Rafael
Azcona (1926-2008) es conocido sobre todo por su labor como guionista
de películas tan famosas como El pisito, El verdugo,
Plácido, El cochecito y, más contemporáneas, entre otras
muchas, Belle Epoque y La lengua de las mariposas,.
Pero
Azcona cuenta también con una interesante trayectoria como escritor
que es más desconocida. Según se cuenta en este libro, comenzó con
una intensa actividad como poeta, que potenció primero en Logroño y
luego en Madrid. Tras conocer a Antonio Mingote, comenzó a colaborar
en La Codorniz, “la revista más audaz para el lector más
inteligente”.
Además
de sus guiones, editados en diferentes editoriales, también se han
publicado sus novelas. Alfaguara reeditó en 2011 Estrafalario,
que contiene tres de sus novelas más famosas: Los muertos no se
tocan, nene, El pisito y El cochecito. También escribió
El repelente niño Vicente (1956), Los ilusos (1958,
reeditada en 2008 en Ediciones del Viento), Pobre, paralítico y
muerto (reeditada en Ediciones del Viento en 2008), Los
europeos (reeditada en en Tusquets en 2006) y Memorias
de un señor bajito (edición en Pepitas de Calabaza en 2007).
Pero hasta ahora no se habían reunido los escritos que Azcona
publicó en la revista La Codorniz.
Los primeros textos de
Azcona aparecieron en 1952. Colaboró hasta 1958, poco antes
de su estreno como guionista con la adaptación de su novela El
pisito, después de conocer al director italiano Marco Ferreri,
con el que trabajó en muchos proyectos. Pepitas de Calabaza edita el
primer volumen de los tres que van a publicarse con los escritos de
Azcona en La Codorniz. En el primero aparecen sus textos desde
1952 a 1955. En el siguiente, ¿Son de alguna utilidad los
cuñados?, aparecerán los de 1956 a 1958. El tercer volumen,
Repelencias, estará dedicado a sus dibujos, viñetas,
collages, etc.
En Por qué nos
gustan las guapas está el germen del humor que Azcona luego
explotará en sus guiones más celebrados y en sus novelas. Todas son
colaboraciones breves en las que, con un insólito sentido del humor,
se ríe de los tópicos más manoseados por una sociedad
esclerotizada que vivía cómodamente asentada en unos clichés
lingüísticos, morales, afectivos que se ramificaban en las
estereotipadas relaciones sociales y sentimentales, en el mundo
laboral, en la educación, en los contenidos de los medios de
comunicación... Azcona sabe sacar punta a esta irónica y sarcástica
perspectiva que le lleva a cuestionar el generalizado mundo de los
tópicos. Como escribe el propio Azcona refiriéndose a su trabajo en
La Codorniz, “me encuentro estupendamente haciendo estas
cosas: tirarle de la barba a la severidad, a la tristeza, a la
melancolía y a la estupidez, es una delicia”.
Aparecen en estos textos
personajes habituales en La Codorniz, como los pobres y
mendigos, Don José, Don Herminio...; la parodia de los géneros
literarios de moda (la poesía romántica, los folletines, la poesía
más vulgar...); peregrinos consejos sobre urbanidad; consultorios;
situaciones ciertamente estrambóticas (como el enfado de unos amigos
y familiares con un moribundo porque, cuando ya está todo preparado
para el entierro, no acaba de morirse o la llegada de un inspector de
tontos a un pueblo); secciones que intentan resolver cuestiones que
plantean los lectores (“Cómo se fabrica un poeta”, “¿Puede un
señor ser perro de san bernardo?”, “¿Por qué hay gente tan
imbécil?”); “edificantes fábulas”; “eruditas
disertaciones”; remedos de cuentos y libros clásicos”, “nuestros
bonitos test” (¿Es usted peatón o automóvil?); “Enciclopedia
de la familia”...
Maneja
Azcona, como tantos otros autores de La Codorniz (Miguel
Mihura, Tono, Gila, Serafín, Conchita Montes, Perich, Máximo, Chumy
Chumez...), un humor agudo, a su manera corrosivo, inteligente,
original, que le sirve para mostrar con un tono amable una visión
insólita de la sociedad franquista. Azcona, con un destacado dominio
del lenguaje de la época, estira al máximo su realista, ingenuo y
amargo sentido del humor para construir argumentos y escenas muy
divertidas.
Por qué nos gustan las guapas
Rafael AzconaPepitas de Calabaza. Logroño (2012)
512 págs. 30 €.
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