Desde hace ya
años, las novelas que publica el francés Michel Houellebecq (La Reunión, 1956)
vienen acompañadas de encendidas polémicas que van más allá de lo literario,
polémicas que salpican y contaminan las valoraciones literarias que pueden
hacerse de unas novelas en las que los ingredientes extraliterarios tienen un
considerable valor, como sucede en las más conocidas -Las partículas elementales (1998), Plataforma (2003) y, entre otras, El mapa y el territorio (2010)-. Le ha sucedido con la mayoría de
ellas, recibidas de manera entusiasta por unos y vapuleadas sin contemplaciones
por otros. Y es que cada nueva novela de Houellebecq provoca acalorados debates
y hasta escándalos. Con mucho cinismo y un agudo sentido de la provocación, sus
libros se convierten en un espectáculo mediático que salpica la vida social y
política francesa (y no sólo francesa). En Sumisión
ha dado incluso otra vuelta de tuerca a este afán iconoclasta al utilizar
directamente el islamismo como el argumento de su novela.
El
narrador y protagonista es François, un profesor de literatura de la
Universidad París III-Sorbona, de cuarenta y cuatro años y experto en la obra
de Joris-Karl Huysmans (1848-1907), escritor al que dedicó su tesis y del que
recibe incluso el encargo de preparar la edición de sus obras para la editorial
Plèyade. Su vida y la de Huysmans, referente constante también de su vida,
tienen muchos paralelismos, como escribe François: “mi vida, por su previsible
uniformidad y banalidad, seguía pareciéndose a la de Huysmans un siglo y medio
atrás”. A la misma edad, Huysmans se convirtió al catolicismo y se refugió en
la abadía de Ligugé, en Poitiers, lugar al que viajará el autor en un momento
de crisis con el fin de encontrar un sentido a todo lo que está sucediendo a su
alrededor, aunque François, soltero empedernido, no tiene ni el más mínimo
interés por la religión. Su vida intelectual está en dique seco y su vida
amorosa, con frecuentes y esporádicas relaciones amorosas, se encuentra en
crisis tras su ruptura con Myriam, una joven judía que con su familia, y ante
el devenir de los acontecimientos políticos en Francia, han decidido trasladarse
a vivir a Israel. Pero el sexo ocupa un lugar importante en la vida de
François, por encima de otros intereses, y se vuelca en su afición a la
pornografía y los prostíbulos, experiencias que el autor describe ampliamente en
la novela.
Sumisión transcurre en 2022 en pleno
proceso de elecciones presidenciales. El Frente Nacional es el partido más
votado en la primera ronda; el segundo, el partido de los Hermanos Musulmanes,
que ante el declive de la civilización occidental de las últimas décadas, ha
ocupado un privilegiado espacio político, social y religioso en Francia y en
otros países europeos. La alianza entre el Partido Socialista y los Hermanos
Musulmanes provoca que en la segunda ronda el candidato musulmán, el moderado
Mohammed Ben Abbes, se convierta en presidente de la República, que gobernará
con los socialistas. Los cambios no se hacen esperar y de manera normal, sin grandes
traumas, comienza el proceso de transformación de Francia hacia los valores
musulmanes.
Los cambios
afectan también a la Universidad en la que trabaja François. Ahora se llama
Universidad Islámica París III-Sorbona. Gracias al dinero procedente de Arabia
Saudí, las condiciones materiales y salariales de los docentes han mejorado,
pero se les exige su conversión al islam. François rechaza en principio esa
conversión y decide anticipar la jubilación, aunque recibe jugosas ofertas que
le hacen dudar.
Lo
más interesante de la novela, a mi juicio, es cómo la novela refleja la crisis
a la que ha llegado la civilización occidental, sobre todo en Francia, que ha
renegado de sus principios identitarios para entregarse a un capitalismo
consumista y laicista repleto de experiencias vitales light. En este sentido, las referencias al escritor francés
Huysmans, a su cansancio y hastío de la vida moderna y a su refugio en los
valores espirituales, resultan muy acertadas para describir el clima moral de
Francia que sienten algunas personas, sobre todo católicos, aunque el narrador
no se identifica con ellos. Los únicos que han combatido estos modos de vida
han sido los judíos, los católicos y los musulmanes. Para Houellebecq, no sin
ironía, son los musulmanes los que han final han sido más coherentes y
prácticos y han acabado por hacerse con las riendas del mundo.
En
el análisis de la situación política y social que hace el autor hay mucho, lo
hemos dicho, de provocación, pues su diagnóstico narrativo es simplista, lo
mismo que los efectos de los cambios y resultados. Su distopía no se plantea en
un futuro muy lejano sino dentro de pocos años, con lo que su novela gana en
eficacia y en inmediatez, pues tanto los protagonistas de la vida política y
social son reconocibles.
Sumisión es, pues, una novela de circunstancias
que aprovecha el actual debate apocalíptico sobre el futuro de la civilización
occidental y el auge del terrorismo islámico para reflexionar, de manera
superficial pero con inquietantes aciertos, sobre la realidad actual. Con un
calculado pesimismo, Houellebecq muestra el agotamiento de unos valores
(también los del “mayo del 68”, blanco de sus muchas críticas), el vacío de una
sociedad cada vez más hedonista, el desencanto de la política y el desgaste de
unos modelos políticos y existenciales que parecían perdurables.
Michel
Houellebecq
Anagrama.
Barcelona (2015)
288
págs. 19,90 €.
T.o.:
Soumission.
Traducción:
Joan Riambau.
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