lunes, 22 de diciembre de 2014

Mi selección de novelas 2014


Laurie Lee, Sidra con Rosie. Publicada en 1959, esta novela es una de las más leídas de la literatura inglesa. Su autor, el poeta y escritor Laurie Lee (1914-1997), acertó a describir en ella, con una mirada autobiográfica, la vida y las costumbres del mundo rural inglés antes de los cambios de vida que se dieron a partir de 1920. Lee no hace abstracciones sino que se basa en sus concretos recuerdos cuando a partir de los tres años, con el resto de su numerosa familia, se trasladaron a vivir a Cotswold, en el valle de Slad, en el suroeste de Inglaterra. “Los últimos días de mi infancia –escribe en el último capítulo- fueron también los últimos días de la aldea (...). Yo, mi familia, mi generación, nacimos (...) en un mundo de trabajo duro y necesaria paciencia”. (Nórdica. 256 págs. 19,50 €.).

 

Gay Talese, Los hijos. Conocido por los libros Retratos y encuentros, El silencio del héroe Honrarás a tu padre, un reportaje sobre una de las grandes familias de la Mafia norteamericana, Talese (1932) escribió en 1992 la historia de la ascendencia calabrese de su familia y la emigración de sus antepasados italianos a Francia y a los Estados Unidos, en un periodo que abarca desde mediados del XIX hasta mediada la Segunda Guerra Mundial. El libro está muy documentado y los personajes y las costumbres exactamente perfiladas y registradas. (Alfaguara. 752 págs. 22 €.).


Javier Cercas, El impostor. Abandona en este volumen el autor la novela de ficción para escribir un “relato real o esta novela sin ficción saturada de ficción” en el que el propio autor se inmiscuye en el desarrollo de la narración. El protagonista es Enric Marco, un octogenario barcelonés que durante casi tres décadas se había hecho pasar por deportado en la Alemania de Hitler y superviviente de los campos nazis. Marco, además, había pronunciado centenares de conferencias y concedido decenas de entrevistas. Pero en 2005, fue desenmascarado. Cercas intenta comprender a este personaje que en los inicios del nuevo siglo se había convertido en un icono de la memoria histórica. El libro va más allá de la anécdota de esta impostura y la convierte en una reflexión sobre el pasado y la memoria. (Literatura Random House. 428 págs. 22,90.).


Izraíl Métter, La quinta esquina. Un inesperado intercambio epistolar lleva a Boris, un maestro ruso jubilado, a rememorar su vida. De una manera fragmentada, el narrador recupera la época de su juventud, el trato con sus padres y amigos, sus relaciones laborales y su absoluta y absorbente pasión por Katia, cómplice de una idealizada, imposible y problemática relación amorosa, el auténtico eje de toda la narración. Para Boris, los sucesos del pasado y de su vida cotidiana le llevan también a enfrentarse con algunos aspectos de la dolorosa realidad soviética, donde “el destino de las personas dejó de ser individual”. (Libros del Asteroide. 216 págs. 17,95 €.).


Andrés Trapiello, El final de Sancho Panza y otras suertes. Diez años después de Al morir don Quijote, regresa Trapiello a la historia de los personajes más cercanos a don Quijote. La situación en la aldea es complicada para todos, sin apenas expectativas y asediados por las deudas y el aburrimiento. Por eso el bachiller Sansón Carrasco, Sancho Panza, el ama y la sobrina deciden emprender rumbo a las Indias. La primera parte cuenta las dificultades que padecen en la ciudad de Sevilla hasta que consiguen embarcarse. Tras un accidentado viaje llegan a Arequipa, donde intentan rehacer sus vidas. La novela es cervantina en su estilo, ambientación, descripciones, personajes y desarrollo argumental. Trapiello vuelve a realizar un grandísimo homenaje a Cervantes. (Destino. 432 págs. 19,50 €.).


Luis Landero, El balcón en invierno. Junto con sus novelas, Landero ha publicado algunos libros inspirados en su biografía para reflexionar sobre el papel de la literatura y la escritura en su vida. Este nuevo libro, totalmente biográfico, recuerda sus orígenes familiares y sus antecedentes como escritor. Después de vivir años en un pueblo extremeño, sus padres se trasladan al barrio madrileño de Prosperidad. Landero revive su vida en aquel barrio y habla de su poco entusiasmo por los estudios, de sus primeros trabajos, de su familia. Una buena parte del libro está dedicada a la tirante relación que tuvo con su padre. Y también cuenta su inesperado y progresivo contacto con los libros y la escritura gracias al profesor de literatura de la academia nocturna donde estudiaba. (Tusquets. 248 págs. 17 €.).


Lidia Chukóvskaia, Sofia Petrovna, una ciudadana ejemplar. Lidia Chukóvskaia (1907-1996) convirtió en ficción su propia tragedia personal, una más de las muchas que sufrieron miles de personas tras la Gran Purga que desató Stalin a partir de 1934. Esta novela de denuncia fue escrita a finales de los años treinta. La novela cuenta el proceso que conduce a la locura de su protagonista, Sofia Petrovna. Tras la muerte de su marido, entra a trabajar como mecanógrafa en una editorial de Leningrado. Considerada una trabajadora modélica, todo se tuerce cuando detienen a su hijo acusado de pertenecer a una organización terrorista. Novela eficaz, intensa, que describe los entresijos morales de un sistema maquiavélico. (Errata Naturae. 192 págs. 17,50 €.).


Antonio Muñoz Molina, Como la sombra que se va. Este libro describe la vida de James Earl Ray, el asesino el 4 de abril de 1968 de Martín Luther King. Tras cometer el asesinato, viajó desde Canadá a Londres y de Londres a Lisboa. En la capital lusa pasó diez días, del 8 al 17 de mayo. Luego regresó a Londres, donde fue detenido. Muñoz Molina reconstruye cómo fue su vida en los diez días que pasó en Lisboa. A la vez, este libro habla también de su propia vida como escritor, cuando viajó a la capital lusa en 1987 en pleno proceso de escritura de El invierno en Lisboa, la novela que cambió su vida. En la parte final, el autor granadino incluye reflexiones escritas en el presente, cuando está escribiendo este libro. Novela original en su estructura y planteamientos con la presencia de la realidad en una parte y de lo biográfico en otra. (Seix Barral. 536 págs. 21,90 €.).


Meir Shalev, Mi abuela rusa y su aspiradora americana. Memorias familiares del autor en las que cuenta la historia de su familia desde la llegada a Palestina de los primeros colonos en los años veinte del siglo pasado. Todo gira alrededor de la abuela Tonia, emigrada con el abuelo desde Ucrania y que viven en una aldea en Galilea. El autor describe la dura vida de los comienzos en una zona agrícola, con medios que son pocos y malos, pero donde reina la amistad y la solidaridad entre los colonos. Las descripciones están llenas de detalles agradables y risibles. (Ático de los Libros. 240 págs. 2014).



Christopher R. Beha, Qué fue de Sophie Wilder. En un ambiente universitario se conocen Charlie Blakeman y Sophie Wilder. La novela comienza con su reencuentro diez años después. Charlie sigue viviendo como un universitario y Sophie parece disfrutar del éxito con un matrimonio bien encaminado y un libro con importantes críticas. Pero las cosas cambian en su vida cuando vive una profunda conversión religiosa, se separa de Tom y cuida del padre de Tom, enfermo terminal. Esta experiencia resulta traumática y la lleva a cuestionarse todo, también su incipiente relación con Dios. (Libros del Asteroide. 304 págs. 19,95 €.).


Jessica Mitford, Nobles y rebeldes.  Jessica fue una de las famosas hermanas Mitford, que tanto dieron que hablar en la década de los años 30 en Gran Bretaña. Una de ellas, Nancy, fue una destacada escritora; y otra, Unity, pertenecía al círculo íntimo de Hitler. Jessica fue la “hermana roja”. Muy joven, abandonó a su familia, se fugó con su primo Esmond Romilly, con el que contraería matrimonio. Estuvieron en España, en la Guerra Civil, y después se trasladaron a Estados Unidos. Jessica describe su vida plácida en la mansión familiar, su atracción por el socialismo y su deseo de romper con los cánones aristocráticos de su vida social. Su relato muestra la vida en una familia de la nobleza inglesa y el encendido clima social y político que se vivió en los años 30, que se tasladó a las hijas del barón de Redesdale. (Libros del Asteroide. 318 págs. 22,95 €.).




Vicente Valero, Los extrañosTodas las familias tienen sus “extraños”, personajes que aparecen en las fotografías en blanco y negro con su halo de leyenda. En estas narraciones el autor recuerda a cuatro familiares sobre los que apenas saben nada. La mayoría nacen con el siglo XX y han vivido las desventuras del África colonial, la agitada Segunda República, la Guerra Civil, la posguerra en España o en el exilio, la Ibiza rural de los años 70... El autor ofrece un rastro coherente de lo que hicieron desde que se alejaron del tronco común. (Periférica. 176 págs. 16,75 €.).



Seumas O’Kelly, Al borde del camino. Tras la publicación en 2010 de la novela La tumba del tejedor, se publica una colección de relatos del periodista O’Kelly (1881-1918), uno de los más importantes escritores irlandeses de la primera mitad del siglo XX. Todos están ambientados en la realidad costumbrista irlandesa, en esta ocasión en la región de Connacht, la parte más occidental y pobre de Irlanda. La mayoría son relatos muy costumbristas, pegados a la realidad, de la que también forman parte algunos elementos fantásticos, muy presentes en la literatura oral y popular irlandesa. (Sajalín. 148 págs. 15,50 €.).


William Gerhardie, Los políglotas. Esta novela de 1925 está considerada una de las grandes novelas inglesas del siglo XX. El narrador es Georges Diabologh, un joven militar inglés que aspira a ser escritor y que realiza un viaje a Japón para conocer a unos familiares que viven refugiados en el Japón inmediatamente después de la guerra y en plena Revolución Rusa. Junto con su extravagante familia hay que mencionar el coro de personajes también fuera de lo normal que pululan a su alrededor. El autor novela no lo tópico de aquel complejo momento histórico sino la espuma de la vida íntima y doméstica de este grupo de personajes. (Impedimenta. 384 págs. 22,75 €.).


Hillel Halkin, ¡Melisande! ¿Qué son los sueños? En la década de los 50, Hoo, Ricky y Mellie se conocen en el instituto. Años después, Hoo vierte en una carta dirigida a Mellie, sus recuerdos hasta el momento presente. Hoo recoge unos años convulsos: la revolución de los 60, la guerra de Vietnam, sus amistades e ideales políticos, sus primeros años de casados, su trayectoria profesional... El autor retrata una generación sin referencias morales claras en una novela que aborda temas de gran calado como el valor de la fidelidad matrimonial. Pero no ofrece soluciones de fácil digestión. (Libros del Asteroide. 261 págs. 18,95 €.).


“Como la sombra que se va”, de Antonio Muñoz Molina


“Es asombroso todo lo que se puede llegar a saber de una persona de la que en el fondo no se sabe nada, porque nunca dijo lo que más habría importado que dijera”, escribe Antonio Muñoz Molina (1956) en las primeras páginas de este libro que, en principio, se basa en la vida de James Earl Ray, el asesino el 4 de abril de 1968 de Martín Luther King. Tras cometer el asesinato, unos días después, ahora con el nombre de Eric Starvo Galt, viajó desde Canadá a Londres y de Londres a Lisboa. En la capital lusa pasó diez días, del 8 al 17 de mayo. Luego regresó de nuevo a Londres, donde fue detenido.
            Mucho se sabe sobre la vida tanto de James Earl como de la de Martín Luther King. La investigación llevada a cabo para descubrir a James Earl está disponible en Internet en los archivos del FBI. “Basta teclear unos segundos en el portátil –leemos en la novela- para internarse en los archivos donde se conserva el testimonio de casi todas las cosas que hizo, los lugares donde estuvo, los delitos que cometió, las cárceles en las que cumplió condena, hasta los nombres de mujeres con las que pasó una noche, o con las que tomó algo en la barra de un bar”. Toda esta información, exuberante, es la base de este relato real sobre la vida de este fugitivo que disparó contra Martín Luther King en Memphis.
Muñoz Molina se centra de manera muy especial en los diez días que pasó en Lisboa, reconstruyendo su vida en el hotel Portugal donde estuvo alojado, los recorridos que hizo por la ciudad, las gestiones que realizó en diferentes organismos, los intentos de robo, las constantes visitas a locales frecuentados por prostitutas, los libros y periódicos que leyó, los planes de futuro que se hizo de viajar como mercenario a Rhodesia, Angola, Biafra... Con frecuentes incursiones también en su pasado para explicar el presente, se cuentan los preparativos del asesinato, las ciudades que visitó, las gestiones que hizo, las personas con las que se encontró... Muñoz Molina pone orden a toda esta información y recrea con gran calidad y con un meritorio trabajo literario el mundo de James Earl Ray, su carácter y sus pasiones, manías, obsesiones...
            Pero lo relacionado con este asesinato es solo una parte de la novela. En capítulos alternos, Muñoz Molina habla de la vida del fugitivo y, también, de su propia vida como escritor, centrándose en su relación con Lisboa. En concreto, revive el autor granadino el viaje que realizó a Lisboa a comienzos de 1987 cuando se encontraba en pleno proceso de escritura de su novela El invierno en Lisboa, cuando era un autor desconocido que solo había publicado algunos artículos en la prensa. Al mes de ser padre por segunda vez, pidió unos días de permiso en su trabajo como funcionario en el Ayuntamiento de Granada y viajó hasta Lisboa para conocer in situ el lugar donde ambientó algunos pasajes de una novela que sería un éxito y que cambiaría de manera radical su vida, pues pocos años después el autor era ya una referencia literaria y uno de los escritores de más reconocido prestigio en España.
Cuenta Muñoz Molina de las vicisitudes personales que le llevaron a emprender este viaje, su solitaria y decadente vida como escritor, su tópica y cinematográfica concepción de la literatura. Estas páginas contienen reflexiones muy interesantes sobre lo que, para él, era la literatura en aquellos años, donde eran muy evidentes la influencia de la novela policiaca clásica y del mundo del jazz: “Para mí, la ficción tenía que ver con lo imaginario y lo soñado, con lo deseado que podía alcanzarse”; “escribir era envolver a las personas y a los lugares, en un celofán de belleza ilusoria, situarlos enaltecidos en una geografía fantástica”. Más tarde habría un cambio drástico en su concepción de la literatura, que se plasmó en su novela El jinete polaco (1991), donde ya la literatura no es “un refugio contra la realidad”.
            Pero todavía hay una tercera parte más en este libro, la del presente del autor, que viaja a Lisboa para investigar sobre los hechos que cuenta en esta novela; en ese viaje vuelve a encontrarse no sólo con la Lisboa que conoció sino con su propia vida de entonces. Mucho han cambiado las cosas en su vida personal. Ahora viaja con su nueva mujer, la escritora Elvira Lindo, y en Lisboa se reencuentra con uno de los tres hijos de su anterior matrimonio. En esta parte habla también del proceso de escritura de esta novela, “que se ha ido haciendo sola con la riqueza ilimitada de lo real y con los espacios en blanco que no siento ninguna tentación de rellenar”. Estas páginas, las que hablan de su mujer y de sus hijos, son, quizás, las más insustanciales, con reflexiones y comentarios que se nos antojan en ocasiones hasta cursis.
            La novela es muy original en su estructura y desarrollo, con la presencia de la realidad en una parte y de lo biográfico en otra. Muñoz Molina despliega toda la información que posee sobre el caso del asesinato de Martín Luther King, haciéndola muy interesante, aunque puede que haya un exceso de delectación estilística, que va en un camino contrario a cómo a él le gustaría escribir, “de la misma manera despojada en que cuenta un fotógrafo (...), suprimiendo todo tipo de detalles argumentales, yendo a la médula”. Al contrario, en Como la sombra que se va hay momentos en que la sobredosis de detalles puede acabar asfixiando la narración y a los lectores. Y en las tres partes, como un ingrediente fundamental, ocupa un lugar muy especial Lisboa: “voy escribiendo una novela al mismo tiempo que descubro una ciudad”.


 Como la sombra que se va
Antonio Muñoz Molina
Seix Barral. Barcelona (2014)
536 págs. 21,90 €.




“Morir bajo tu cielo”, de Juan Manuel de Prada


Juan Manuel de Prada (1970) ambientó su anterior novela, Me hallará la muerte en la posguerra española, de manera especial en la campaña de la División Azul en la URSS durante la Segunda Guerra Mundial. Su nueva novela, mucho más histórica, está inspirada en las aventuras y desventuras de los denominados “últimos de Filipinas”.
            La novela abarca varios años de finales del siglo XIX, desde 1897 a 1899, cuando España pierde su última colonia americana Cuba y, poco después, Filipinas. En los dos casos aparecen los intereses estratégicos de Estados Unidos tanto en tierras americanas como en las islas que forman parte de Filipinas. Por otra parte, a finales del siglo XIX se extiende en España un generalizado pesimismo y una actitud crítica hacia la política que dará paso a los escritos de buena parte de los autores que forman parte de la Generación del 98. Con este contexto nada estimulante, lo sucedido en Filipinas es una buena metáfora para explicar la situación agónica en la que se encontraba aquella España.
            La novela se centra en la resistencia en la localidad filipina de Baler de un destacamento de soldados españoles. Mientras en la capital, Manila, las tropas españolas fueron derrotadas, en Baler resisten como pueden recluidos en una iglesia al el asedio de los insurrectos. Como escribe el autor en una nota final, los hechos que se cuentan están apoyados en la realidad, tanto en los testimonios de algunos de los militares que vivieron aquellos sucesos como en los libros de historia que los han investigado. Juan Manuel de Prada transforma la materia histórica en los ingredientes literarios de un libro muy trabajado y excelentemente ambientado en sus elementos militares, humanos, gastronómicos, paisajísticos...
            Los principales protagonistas son este grupo de soldados al mando del capitán Las Morenas y el teniente Martín Cerezo. A estos hay que sumar el cabo González Toca y los soldados Chamizo, Calvete, Santamaría y Menache, por citar solo a los más nombrados. Junto a ellos, sor Lucía, una hermana de la Caridad que decide unir su futuro al de los habitantes de Baler, donde ejerce su labor religiosa y humanitaria; y fray Cándido, un fraile campechano que decide compartir su futuro con las tropas españolas. Pero la obra, y este es uno de sus grandes aciertos, no cae en un fácil maniqueísmo, pues también se destaca positivamente el carácter de algunos filipinos, como Teodorico Novicio, el artífice del asedio contra el ejército en Baler. El autor también da su protagonismo a los indios ilongotes, que conservan sus costumbres y hábitos indígenas al margen de la colonización española. Otros personajes destacados son la joven Guicay, hija de padre español y de madre filipina. Y un personaje sobre el que el autor carga las tintas más negativas, el holandés Rutger Van Houten, masón y traficante de armas.
            Cada uno de estos personajes tiene su historia personal, con sus grandezas y miserias. Y entre ellos surgen inesperadas relaciones, como la que se da entre sor Lucía, uno de los personajes más complejos de la novela, con Teodoro Novicio y con el capitán Las Morenas. O entre el soldado Chamizo, maestro rural, y la joven Guicay. La novela es larga y el autor aborda con morosidad estas relaciones y las vidas de cada uno de ellos. A la vez, el autor sitúa estos hechos en el devenir de la guerra en Filipinas, primero con el falso armisticio de Biacnabató, la salida del país del líder Emilio Aguinaldo, la soberbia y en parte ignorante actitud del Gobernador de Filipinas, el general Primo de Rivera; las maniobras de los americanos; la organización de los sublevados y el papel que desempeñaron asociaciones secretas como la Katipunam, de origen masón. Hay referencias a la política, la historia y hasta la literatura filipina, donde se destaca la obra de José Rizal, escritor que se convirtió en un icono para los revolucionarios tagalos. Prada introduce numerosos diálogos sobre los errores de los políticos y militares españoles a la hora de gestionar las colonias, digresiones sobre la religión, los valores patrióticos, el destino de España, el imperialismo yanqui, etc. Los personajes que le dan a la novela un plus de profundidad son el capitán Las Morenas, Teodoro Novicio, sor Lucía, Chamizo y Guicay, Ramón Garzón (el padre de Guicay), fray Cándido... En estas conversaciones se abordan temas de gran calado, similares en parte a las habituales preocupaciones “periodísticas” de Juan Manuel de Prada; pero algunas intervenciones suenan a muy elaboradas, son poco naturales y aparecen un tanto infladas, como cuando el capitán Las Morenas afirma proféticamente: “Esta guerra será nuestra perdición. España va al abismo. Sospecho que no levantaremos cabeza en varios siglos”. En este sentido, el personaje más falso de todos es el holandés Van Houten, compendio de los peores vicios morales y políticos. Y hay también su peaje a lo políticamente correcto, con la actuación en el tramo final de la novela de los indios ilongotes en favor de fray Cándido.
            El asunto más espinoso de esta ambiciosa e inabarcable novela es el estilo. Prada sigue sin renunciar al uso barroquizante de la lengua, que se manifiesta en la selección de sustantivos en desuso, poco naturales y coloquiales, y en el abuso de una adjetivación que, por su reiteración en la trayectoria del autor, parece que quiere ser su principal seña de identidad estilística. Con demasiada insistencia, Prada escora sus definiciones y descripciones hacia un tremendismo fisiológico que destaca con mucho detalle los aspectos más sórdidos de los personajes, rebuscando los términos para conseguir una plasticidad que se nos antoja en ocasiones cargante. Hay como una delectación en mostrar los aspectos más lascivos y degradantes de algunos personajes (la palma se la llevan el holandés Van Houten y el teniente Martín Cerezo). En muchas ocasiones, y no sólo sobre el estilo, también en las relaciones humanas y cuando muestra algunas pasiones, se impone una mirada solanesca de la realidad que la transforma en una caricatura. Son muchos los ejemplos de este insólito, singular y obsesivo manejo del lenguaje que, como en novelas anteriores, es especialmente intenso en la primera parte de la novela (aquí en la larga presentación de los principales protagonistas), para perder fuerza a medida que la atención pasa al desarrollo de las aventuras. Las murallas son “leprosas”; el aspecto “cuchilitresco”; las encías, “gelatinosas, casi genitales”, las manos “mantecosas”. Este rebuscamiento se da en las descripciones de personajes (“le alargó una de sus manos blancurrias como bodigos mal cocidos”), de cosas (“lo siguió a través de un pasillo rumoroso de intrigas o de rezos, con óleos tenebristas en las paredes de santos degollados, decapitados, desmembrados o poseídos por una meningitis mística”) y de paisajes (“por la única ventana del despacho se veía un trozo de cielo calinoso y amarillento, como vómito de un enfermo de paludismo”).
            Esta querencia solanesca se traslada también a la presencia de sucesos sórdidos, como la violación de una prostituta por uno de los soldados españoles; o las pasiones pedófilas de Van Houten. También se entretiene el autor en mostrar las debilidades heterodoxas de algunos de sus protagonistas con el fin de destacar su originalidad moral o su rechazo de las etiquetas.
            En fin, en esta voluminosa novela vuelven a repetirse los aciertos de la literatura de Prada y las sombras que pueden empañar su personal propuesta estética y literaria. Un poco de contención en los objetivos estilísticos e históricos seguro que hubiese repercutido positivamente en el resultado final de esta ambiciosa novela.


Morir bajo tu cielo
Juan Manuel de Prada
Espasa. Barcelona (2014)
750 págs. 23,90 €.


sábado, 20 de diciembre de 2014

“Pompa y circunstancia”, de Ignacio Peyró



“Para conocer el fondo de una nación hace falta ahondar en un sinfín de elementos a veces sorprendentes e incluso excéntricos”, escribe en el prólogo el político inglés Lord Tristan Garel-Jones. Y este ha sido el propósito del escritor, traductor y periodista cultural Ignacio Peyró en este monumental libro sobre la cultura inglesa. La fórmula elegida ha sido la del diccionario, aunque no se trata de un diccionario al uso sino de un conjunto de ensayos con los que el autor intenta atrapar, desde múltiples perspectivas, el alma de una nación. Y aunque el libro está dividido en sucesivas entradas, no busca el autor la exhaustividad. En este sentido, ha preferido ser muy selectivo y explayarse a gusto en las entradas, que son miniensayos sobre temas muy variados pero muy significativos de la cultura inglesa.
            El libro, por eso, puede leerse como un ensayo o como un libro de consulta. “Uno ha intentado –escribe el autor- combinar entradas más sesudas con entradas más ligeras, pasiones casi personales con figuras de la cultura global”. Así, el autor dedica sugestivas reflexiones a aquellos escritores que él considera más representativos de lo inglés, como Shakespeare, Samuel Johnson, Thomas Hardy, las hermanas Brontë, Samuel Pepys, Thomas de Quincey, Anthony Trollope, Rudyard Kipling, Oscar Wilde, Evelyn Waugh, Anthony Powell, P. G. Wodehouse, el grupo de Bloomsbury, los Inklings y los Bright Young People... De todos ellos, y muchos más, ofrece una aproximación muy personal, con valoraciones que van mucho más allá de las que suelen aparecer en un diccionario. Habla de grandes personajes de la política (como Winston Churchill y el Duque de Windsor), de intelectuales (John Luckacs), militares (Lord Nelson), actores (Laurence Olivier), directores de cine (Alfred Hitchcook), personajes populares (Lady Di), miembros de la realeza (la Reina Madre, la Reina Victoria), figuras míticas (Jack el Destripador), personajes inmortales (Sherlock Holmes)... Analiza las señas de identidad de la religión (el anglicanismo) y de la cultura (el humor, el dandismo), los principales clichés de determinados periodos históricos (victorianos, eduardianos)…
            También comenta los tópicos más habituales que salen cuando se quiere sintetizar lo inglés: los aristócratas, la caza del zorro, la pesca con mosca, las casas de campo, el fútbol, las cabinas de teléfono, los buzones, los bobbies, los autobuses, los paraguas, los perros, el té, el whisky, los pubs... Obras de consulta emblemáticas, como el Diccionario de Oxford o la Enciclopedia británica. Lugares que son toda una referencia metonímica: Oxford, Windsor, Buckingham, Londres, el Támesis, la Torre de Londres, Cambridge, Wimbledon...
            Todos estas variadas entradas, entretenidas e imprevisibles, le sirven al autor para mostrar las diferentes caras de una civilización que siempre ha sido admirada e imitada, aunque, por su esnobismo rebuscado y sus exageraciones endogámicas, también ha generado una anglofobia que es comentada por el autor. Pero todo el libro es, de hecho, un homenaje a la cultura y a las instituciones inglesas, “un elogio –escribe Peyró- de Inglaterra y una reivindicación de lo mejor de su herencia”, que sintetiza en el pragmatismo, la inventiva “de un pueblo excelente para el comercio y las finanzas”, la libertad, la tolerancia, la deportividad, su sentido de la privacidad,  su respeto a la ley, la estabilidad de sus instituciones.
El autor muestra también las numerosas contradicciones de una cultura en la que conviven las costumbres más liberales con las más conservadoras, la “de mayor privacidad” y con el mayor número de expatriados y viajeros, religiosa y heterodoxa, “obediente, disciplinada y celosa de su libertad”. Inglaterra es, para el autor, “el país célebre por la frialdad hacia la infancia y, a la vez, inventor de la literatura infantil”.
Estamos, pues, ante un erudito ensayo original y distinto; un diccionario muy bien escrito, trabajado y documentado con el que el autor, con creatividad y manjeando unos ingredientes a veces insólitos, consigue sorprender y presentar una imagen amena y poliédrica de la cultura inglesa, a la vez que resalta los lugares comunes, sus puntos fuertes y los ideales más apreciados e imitados por la civilización mundial. 



Pompa y circunstancia. Diccionario sentimental de la cultura inglesa
Ignacio Peyró
Fórcola. Madrid (2014)
1.064 págs. 49,50 €.