A la pregunta de si es necesario que existan talleres o escuelas que enseñen a escribir, el novelista italiano Luigi Malerba contestó: “Dudo de su utilidad y me pregunto si no sería preferible transformarlas todas en escuelas de lectura. Lo que falta son lectores: escritores ya hay demasiados”. El novelista y profesor Vanni Santoni (1978), que imparte clases en las mejores escuelas de escritura de Italia, comparte este juicio y piensa que “no se puede enseñar a escribir”, pero “tal vez se puede enseñar a pensar como un escritor”.
Su libro se basa en su experiencia como novelista, en sus numerosas lecturas de originales, en sus clases y en su trabajo como director editorial. Huye el autor del elenco de tácticas y técnicas a las que en ocasiones se reducen las clases en las Creative Writing. El contenido del libro resume sus opiniones sobre cómo debe afrontar la escritura todos aquellos que aspiran a ser escritores.
El libro contiene una serie de ideas fuerza que el autor desarrolla en capítulos muy amenos. El primero de ellos contiene lo que para el autor es la base de todo: “para escribir hay que leer”. Y proporciona una “dieta” de lecturas que considera indispensables para los aspirantes a escritores. Aunque son novelas de prestigio, no todas son, quizás, novelas indispensables y de una indiscutible calidad, y él lo sabe. Las ha elegido porque piensa son novelas que pueden cambiar su percepción de lo que debe ser la lectura y la escritura a los que desean ser escritores. Él las define como novelas-mundo, que ejemplifican la variedad y vastedad de ingredientes y de perspectivas que pueden aparecer en una novela.
En este primer grupo de lecturas, que considera fundamentales, aparecen obras de Roberto Bolaño, DeLillo, Vollmann, Cartarescu, McCarthy, David Foster Wallace, Sebald, Borges, Chéjov, Tolstói… En el tema de la lectura, el autor se muestra contundente: no se puede ser escritor si antes no se ha leído de manera suficiente grandes obras de la cultura contemporánea, la que beben en la actualidad los escritores de ahora. No rechaza los clásicos, ni otras literaturas multiculturales, pero tiene bien claro que los autores que ha elegido, exigentes y a veces con novelas desiguales, provocan importantes cambios en la concepción de lo que debe ser la escritura.
Tras la lectura, habla de la necesidad de la disciplina para escribir de manera continuada, constante, diaria. Tampoco rebaja el autor la importancia de este consejo. Hay que trabajar de manera sistemática. Es cierto que la inspiración puede influir en la concepción y desarrollo de lo que se escribe, pero nada llega a realizarse sin un esforzado trabajo.
El autor escribe sobre la ineludible necesidad de combatir los clichés, que no aparecen solamente en el estilo. Hay lugares comunes, además, a la hora de perfilar los acontecimientos, los contenidos, las escenas y los personajes. Santoni recomienda después contrastar lo que uno escribe con amigos y gente que se encuentra en unas mismas circunstancias. El último capítulo lo dedica a la publicación del libro. Basándose en su experiencia, no se muestra muy complaciente con los que recurren a la autoedición y a la autopublicación.
No estamos ante un prontuario sobre la didáctica de la escritura. Al contrario, huye el autor del estilo profesoral. Su libro contiene una serie de recomendaciones básicas, sin esperar milagros: “hay cosas de las que puedes protegerte, trampas más comunes que otras. Cosas que un escritor, o al menos alguien que haya aprendido a pensar como un escritor, no haría jamás”. Se agradece su sinceridad y su claridad.
Para escribir hay que leer
Vanni Santoni
Galaxia Gutenberg. Barcelona (2021)
134 págs. 16,50 € (papel) / 10,99 € (digital).
T.o.: La scrittura non si insegna.
Traducción: Marilena De Chiara.
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