martes, 31 de octubre de 2017

“Solenoide”, Mircea Cartarescu


Continúan creciendo el prestigio y el interés por el escritor rumano Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956), muy bien editado en España gracias a la editorial Impedimenta y a la calidad de las traducciones de Marian Ochoa de Eribe. Hasta ahora se han publicado sus libros de relatos Nostalgia y Las Bellas Extranjeras, su poema narrativo e histórico El Levante y una selección de textos variados que ayudan a entender el peculiar y desbordante mundo literario, El ojo castaño de nuestro amor. Solenoide es un compendio de lo que su autor ya ha escrito en otras obras (poesía, prosa, diario), aquí desarrollado al máximo en todas sus posibilidades estéticas y narrativas.
Nos encontramos ante el caudaloso relato de la vida de un narrador anónimo que tiene muchos puntos en común con el propio autor. Se trata de un profesor de Lengua y Literatura Rumana que imparte clases en una escuela de un popular barrio de Bucarest en la década de los ochenta, durante la dictadura de Ceaucescu. Lector empedernido durante toda su vida, tuvo sus veleidades literarias al acabar sus estudios universitarios, pero la lectura de su poema “La caída” en 1977 en el Cenáculo de la Luna fue su primer y último fracaso, momento de inflexión para su futuro como escritor. Desde entonces, ha aparcado su pretensión de convertirse en un autor de éxito y aunque sigue absorbido por la literatura, sólo escribe un diario secreto que le acompaña desde hace años y en el que anota, sobre todo, sus numerosos sueños, pesadillas y alucinaciones.
Por un lado, este relato biográfico es la descripción de la vida “realista” de este escritor frustrado: su dramática y singular infancia (al año de nacer se murió su hermano gemelo Víctor y su madre lo vistió y peinó hasta los cuatro años como si fuese una niña), su enfermedad de tuberculosis y los dos años que pasó en el sanatorio de Voila en los montes Borcegi para recuperarse, su solitaria y melancólica adolescencia libresca, la decepción de sus estudios universitarios, su roto matrimonio con Stefana, su desangelada vida como profesor sin expectativas y su intermitente relación sentimental y sexual con una profesora, Irina, aficionada a la teosofía y antroposofía. Y a todo esto hay que sumar una gris y plomiza atmósfera política y la obsesiva presencia de los barrios y calles de Bucarest (“la ciudad más triste que se haya erigido jamás sobre la faz de la tierra”), que para el narrador no es “una ciudad, sino un estado del alma, un suspiro profundo, un grito patético e inútil”.
Por otro lado, hay que destacar las constantes referencias a “otra” realidad: sus ensueños, fantasías y alucinaciones que forman parte de su territorio vital y que para Cartarescu son la ventana que abre a otros mundos. Tal es así que el narrador fluctúa entre estas dos realidades, sin ser siempre capaz de distinguir entre el sueño y la realidad, “entre lo fantástico y lo mágico, entre lo científico y lo paranoico”. El autor busca constantemente grietas y puntos de fuga de la realidad para escapar y penetrar en esa dimensión onírica. “No he hecho otra cosa en toda mi vida –escribe el innominado protagonista- que buscar brechas en la superficie aparentemente lisa, lógica, sin fisuras de la maqueta interior de mi cráneo”.
Una metáfora de este evanescente y quimérico mundo es el solenoide: un generador de campos electromagnéticos que modifica las propiedades del espacio que lo rodea y, también, “la percepción humana”. El narrador vive en una casa en forma de barco que esconde uno de esos solenoides (de los pocos que están distribuidos ocultos en la ciudad), que hace posible las levitaciones y que abre la puerta de entrada a otras misteriosas esferas de la oculta realidad.
Por momentos, estos dos mundos –día y noche- aparecen completamente separados. Pero frecuentemente hay puentes que enlazan o sintetizan estos dos espacios que se desarrollan en historias obsesivas que una y otra vez vuelven a la mente del narrador y que encierran y transmiten su mundo lírico y fantástico: el delirante mundo de los piquetistas, una especie de cofradía o secta que protesta contra la muerte y la corrupción de todo lo humano; la pasión por la novela El tábano, de Ethel Voynich, que marcó su adolescencia; los libros de matemáticas de George Boole; las teorías de Charles H. Hinton; un ensayo de parasitología; los experimentos del médico forense Nicolae Minovici; el estudio de los sueños de Nocolae Vaschide... Con ellas, el autor quiere ensanchar su condición humana y encontrar nuevos sentidos y dimensiones que le expliquen mejor quién es él y qué hace en el mundo. “Esta es –escribe en el posfacio Marius Chivu- la obsesión del protagonista y la idea que vertebra el libro: la salida del cuerpo y del mundo, la salvación”.
Y lo hace con un estilo muy bien modulado, rítmico, que se delecta en los detalles -increíblemente precisos y concretos-, manierista hasta aprovechar al máximo todas las posibilidades literarias. Sus descripciones son exuberantes y prolijas y resulta increíble –y extenuante- su capacidad fantasiosa y fabuladora, aunque personalmente pienso que las mejores páginas son las que reflejan la realidad terrestre de la vida del protagonista: la relación con sus compañeros profesores, la vida mustia en la Bucarest comunista, su vinculación con la literatura, su reducido mundo familiar, su paranoica infancia…



Solenoide
Mircea Cartarescu
Impedimenta. Madrid (2017)
800 págs. 28 €.

“Tres periodistas en la revolución de Asturias”, de Chaves, Pla y Díaz Fernández


Reúne este volumen las crónicas y reportajes que sobre la fallida revolución de Asturias, en octubre de 1934, escribieron tres escritores y periodistas de renombre en aquellos años: Josep Pla (1897-1981) se había labrado un gran prestigio con sus artículos y crónicas parlamentarias que publicaba en La Veu de Catalunya y algunas biografías y libros de viajes –como el que escribió sobre Rusia-; Manuel Chaves Nogales (1897-1944) que acudió a Asturias como corresponsal del diario Ahora y quien escasas dos semanas antes de que se produjesen estos hechos había publicado en un libro los reportajes que escribió sobre el bailarín Juan Martínez, testigo de la revolución rusa, anunciado en su periódico con este reclamo: “Este libro tiene en estos momentos un extraordinario interés de actualidad, porque dice claramente a los españoles cómo es una revolución social”; por su parte, José Díaz Fernández (1898-1941) había escrito reportajes y hasta un libro muy elogiado sobre la guerra de Marruecos, El blocao (1928), además de ser diputado en las filas del partido de Manuel Azaña .
            Como escribe Jordi Amat en el prólogo, “en octubre del 34 convergieron dinámicas de degradación internacionales, nacionales y regionales, dinámicas de crisis económicas y políticas, partidistas y sindicales. Se acumulaba la conflictividad social, en el campo y en la ciudad. Existía un clima de tensión incontrolable, con violencia, en las calles”. A imitación de la Revolución rusa, el 5 de octubre de 1934, y como colofón de la huelga general convocada en toda España, apoyados por partidos políticos y sindicatos de la izquierda, los “trabajadores” se levantaron en armas contra el gobierno legítimamente constituido de la II República en Madrid, País Vasco, Cataluña y Asturias. Por diferentes causas, sólo cuajó en Asturias, pues en Madrid, País Vasco y Cataluña se reprimió rápidamente la subversión, no sin dejar un buen número de muertos.
En Asturias salió adelante por la fuerza que tenían los mineros, que tomaron el protagonismo de las revueltas. También, por el apoyo que recibieron de los sindicatos CNT y UGT, el Partido Comunista y, sobre todo, del Partido Socialista, responsable principal de la revolución por la actuación de sus políticos y dirigentes, por la propaganda demagógica que volcaron y por la virulencia de sus medios de comunicación, de modo especial del periódico Avance que, como opina Pla, “realizó una política de lo más pedestre, envenenó las cuestiones más vidriosas de los pueblos, efectuó una tarea de insensatez y de destrucción que debe calificarse de genial”. Concluye Pla que “ellos son los responsables, en gran parte, de la situación moral del país asturiano”.
Los mineros tomaron el control de ayuntamientos y cuarteles de las regiones mineras con una escasa oposición que fue sofocada de manera contundente; luego se trasladaron a Oviedo, donde proclamarían de manera general el estado libertario a imitación de la Rusia comunista, como aireaban sus soflamas; contra ellos, ya instalados en Oviedo, el Gobierno envío al ejército para sofocar la revolución. En las dos semanas de “revolución” murieron en torno a las 1.500 personas, 2.000 fueron detenidas y hubo más de 30.000 prisioneros. Oviedo quedó totalmente destrozada.


            Cada uno contó aquellos sucesos con su estilo y desde su perspectiva política. Por ejemplo, José Díaz Fernández, que publicó un año después un reportaje novelado sobre estos hechos, Octubre rojo en Asturias, lo hace contando de manera narrativa y desde dentro de los hechos el desarrollo de la revolución. Recomiendo, en el caso de este autor, empezar por el “Epílogo”, que contiene un lúcido análisis personal de la revolución y de sus principales promotores y cuáles fueron las causas de su fracaso. Para Díaz Fernández, el resultado de las elecciones celebradas en 1933 radicalizó las posturas de la izquierda, en especial del Partido Socialista, hasta ese momento uno de los garantes de la II República y de su consolidación y estabilidad. Para Díaz Fernández, “fue un enorme error de los socialistas, que pasaban sin transición del colaboracionismo gubernamental a la revolución clasista”. Como escribe Jordi Amat en el prólogo, desde la izquierda “se asumía que el parlamentarismo estaba gangrenado y, para los extremos que se iban retroalimentando, la solución pasaba por una toma no democrática del poder”. Según Díaz Fernández, “la revolución ha fracasado porque carecía del clima social propicio”.
            Pla es de los primeros en viajar a Asturias, “un país literalmente saturado de comunismo y socialismo”. “Hemos vivido en estos últimos días –escribe- el movimiento subversivo más extenso y más profundo, quizá, de nuestra historia contemporánea”. Pla advierte de que muchas informaciones que se han publicado en la prensa son “indirectas y generalmente inventadas” y que “no ha visto en ninguna parte el cúmulo de enormidades totalmente inventadas por los diarios de Madrid”. Él se entrevistó con revolucionarios y militares, viajó a Oviedo y a las aldeas mineras… “Después de una investigación pormenorizada, puedo decir que el movimiento de Asturias es un movimiento inicialmente socialista, desbordado primero por la Juventud Socialista del mismo partido”. Lo peor sucedió en Oviedo, acontecimientos terribles “que hacen palidecer los hechos más dramáticos ocurridos en la historia política de todos los tiempos”.
        Chaves Nogales también llegó pronto a Asturias y, como Pla, recorrió los lugares revolucionarios ya en poder de los militares. Conoce de cerca la magnitud de la barbarie cometida en Oviedo, también la extensión de la propaganda soviética entre la juventud minera (propagadores de “la pesadilla de la utópica revolución social”) y cuenta detalles de la actuación de los mineros, de la rendición de los revolucionarios y de la estrategia militar del general López Ochoa. Estos tres periodistas enlazan la gravedad de estos hechos con el errático deambular de la II República, como describe en el prólogo Jordi Amat.


Tres periodistas en la revolución de Asturias
Manuel Chaves Nogales, José Díaz Fernández, Josep Pla
Libros del Asteroide. Barcelona (2017)
264 págs. 17,95 €.



jueves, 12 de octubre de 2017

“Oficio”, de Serguéi Dovlátov


Segunda novela que publica la editorial Fulgencio Pimentel de Serguéi Dovlátov (1941-1990), escritor ruso que está siendo redescubierto en Rusia, donde no consiguió publicar nada, y en Estados Unidos, donde vivió a partir de 1978, cuando se exilió.
Al igual que en Retiro –y en otras novelas publicadas con anterioridad como El compromiso, Los nuestros, La maleta y La extranjera-, la materia narrativa procede de la ajetreada y complicada vida personal y profesional del autor en la URSS y en Estados Unidos.
Oficio está compuesta de dos partes: la primera, El libro invisible, cuenta su vida como escritor en la URSS; la segunda, El periódico invisible, ya en Estados Unidos, relata su participación en un periódico para emigrados rusos.
“¿A quién pueden interesar las confidencias de un literato fracasado?”. Así comienza Dovlátov la narración de sus desgracias como escritor problemático en la URSS. Lo hace de una manera irónica, con mucho sentido del humor, sin recurrir, como él mismo dice, a la tragedia. De manera acelerada cuenta detalles de su formación académica y de sus primeros pasos como escritor. También de sus contactos con otros escritores que, como él, no aspiraban a someterse a la literatura oficial. Como escribe hablando de su participación en el denominado Grupo Ciudadanos: “Mis amigos eran adictos a las verdades claras. Hablábamos de libertad, de creación, de derecho a la información, de respeto por la dignidad humana. Nos dominaba el escepticismo con respecto al Estado”. Pero si en esos años no se contaba con las simpatías de ese Estado todopoderoso, resultaba muy difícil publicar, como va comprobando el autor, que es ninguneado por “los innumerables organismos, personalidades e instituciones”.
Sus escritos son sistemáticamente rechazados, aunque “el desprecio oficial se compensaba con una soberbia enfermiza”. En algunas redacciones le animan a que escriba sobre “la industria. Tú has trabajado en el boletín de una fábrica”. Reproduce algunos informes oficiales sobre cómo, hasta qué punto, el régimen soviético controlaba la literatura y a los escritores. Vetado en Leningrado, se traslada a Tallin para trabajar de periodista en el periódico “Juventud Estonia” (experiencia que se convirtió en el argumento de El compromiso). Allí le pasa absolutamente lo mismo: tras tres años, regresó a Leningrado. “Me iba con una hermosa aureola de perseguido político”.
La segunda parte transcurre en Nueva York, destino de su exilio en 1978. Con su habitual ironía, comenta cómo fueron sus inicios: “Mi vida en América comenzó en el mayor de los sosiegos. Como corresponde a un literato ruso, pasé unos seis meses tumbado en el sofá”. Dovlátov se codea con personas que proceden del exilio artístico: “somos gente con inclinaciones creativas” que salieron de la URSS “buscando libertad de creación”. Pero en Estados Unidos tampoco lo tienen fácil. Gracias a un patrocinador judío, ponen en marcha un periódico para emigrados rusos, El Nuevo Americano, en el que, a diferencia de los discursos habituales de este tipo de publicaciones para exiliados, se permitían las bromas, la ironía y la risa. El futuro, sin embargo, no parece muy claro pues a pesar del prestigio, las ventas y la publicidad, no consiguen despegar. A la vez, Dovlátov ve cómo sus relatos, avalados por Joseph Brodsky, con el que había coincidido en Leningrado, se publican en las mejores revistas norteamericanas.
            Oficio, con sus peculiaridades, puede servir también como las memorias literarias de Dovlátov en la URSS y en Estados Unidos. Su estilo elegante, ligero, rápido y satírico aleja sus historias y sus personajes, a menudo disparatadas y extravagantes, de la grandilocuencia de la tragedia rusa.


Oficio
Serguéi Dovlátov
Fulgencio Pimentel. Logroño (2017)
320 págs. 21,85 €.
T.o.: Remeslo: Povest’v dvukh chastyakh.
Traducción: Tania Mikhelson y Alfonso Martínez Galilea.