sábado, 11 de noviembre de 2017

“Inmersión. Un sendero en la nieve”, de Lidia Chukóvskaia


La primera novela de Lidia Chukóvskaia, Sofia Petrovna, una ciudadana ejemplar, tardó cincuenta años en publicarse por culpa de la censura soviética. En ella, contaba el proceso de locura de una “ciudadana comunista ejemplar” que ve cómo de pronto todo a su alrededor se derrumba y vuelve contra ella cuando arrestan a un hijo suyo al que acusan contrarrevolucionario. La autora hace una implacable denuncia de los métodos de control soviéticos, denuncia que con otro estilo vuelve a aparecer en Inmersión, también traspasada por sucesos biográficos.
            La novela cuenta la estancia de la protagonista, Nina Sergeievna, en una casa de reposo para escritores. Se traslada para tener unos días de descanso (“podría sentarme en un escritorio sin tener que convertirlo tres veces al día en la mesa para comer”), escribir y traducir y, sobre todo, para reflexionar, encontrarse consigo misma y repasar su vida. Nina vive en Leningrado con una hija de catorce años y todavía no ha superado la detención de su marido en 1938 al que han condenado a “diez años sin derecho de correspondencia”. Los recuerdos de Aliosha, su marido, le atraviesan constantemente y no piensa más que en su posible muerte en un campo de trabajo en Siberia.
            En la casa de reposo convive con otros escritores, la mayoría obedientes representantes de la cultura oficial. La novela transcurre entre los meses de febrero y marzo de 1949, veintiséis días que la autora pasa en las montañas, rodeada de bosques y de nieve. Uno de los escritores que también pasa unos días de descanso es Nikolái A. Bilibin, que está rematando una novela sobre “las minas de carbón de Siberia, de las avanzas técnicas de explotación de la hulla, de la incorporación de maquinaria”. En sus paseos por él, Nina descubre que Bilibin ha pasado cinco años en Siberia, condenado a uno de esos campos donde ella piensa que todavía puede encontrarse su marido, agarrándose a una tímida esperanza. Pero Bilibin le confiesa la verdad de la condena de su marido: esos diez años son un eufemismo que empleaban las autoridades para evitar decir que ya había sido ejecutado. Nina se siente entrañablemente unido a este escritor, que de alguna manera le trae la voz y los recuerdos de su marido y con él establece una inestable relación especial.
            No le ocurre lo mismo con todos los escritores de la casa de reposo. A la mayoría les considera atrapados, como ya sucedió en 1938 durante las Grandes Purgas, en el lenguaje vacío lleno de clichés que emplean las autoridades, y ellos mismos, para hablar de literatura y de la situación política que atraviesa la URSS. En esos años, precisamente se desata una campaña contra el “cosmopolitismo”, otro eufemismo -en este caso de “antisemitismo”- para decir que se estaba deteniendo a muchos judíos, como pasó en la realidad. Pero ese lenguaje de “cáscara vacía” es la nota distintiva del régimen, una combinación de signos convencionales, de expresiones estereotipadas que no tienen ningún contenido. Nina, y la propia autora, Lidia, se rebelan contra ese demagógico empleo del lenguaje, que se traslada al estilo, diáfano, auténtico y transparente, uno de los grandes aciertos de esta novela que profundiza en el drama interior de la protagonista y en la dificultad de adaptarse a la moral y a las trampas semánticas del régimen.
            Lidia Chukóvskaia vivió un suceso parecido al de la protagonista de Inmersión. Su marido, Matvéi Bronstein, un famoso físico, fue arrestado en 1937. Ella acudía todos los días a la cárcel para interesarse por el destino de su marido y para enviarle cartas y paquetes de comida. En una de las colas que tenía que guardar conoció a la escritora Anna Ajmátova, la autora de Réquiem, poemario en el que evoca la detención de su hijo y las largas horas que pasó con otras mujeres en las puertas de las cárceles. Las dos compartieron una amistad durante décadas, sobre la que Lidia escribió Apuntes sobre Anna Ajmátova, de próxima publicación en esta misma editorial. En 1974, Lidia fue expulsada de la Unión de Escritores, la organización literaria oficial, por defender a los disidentes Brodsky, Solzhenitsin y Sájarov.


Inmersión. Un sendero en la nieve
Lidia Chukóvskaia
Errata naturae. Madrid (2017)
200 págs. 17,50 €.

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