viernes, 4 de enero de 2013

“Por qué nos gustan las guapas”, de Rafael Azcona


Rafael Azcona (1926-2008) es conocido sobre todo por su labor como guionista de películas tan famosas como El pisito, El verdugo, Plácido, El cochecito y, más contemporáneas, entre otras muchas, Belle Epoque y La lengua de las mariposas,.

Pero Azcona cuenta también con una interesante trayectoria como escritor que es más desconocida. Según se cuenta en este libro, comenzó con una intensa actividad como poeta, que potenció primero en Logroño y luego en Madrid. Tras conocer a Antonio Mingote, comenzó a colaborar en La Codorniz, “la revista más audaz para el lector más inteligente”.

Además de sus guiones, editados en diferentes editoriales, también se han publicado sus novelas. Alfaguara reeditó en 2011 Estrafalario, que contiene tres de sus novelas más famosas: Los muertos no se tocan, nene, El pisito y El cochecito. También escribió El repelente niño Vicente (1956), Los ilusos (1958, reeditada en 2008 en Ediciones del Viento), Pobre, paralítico y muerto (reeditada en Ediciones del Viento en 2008), Los europeos (reeditada en en Tusquets en 2006) y Memorias de un señor bajito (edición en Pepitas de Calabaza en 2007). Pero hasta ahora no se habían reunido los escritos que Azcona publicó en la revista La Codorniz.

Los primeros textos de Azcona aparecieron en 1952. Colaboró hasta 1958, poco antes de su estreno como guionista con la adaptación de su novela El pisito, después de conocer al director italiano Marco Ferreri, con el que trabajó en muchos proyectos. Pepitas de Calabaza edita el primer volumen de los tres que van a publicarse con los escritos de Azcona en La Codorniz. En el primero aparecen sus textos desde 1952 a 1955. En el siguiente, ¿Son de alguna utilidad los cuñados?, aparecerán los de 1956 a 1958. El tercer volumen, Repelencias, estará dedicado a sus dibujos, viñetas, collages, etc.

En Por qué nos gustan las guapas está el germen del humor que Azcona luego explotará en sus guiones más celebrados y en sus novelas. Todas son colaboraciones breves en las que, con un insólito sentido del humor, se ríe de los tópicos más manoseados por una sociedad esclerotizada que vivía cómodamente asentada en unos clichés lingüísticos, morales, afectivos que se ramificaban en las estereotipadas relaciones sociales y sentimentales, en el mundo laboral, en la educación, en los contenidos de los medios de comunicación... Azcona sabe sacar punta a esta irónica y sarcástica perspectiva que le lleva a cuestionar el generalizado mundo de los tópicos. Como escribe el propio Azcona refiriéndose a su trabajo en La Codorniz, “me encuentro estupendamente haciendo estas cosas: tirarle de la barba a la severidad, a la tristeza, a la melancolía y a la estupidez, es una delicia”.

Aparecen en estos textos personajes habituales en La Codorniz, como los pobres y mendigos, Don José, Don Herminio...; la parodia de los géneros literarios de moda (la poesía romántica, los folletines, la poesía más vulgar...); peregrinos consejos sobre urbanidad; consultorios; situaciones ciertamente estrambóticas (como el enfado de unos amigos y familiares con un moribundo porque, cuando ya está todo preparado para el entierro, no acaba de morirse o la llegada de un inspector de tontos a un pueblo); secciones que intentan resolver cuestiones que plantean los lectores (“Cómo se fabrica un poeta”, “¿Puede un señor ser perro de san bernardo?”, “¿Por qué hay gente tan imbécil?”); “edificantes fábulas”; “eruditas disertaciones”; remedos de cuentos y libros clásicos”, “nuestros bonitos test” (¿Es usted peatón o automóvil?); “Enciclopedia de la familia”...

Maneja Azcona, como tantos otros autores de La Codorniz (Miguel Mihura, Tono, Gila, Serafín, Conchita Montes, Perich, Máximo, Chumy Chumez...), un humor agudo, a su manera corrosivo, inteligente, original, que le sirve para mostrar con un tono amable una visión insólita de la sociedad franquista. Azcona, con un destacado dominio del lenguaje de la época, estira al máximo su realista, ingenuo y amargo sentido del humor para construir argumentos y escenas muy divertidas.

 
Por qué nos gustan las guapas
Rafael Azcona
Pepitas de Calabaza. Logroño (2012)
512 págs. 30 €.

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