sábado, 18 de mayo de 2019

"La zanja", de Andréi Platónov


Aunque hoy día se le considera un clásico de la literatura rusa del siglo XX, Andréi Platónov (1899-1951) fue un escritor perseguido por el propio Stalin, marginado y totalmente olvidado que acabó sus días como conserje de la Unión de Escritores y víctima de la tuberculosis. Sus obras fueron expresamente prohibidas por Stalin a partir de los años 30. Dos de sus obras más conocidas, Chevengur La zanja, no se publicaron en su país hasta las décadas de los ochenta y noventa. Chevengur(de la que también hablo en mi libro Cien años de literatura a la sombra del Gulag) apareció por vez primera en una edición en París y apareció en Rusia en 1988; La zanja, escrita en la década de los treinta, no se publicó de manera íntegra hasta 1999.
            Pero Platónov no fue un enemigo declarado de la Revolución; al contrario: la apoyó en sus primeros años de manera entusiasta, pues veía en la Revolución la posibilidad de introducir cambios radicales y trascendentales en la sociedad rusa. Fue un hombre de ciencia, estudió Ingeniería Electrotécnica, con muchas inquietudes filosóficas, literarias y religiosas. Trabajó como experto en la recuperación de tierras y supervisó la excavación de estanques y pozos, el drenaje de pantanos y la construcción de tres centrales eléctricas. También fue destinado a viajar por el centro y el sur de Rusia para inspeccionar granjas colectivas (experiencia que le sirvió para ambientar su novela Dzhan). A diferencia de otros escritores rusos, que conocieron los efectos de la Revolución en el campo a través de guías programadas por el Partido Comunista (que les enseñaron lo que les convenía), Platónov conoció de primera mano lo que sucedió en el campo ruso en la década de los años 20 y 30, lo que disminuyó su fe en la Revolución, de la que comenzó a desconfiar (como se aprecia en sus escritos).
            En concreto, Platónov vio de cerca la persecución que el Partido Comunista aplicó contra el campesinado tras la severa aplicación de la colectivización de la agricultura, de manera contundente y trágica a comienzos de los años treinta. Se calcula que casi dos millones de campesinos fueron deportados entre 1930-1931. Un ejemplo del desprecio del Partido Comunista hacia los campesinos lo tenemos en el escritor Maksim Gorki, que apoyó la Revolución desde diferentes frentes y quien llegó a afirmar lo siguiente (en palabras recogidas por los autores de esta edición en el posfacio): “Tendréis que perdonarme, pero el campesino todavía no es humano… es nuestro enemigo”.


            Este contexto social y político (consolidación de Stalin en el poder, las consecuencias de la Gran Hambruna y la imposición por la fuerza de la colectivización) es fundamental para entender La zanja, considerada la novela más política de Platónov, aunque conviene destacar que en esta obra y en otras Platónov tiende hacia las cuestiones filosóficas más que las políticas. Su libro es, por ello, una fábula filosófica sobre el devenir y los problemas existenciales de un grupo de personas ligadas a un tiempo muy concreto: esos años treinta, en pleno proceso de hostilidades contra los campesinos y de auge pletórico del discurso comunista de pasión por el progreso vinculado a la felicidad. 
            La novela comienza con el despido de Vóschev y su viaje hasta encontrar un nuevo trabajo en una zona en la que se van a excavar los cimientos de un inmenso edificio. Tanto Vóschev como otros personajes se entregan de manera abnegada y optimista a la dureza del trabajo, pero las cosas no salen como pensaban y los trabajos se complican. A esto hay que sumar los problemas que tienen con el campesinado, brutalmente perseguido (sale todo esto en la novela), y la progresiva desilusión de los trabajadores, que empiezan a dudar del ingenuo entusiasmo que le transmiten los apasionados de la Revolución.
            Todo está contado, como decíamos, en plan fábula y como si se tratase de un sueño o una pesadilla; los trabajadores, por ejemplo, aunque se citan los nombres de algunos de ellos, aparecen como fantasmas transparentes, figuras prescindibles en una tragedia que se relata de manera diáfana, con un estilo muy original con el que Platónov quiere transmitir con naturalidad el ambiente en el que viven esos personajes, las motivaciones para realizar su trabajo y los problemas y situaciones que van apareciendo, que en muchos casos adquieren el aire de una tragedia o una alegoría (como sucede con la muerte de la niña Nastia). 
            Vóschev, que mira todo desde la distancia, apenas se implica en nada de lo que hace y muestra con su controlada apatía el escepticismo ante lo que sucede a su alrededor. La novela puede funcionar como una alegoría en la que subyace un mensaje pesimista sobre los ideales de la revolución, que no han cumplido las expectativas políticas. Como dicen los autores del posfacio, Robert Chandler y Olga Meerson, responsables también de esta edición, la novela “oscila entre lo realista y lo religioso o mítico”.


La zanja
Andréi Platónov
Armaenia. Madrid (2019)
238 págs. 20 €.
T.o.: Kotlovan
Traducción: Marta Sánchez-Nieves.

miércoles, 15 de mayo de 2019

"Diario íntimo", de Henri-Frédéric Amiel


La publicación en 1884 de una antología de los diarios de Henri-Frédéric Amiel (1821-1881) supuso una auténtica revolución en el género diarístico. Hasta esa fecha, aunque existían diarios verdaderamente íntimos y literarios, como el de, por ejemplo, Samuel Pepys, la mayoría de los que frecuentaban el género lo hacían con la intención de llevar una contabilidad personal de los hechos de cada día, con sus variaciones y sus secretos. A partir de Amiel, el diario íntimo se convirtió en un género literario más, que ha evolucionado a lo largo del siglo XX y XXI y que se ha convertido, como lo califica el escritor Andrés Trapiello, autor de una larga serie de diarios, en “el género propio de la Modernidad”.
            El punto de partida del diario moderno es este diario, del que se ofrece la edición completa en una traducción de Clara Campoamor. Además, viene acompañada de una magnífica introducción a cargo de Bernard Bouvier que sitúa perfectamente el diario en el momento histórico en el que apareció, señalando sus importantes novedades, cómo se llevó a cabo la primera edición (póstuma) y su generosa recepción en toda Europa.
            Como escribe Clara Campoamor en el prólogo, este diario es la “exposición acabada, dolorosa y cruel de las más íntimas inquietudes que pueden desgarrar a un ser que mide con exactitud la contradicción entre el valor de los anhelos y el peso de sus incapacidades”. Amiel se disecciona constantemente a sí mismo desde sus años de estudiante en Berlín hasta su muerte. Es admirable su capacidad de introspección y de síntesis, además de su perseverancia. Sólo casi al final de su vida habló abiertamente de estos diarios a sus allegados; durante décadas, fue una afición solitaria, anónima, que Amiel realizó para constatar “la eterna desproporción entre la vida soñada y la vida real”, quizá la idea de fondo que más aparece en un diario apasionante por su calidad literaria y por la capacidad del autor de analizar de manera pormenorizada sus pensamientos y su vida interior.
            Amiel estudió filosofía primero en la Universidad de Heidelberg y después en la de Berlín. Tuvo como profesor y maestro al filósofo Schelling. Estudió filosofía y teología y ejerció como profesor de Estética. También ocupó una Cátedra de Filosofía Moral. Fue un gran intelectual que vivió intensamente las polémicas filosóficas de su tiempo y que buscó de manera desesperada la verdad. Publicó también una serie de ensayos sobre Erasmo, Madame de Staël y Rousseau y libros de poesía. En su pensamiento se destaca su cercanía al idealismo alemán, traspasado constantemente por un pesimismo que se tradujo en un espiritualismo vago e indeterminado.
            Tuvo una gran ambición intelectual, que se aprecia en las continuas referencias a lecturas, uno de los platos fuertes de este diario. El análisis de sus inquietudes permite conocer su absorbente fisonomía intelectual y moral. Para Clara Campoamor, los diarios son un “monumento impresionante elevado a la angustia del alma humana”.
            En los diarios aparece un hombre que, con palabras de Clara Campoamor, “sabe implacablemente verse vivir y verse morir día por día”. Junto con sus reflexiones de carácter existencial, muchas de ellas, hay que destacar su pasión por la naturaleza y las constantes referencias a la estética, filosofía, religión y, como hemos comentado, a sus juicios literarios. Un diario que refleja perfectamente sus inquietudes, su desazón, su constante movimiento de búsqueda intelectual y, de manera punzante, los duros juicios que emite sobre su persona y los pasos que ha dado en la vida para buscar la felicidad. 




Diario íntimo
Henri-Frédéric Amiel
Renacimiento. Sevilla (2019)
792 págs. 29,90 €. 
Traducción: Clara Campoamor.

sábado, 11 de mayo de 2019

"Viajeros en el país de los sóviets". Varios Autores


Libro que reúne diversas investigaciones sobre los viajes a la Rusia revolucionaria que realizaron diferentes intelectuales españoles y europeos. El interés que despertó la Revolución comunista fue inusitado en todo el mundo, capitalizando el interés político y económico y convirtiendo a Rusia en un mito político viviente que todo el mundo quería visitar. Esta “moda” la aprovecharon también las autoridades soviéticas, que utilizaron esta pasión viajera para potenciar el internacionalismo comunista y, además, como indiscutible vehículo de propaganda. Resultan muy interesantes estos relatos, que muestran en algunos casos una Rusia absolutamente idílica, aunque también otros viajeros sintieron que quizás estaban asistiendo a una obra de teatro y que lo que allí le mostraban, de manera controlada y teledirigida, escondía una realidad muy distinta. Lo que no cabe duda es de la importancia de estos viajes y de estas visitas, pues muchos volvieron consagrados a la causa o convertidos en escépticos de las posibilidades internacionalistas del comunismo. (De muchos de estros escritores hablo en uno de los capítulos de mi libro Cien años de literatura a la sombra del Gulag).
            Este libro conecta, además, con algunos otros títulos publicados recientemente donde se recogen esos testimonios de manera completa, muy útiles para comprobar lo que estamos comentando: la capacidad de entusiasmo o la elaboración crítica de los logros del régimen.


            Son muchos y variados los análisis que se ofrecen en este libro, que comienza con una introducción que explica de manera muy acertada el clima político de los años veinte y treinta, cuando se realizaron la mayoría de estos viajes: “Impacto de la Revolución Rusa en Occidente”. A continuación, otro capítulo que centra el tema del libro: “Rusia, foco de atracción para viajeros. Conocer en directo la experiencia”. Y luego vienen los autores elegidos, una larga lista que ofrece variedad de perspectivas y de intereses. 
Hay muchos autores españoles: Manuel Chaves Nogales, Josep Pla, Sofía Casanova, Eugeni Xammar, Andreu Nin, Fernando de los Ríos, Julian Gorkin, Ángel Pestaña, Óscar Pérez Solís, Julio Álvarez del Vayo, Ferran Valls i Taberner, Rodolfo Llopis… Y también significativos testimonios de escritores e intelectuales europeos de la talla de Antonio Gramsci, Egor Erwin Kisch, Walter Benjamin y hasta del líder yugoslavo Josep Broz, Tito, que estuvo en Rusia en dos momentos, entre 1915 y 1920 y 1935-1938. 
            Unos son políticos, la mayoría de izquierdas; otros son periodistas que escribieron espléndidos reportajes, como los de Manuel Chaves Nogales y Josep Pla. En todos late ese interés por ver en directo qué estaba en realidad pasando. Unos, como decíamos, quedaron fascinados con la sutil propaganda; otros intuyeron la barbarie y represión que escondía un régimen que controlaba absolutamente todos los movimientos de sus ciudadanos. 


Viajeros en el país de los sóviets
Josep Pich, David Martínez, Andreu Navarra y Josep Puigsech
Bellaterra. Barcelona (2019)
344 pág. 20 €.

sábado, 4 de mayo de 2019

"Hablando claro", de José Luis García Martín


En 1989, con el volumen Días de 1989, José Luis García Martín (1950) estrenó un diario que lleva publicando desde entonces todos los años y que aparece también semanalmente en un periódico asturiano y algunas entradas en su blog “Café Arcadia”. El autor es poeta, crítico literario, profesor universitario y director de la revista literaria Clarín. De todo esto, y de su intimidad, habla en estos diarios, plagados de referencias literarias a sus lecturas y a sus opiniones de la actualidad literaria. En esta ocasión, el diario transcurre desde agosto de 2017 a junio de 2018. En esos meses, la actualidad política en España tuvo que ver con la conflictiva vida política que se vivió en Cataluña y que afectó a toda España. Son constantes en esta ocasión las valoraciones que hace el autor de estos hechos, de los que se posiciona defendiendo el referéndum de autodeterminación en Cataluña y la política del Partido Socialista de Pedro Sánchez de no alcanzar ningún acuerdo con el Partido Popular. No es lo más importante de este diario, pero mucho más que en otros José Luis García Martín manifiesta con una evidente claridad sus opiniones políticas.
 El título de este volumen define bien las intenciones estéticas y literarias de este diario: hablar claro, sin componendas, sin ocultarse, decir abiertamente lo que se piensa sobre cuestiones espinosas (políticas y sociales), sobre la actualidad literaria y hasta de religión (”siempre me ha interesado mucho el absurdo razonado de la teología”). Como escribe José Manuel Benítez en el prólogo, vuelve a aparecer el García Martín aparentemente misántropo y solitario, sus ambiguas cuitas amorosas, su labor como crítico literario, sus clases en la Universidad, sus inquietudes estéticas, sus amigos y sus tertulias literarias, sus sentimientos, algunos viajes a Portugal (Chaves, Ovar, Espinho, Aveiro, Coimbra), Italia, Bulgaria… y también incluye aforismos y alguna composición poética. “No hay apenas mención a obligaciones y compromisos familiares o a rutinas hogareñas”. Y mantiene la que es una constante en sus diarios: la afición a los relatos de fantasmas, que incluye narrativamente modificando la realidad de algunas entradas. García Martín reside desde hace 40 años en Oviedo.
“Lo mío –escribe García Martín- no es el arte de agradar, sino más bien el de tocar las narices y no dejar a nadie indiferente”. Y lo consigue. No le tiembla el pulso a la hora de criticar los diarios de Iñaki Uriarte, tan celebrados últimamente, o los artículos de Javier Marías, o las opiniones de una especialista en la "literatura del yo" como Anna Caballé a propósito de la edición de los diarios de los Goncourt. Califica a Pérez-Reverte como “novelista populachero, un guionista de tebeos y películas de serie B”. Habla mucho de poesía, su especialidad, y critica duramente la profusión y corrupción de premios literarios, sobre todo oficiales. Y de librerías: “Primero, cuando no tenía dinero para comprar libros, mi casa fueron las bibliotecas públicas; luego, las bibliotecas y las librerías. No todas. Hay algunas frías y distantes, funcionariales, en las que solo se entra para pedir un libro concreto. En las que yo prefiero, se entra también para pasar el rato, para estar a gusto, aunque luego siempre salga uno con algún libro que le estaba esperando y que ni siquiera sabía que existía”.
También habla de actividad como crítico literario (“objetiva con los enemigos y lo más implacable que puedo con mis amigos") y de su faceta como escritor: “soy el escritor más y menos profesional del mundo. Escribo solo por encargo y para publicar, pero jamás he escrito una línea por dinero”. Y son constantes las referencias a su manera de ser, que condiciona las páginas de este diario: “Soy de los que piensan que, mientras yo no deje de quererme, nada está perdido”. 
Al igual que otros autores de diarios españoles (Andrés Trapiello, Iñaki Uriarte, Marcos Ordóñez, José Jiménez Lozano, Enrique García-Máiquez, Gabriel Insausti…), estos diarios no son una actividad literaria secundaria para García Martín sino que en ellos desarrolla su alto concepto de la literatura. Con su ya previsibles sarcasmo, con su actitud mordaz y cínica, con sus opiniones contundentes sobre casi todo, con su acusada sinceridad, ha fraguado el autor un atrayente personaje, culto y maniático, que se mueve en el género de los diarios como pez en el agua.


Hablando claro
José Luis García Martín
Renacimiento. Sevilla (2019)
320 págs. 17,90 €.