Residente en la actualidad en Estados Unidos, el
traductor y periodista Wenguang Huang (Xi’an, 1965) recuerda en
estas memorias su vida en China durante más de tres décadas. Aunque
el autor hace una radiografía muy veraz de lo que ha pasado en China
especialmente a partir de la década de los 70, lo más importante es
el retrato que hace de la vida de una familia proletaria y humilde.
Huang vive en la ciudad de Xi’an con su padre, su
madre y sus tres hermanos. Huang es el primogénito, con todo lo que
rodea esta figura en la cultura china. Con ellos vive Abuela, ya
mayor, quien vive obsesionada con su muerte. Aunque todos asumen el
comunismo sin fisuras, sobre todo de puertas para afuera, no olvidan
las antiguas tradiciones que el comunismo ha prohibido. Abuela quiere
que cuando fallezca no la incineren sino que la lleven a su pueblo
natal y le hagan un entierro tradicional. El padre de Huang no
consigue convencer a Abuela de los problemas que puede acarrear a
toda la familia una decisión como ésa, pues puede echar por tierra
su prestigio como comunistas ejemplares, auténticos ejemplos de la
dictadura del proletariado. Pero Abuela no cede a sus pretensiones y
obliga a su hijo a comprarle incluso un féretro y los trajes
rituales de los funerales. Durante muchos años, Huang convivió en
su habitación con el ataúd, de Abuela, que les servía también de
almacén.
Este asunto acaba convirtiéndose en el hilo
conductor de un relato muy ameno y entretenido sobre la China actual.
Si en la década de los 70 la ideología comunista, el culto a Mao,
el estudio de los libros marxistas y la obsesiva propaganda dominaban
todas las esferas de la vida política, social y familiar, tras la
muerte de Mao tiene lugar un lento proceso de relajación.
Huang es un prometedor
estudiante que consigue estudiar en buenas universidades y hasta
viaja a Inglaterra y Estados Unidos. Al hilo de los acontecimientos
personales, relata cómo van cambiando las cosas en el ámbito social
y universitario, donde se reclama más libertades individuales. Sin
embargo, los hechos de la Plaza de Tian’anmen, que Huang vive en
Shanghai y en Pekín, y la posterior represión de los líderes
universitarios hacen que China vuelva otra vez a tiempos pasados,
donde el control ideológico era asfixiante. Sin embargo, poco a poco
las cosas vuelven a apaciguarse y con la apertura de China al mundo
occidental, el auge del turismo (en Xi’an se descubren en esos años
el ejército de terracota de la tumba de Qing Shihuan, el primer
emperador de la China unificada) y la apertura comercial transforman
la vida cotidiana en China. Incluso se permiten recuperar valores
propios del confucionismo, prohibido durante la dictadura maoísta.
Huang, por su cultura y por el contacto con las
libertades de Estados Unidos, rechaza el poder absolutista del
Partido Comunista y poco a poco se aleja de su familia y de las
enseñanzas que sus padres le han transmitido. Sin embargo, el
vínculo que sigue manteniendo con Abuela le arrastra a no perder las
raíces y a recuperar su pasado. Huang regresa periódicamente a su
ciudad natal y aunque comprueba cómo están cambiando las cosas a un
ritmo muy acelerado, también recuerda ahora con una cierta nostalgia
los valores en los que fueron educados por Padre y Madre, siempre
respetuosos con las tradiciones familiares.
Esta actitud le lleva a Huang a recordar su vida sin acritud, destacando las luces y las sombras de la sociedad china, ofreciendo un retrato muy doméstico de una época de peligros y de cambios y describiendo con exactitud hasta dónde llegaban las órdenes del Partido Comunista para transformar de arriba a abajo la cultura china.
El pequeño guardia rojo
Wenguang HuangLibros del Asteroide. Barcelona (2013)
312 págs. 21,95 €.
T.o.: The Little Red Guard. A Family Memoir.
Traducción: Juan Castilla Plaza.
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