miércoles, 19 de junio de 2024

NOAM CHOMSKY Y SU GRAMÁTICA GENERATIVA

 


Mucho se está hablando estos días de la salud del filósofo y lingüista Noam Chomsky. Como sentido homenaje, recupero un relato que escribí en 1986. Ya ha llovido.

            

 

            En el Aula Magna de la Facultad de Derecho de la Univer­sidad Complu­tense de Madrid se celebró, entre los días 28 y 31 de abril de 1986, un ciclo de conferencias sobre la figura del lingüista y filósofo Noam Chomsky. "Con un fervor propio de otras épocas más comprometidas" -como señala la crónica de El País del 1 de mayo- los asistentes a estos actos absorbieron con atención el programa político-lingüístico-crítico y cultu­ral del autor de Estructuras sintácticas Turning the tide. U.S. intervention in Central America and the Struggle for the Peace.

            La llegada a España de Noam Chomsky conmocionó a la plétora de ilustres intelectuales lingüistas, atentos a las novedades de la morfofoné­mica en Estados Unidos. La organiza­ción de los actos corrió a cargo del Departamento de Lingüís­tica de la Facultad de Filología. Bastantes días antes de las conferencias se agotaron las localidades del Aula Magna de Derecho, puestas a la venta en unos grandes almacenes de la capital. El precio era comprensible: las ocho mil pesetas permitían asistir al ciclo completo de conferencias y actos que se celebrarían esa semana, además de dar la opción para participar en la rifa del día de clausura. Los asisten­tes recibieron gratis un apasionante libro de Agustín Alonso, El mundo de la morfosintaxis: se acabaron los tabúes y una cami­seta con la oración simple atributiva preferida por el lin­güista norteamericano: This is a book

    Noam Chomsky llegó a España el domingo 27 de abril. Fue recibido en Barajas por el alcalde de Madrid, su señora, una comisión de especia­listas en sintaxis del Gobierno español y de la Comunidad de Madrid, y el correc­tor de estilo del Bole­tín Oficial del Estado. A continuación, entre una comitiva de más de doscientos coches oficiales, el visitante llegó a la capital de España saludando desde su ventanilla a innumerables estudiantes de BUP y Universidad que le aclamaban eufóricamen­te desde las aceras con pancartas y eslóganes de todo tipo. Sin lugar a dudas, el mensaje más coreado -por su complejidad sintáctica y su mensaje- fue: "Luis piensa con María que Pedro está loco, mientras que Juan piensa con Antonio que Pedro no está loco".

            La primera conferencia duró cincuenta minutos. En ella Chomsky, con su habitual retórica llena de oraciones subordi­nadas concesivas, hizo un repaso a los gérmenes de su pensa­miento. Se le notaba a gusto en la sala, incluso contó algunas anécdotas que no figuraban en la conferencia impresa. Chomsky hizo reír al respetable cuando afirmó que Bloomfield era "obviamen­te esquizofrénico". Cuando cesaron las carcajadas, no pudo reprimir su deseo de contar algunos detalles autobiográ­ficos hasta ahora desconocidos hasta por los mejores especia­listas: "Descubrí que Hume era mucho más racional de lo que querían hacerme creer, y que Berkeley era de hecho un carte­siano (grandes aplausos). Nelson, Godman y Zellig S. Harrris me consideraban un traidor por estas lecturas. Whitme había odiado a Steinth­al, el último epígono de Humboldt". Conmoción general. Estas últimas declaraciones causaron sorpresa. Poco sabíamos de las opiniones de Whitme sobre Steinthal, con quien creíamos le unía una estrecha amistad, pero que Nelson, Godman y Harris odiaran a Chomsky por esas lecturas nos puso a todos la carne de gallina.

            En otro momento de la conferencia, Chomsky hizo una valoración de lo que para él había sido el gran problema del estructuralismo. No entendía los parámetros de Hackettt, ni los postulados de Harris en su Concurrencia y transformación de las estructuras lingüísticas, ni siquiera las cabriolas de Sapir y sus seguidores. Tampoco estaba de acuerdo con Bloom­field. A lo largo de esta apasionante conferencia, Chomsky criticó la política sintác­tica de Bloomfield, reflejada en su libro Language y en la creación de la "Linguistic Society of America". Incluso llegó a abordar minuciosamente el problema de la mecánica de producción del acto lingüístico, desechando por barrocas las argumentaciones de Bloomfield, que el confe­renciante citó textualmente: "Supongamos que Jack y Jill caminan por una senda. Jill tiene hambre. Ve una manzana en un árbol. Produce un ruido con su laringe, boca y labios. Jack salta la valla, escala el árbol, coge la manzana, se la lleva a Jill y la pone en su mano. Jill come la manzana". Chomsky añadió que Jack y Jill nunca hubieran comido una manzana de esa forma.

            En el coloquio que se celebró al día siguiente, Chomsky apareció acompañado de Agustín Alonso, Violeta Demonte y otros profesores de la Facultad de Filología. El conocido lingüista explicó deta­lladamente sus teorías políticas, muy alejadas de la política oficial norteamericana. Chomsky se manifestó a favor de Riaño y en contra de la OTAN (estamos en el año 86). Para él, "las causas de los horrores de nuestros días son institucionales". Con estas declaraciones desmintió la información apareci­da en la revista Syntaxis sobre su supuesta relación con la CIA. Agustín Alonso ahondó en la estética del análisis arbóreo, más bonito que la mazacótica estructura de Hockett. También hizo un análisis de las íntimas relaciones entre la gramática generativa y la semióti­ca, semiur­gia, semiocracia o gramática del signo lingüístico, tal y como se ha tratado atrevidamente en el III Congreso Internacional de Estudios Semióti­cos celebrado recientemente en Palermo (Italia). De la emoción, Violeta Deonte no dijo nada.

            El coloquio mantuvo fases de animada tertulia. Noam Chomsky se mostró muy cercano a la realidad española y pronun­ció incluso en español algunas oraciones compuestas: 1.- Estábamos cansados, pero subimos a la cumbre; 2.- No tengo nada que hacer fuera de echar estas cartas; 3.- Unos iban alegres y otros mostraban preocupación.

            A la pregunta capciosa de un académico sobre cómo anali­zaría el adverbio no en la oración: "No fue demasiado fácil", el lingüista norte­americano sonrió y explicó que, claramente, no es un simple complemento circunstancial. El académico no aprobó esta propuesta y citó como testimo­nio de autoridad a Lázaro Carreter. Chomsky, sin querer entrar en la polémica, lamentó no conocer a este personaje.

            La última conferencia, la que cerraba todos los actos y en la que se celebró la rifa, despertó más interés aún si cabe. El título de la confe­rencia resume muy bien lo tratado: "La racionalidad del suicidio colecti­vo". La conferencia fue interrumpida en numerosas ocasiones por los aplausos de unos lingüistas que no creían que fuera verdad lo que allí estaban escuchando. Por fin, alguien de categoría internacional les hablaba con claridad del alomorfo y sus consecuencias, de las incompatibilidades entre las oraciones coordinadas y las yuxtapuestas. No se lo podían creer. Chomsky siguió diciendo que las conjunciones podían ser copulativas, disyuntivas, adversativas, concesivas, etc., y que los adverbios, si no se les maltrata, podían acompañar sin problemas a un verbo, a un adjetivo o a otro adverbio, incluso del mismo tipo. Después hizo un exhaustivo repaso de las formas verbales, comenzando por los inevitables verbos ser y haber, para pasar a desmenu­zar, en todas sus variedades, los verbos hervir, sufrir y zurcir. Aprovechó también la ocasión para volver a criticar a Bloomfield y su morfofonémica del menómini, inspirada clara­mente en Pianni y paralela hasta cierto punto -aunque Bloom­field no lo quiso nunca reconocer- a la forfonémica del he­breo, que Chomsky construyó por sí mismo en 1949.

            A continuación tuvo lugar la rifa. Resultó agraciado Carlos F. Otero, profesor de Lingüística Románica en la Uni­versidad de California, en Los Angeles (UCLA), y recibió el Diccionario de Dudas, de Manuel Seco, un juego de ortografías y una colección de facsímiles de las primeras caligrafías de Rubio, de 1584. Carlos F. Otero, en un breve discurso, mani­festó su alegría por el premio recibido y dio efusivamente las gracias a Chomsky por la altura intelectual de sus conferen­cias. Luego dio tres hurras por Chomsky que fueron coreados por todo el auditorio, que también hizo en varias ocasiones la ola.

            Chomsky abandonó Madrid el día 1 de mayo para iniciar una gira turística por la península. Después de estos días de emoción contenida, el ambiente entre los lingüistas españoles se ha revolucionado. Sus opiniones han abierto un debate en la lingüística española: ¿seguimos con la innova­ción o pasamos a la especulación?

            Acabamos este reportaje con las palabras finales de la crónica que sobre este evento publicó el diario El País: "En Chomsky se aúnan y culminan tanto la tradición teorética de la investigación psicológica/bio­ló­gica de lo que él llama Pro­blema Plató como la tradición profética del cambio cultural y social revolucionario que el problema de Orwell tanto dificul­ta". Yo pienso lo mismo.