domingo, 14 de abril de 2013

“La muerte del corazón”, de Elizabeth Bowen



Considerada una de las obras más importantes de la literatura inglesa del siglo XX, La muerte del corazón contiene muchos ingredientes de un tipo de literatura que pone el énfasis más en el análisis psicológico de los personajes que en el desarrollo de la trama, concentrada en pocos escenarios, episodios y protagonistas.

Tras la muerte de su madre, la joven Portia Quayne, huérfana también de padre, va a vivir a casa de su hermanastro Thomas, casado con Anna, una de esas mujeres con un enfermizo exceso de personalidad que tanto aparecen en la literatura inglesa. Los orígenes de Portia planean a lo largo de toda la novela, lo mismo que sus especiales circunstancias familiares. Y es que Portia es hija de una aventura amorosa de su padre, que le obligó a romper su matrimonio y llevar una vida apartada de sus amistades, de su tierra y hasta de su hijo, en constantes viajes que sólo sirvieron para agrandar la tristeza del padre y unir mucho más a Portia y a su madre. Pero la imprevista muerte de la madre obliga a Portia a refugiarse una temporada en casa de su hermanastro para pensar en su futuro.

Portia tiene dieciséis años. Para algunas cosas, es una joven madura e independiente; para otras, sobre todo las que tienen que ver con sus sentimientos, es una joven sin apenas experiencia de nada, aunque posee una sensibilidad exacerbada que no augura nada bueno. Portia no encaja bien ni con su hermano, poco sociable; ni con Anna, una mujer autosuficiente que entretiene el día con visitas, comidas y con la compañía de varias amistades masculinas que alimentan sus ansias de intelectualidad. Portia sólo se encuentra a gusto con una de las criadas, Matchett, que tuvo mucho trato con su padre, y con Eddie, uno de los amigos de Anna con los que vive un fugaz y extraño enamoramiento.

Con paciencia y tranquilidad, Bowen (1899-1973), perteneciente como Virginia Woolf al Círculo de Bloomsbury, se aplica a la tarea de diseccionar los sentimientos de Portia, Anna y Eddie. Cada uno de los personajes sólo atiende a sus egoísmos y a sus intereses; Eddie y Anna ven a Portia como alguien desvalido e inseguro que no acaba de encajar en ningún sitio y de la que no hay que fiarse. Portia sabe que su cuñada Anna la ve como un ser distante y reconoce que será imposible conseguir un trato normal y cariñoso con ella. Además, su interés por Eddie, basado en su ingenuidad, la lleva a tomar decisiones equivocadas.

Si Portia representa la falta de experiencia ante la vida, el personaje de Anna, una excelente creación, manifiesta el exceso de protagonismo y de autoestima. Ella sólo desea que todo gire alrededor de sus caprichos y opiniones y que los demás reconozcan su valía e interés. Pero a medida que nos acercamos a ella sólo apreciamos un vano orgullo y una oportunista falsedad.

Ambientada en Londres en el periodo de entreguerras, La muerte del corazón, publicada en 1938, refleja indirectamente las luces y las sombras de una sociedad endogámica en la que las apariencias y las formalidades afectan negativamente a la naturalidad de los sentimientos. En la novela, ni Portia ni Anna consiguen la piedad de los lectores, una por su falta de sencillez y otra por su patética vanidad.

 
La muerte del corazón
Elizabeth Bowen
Impedimenta. Madrid (2012)
406 págs. 23,95 €.

No hay comentarios:

Publicar un comentario