lunes, 17 de noviembre de 2014

“El final de Sancho Panza y otras suertes”, de Andrés Trapiello


Diez años después de publicar Al morir don Quijote, la imaginativa y conseguida continuación de la obra de Cervantes, regresa el escritor Andrés Trapiello (1953), cervantista convencido, a la historia de los personajes más cercanos a don Quijote. Vuelven a aparecer la ama Quiteria, la sobrina Antonia, el Bachiller Sansón Carrasco y, sobre todo, Sancho Panza, cada vez más quijotizado.
Esta nueva novela enlaza con el argumento de Al morir don Quijote. La situación en la aldea es complicada para todos; el bachiller Sansón, enemistado con su familia, se ha casado con la sobrina de don Quijote, Antonia, ahora más madura tras una fase de veleidades amorosas que pusieron en serio peligro su fama; la ama Quiteria, amargada, echa continuamente de menos a don Quijote; y Sancho, cabizbajo y deprimido por la ausencia de su amo, se siente como encerrado en el pueblo, ansioso de nuevas aventuras. Todos tienen ya conocimiento de los libros que circulan con las aventuras protagonizadas por don Quijote, y viven bajo la sospecha de que todo lo que les sucede acabará apareciendo en un futuro libro. En este sentido, el autor juega continuamente con la ficción y la literatura, con los libros y la vida, pues Sancho y compañía se encuentran con otros personajes de El Quijote, quienes también han leído sus aventuras descritas en los libros anteriores. El autor no solo incluye referencias a la primera y segunda parte, las escritas por Cervantes, sino que también circula ya un tercer libro en el que se retratan los sucesos acaecidos tras la muerte de don Quijote, el volumen escrito por Trapiello.
Hartos de los problemas que tienen en la aldea, asediados por un escribano sin escrúpulos que quiere hacerse a toda costa con la hacienda de don Quijote, deciden cambiar de aires y emprender rumbo a las Indias. Todos, menos Sancho, están decididos a rehacer allí sus vidas. Sancho no mira con buenos ojos un viaje tan arriesgado, sin su familia y con la fama negativa que también tenía viajar a las Indias, “refugio y amparo de los desesperados de España, iglesia de los alzados, salvoconducto de los homicidas, pala y cubierta de los jugadores, añagaza de las mujeres libres y, en fin, engaño común de muchos y remedio particular de pocos”. Pero Sancho sabe que su destino está irremediablemente unido al de Sansón y los familiares de don Quijote.
Toda la primera parte cuenta las numerosas dificultades que padecen durante el camino y en la ciudad de Sevilla hasta que consiguen embarcarse. Algunos sucesos que viven tienen el eco de lo que cuenta Cervantes sobre el patio de Monipodio en Rinconete y Cortadillo. El abigarrado y multicultural ambiente sevillano está muy bien descrito: hay autos de fe de la Inquisición, la descripción del puerto y de la cárcel, peleas, asaltos, visitas a academias... hasta visitan un corral de comedias donde, curiosamente, los actores representan algunas de las aventuras de don Quijote.
Y por fin viajan a las Indias. Durante la travesía, viven encuentros curiosos, como el que tienen con el esperpéntico Gran Lesmes o con un refinado y culto pirata inglés, buen conocedor de las obras de Cervantes. Ya en las Indias tienen un accidentado viaje hasta que llegan a la ciudad de Arequipa, donde vive un tío de Sansón Carrasco, bien instalado y con muchas riquezas. Allí intentan rehacer sus vidas.
“Señor capitán –cuenta el bachiller Sansón al pirata inglés- vienen sucediéndonos tales cosas que os asombraría saberlas, de no saber que todo lo que se roza con don Quijote parece cosas, en verdad, de encantamiento”. Y es que, como dice más adelante el propio Sansón, “el haber conocido a nuestro buen amigo don Quijote nos ha mudado a todos, que esto tienen las vidas y las obras de los hombres esclarecidos”. La huella de don Quijote en cada uno de estos personajes es muy fuerte y marca sus vidas, y todos le recuerdan constantemente, bien porque han asimilado los valores idealistas de don Quijote, como les sucede a Sansón y Sancho, bien porque se encuentran con personajes que proceden de las historias narradas por Cervantes, bien porque muchos han leído las aventuras del Caballero de la Triste Figura. Y es que para Sansón, enamorado de los libros de Cervantes, lo que allí se cuenta “es historia que los niños manosean, los mozos leen, los hombres entienden y los viejos celebran”.
Como en Al morir don Quijote, Trapiello recrea no sólo el estilo literario de Cervantes, lo que ya de por sí tiene mucho mérito; lo más importante es que reproduce el espíritu cervantino sin que suene a impostado. Sancho, y este es uno de los grandes aciertos del libro, es el mismo que viajaba con don Quijote, ahora con más experiencia de la vida después de haber asimilado aquellas experiencias y, también, de haber leído las historias que circulan en boca de todos. El bachiller Sansón se siente deudor del espíritu libre de don Quijote y de sus ansias de cambiar el mundo; la sobrina y el ama reconocen que a pesar de los disgustos que les dio en vida, su amo y tío dotaron a sus vidas de fama y popularidad.
La novela es cervantina en su estilo, ambientación, descripciones, personajes y desarrollo argumental, con la inclusión de deliberadas y enrevesadas historias bizantinas, como sucede en El Quijote, repletas de casualidades insospechadas, como el encuentro de Sancho y el bachiller con el padre de Antonia en la cárcel de Sevilla. Los retratos de personajes que realiza Trapiello son herederos de la pluma cervantina, como el que hace de Fruncida, la ama de llaves del escribano De Mal: era “una mujer de cortísima estatura, rostro de garduña y aspecto ceniciento a quien las ropas negras daban un aire religioso, místico y tumefacto”. También hay irónicas alusiones al realismo mágico americano y muchas referencias metaliterarias que tienen que ver, aunque no solo, con el Siglo de Oro español. Y discursos muy emotivos y sobresalientes, como la carta de Sancho a su mujer Teresa cuando decide irse con el bachiller Sansón a Sevilla o la magnífica despedida de Sancho de su rucio poco antes de zarpar de Sevilla o las palabras de Sansón referidas a la fidelidad de Sancho Panza: “A lealtad nadie te fue a la mano ni consentiste que nadie te tocara un pelo de la barba”, porque “tú has sido la verdadera obra de don Quijote, en punto a libertad”.
Las numerosas intervenciones de Sancho (de lo mejor en esta novela, como sucedía también en la Segunda Parte de El Quijote) derrochan ingenio, sabiduría popular, llaneza, profundidad y sentido común y, además, muestran que los valores que movieron a don Quijote a “ayudar a los menesterosos, libertar a los sujetos y sujetar a los soberbios, amparar a las viudas y huérfanos y enderezar entuertos y embrollos” siguen vivos en estos personajes. Trapiello vuelve a realizar un grandísimo homenaje a Cervantes demostrando que el mundo que creó y sus valores siguen alimentando la vida y la literatura muchos siglos después.


El final de Sancho Panza y otras suertes
Andrés Trapiello
Destino. Barcelona (2014)
432 págs. 19,50 €.


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