Eduardo Gris Romero es doctor en Literatura Comparada y experto en poesía amatoria antigua. Además, es autor de una novela policiaca, Amar mal mata (inteligente y recomendable) y una espléndida novela, Los pilares del cielo, que está teniendo una excepcional acogida entre los lectores más jóvenes (soy testigo de ello). Es, también, un lector consumado y entusiasta.
Eduardo Gris comienza por recopilar los poemas amatorios de la época de Mesopotamia, Egipto, China. Grecia, Israel… Cuando tenía muy encarrilado su estudio, su director de tesis le habló de la poesía amorosa de la India: “no me imaginaba yo entonces –escribe-, ni por lo más remoto, la joya que iba a descubrir”.
La panorámica que ofrece esta selección es muy completa y está pensada para que los lectores no especializados puedan descubrir la calidad de una poesía que, en principio, puede parecer exótica y muy alejada de los intereses contemporáneos (pronto se darán cuenta de todo lo contrario). El libro contiene los poemas que ha considerado más “hermosos, interesantes e ilustrativos” para el lector de hoy. Y para su mejor comprensión, ofrece unos breves comentarios que ayudan a entender su significado y algunas claves culturales. Estos comentarios no están hechos con una finalidad académica sino divulgativa.
“Querido de mi corazón, amado mío, / tu encanto es dulce, dulce como la miel”. Así comienza uno de los poemas sumerios más conocidos, que tienen como contexto la celebración de las bodas entre Inama, diosa sumeria del amor y la fertilidad, y Dumuzi, el dios-pastor. Los dos dioses son protagonistas de un conjunto de poesías que se encontraron en unas excavaciones arqueológicas en Mesopotamia, unas tablillas con textos con caracteres cuneiformes. Son poemas que frecuentemente –será algo habitual en la poesía amatoria antigua- están puestos en boca de una mujer y lo más seguro es que fueran cantados o recitados durante la celebración de ceremonias litúrgicas relacionadas con estos dioses. En ellos, los más antiguos de todos, aparecen personajes, temas y motivos que se repetirán en todas las culturas.
Siguiendo el hilo cronológico de la historia, analiza a continuación los poemas amorosos que se han conservado de la literatura egipcia. Los textos proceden de tres papiros y también se encontraron sobre la superficie de una vasija cuyos fragmentos han ido recuperándose en sucesivas campañas arqueológicas. “Tu voz es para mí como el vino: / oírla me reconforta. / Verte con cada mirada / me alimenta más que la comida y la bebida”. En estos poemas encontramos imágenes muy conseguidas, atrevidas, arriesgadas y hasta divertidas. Como en toda la literatura antigua, hay también poemas con un explícito erotismo a la hora de abordar las relaciones entre los amantes. Hasta en esto no somos tan modernos.
Características similares, con sus peculiaridades, aparecen en la poesía china, llena de “delicada elegancia, de embriagadora cadencia, de fecunda sobriedad”. Todo un descubrimiento. Magníficas poesías que insisten, además, en temas clásicos a la hora de hablar del amor: el lamento femenino por la juventud perdida y la pena que sufre la enamorada por la ausencia del amado.
“Entre los siglos VII y V a.C., entre los grandes poemas épicos de Homero y el apogeo del teatro clásico, el género central de la literatura griega es la lírica”. Con la lírica arcaica griega –que, por desgracia, ha llegado muy mutilada- aparecen cambios trascendentales que marcarán la pauta de la posterior poesía: la personalidad del poeta irrumpe de manera decidida en los poemas. Se reproducen en este capítulo algunos poemas de Arquíloco, Safo, Íbico, Teognis de Mégara y Anacreonte, poeta con una vida complicada que, sin embargo, exalta en sus poesías “la vida cómoda y la bebida”.
El siguiente capítulo está dedicado a la literatura hebrea, en concreto al Cantar de los Cantares. Su redacción final es de los siglos IV y III a.C. y admite diferentes lecturas, también la alegórica. Resultan muy interesantes los pasajes seleccionados y las claves de interpretación que se ofrecen de unas poesías que han marcado a tantos poetas (como San Juan de la Cruz). Es un fantástico libro.
Y, por último, Eduardo Gris habla de la desconocida poesía de la India. Su análisis se centra El Sattasai, una colección de poemas que fueron compuestos entre los siglos III y VI d.C. Son poemas muy breves, muy directos, muy eficaces: “Felices aquellas / que ven al amado en sueños. / Yo no puedo dormir sin él: / ¿cómo voy a soñar?”. En su mayoría –hay una generosa selección- reflejan las relaciones amorosas de los campesinos. Están escritas en páncrito, “una imitación literaria del idioma que hablaban las gentes humildes”, en contraposición al sánscrito, que era el idioma de la alta cultura. Para Gris Romero, en estas poesías vuelven a encontrarse los mismos temas que ya aparecían en la poesía sumeria y repiten el resto de culturas: el planto femenino por la ausencia del amado, la presencia de la madre de los enamorados y, entre otros temas, el amor como fenómeno violento y arrebatado.
Los poemas de amor más antiguos del mundo ofrece un insólito viaje poético, ameno y muy completo, a las raíces de nuestra poesía amatoria. La selección de poemas presenta las diferentes maneras de abordar este tema, un clásico, a lo largo de la historia antigua, con las características propias de cada cultura. Pero si algo demuestra el libro es la universalidad de unos mismos sentimientos humanos y la fuerza del amor como tema lírico por excelencia. En muchos momentos, aunque uno estaba leyendo poemas de la civilización mesopotámica o china o de la India, la sensación era de una sintonía afectiva cercana, actual y moderna. Y es que no hemos cambiado tanto, por lo menos a la hora de hablar del amor.
Los poemas de amor más antiguos del mundo
Eduardo Gris Romero
Pre-Textos. Valencia (2022)
260 págs. 25 €.
No hay comentarios:
Publicar un comentario