domingo, 20 de marzo de 2016

“Viaje a la aldea del crimen”, de Ramón J. Sender



Nacido en 1901 en Chalamera de Cinca (Huesca), Ramón J. Sender vivió como soldado en el Rif, en 1923, la experiencia de la guerra de Marruecos, sucesos que más tarde aparecerían ficcionados en su novela Imán, de 1930. Luego, se trasladó a Madrid para ejercer como periodista, muy beligerante políticamente en sus inicios tanto en el contenido como en las formas. Durante la dictadura de Primo de Rivera pasó unos meses en la cárcel por la virulencia de sus artículos, que empezó a publicar en El Sol y que, más tarde, con su progresiva radicalización política, aparecieron en La Libertad y en Solidaridad Obrera.
Sender estuvo vinculado al anarquismo, que abandonó para ingresar en el Partido Comunista. Durante la Guerra Civil española, en la que mataron a su mujer y a un hermano, combatió al lado de Enrique Líster y fue miembro del Alto Estado Mayor del Ejército Republicano. En la Guerra, se distanció de los comunistas, lo que le provocó algún problema en su posterior exilio, primero en México hasta 1942 y luego en Estados Unidos, donde fue profesor en diferentes universidades. A partir de la década de los sesenta, comenzó a viajar a España periódicamente. Incluso en 1969 obtuvo el Premio Planeta con su novela En la vida de Ignacio Morel. Murió en San Diego (EEUU), en 1982.
Sender fue un prolífico escritor que escribió obras de todo tipo: políticas, sociales, alegóricas de intenciones satíricas, filosóficas, poéticas, obras históricas, autobiográficas, libros de relatos y narraciones misceláneas. Sus libros más populares han sido la serie La crónica del alba (nueve novelas que empieza a publicar en 1942), La tesis de Nancy (1962) –y sus posteriores secuelas-, Réquiem por un campesino español (1960),  La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964,), ambientada en la conquista de América, y El bandido adolescente (1965), sobre la vida de Billy el Niño. En buena parte de su producción existe la inquietud sobre el presente y el futuro del hombre concreto en su devenir histórico, social y existencial.
            Durante los años veinte y treinta compaginó su actividad periodística con la literatura, siempre con una marcada finalidad política. Seguidor en la manera de novelar de Galdós y Baroja, Sender incluye en las novelas que escribió en esos años un fuerte mensaje político, como se puede apreciar en Imán y después en Mr. Witt en el Cantón (1935, Premio Nacional de Literatura). Fruto de su actividad periódística es este libro, Viaje a la aldea del crimen, que Sender publicó en 1934 y en el que juntó y amplió con más información las crónicas que había escrito en enero de 1933 para el periódico La Libertad sobre los hechos acaecidos en Casas Viejas, una pedanía de Medina Sidonia (Cádiz) de apenas dos mil habitantes.
Ante la magnitud y gravedad de los acontecimientos, pocos días después de los sucesos, Sender se trasladó a Casas Viejas para reconstruir en sucesivas crónicas periodísticas lo que allí había pasado, la trágica muerte de unos veinte campesinos que se habían levantado en armas contra el gobierno de la República para proclamar el comunismo libertario. El día 10 de enero de 1933, pensando que formaban parte de una revolución de carácter nacional, un grupo de campesinos asaltó el Cuartel de la Guardia Civil provocando varios heridos. El Gobierno de la República reaccionó rápidamente enviando a Casas Viejas varias docenas de guardias civiles y guardias de asalto que provocaron una masacre en el pueblo.


            Sender cuenta todos estos sucesos sirviéndose de entrevistas a algunos de los supervivientes, a los vecinos y familiares. Llegó a Casas Viejas muy pocos días después y escribió las crónicas de manera acelerada, explicando los pormenores de la matanza. Tuvieron tanto éxito que un año después decidió publicarlas en un libro, añadiendo datos e informaciones que tomó de las declaraciones en los juzgados de las personas implicadas y en la comisión parlamentaria que se creó para analizar estos hechos. El resultado es un ejercicio periodístico que utiliza las técnicas literarias y que está en la línea del “nuevo periodismo” que por esas fechas cultivaron otros periodistas de renombre como Gaziel, Josep Pla, Manuel Chaves Nogales y, años después, Augusto Assía, todos ellos muy leídos hoy día grancias a recientes ediciones de sus obras.
            Sender narra lo sucedido en directo, con técnicas literarias que aportan más realidad, aunque en ocasiones se le vaya la mano. El libro tiene, además, una  intencionalidad política, lo que condiciona, y mucho, las valoraciones que hace el autor en las crónicas y hasta la objetividad de lo narrado. Sender se muestra muy cercano a las reivindicaciones de los campesinos y achaca la culpabilidad de lo sucedido al Gobierno de la República, presidido por Manuel Azaña, y a su ministro de Gobernación, Casares Quiroga. Todo el libro es una acalorada denuncia política y social de una República que estaba provocando desencantos y desencuentros. En el libro sobresale la descripción que hace del campo andaluz, sumergido en la miseria y en la pobreza, víctima de unas desigualdades sociales que están enquistadas en la sociedad andaluza.
            También se extiende la denuncia a la actitud de los cuerpos de seguridad, que sembraron gratuitamente de muerte y violencia la pedanía de Casas Viejas, asesinado sin contemplaciones a algunos de los campesinos y provocando una masacre en la casa de Seisdedos, el carbonero que fue señalado como el líder de la revuelta.
            Aunque posteriores investigaciones históricas desmienten algunos detalles de calado en la manera de presentar estos hechos, Sender cargó la mano contra Azaña y la Segunda República con acusaciones políticas sin paliativos. Estos hechos y el revuelo mediático que provocaron, alimentado por estas crónicas, dieron lugar a una auténtica tormenta política que puso contra las cuerdas al gobierno de Azaña.


Viaje a la aldea del crimen
Ramón J. Sender
Libros del Asteroide. Barcelona (2016)
212 págs. 16,95 €. (papel). 9,99 €. (digital).

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