jueves, 16 de mayo de 2013

“Miseria y compañía”, de Andrés Trapiello



Miseria y compañía es el volumen número 18 de los diarios de Andrés Trapiello (1953), esa novela en marcha, como él los ha calificado, que tiene como título genérico Salón de pasos perdidos. Poco hay que añadir a lo que ya hemos escrito en otras ocasiones sobre estos diarios, en los que vuelven a salir personas y escenarios que ya son habituales para los lectores de estos diarios: sus periódicas estancias en Las Viñas, la relación con su mujer y sus hijos, sus viajes al extranjero para hacer turismo o para impartir alguna conferencia en diferentes Institutos Cervantes, su diaria actividad como escritor, sus manías y obsesiones (una de ellas, el arte moderno), sus dardos envenenados contra algunos colegas, las visitas dominicales al Rastro madrileño, puntuales referencias a la vida cultural y política, etc.
En esta ocasión, los diarios contienen su vida en 2004, año en el que tienen lugar los atentados terroristas en Madrid y las convulsas elecciones generales, sucesos que el autor vive con intensidad; también es el año en el que publica su novela Al morir don Quijote, de la que también se habla lo suyo, lo mismo que el accidente casero que sufre en Las Viñas y que le provoca la rotura del tobillo y peroné (la portada del libro reproduce las radiografías de la operación que le hicieron, una manera irónica de decir que en estos diarios sí sale su vida íntima). Como en diarios anteriores, aparece su relación con el pintor Ramón Gaya, ya anciano y enfermo. Trapiello escribe sobre su participación como jurado en un premio literario de relatos; viajes literarios a Munich, Bruselas, Utrecht, Brujas, Ámsterdam; sus visitas a Milán y diferentes localidades italianas, narradas con detenimiento... De vez en cuando, algunos aforismos, algunas reflexiones literarias, algunas lecturas, descripciones sobre la naturaleza, apuntes poéticos, su visita familiar a León... Y episodios emotivos como la muerte de Michi Panero o muy divertidos, como la conferencia y cena con el filósofo italiano.
Lo mejor de estos diarios es la fidelidad a un personaje –el Andrés Trapiello protagonista de estos diarios- con el que el autor se encuentra muy cómodo. En los diarios se mantiene la coherencia con un carácter que los lectores de estos diarios agradecen y buscan. Por eso, poco hay que destacar de su contenido, pues ya son conocidas sus reacciones ante determinados hechos, sus opiniones políticas, sociales, literarias, periodísticas, su constante sarcasmo y su intermitente sentido del humor que en ocasiones disfraza de un exagerado temperamento fúnebre y angosto. Conocer de antemano sus reacciones no tiene por qué significar identificarse con sus valoraciones y posicionamientos, pues en algunos casos puede ser frecuente disentir con el autor, que puede despacharse a gusto con algunas personas con las que mantiene una persistente inquina (ocultas en sus ya emblemáticas X) o cargar las tintas con determinadas obsesiones, como puede ser el caso de su visión cáustica de la religión.
También hay que resaltar la polivalencia estilística que emplea Trapiello en estos diarios. Puede emplear un lenguaje coloquial, literario, poético, periodístico... Y es capaz de describir en breves páginas una increíble variedad de lugares urbanos y campestres, personajes, animales y situaciones. Por ejemplo, esta descripción que hace de E, un antiguo legionario ahora octogenario que fue portero de un edificio cercano a su domicilio. “Alguna vez le hemos visto –escribe Trapiello- caminar por estas páginas, sobre todo en invierno, que es cuando llama la atención. En invierno, incluso en los días más rigurosos, se le ve por Bárbara de Braganza, muy temprano, a cuerpo gentil. Sigue tiñéndose el pelo de negro zahíno, que lleva siempre pegado al cráneo, y va con unas camisas increíbles, de los años sesenta, color verde billar o rojo amapola, camisas de seda de desmedidos y pronunciados cuellos, cuyas puntas le llegan a las tetillas. Lleva esas camisas abiertas hasta más abajo del esternón. (...) Calza siempre unos zapatos de charol negro, que como están echados al traste, han empezado a agrietarse, y le gusta llevarlos con calcetines blancos. Parece que los zapatos se los hacen con retales de tricornios viejos”.
Estamos, pues, ante una de las aventuras literarias más originales, ambiciosas y destacadas de la literatura española contemporánea, a pesar de tratarse de un género minoritario –los diarios- que, sin embargo, cuenta con una creciente aceptación entre los lectores y una mayor presencia en el mundo editorial.


Miseria y compañía
Andrés Trapiello
Pre-Textos. Valencia (2013)
404 págs. 25 €.

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