viernes, 10 de octubre de 2014

“Sofia Petrovna, una ciudadana ejemplar”, de Lidia Chukóvskaia



Lidia Chukóvskaia (1907-1996) convirtió en novela y ficción su propia tragedia personal, una más de las muchas que sufrieron miles y miles de personas tras la Gran Purga que desató Stalin en la URSS de 1934 a 1937. Chukóvskaia fue la esposa de Matréi Bronstein, un eminente físico técnico que fue arrestado en 1937 y ejecutado en 1938, aunque como era práctica normal en el sistema represivo de la URSS a su mujer le dijeron que había sido condenado a diez años de trabajos forzados en uno de los numerosos campos que formaban parte del temido Gulag. Años después, consiguió que su marido fuera rehabilitado y durante la década de los sesenta y setenta denunció públicamente las persecuciones que sufrieron destacados escritores e intelectuales como Joseph Brodsky, Andréi Siniavski, Yuri Daniel, Solzhenitsyn y Sájarov. Como represalia, fue expulsada de la todopoderosa Unión de Escritores y perdió el derecho a publicar en la URSS.
Chukóvskaia fue también amiga de la poetisa Anna Ajmátova, otra de las escritoras represaliadas y autora de su impactante poema Réquiem. Próximamente esta misma editorial publicará un libro con las conversaciones y vivencias de años de Chukóvskaia con esta importante escritora, un símbolo de la persecución que sufrieron durante la dictadura soviética cientos de escritores que prefirieron ir por libre antes de plegarse a los intereses literarios e ideológicos del realismo socialista.
            Sofia Petrovna, una ciudadana ejemplar fue escrita muy poco tiempo después de la detención y ejecución de su marido, en los últimos meses de 1939 e inicios de 1940. “Mi obra –escribió la autora- se escribió con la huella de los acontecimientos aún fresca en mi mente. Aquí radica la diferencia entre mi relato y cualquiera otros que estén consagrados a los años 1937-1938”. Escribió esta novela en un cuaderno escolar que escondió celosamente durante años, sabedora de que si era descubierta por los servicios secretos sería detenida. Cuando tras la publicación en 1962 de Un día en la vida de Iván Denisovich, de Solzhenitsyn, parecía que se respiraba un cierto aperturismo, Chukóvskaia envió su novela a varias editoriales; en principio, se comprometieron a publicarla, pero poco después, por presiones de las autoridades, la editorial renunció a ello con el argumento de que “no hay que abrir viejas heridas y echarles sal”. Al final, esta novela se publicó en la URSS cincuenta años después.
            En la novela se cuenta el proceso que conduce a la locura de su protagonista, Sofia Petrovna, “una ciudadana ejemplar”. Tras la muerte de su marido, un eminente médico, entra a trabajar como mecanógrafa en una importante editorial de Leningrado. Junto con su hijo, estudiante de Ingeniería, lleva una existencia cómoda y plácida, totalmente insertada ideológicamente en el régimen. Participa de las reuniones políticas y sindicales que se celebran en su empresa y comparte la preocupación por los sabotajes de los enemigos del pueblo que todos los días aparecen en los medios de comunicación.
            Pero tanto sosiego finaliza cuando de manera inesperada detienen a su modélico hijo y le acusan de formar parte de una organización terrorista. Sofia recorre las cárceles en busca de noticias sobre el paradero de su hijo que no encuentra por ningún lado; pero sobre ella se levantan ya todo tipo de sospechas ideológicas y comienzan también los problemas en el trabajo y en la comunidad en la que vive. A su alrededor se teje una malla de desgracias, situación degradante que va paralela al proceso degenerativo de un régimen represivo que ve enemigos el pueblo por todos los lados.
            “Quería escribir un libro sobre una sociedad que ha perdido el juicio”. El resultado consigue sus objetivos, pues la novela refleja muy bien esta peligrosa transformación. Sofia no es una heroína lírica; ella había creído con todas sus fuerzas en las bondades del régimen y le cuesta aceptar que todo lo que le pasa a su hijo y en su trabajo no sea un error (como pensaron también tantos miles de personas); sin embargo, las evidencias son las que son y el terror, cuando aparece, lo hace sin contemplaciones.
            Marta Rebón, responsable de una impecable traducción, y Ferran Mateo escriben en el epílogo que, con esta obra, Lidia Chukóvskaia “combatió el miedo con palabras, el silencio con el testimonio, la colectivización con la historia individual, la patraña estatal con la verdad de una ficción literaria”. La novela y el testimonio personal de Chukóvskaia se suma al de otros muchos que se han publicado en los últimos años, multiplicando así la literatura sobre la represión comunista y los Gulag, un reciente y apasionante filón literario.


Sofia Petrovna, una ciudadana ejemplar
Lidia Chukóvskaia
Errata Naturae. Madrid (2014)
192 págs. 17,50 €.

Traducción: Marta Rebón.

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