lunes, 26 de noviembre de 2012

“Las leyes de la frontera”, de Javier Cercas

 
 

Tras Anatomía de un instante, ingenioso ensayo sobre la transición española, regresa Javier Cercas (Cáceres, 1962) a la ficción con una novela que guarda bastante parentesco con el anterior, pues también está ambientada en esos años, finales de los setenta, aunque el mundo que retrata y la forma de hacerlo sean radicalmente distintos.

El autor de Soldados de Salamina ha querido novelar en Las leyes de la frontera el mundo de los quinquis y de la delincuencia marginal del posfranquismo, que acabó creando una serie de mitos, como Juan José Moreno Cuenca, El Vaquilla, idealizado con tanto éxito en películas, canciones, libros y en los medios de comunicación. Recientemente incluso ha habido una exposición sobre este tema, Quinquis de los 80, quizás el acicate para que Cercas se decidiese a escribir un libro ambientado en ese mundo subterráneo que pocos años después despertó un inusitado interés mediático, convirtiendo a estos delincuentes en personajes mitificados que encarnaban de alguna manera el atractivo por el riesgo, el peligro, la violencia, además de ser también el rostro de la frustración y de los perdedores de la España de finales de los setenta. Resulta curioso que sobre este tema y algunos de sus emblemáticos personajes, como el ya citado El Vaquilla, se rodaran tantas películas y apareciesen tantos libros. Hasta los propios protagonistas sucumbieron a este interés mediático y explotaron su imagen y su fama todo lo que pudieron.
 

Tiene, pues, Las leyes de la frontera un destacado interés social. Cercas se ha documentado muy bien y ha sabido reconstruir con minuciosidad esa España lumpen en la que las bandas juveniles campaban a sus anchas en las zonas pobres “más allá de la frontera”, dedicadas a una delincuencia en principio menor que, sin embargo, sobre todo por la súbita irrupción de las drogas, se dedicó después a actividades más peligrosas, como le sucede a la banda de El Zarco, el delincuente protagonista de esta novela. Pero Cercas es consciente de que su novela no podía quedarse solamente en el terreno documental y debía que incluir otros ingredientes que hiciesen que la novela tuviese más variedad y levantase el vuelo, desde un punto de vista humano y también literario. Para ello, incluye a un personaje, Ignacio Cañas, El Gafitas, prestigioso abogado penalista en el momento en que transcurre la parte final del libro, quien con dieciséis años perteneció a la banda de El Zarco y casi treinta años después ha decidido contar su pasajera relación con la banda y la influencia que ha tenido después en su vida personal y profesional.

La novela está concebida como una serie de entrevistas que hace la persona que ha sido elegida para escribir la vida de El Zarco y El Gafitas. En ellas, los entrevistados recuerdan su relación con El Zarco, cada uno desde su perspectiva. Aunque son tres los entrevistados, el director de la cárcel y el inspector de policía que detuvo a El Zarco después de uno del asalto a un banco en Gerona, el principal protagonismo, con mucha diferencia, lo tiene el propio Gafitas, pues, incapaz de escribir él directamente un libro sobre esos años, ha recurrido a la persona que le está entrevistando para que sea él quien escriba sus recuerdos.

La primera parte, transcurre en el verano de 1978, en una Gerona “húmeda, oscura, solitaria y cochambrosa”. Ignacio Cañas estudia segundo de BUP y en el Instituto ha sufrido muchas vejaciones por parte de un grupo de compañeros que la han tomado con él. Para esconderse de ellos tras acabar el curso, se refugia en unos billares, donde pasa horas jugando a las máquinas. Un día de ese verano entra en los billares El Zarco, ya conocido delincuente, acompañado de Tere, una joven de la que El Gafitas se queda prendado. El Zarco invita a Cañas a visitarle en un bar situado en el barrio del chino. Aunque sabe que El Zarco y Tere pertenecen a un mundo que no guarda ninguna relación con él –Cañas es un charnego de clase media; Tere y El Zarco representan el sórdido mundo que está más allá de la frontera-, acude a la cita más que nada por volver a ver otra vez a Tere. Para estar cerca de ella, y por orgullo personal, comienza a acompañar al Zarco y su banda a cometer algunas fechorías, al principio de poca entidad pero poco a poco más peligrosas. Un día, después de cometer un robo en un banco, se dan cuenta de que a la salida (¿un chivatazo?) les estaba esperando la policía, hay una persecución y acaban deteniendo a El Zarco y a los otros miembros de la banda. Solo El Gafitas consigue escapar y lo sucedido le lleva a recapacitar, a olvidarse de su vida de quinqui y volver a sus anteriores rutinas.

La segunda parte comienza veinte años después. El Gafitas es ahora un prestigioso abogado y El Zarco ha sido un destacado mito de la delincuencia juvenil, un personaje que ha ocupado las primeras páginas en la prensa por sus fechorías y sus evasiones, convertidas en películas y programas televisivos. Pero El Zarco se encuentra ahora en el declinar de su prestigio y liderazgo y apenas nadie la hace ya caso. Por eso decide pedir el traslado a Gerona y, a través de Tere y de la prometida de El Zarco, solicitar que sea El Gafitas su nuevo abogado. Aunque Cañas ha mantenido oculto su pasado, no se ha olvidado de El Zarco ni de Tere, con quien vuelve a mantener una intensa e intermitente relación amorosa, uno de los ejes centrales de la novela. Desde la llegada de El Zarco a Gerona, su vida cambia radicalmente, como si el pasado le exigiese ahora estar a la altura de las circunstancias.

En el desarrollo de la novela, poco a poco la vida de El Zarco pierde protagonismo y el interés pasa a las ambiguas relaciones amorosas entre Cañas y Tere, siempre con el telón de fondo de lo que pasó entre ellos y con El Zarco hace tantos años y de sus vicisitudes en prisión.

Javier Cercas ha buscado una estructura original, con el relato a modo de confesiones de los entrevistados, técnica arriesgada con la que lo que se gana en cercanía e intensidad se pierde en ocasiones en verosimilitud, aunque Cercas maneja la novela con soltura y mucha calidad. El ambiente en el que se mueve la novela es el mundo arrabalesco, sórdido y marginal de Gerona, con sus implicaciones amorales y con puntuales escenas sexuales, atmósfera turbia que está presente a lo largo de toda la novela. La parte sociológica y documental está muy conseguida, con una perfecta recreación de la época también a ras de suelo, aunque hay que reconocer que se trata de un mundo muy conocido al haber sido explotado en exceso en películas y libros. La parte amorosa, la que pretende incluir profundidad y una intriga distinta al destino de El Zarco, es arriesgada y a menudo deliberadamente hinchada y sofisticada.


Las leyes de la frontera
Javier Cercas
Mondadori. Barcelona (2012)
384 págs. 21,90 €.

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