Richard E. Kim nació en
Hamhung, Corea, en 1932. Participó como militar en la guerra de
Corea (1950-53), que acabó con la división del país en Corea del
Norte y del Sur. Al acabar la guerra decidió emigrar a Estados
Unidos, donde se dedicó a la literatura. Esta novela, publicada en
1964, es su obra más conocida. Falleció en 2009.
El autor se inspira en
su propia biografía para ambientar la novela. Los hechos transcurren
en 1950, casi al inicio del enfrentamiento entre Corea del Sur contra
los comunistas del Norte, que cuentan como aliados a China y la URSS.
Pyongyang, una de las ciudades más codiciadas por los dos ejércitos,
ha sido recuperada por el ejército del Sur, aunque la situación es
crítica ante el constante asedio del ejército del Norte apoyado por
tropas chinas.
El narrador es el
capitán Lee, un profesor universitario enrolado en el ejército.
Cuando llega a su nuevo destino, recibe el encargo del coronel Chang
de investigar lo sucedido con unos sacerdotes protestantes que habían
sido salvajemente asesinados por las tropas comunistas. Los
comunistas detuvieron a catorce sacerdotes, asesinaron a doce y dos
quedaron en libertad. Las tropas de Corea del Sur quieren utilizar
estos trágicos sucesos como parte de su campaña propagandística
para desacreditar al ejército comunista, enemigo de la religión (al
acabar la Guerra de Corea en 1953, más de diez mil cristianos fueron
martirizados por el régimen de Kim II-sung de Corea del Norte).
Lo
que tiene que hacer el capitán Lee es indagar qué es lo que ocurrió
realmente y cuál es la versión de los hechos que tienen los dos
sacerdotes que salvaron la vida, uno joven, que ha perdido la cabeza,
y un sacerdote mayor, Shin, enfermo y con un gran carisma personal.
Entre los sacerdotes asesinados se encuentra el padre de uno de sus
mejores amigos, el capitán Park, quien acaba viajando también a
Pyongyang para conocer con detalle la muerte de su padre, a pesar de
que padre e hijo, por cuestiones religiosas, habían renegado
públicamente el uno del otro. El capitán Lee se encuentra en medio
de una complicada encrucijada, pues los motivos religiosos le impiden
analizar los hechos de una manera fría y objetiva.
Con un contexto
dramático y bélico, el autor plantea un interesante y profundo
conflicto existencial y religioso, contado al principio de manera
morosa y un tanto enrevesada para los lectores, pues no tienen
todavía la necesaria información para valorar el alcance de esos
sucesos y sus consecuencias. La novela contiene muchos diálogos
densos, en los que los personajes aportan su visión de lo que pudo
haber sucedido, cada uno desde su perspectiva. Pero el capitán Lee,
a medida que conoce mejor los hechos, sabe que la clave de todo
reside en la conciencia del sacerdote Shin, con el que ha entablado
una inesperada amistad.
Resulta muy atrayente el
personaje del sacerdote Shin, testigo directo de unos hechos que
podían volverse en su contra cuando le acusan de traidor. Pero la
valiente confesión de Shin ante sus feligreses sobre lo sucedido y
su ejemplo de entrega y abnegación ante los cristianos
supervivientes le han convertido en un símbolo de la resistencia y
de la grandeza de la religión. Shin, sin embargo, esconde un
demoledor secreto que sólo conocerá el capitán Lee, no creyente y
quien no acaba de entender los mecanismos de la fe.
Su autor, Richard E.
Kim, ha sido comparado con Dostievski y Albert Camus. Con los dos
comparte el sentido trágico de la existencia. En la novela esta
sensación se agrava más todavía por la dura realidad en la que
transcurren los hechos, con la virulencia de una guerra fraticida.
Con este contexto trágico y también religioso, la respuesta que
ofrece Kim está en la línea agónica y atormentada que ofrecieron
tantos escritores europeos también en los años sesenta, cuando el
existencialismo era la moda imperante.
Los mártires de Pyongyang
Richard
E. Kim
Sajalín.
Barcelona (2014)
284 págs. 20 €.
T.o.: The
Martyred.
Traducción: Damià
Alou.
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