Novela epistolar, la primera de la autora
(1938, Texas), publicada en 1978. Después ha escrito varias novelas, además de
dedicarse a la escritura de guiones de cine y de televisión. Para escribirla se
ha inspirado en su abuela, una mujer que vivió intensamente casi todo el siglo
XX.
Para
la autora, como comenta en el Prefacio, “las cartas son un excelente recurso
dramático, abarcan el tiempo, hacen innecesaria la descripción narrativa y, lo
más importante, incitan al lector a que se imagine la acción omitida”.
La
protagonista es Bess,una mujer natural de Honey Grove, Texas. La primera carta,
cuando apenas es una niña, es de 1899. La última, poco antes de fallecer, en
1967. Las primeras están dirigidas a Rob, su amigo de la infancia que se
convertiría con el paso del tiempo en su marido. Tras el matrimonio, se cambian
de localidad y se van a vivir a San Luis, donde Rob se dedica con éxito a los
negocios inmobiliarios. Comienzan a llegar los hijos y Bess, como cuenta en las
cartas, muestra su entusiasmo, aunque lamenta que parte de sus expectativas
laborales y hasta vitales se hayan visto reducidas con la llegada de los hijos.
Rob, su marido, se implica durante la Primera Guerra Mundial en la recaudación
de fondos para las tropas americanas; al acabar, enferma de gripe y fallece en
unas semanas. Ya había muerto hace años la madre de Bess, con la que tenía una
especial intimidad.
La
muerte de su marido trastoca sus planes. No se queda, además, en una desahogada
situación económica y se ve forzada a tomar una serie de decisiones empresariales
clave para el futuro familiar. Pero Bess acierta. La familia se traslada
durante una temporada a Woodstock, en Vermont, donde Bess retoma su relación
con una antigua amistad, Totsie, su amiga del alma. Las cartas que la escribe
son, quizás, las más íntimas de todas, en las que Bess reflexiona abiertamente
sobre su vida, el presente y su complicado futuro. Más adelante, Bess conoce a
Sam, con quien contrae matrimonio e inicia una nueva andadura vital.
Las
cartas hablan del paso del tiempo, de sus inquietudes profesionales y
afectivas, de los hijos, de la vida… Bess escribe también sobre sus viajes a
Europa, sus fiestas, las nuevas amistades que hace. A medida que sus hijos son
mayores, empiezan a tener un protagonismo distinto en las cartas. Bess se
inquieta por ellos, sus decisiones, sus estudios… El matrimonio con Sam le da
una estabilidad que estaba añorando, aunque también coarta un poco su libertad
de movimientos y de acciones. Bess lucha por conseguir ese equilibrio
subrayando su independencia.
En
las cartas aparecen, como telón de fondo, los acontecimientos más significativos
del siglo XX. También la protagonista habla de sus sentimientos, aunque sin
exagerar. Los destinatarios son muy variados: su padre, su suegra, una tía ya
mayor, sus maridos e hijos, Totsie, amistades, empresarios, etc.
Bess
da una capital importancia en su vida a las cartas que ha escrito a lo largo de
tantos años. “Es –escribe- como si, al condensar y redactar los sucesos que he
vivido, les infundiera una fuerza dramática que en realidad no tenían, pero,
por extraño que parezca, lo que recuerdo años más tarde no es el suceso tal y
como lo viví sino como lo conté en una carta”. Las cartas le ayudan también a
comprobar cómo transforman “la realidad en ficción”. Su constante escritura le
“ha permitido conservar la cordura y la calma, porque puedo expresar
civilizadamente todas las emociones que me quitan el sueño”.
Una mujer de recursos
Elizabeth
Forsythe Hailey
Libros
del Asteroide. Barcelona (2015). 330 págs. 21,95 €.
T.o.:
A Women of Independent Means.
Traducción: Concha
Cardeñoso.
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