La
primera novela de Lidia Chukóvskaia, Sofia Petrovna, una ciudadana ejemplar, tardó cincuenta años en publicarse por
culpa de la censura soviética. En ella, contaba el proceso de locura de una
“ciudadana comunista ejemplar” que ve cómo de pronto todo a su alrededor se derrumba
y vuelve contra ella cuando arrestan a un hijo suyo al que acusan
contrarrevolucionario. La autora hace una implacable denuncia de los métodos de
control soviéticos, denuncia que con otro estilo vuelve a aparecer en Inmersión, también traspasada por
sucesos biográficos.
La novela cuenta la estancia de la protagonista,
Nina Sergeievna, en una casa de reposo para escritores. Se traslada para tener
unos días de descanso (“podría sentarme en un escritorio sin tener que
convertirlo tres veces al día en la mesa para comer”), escribir y traducir y,
sobre todo, para reflexionar, encontrarse consigo misma y repasar su vida. Nina
vive en Leningrado con una hija de catorce años y todavía no ha superado la
detención de su marido en 1938 al que han condenado a “diez años sin derecho de
correspondencia”. Los recuerdos de Aliosha, su marido, le atraviesan
constantemente y no piensa más que en su posible muerte en un campo de trabajo
en Siberia.
En la casa de reposo convive con
otros escritores, la mayoría obedientes representantes de la cultura oficial.
La novela transcurre entre los meses de febrero y marzo de 1949, veintiséis
días que la autora pasa en las montañas, rodeada de bosques y de nieve. Uno de
los escritores que también pasa unos días de descanso es Nikolái A. Bilibin,
que está rematando una novela sobre “las minas de carbón de Siberia, de las
avanzas técnicas de explotación de la hulla, de la incorporación de
maquinaria”. En sus paseos por él, Nina descubre que Bilibin ha pasado cinco
años en Siberia, condenado a uno de esos campos donde ella piensa que todavía
puede encontrarse su marido, agarrándose a una tímida esperanza. Pero Bilibin
le confiesa la verdad de la condena de su marido: esos diez años son un
eufemismo que empleaban las autoridades para evitar decir que ya había sido
ejecutado. Nina se siente entrañablemente unido a este escritor, que de alguna
manera le trae la voz y los recuerdos de su marido y con él establece una
inestable relación especial.
No le ocurre lo mismo con todos los
escritores de la casa de reposo. A la mayoría les considera atrapados, como ya
sucedió en 1938 durante las Grandes Purgas, en el lenguaje vacío lleno de
clichés que emplean las autoridades, y ellos mismos, para hablar de literatura
y de la situación política que atraviesa la URSS. En esos años, precisamente se
desata una campaña contra el “cosmopolitismo”, otro eufemismo -en este caso de “antisemitismo”-
para decir que se estaba deteniendo a muchos judíos, como pasó en la realidad.
Pero ese lenguaje de “cáscara vacía” es la nota distintiva del régimen, una
combinación de signos convencionales, de expresiones estereotipadas que no
tienen ningún contenido. Nina, y la propia autora, Lidia, se rebelan contra ese
demagógico empleo del lenguaje, que se traslada al estilo, diáfano, auténtico y
transparente, uno de los grandes aciertos de esta novela que profundiza en el
drama interior de la protagonista y en la dificultad de adaptarse a la moral y
a las trampas semánticas del régimen.
Lidia Chukóvskaia vivió un suceso
parecido al de la protagonista de Inmersión.
Su marido, Matvéi Bronstein, un famoso físico, fue arrestado en 1937. Ella
acudía todos los días a la cárcel para interesarse por el destino de su marido
y para enviarle cartas y paquetes de comida. En una de las colas que tenía que
guardar conoció a la escritora Anna Ajmátova, la autora de Réquiem, poemario en el que evoca la detención de su hijo y las
largas horas que pasó con otras mujeres en las puertas de las cárceles. Las dos
compartieron una amistad durante décadas, sobre la que Lidia escribió Apuntes sobre Anna Ajmátova, de próxima
publicación en esta misma editorial. En 1974, Lidia fue expulsada de la Unión
de Escritores, la organización literaria oficial, por defender a los disidentes
Brodsky, Solzhenitsin y Sájarov.
Inmersión.
Un sendero en la nieve
Lidia Chukóvskaia
Errata naturae. Madrid (2017)
200 págs. 17,50 €.
Un libro magnífico.
ResponderEliminar