Poeta
y ensayista, Andrés Trapiello (1953) es autor de un diario titulado
Salón de pasos perdidos, del que ya se han publicado
diecisiete volúmenes y al que hemos dedicado alguna entrada en este
blog. También es autor de varias novelas, como Los amigos del
crimen perfecto (Premio Nadal 2003) y Al morir don Quijote.
Ayer no más
tiene como telón de fondo la guerra civil española, asunto al que
Trapiello ha dedicado no pocos trabajos y ensayos, el más conocido
Las armas y las letras. Trapiello se ha caracterizado por huir
del maniqueísmo que se ha instalado entre los historiadores y
novelistas. Desde una perspectiva de izquierdas, ha hablado de la
represión en el bando franquista, pero también ha señalado los
crímenes cometidos en el bando republicano en nombre de la
democracia y la libertad.
Pepe es un catedrático
de Universidad que se acaba de separar de su mujer y ha pedido el
traslado a su ciudad natal, León. La novela comienza con su regreso
y con el reencuentro con su padre, con el que mantiene una distante
relación a la que poco han contribuido los libros que ha publicado
Pepe, especialista en la Guerra Civil española. Su padre se alistó
con diecisiete años en el bando nacional, perdió a muchos amigos y
militó en la Falange y años después en el partido Fuerza Nueva.
La
incorporación de Pepe a la Universidad de León también es
traumática, pues tiene que convivir con algunos profesores que, de
manera militante, se han entregado a la Asociación para la
Recuperación de la Memoria Histórica. Aunque comparte las
intenciones de esta Asociación, desconfía de los oportunistas,
aquellos que, como Mariví, una de las profesoras de su departamento,
se creen que tienen “la exclusiva de la República, de los
republicanos muertos y de todas las fosas de León”. Según Pepe,
estos oportunistas han visto en la Ley de Memoria Histórica la
posibilidad de incrementar su poder político y universitario, de
hacer negocio y de dar publicidad a sus investigaciones históricas.
En el Departamento conoce a la que será más tarde su amante, Raquel
una joven profesora que comparte con Pepe unas inquietudes similares
sobre la misión de los historiadores no para utilizar la historia en
beneficio propio sino para descubrir y describir la verdad.
El cañamazo de la
novela es el fortuito encuentro, con Pepe como testigo, de su padre
Germán con el hijo de una de las víctimas de la represión
falangista en León. Esa persona, un niño en aquellos momentos, fue
testigo de la muerte de su padre y reconoce a Germán como uno de los
que estaban en el grupo de falangistas en aquel momento. A partir de
aquí, Pepe quiere conocer toda la verdad de un suceso que su padre
nunca le ha relatado. Sus investigaciones ponen en peligro tanto su
fama como historiador como la estabilidad familiar, además de abrir
una serie de heridas de las que se aprovecharán en beneficio propio
algunos de los implicados. Estos hechos le sirven a Pepe para
comprobar, con tristeza, cómo resulta casi imposible cambiar el
enfoque de aquellos sucesos, que todavía hoy se siguen utilizando
para fomentar el revanchismo, la división y el enfrentamiento.
Aunque la novela tiene a
Pepe como personaje central, emplea una estructura coral, pues son
los diferentes protagonistas los que cuentan sus opiniones sobre lo
que está pasando, aunque son Pepe y Raquel los que tienen una
participación más activa. La novela aborda cuestiones que suelen
ser habituales en Trapiello: la Guerra Civil, su apuesta por una
tercera España, su conflictiva relación con la ciudad de León, la
excesiva politización a la hora de conocer la reciente historia de
España... Llama la atención, a pesar del mensaje anti-tópicos que
lanza Trapiello, que sobre la participación de la Iglesia en la
Guerra sólo se ofrezca una única versión, la más simple. Pepe, a
pesar de ser un personaje de ficción, posee muchos de los rasgos del
propio autor, lo que supone un importante acierto, pues al contarnos
sus impresiones recuerda bastante al narrador de los diarios, uno de
los mayores logros de la literatura del autor leonés.
Resultan también
interesantes las reflexiones de Pepe sobre la Guerra y el papel de
los historiadores: “El error en el que hemos incurrido durante
tantos años los historiadores a la hora de abordar la Guerra Civil
ha sido (...) el de interpretar los hechos a partir de dos bandos,
buenos y malos, de dos posiciones, una progresista y otra
reaccionaria”. También sobre cómo se ha utilizado demagógicamente
la reciente Ley de Memoria Histórica: “Tengo mis sospechas de que
la memoria histórica es, en la práctica, un intento de fundar el
mito de una España superior a otra”. Y también advierte a Raquel
de las dificultades con las que se va a encontrar si decide dedicarse
a investigar sobre la Guerra Civil: “no te fíes de nada ni de
nadie, no creas lo que te cuentan ni lo que les en los libros, en los
periódicos, en los archivos... No he visto nunca nada en lo que la
gente mienta más”. Y para contar lo que sucedió, concluye Pepe,
“no sirve la Historia, sólo la novela puede hacer algo por la
vedad”. Ayer no más, con sus luces y sombras, es una nueva
aportación a unos hechos en donde arrasa el simplón maniqueísmo.
Trapiello ha intentado, por lo menos, salirse del guión.
Ayer no más
Andrés Trapiello
Destino. Barcelona
(2012)312 págs. 20 €.
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