domingo, 20 de marzo de 2022

"El mal del chamán", de Jacek Hugo-Bader

 


No se entiende El mal del chamán (1), el nuevo libro del periodista Jacek Hugo-Bader (Polonia, 1957), sin conocer sus libros anteriores, de manera especial los tres que ha dedicado a describir las ruinas de la antigua URSS, de la que es todo un especialista, tres espléndidos libros (El delirio blancoDiarios de KolimáEn el valle del paraíso) que reúnen reportajes muy variados todos ellos con un mismo hilo conductor: las huellas del comunismo en personas la mayoría anónimas que han sido trágicas víctimas de un utopismo delirante. Hugo-Bader escribe en el diario polaco Gazeta Wyborcza.

 

Una realidad marcada por el pasado

 

El primero, El delirio blanco (2016), publicado en España por la editorial Dioptrías, cuenta cómo se imaginaban en 1957 algunos escritores y analistas soviéticos que sería la URSS en el siglo XXI; el “mundo perfecto” y distópico que ellos creían con la férrea fe comunista en el progreso, dio paso cincuenta años después a una realidad rota y a un mundo fracasado. Para demostrarlo, Hugo-Bader viaja en 2007 por Rusia, desde Moscú a Vladivostok, en un Citroën 4x4 y describe una sociedad con múltiples y visibles lacras personales y colectivas, entre las que destaca el alcoholismo y la locura. 

En Diarios de Kolimá (2018), publicado ya en La Caja Books, Hugo-Bader vuelve a viajar a la antigua URSS para recorrer en 2011, ahora en autostop, los 2.025 kilómetros de la llamada Autopista de Kolimá, una ruta que comunica Magadán, la capital, con Yakutsk, y en donde se calcula que hubo más de 160 campos de concentración donde murieron más de tres millones de personas de los más de 30 millones que fueron deportados a los gulag de Siberia. El autor cuenta en este libro un viaje plagado de encuentros con todo tipo de personas y al hilo de estas conversaciones sale a relucir el doloroso pasado de esta tierra. Pero el libro atiende al presente, a los modos de vida actuales, a la capacidad de sobrevivir en circunstancias tan extremas.


 

Entrevistando por todo el país

 

El tercer volumen, En el valle del paraíso, publicado en España en 2021 también en La Caja Books, contiene un conjunto de reportajes de sus viajes desde 1990 hasta el año 2000. Lo que les une es mostrar las persistentes huellas del comunismo y, de manera especial, las cicatrices que todavía son bien visibles en la manera de funcionar tanto en la vida política y social como en las relaciones humanas. Salen tártaros anónimos que fueron perseguidos a partir del año 1945; mujeres chechenas que buscan a sus hijos desaparecidos en la guerra; generales soviéticos que fracasaron en Afganistán; judíos que fueron deportados a Jabarovski del Amur…

Entrevista también al camarada Kaláshnikov, un comunista férreo que no admite ninguna duda en su irracional patriotismo. Lo mismo le pasa con Alexandr Lebed, antiguo Secretario de Seguridad de Rusia, quien afirma que “quien no añora la URSS no tiene corazón”. Viaja también a la sede de Grazpon, en la ciudad de Yámburg; a Kirguistán, donde conoce en directo el tráfico de drogas. En Kazajistán, comprueba las consecuencias de las más de 400 explosiones nucleares que se llevaron a cabo entre 1949 y 1989; y viaja a Vorkutá, en la República de Komi, 160 kilómetros más allá del círculo polar.


Heredero de Kapuscinski

 

Los tres volúmenes citados tienen en común una misma técnica periodística, similar a la que emplea la premio Nobel de literatura Svetlana Alexiévich, por ejemplo en uno de sus libros más difundidos, El fin del “Homo sovieticus”(2015, ver Aceprensa 20 Enero 2016). Como ella, Hugo-Bader construye sus reportajes con conversaciones con infinidad de gente anónima; no son entrevistas convencionales sino una selección de momentos especiales de las largas conversaciones que ha mantenido con ellos. Es la misma técnica que también emplea otra periodista polaca de reconocido prestigio, Margo Rejmer (Varsovia, 1985), autora de Bucarest. Polvo y sangre (2019) y Barro más dulce que la miel (2020), este último dedicado a la Albania comunista. 

En su último libro, El mal del chamán, aparecido en Polonia en 2020, recurre a esta misma manera de contar, que ya empleó en tantas obras el periodista y viajero polaco Ryszard Kapuscinski (1932-2007), a quien Hugo-Bader considera su maestro. Como afirma en un pasaje concreto de este libro, a la pregunta de qué clase de libros escribe, contesta: libros “que no me los invento, que tengo que ver, oír o, mejor todavía, probar, participar, apuntarlo todo, grabarlo, fotografiarlo”. Para escribir este libro, que transcurre en diferentes repúblicas y ciudades de Siberia, “recorrió en tren, autobús y autostop nueve mil setecientos kilómetros”. El periodista polaco no hace un periodismo intelectual, reforzado y ampliado por un abundante aparato bibliográfico de los sitios que recorre y los temas que frecuenta; al contrario, intenta no leer apenas nada para no perder “energía y curiosidad” en sus entrevistas y en su acercamiento al mundo que ha elegido. 

 

Auge de los servicios mágicos en Rusia

 

A diferencia de los otros libros, de contenido más amplio, El mal del chamán está centrado exclusivamente en los chamanes, figuras muy populares en toda la antigua URSS, pero de manera especial en las repúblicas siberianas de Yakutia, Jakasia, Altái, Tuvá y Buriatia. Hugo-Bader entra en contacto con personas vinculadas con el chamanismo: pacientes, familiares, curiosos, los propios chamanes o estudiosos del tema. Su manera de contar es la descripción concreta de lo que hacen y dicen sus interlocutores, sin aportar, salvo casos aislados, mucho contexto teórico al tema. Se trata de mostrar la presencia de los chamanes y el papel que desempeñan en la sociedad actual. Tras el largo paréntesis del comunismo, donde el chamanismo fue perseguido (lo mismo que otras religiones), existe hoy día un deseo especial de volver a las raíces y recuperar las creencias antiguas de pueblos que habitaron estos territorios.


 

Sin lugar a dudas, lo que Hugo-Bader llama “servicios mágicos” –donde se incluye el chamanismo y los videntes, brujos, quirománticos, esotéricos, astrólogos, ocultistas, espiritistas…- vive un momento de
esplendor en Rusia. Si en toda la Federación de Rusia trabajan más de 640.000 médicos, los que se dedican a estas artes “extrasensoriales” son más de 800.000 mil. En Siberia, los chamanes, a los que se llama tengristas (porque dan culto al dios Tengri, el soberano del mundo superior), están intentando que se les apruebe como la quinta religión, lo que les está llevando a organizarse en diferentes federaciones, algo insólito en la larga historia del chamanismo. 

Hugo-Bader critica esta tendencia del chamanismo de querer aparecer como una religión “oficial”: “el chamanismo –escribe-, cuando pretende demostrar que es una religión, se vuelve increíblemente chillón, vulgar y desordenado, muchas veces directamente sucio. Cuando intentan hacer algo monumental, les sale una grotesca Disneylandia de plástico al estilo chino”. Como se aprecia en este libro, no hay entre los chamanes ni liturgia, ni jerarquías, ni dioses, ni teología…, aunque algunos están intentando recientemente dar al chamanismo un cuerpo doctrinal y espiritual y practicarlo hasta en lugares específicos.

 

El caftán y el tambor

 

Vistas las posibilidades de negocio, que lo hay (como pasa en todo el mundo con los fenómenos esotéricos), últimamente hay personas que se presentan como chamanes sin haber sido estrictamente “elegidos”. Y es que el chamán no se hace así mismo sino que, en un momento concreto de sus vidas, reciben lo que ellos denominan “el mal del chamán”, una señal de que han sido elegidos. Desde entonces, no pueden dar la espalda a este destino y asumen su condición de ser una referencia y una ayuda para su gente, sus vecinos y compatriotas. Y no se convierte uno en chamán porque posea una trayectoria vital intachable y virtuosa. Al contrario, la mayoría reciben la llamada después de vidas azarosas, con problemas con la ley, las drogas y el alcohol, como se puede comprobar en los numerosos testimonios de estos reportajes. 


De pronto hay en ellos una transformación “mágica” de sus vidas, y desde ese momento son capaces de provocar alteraciones en su estado de conciencia y con la ayuda de unos ritos más o menos parecidos, por lo menos en Siberia (los  inevitables caftanes repletos de cintas y lazos, el omnipresente tambor, las velas, las ofrendas, los cánticos…), descubren las claves de las vidas de los pacientes que acuden a sus consultas, que lo hacen por motivos muy variados (como se acude a los videntes en las sociedades europeas): por una catástrofe vital o sentimental, enfermedades, problemas matrimoniales, dificultades con los hijos, depresiones, etc. Con estos pacientes también tiene el periodista polaco increíbles conversaciones.

 

Mostrar una realidad viva y omnipresente

 

Como decía, no hay teorías, ni valoraciones en estos reportajes. No es la intención de Hugo-Bader desenmascarar a nadie, ni discutir sus contradicciones, ni cuestionar sus peregrinas ocurrencias: por ejemplo, para el chamán Artiom Ignatenko, “no se debe dejar en la peluquería el pelo cortado, porque primero se queda en el suelo, donde todo el mundo lo pisa, y luego va a parar a la basura. Debéis tener en cuenta que es parte de vuestro cuerpo. Hay que llevárselo y quemarlo”. Otro chamán organizó una surrealista y famosa caravana rumbo a Moscú para expulsar a Putin del Kremlin, procesión a la que se sumó Hugo-Bader durante unas jornadas. 

Él se dedica sin más a recopilar informaciones y a mostrar de manera objetiva esta presencia activa y bien visible de los chamanes en todas las capas sociales de Siberia, en unas repúblicas y ciudades más que en otras. Aaunque el chamanismo tiene cada vez más presencia en las ciudades, es sobre todo un fenómeno rural que requiere de los chamanes un asiduo contacto con la naturaleza, en su caso la taiga, lugar donde viven o a donde se retiran algunos de los que circulan por este libro. 

 

Nada es casual

 

Para el chamanismo, no hay casualidades. Todo tiene un sentido y una explicación. El pasado se mezcla con el presente y los espíritus con los vivos y los muertos. Cada criatura del mundo vegetal y animal tiene su propia alma. Los mundos paralelos se entremezclan. Hace falta alguien que se ponga en contacto con las otras realidades e interprete los hechos. A eso se dedican los chamanes, a librar al mundo del mal. Suelen alternar sus consejos (muchas veces, repletos de imágenes y conceptos nebulosos o apocalípticos) con la elaboración de ancestrales recetas medicinales, como las que recomienda el chamán Antoni Ondar, entre las que se incluye grasa de tejón para la tos, bilis de oso para las úlceras de estómago y lo que llama el castóreo, que es la secreción de las glándulas anales del castor, líquido que se puede untar por las piernas o beberlo, dependiendo de la enfermedad.  

 

La antítesis del ateísmo

 

En El mal del chamán, Hugo-Bader realiza un detallista y exhaustivo trabajo de campo con el fin de dar voz a unos personajes que son los que tienen la palabra y el protagonismo.

Libro muy ameno, a veces un tanto reiterativo (salvo excepciones, el discurso de los chamanes suele ser muy parecido) que presenta una consolidada realidad antropológica que sirve para visualizar cómo una parte de la sociedad siberiana se enfrenta hoy día a los problemas y dificultades que les sobrepasan y que no tienen una fácil y rápida solución. El recurso a este singular animismo que practican los chamanes es también una reacción a tantos años de una educación soviética que imponía el ateísmo y el culto a la ciencia. 


            

(1) El mal del chamán. Jacek Hugo-Bader. La Caja Books. Valencia (2022). 364 págs. 21,90 € (papel) / 9,99 €. T.o.: Szamanska choroba. Traducción: Ernesto Rubio y Agata Orzeszek.

 

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