que comience a colaborar en el periódico Noticias, en el que no dura mucho, y después en La Publicidad, donde se forma como periodista. Pla hizo una primera elaboración de este libro en Estocolmo en 1928.
            Pla ejerce de flâneur y se dedica a pasear y callejear por un Madrid que se encontraba en pleno proceso de transformación no solo urbanística. Los nuevos aires de la modernidad estaban arrinconando algunas costumbres y actitudes muy instaladas en el pueblo madrileño, como por ejemplo las tertulias, que Pla frecuenta de manera asidua y describe con acierto. Como en otros libros suyos, no hay un propósito fijo ni una estructura cerrada sino que sus observaciones van de acá para allá, a su antojo. En un capítulo habla del Hotel Palace, muy frecuentado por catalanes; en otro, describe la tertulia del Café Pombo, a la que asiste Ramón Gómez de la Serna, entre otros contertulios; habla del Retiro, del Museo del Prado, de la primavera, del tiempo, de la Puerta del Sol. Pla se encuentra en un café cuando reciben la noticia del asesinato del político Eduardo Dato. Asiste a una clase en la Universidad de Ortega y Gasset. Conoce a Julio Camba, con el que entabla una buena relación de amistad. Viaja a Salamanca, donde es recibido por Miguel de Unamuno. También a Ávila y Segovia. Frecuenta diferentes pensiones. Conoce a funcionarios, periodistas, escritores. Compara constantemente Barcelona con Madrid. Pla no es complaciente con casi nadie y aplica en sus retratos una ironía que en unos casos es sutil, por ejemplo con Unamuno y Ortega, y en otros bastante más gruesa, con Ramón Gómez de la Serna.


            Pla rechaza las sobredosis de tipismo y de localismo madrileño que han salpicado la vida cotidiana de la capital, su lenguaje y hasta sus costumbres. Critica el exceso de funcionarios y opositores, que dan a Madrid un triste aire gris y oficial. En general, no le convencen las reformas urbanísticas de los últimos siglos, como la realizada por Carlos III, que han convertido Madrid en “una ciudad acabada de hacer, sin ningún vestigio antiguo, sin raíces en el pasado profundo”. Tampoco le atrae la influencia de los andaluz en las diversiones populares y hasta en el lenguaje madrileño. “En conjunto -escribe Pla-, todo esto hace que a menudo tenga la sensación de que, en Madrid, estoy muy lejos de casa”. 
            Basándose en notas personales, escribió una primera versión del libro en 1928. Pero luego lo fue rehaciendo, como buena parte de sus obras. Sin embargo, ya encontramos en este dietario las principales notas de su estilo, lleno de agudeza y amenidad. Es único en su manera de poner adjetivos distintos, como esta cita a propósito de los suburbios: “todos los suburbios que conozco producen la misma impresión de inexplicable, honda, integral, cósmica tristeza”. O esta otra sobre Madrid: “todas las cosas tienen un aspecto sediento, reseco y exhausto”. Su prosa desprende ironía y un humor socarrón. Y el género elegido, el dietario, le permite emplear una prosa personal, deslavazada, cambiante, atenta a los detalles concretos de la realidad. Un estilo que encaja perfectamente con su carácter: “soy un individualista irreductible y un solitario total”. 




Madrid, 1921. Un dietario
Josep Pla
Libros del K.O. Madrid (2019)
272 págs. 15,95 €. 
T.o.: Madrid. Un dietario
Traducción: Alfons Sureda i Carrión.

sábado, 9 de marzo de 2019

"La Segunda República en 50 lugares", de Alberto de Frutos Dávalos


50 lugares simbólicos, emblemáticos, históricos sirven al autor, redactor jefe de la Revista Historia de Iberia Vieja y escritor, para contar la efímera vida de la II República de una manera distinta a la habitual. El autor ha elegido 50 lugares que tuvieron su singular protagonismo durante la II República para trocear la historia con mayúsculas y ofrecernos con otro estilo minúsculas historias con las que se desarrolla el nacimiento y la evolución de este momento histórico, primero con un arrollador entusiasmo y luego con un patético dramatismo.
Siguiendo el ritmo cronológico, salen a nuestro encuentro lugares como el Ayuntamiento de Éibar, primer lugar donde se proclamó la II República a primera hora de la mañana; el Ateneo de Madrid (como escribe Frutos, “conciencia moral de la República”), donde sonó por vez primera el himno de la República; la Casa de Campo, que pasó en esos años al pueblo de Madrid; el Puerto de Valencia; el bar Chicote; el Gran Kursaal de San Sebastián; la Cámara Santa de Oviedo; la casa del político Calvo Sotelo en Madrid, donde fue asesinado…
            Libro muy ameno, repleto de anécdotas, que sirve para conocer aspectos aparentemente tangenciales de la historia que, sin embargo, leídos todos en conjunto, forman un apasionante relato insólito, original, singular. La buena pluma del autor, las constantes referencias costumbristas e históricas (a sucesos del pasado y del presente) salpican el libro de pequeños y domésticos detalles, muy interesantes, con los que casi siempre se acaba luego construyendo la historia con mayúsculas. 


La Segunda República en 50 lugares
Alberto de Frutos Dávalos
Cydonia. Madrid (2019)
310 págs. 16 €.

sábado, 2 de marzo de 2019

"Hija de revolucionarios", de Laurence Debray


“Cuanto más se ama a alguien menos debe adulársele; el verdadero amor es el que nada perdona”. Esta cita de Molière que abre este ensayo explica en parte la intención de la autora, Laurence Debray (París, 1976), hija de dos intelectuales muy famosos comprometidos con la izquierda revolucionaria. Como se describe en este libro, las relaciones de la hija con sus padres fueron distantes y nada convencionales, y en algunos momentos llegaron a ser casi inexistentes. Tanto su padre como su madre se entregaron totalmente a la política revolucionaria y encarnan el compromiso político de una izquierda que alardeaba de anticapitalista, antiamericana y de posicionarse en contra de todos los dogmas tradicionales, familia y religión incluidos. 
Aunque los dos procedían de entornos burgueses (y capitalistas), siendo muy jóvenes se implicaron en la política. Elizabeth Burgos, venezolana, comenzó a militar a los 15 años en el Partido Comunista; por su parte, Régis Debray se ganó a comienzos de los sesenta prestigio como periodista revolucionario. Se conocieron en Venezuela, a donde Régis había ido a filmar un documental. En París, los dos entraron en contacto con otros intelectuales que vivían extasiados ante las causas revolucionarias de izquierdas, especialmente en América Latina (el fervor por el comunismo soviético se estaba extinguiendo poco a poco en Europa Occidental). 
Pronto conocieron a Fidel Castro y mantuvieron una estrechísima relación con él. Tanto, que el propio Régis fue nombrado teórico del régimen (publicó numerosos ensayos sobre el castrismo), además de ser uno de sus hombres de confianza. En 1967, recibió el encargo de Fidel de incorporarse a la guerrilla boliviana. Allí se reencontró con el Che Guevara. En una escaramuza, Régis fue detenido por los militares y durante el juicio que le acabó condenando a treinta años de prisión conoció la noticia de que el Che había muerto. Fue liberado en 1970, cuando se cumplían cuatro años de su detención. 
Regresó a París convertido en un mito, en el icono del intelectual comprometido. En esos años, nació su hija. En París, trabajaron activamente por la izquierda revolucionaria de América Latina hasta que en 1981, con la victoria socialista, aceptaron cargos de confianza del presidente Mitterrand.
            Laurence realiza un emocionante examen de la vida compartida con sus padres, victimas quizá de una generación que abrazó todas las causas revolucionarias. “Aquella generación de universitarios –escribe la autora-, que no habían hecho la guerra y que rechazaban el ideal de coche y nevera, se aferraron al proyecto revolucionario para dar sentido a su vida (…) El lirismo político del marxismo, y todas sus variantes, les hacía vibrar”. En el mundo construido por sus padres en torno a la política, ella no pintaba nada. Con el paso de los años la distancia fue agrandándose y la autora reconoce que nunca entendió nada, “ni sobre su compromiso político ni sobre su vida disoluta (…) Eran –y siguen siendo- incomprensibles”. “¿Son héroes o renegados? –se pregunta-. Supervivientes en todo caso. Pertenecen a una época en la que las estrellas no eran los presentadores de televisión o los futbolistas, sino los intelectuales comprometidos”. 
            A la vez que cuenta la evolución revolucionaria de sus padres, Laurence Debray describe su propia vida. Destaca los cuatro años que pasó en España, en Sevilla, en los que el socialista Alfonso Guerra “se convirtió para mí en un padre suplementario, comprensivo y atento”. A su regreso a París, optó por el periodismo. Luego se trasladó a Venezuela, donde vivió la deriva revolucionaria de Chávez; amplió estudios en Londres y Nueva York. Es autora de un libro sobre el papel desempeñado por el rey Juan Carlos I durante los años de la Transición, la consolidación democrática en España y su posterior abdicación. El ejemplo revolucionario de sus padres le ha convertido en “hermética a las utopías”. 
Interesante, pues, ajuste de cuentas de una hija de intelectuales revolucionarios que ha sido víctima de la entrega de sus padres a un modo radical de entender la política que no entendía de sentimientos y emociones y que renegaba hasta de las relaciones familiares. Este libro es un doloroso ejercicio de búsqueda de su identidad. 

Hija de revolucionarios
Laurence Debray
Anagrama. Barcelona (2018)
288 págs. 18,90 € (papel) / 9,99 € (digital).
T.o.: Fille de révolutionnaires
Traducción: Cristina Zelich.