miércoles, 6 de noviembre de 2019

"Los nuestros", de Serguéi Dovlátov


Tras la publicación de RetiroOficio y La maleta, la editorial Fulgencio Pimentel publica una nueva novela del escritor ruso Serguéi Dovlátov (1941-1990), autor que tuvo que exiliarse de la URSS a Estados Unidos, pues en su país no se le autorizó a publicar ningún libro (que se distribuyeron secretamente con mucho éxito en samizdat), y cuya obra está siendo en los últimos años merecidamente revalorizada en Rusia y en otros muchos países. 
Nuevamente se inspira Dovlátov en su propia vida, engarzando historias que tienen que ver con sus familiares de distintas generaciones, con escenas de su propia vida y de su frustrada carrera como escritor y hasta de su perro Glasha, técnica que suele emplear en sus libros, todos ellos muy biográficos. “Tienen ante ustedes la historia de mi familia. Una historia, espero, bastante ordinaria”. Y sí, ordinaria es, aunque lo más interesante vuelve a ser el punto de vista del narrador, desenfadado, divertido, irónico con el que transforma a cada uno de estos familiares en ejemplares únicos. Además, Dovlátov tiene la habilidad de mostrar la realidad a pie de calle, donde descubre siempre matices grotescos. 
Sus retratos familiares son muy divertidos, ofreciendo siempre una imagen extravagante de algunos de sus antepasados, siempre cercanos y cotidianos, a pesar de que se destaquen algunas de sus manías. Por ejemplo, de uno de sus primos dice: “La vida había hecho de mi primo un delincuente. Creo que tuvo suerte. Si no, se hubiera convertido, sin duda, en un alto funcionario del Partido”. A su abuelo Moséi, que años después fue asesinado en un campo de concentración acusado de espía belga, lo describe de la siguiente manera: “Mi abuelo media cerca de siete pies de estatura. Podía meterse una manzana entera en la boca. Los bigotes le llegaban hasta los galones”. Además, Dovlátov muestra entre líneas las estrecheces, la pobreza, las limitaciones y la falta de libertad de un régimen que la pluma de Dovlátov transforma en absurdo, difícil de entender por sus constantes paranoias.
              Como destaca Ricardo San Vicente, traductor y autor del epílogo, Dovlátov emplea un estilo “breve, concentrado, con un humor teñido de lacónico sarcasmo” que ya es marca de la casa, pues es de los aspectos más notables de su prosa. También Dovlátov tiene “el deseo entre etnográfico y visceral de contar lo que ve, de trasladar al papel una experiencia poco común, entre absurda e inquietante”. A diferencia de otros escritores soviéticos, que tuvieron que hacer malabarismos para escribir sobre la realidad (en tiempos de un falso y manipulado realismo), Dovlátov presenta de manera diáfana una realidad que se escapa en ocasiones por todos los lados. Como también opina Ricardo San Vicente, en el fondo se plantea el reto de poner coherencia en el absurdo y “narrar un mundo indescifrable, que raya en la locura”, con el que tiene que entenderse y vivir en él. Y es que, para Dovlátov, “la locura iba adquiriendo unas formas cotidianas, habituales y rutinarias”.


Los nuestros
Serguéi Dovlátov
Fulgencio Pimentel. Logroño (2019)
192 págs. 21 €. 
Traducción: Ricardo San Vicente.

1 comentario:

  1. Más o menos como hoy. Soy escritora y sé de lo que hablo. No me molesto en publicar porque sé que no voy a gustar a lo ahora establecido. Sé lo que tendría que escribir, lo sé perfectamente, para que saliera publicado en alguna parte y se compartiera en las redes. Sé lo que quieren otros que escriba; Pero aún sabiendo cómo hacerlo, ni puedo, ni quiero.
    Ayer me identifiqué mucho con Dovlátov, através de la película. No conozco todavía a este autor; Pero es como si le conociera. Lo que ahora mismo se lee está lleno de lugares comunes, de temas que ya rayan. Sin embargo, sigue hablando de la diversidad de género, por poner un ejemplo,que todavía igual ganas un concurso.

    Ahora mismo, tristemente la realidad se nos ha convertido en lo absurdo de cada día, en una estupidez generalizada, donde sólo rige lo mediocre. Y rodeados de timoratos como estamos, estamos constriñendo cada vez más nuestra propia humanidad. Es algo mucho más valioso que la misma libertad lo que está en juego.

    ResponderEliminar