sábado, 20 de julio de 2024

"Aguas que degüellan", de Eduardo Gris Romero

     Resulta difícil encasillar esta obra dentro del género policiaco o de misterio, como así la clasifica incluso la propia editorial Apeiron, donde Eduardo Gris Romero publica su tercera novela. Aparentemente, el autor emplea los ingredientes y la trama de una novela de intriga que va avanzando a buen ritmo, cambiando de escenarios a toda velocidad a la vez que aumenta el misterio que rodea el asesinato del coronel retirado del Ejército de Tierra Fulgencio López de Castro. Pero esto es la cáscara formal de la novela. No creo que al autor le importen mucho los mecanismos de la novela policiaca, su lógica interna y hasta la importancia del desenlace.

            Tengo la impresión de que Eduardo Gris se lo ha pasado en grande escribiendo esta novela, en la que se trasluce su visión lúdica de la vida y de la literatura. También las ganas de reírse de absolutamente todo. Por eso hay que acudir a esta novela no buscando una intriga tipo Agatha Christie, ni un estilo propio de las novelas policiacas -funcional, mecánico y previsible-, ni unos personajes clónicos y cinematográficos, como abundan en las novelas actuales. Aunque pueden leerse de manera independiente, utiliza el autor en Aguas que degüellan a los mismos protagonistas, más o menos, de su novela policiaca (¿) anterior, Amar mal mata, que recibió el premio “A sangre fría” de novela negra. En primer lugar, a Pierre Simón, periodista e investigador fracasado. También vuelve a aparecer Alberto Puentegrueso, vecino de Pierre, que en esta novela desempeña, supuestamente, un lugar secundario. En Aguas que degüellan, al ritmo rápido de la trama, se incorporan otros personajes que acompañan a Pierre en la investigación que se pone en marcha para descubrir al asesino del coronel: Blas Gutiérrez, el Nani, Antonio Dubois, Rosa y Tito. Juntos recorren diferentes escenarios para solucionar el caso: una ciudad costera española, la localidad de Pedrosa del Monte, la ciudad de Brujas, el desierto de Irak, las calles de El Cairo, Londres… La intuición de Pierre es que el asesinato tiene oscuras y eruditas motivaciones que tienen que ver con antiguas culturas sumerias, por eso recorren tiendas de anticuarios y excavaciones arqueológicas, donde van apareciendo pruebas peregrinas que obligan a los protagonistas a replantearse la dirección de la investigación. 

            No parece que al autor le preocupe mucho la verosimilitud de sus predicciones, ni menos todavía la coherencia de las interpretaciones que hacen los personajes, sobre todo Pierre. El autor emplea los típicos ingredientes de la novela policiaca para reírse de ellos. Pero no es una burla cualquiera, sino muy inteligente y basada en un gran dominio de los mecanismos literarios.

            El tono paródico se extiende a toda la novela, a la intriga, a las sospechas, a los posibles asesinos, a los métodos para resolver el caso. Pero, sobre todo, este tono irónico está presente en la manera en la que está escrita la novela, donde, aunque hay un narrador (ínclito) dominante, intervienen otros narradores y hasta pasajes que proceden del diario que sobre los mismos hechos escribe el propio Pierre, donde aparecen sus sensaciones más personales sobre lo que está pasando. Incluso hay momentos que se cuelan narradores improvisados, como cuando escribe “el pobre y legítimo narrador de esta historia lamenta anunciar que hay un nuevo narrador. Otro”; y más adelante “Acaba de narrar Rosa. Aquí todo el mundo narra”. Por momentos, por su tono disparatado, esta novela y la anterior recuerdan a las novelas policíacasde Eduardo Mendoza, como El misterio de la cripta embrujada y, entre otras, La aventura del tocador de señoras. Solo le achaco una cosa al autor: un poco más de contención. La novela ganaría más si hubiese sido más clásica y menos experimental (sin tanto juego de narradores), sin referencias metaliterarias, sin algunos personajes demasiado disparatados y si el argumento fuese menos enmarañado para que la intención irónica fuese más evidente.

            Lo que está claro es que el autor, con maestría, solo busca divertirse con la forma, con la estructura, con el argumento, con los personajes. Para mí, y esto es lo más importante de esta novela, el autor realiza esta parodia con un excelente dominio estilístico de los diferentes registros que maneja, pues en todo momento, a pesar del aparente caos argumental, hay una sobresaliente coherencia narrativa que es posible gracias al dominio del lenguaje del autor, capaz de descripciones soberbias sobre lugares, reflexiones eruditas y amenas sobre arqueología y culturas antiguas (de las que el autor es todo un experto) y diálogos vivos y dinámicos. Especialmente notables son los retratos que, con pocas pinceladas, hace de algunos personajes: “Una mujer de melena tumultuosa y proa neumática que tenía como rebosaduras en los labios, las cejas paralelas al horizonte, la nariz mirando a la luna…”. 

            Autor de varios ensayos, obras de crítica literaria, narrativa de viajes y novelas juveniles que han tenido mucho tirón, Eduardo Gris Romero, doctor en Literatura Comparada, demuestra con creces su solvencia como escritor original, atrevido, que utiliza un humor inteligente (y nada habitual) para burlarse de géneros que están muy de moda. Y todo ello con una meritoria, trabajada y destacada calidad literaria, lo más difícil de encontrar en muchas novelas actuales. 



Aguas que degüellan 

Eduardo Gris Romero

Apeiron Ediciones. Madrid (2024).

172 págs. 16 € (papel) / 6 € (digital). 

viernes, 19 de julio de 2024

"Fractal", de Andrés Trapiello


    Desde hace ya bastantes años, soy un compulsivo lector de los diarios de Andrés Trapiello, que suelo recomendar encarecidamente. Ante mi insistencia y por la brasa que les doy, mis amigos suelen preguntarme por dónde empezar a leerlos, pues se asustan cuando les digo que ya lleva veinticuatro diarios publicados. Mi respuesta es siempre la misma: da lo mismo por dónde empezar. En todos los volúmenes publicados hasta la fecha, está siempre todo Trapiello y todos sus diarios. Por poner algunos ejemplos, se puede empezar por Los caballeros del punto fijo (1997), El fanal hialino (2003), El jardín de la pólvora (2005), La manía (2008), Troppo vero (2020), todos publicados en la editorial Pre-Textos, o por los dos últimos, Quasi una fantasía (2021) y Éramos otros (2023), que han aparecido en una editorial distinta, creada por el propio autor, Ediciones del Arrabal. En todos los volúmenes están los mismos ingredientes, la misma exigencia estilística y la misma calidad literaria.

            Sin embargo, a partir de ahora cuando me pidan que les sugiera uno de los títulos para empezar a leer estos diarios, les recomendaré este volumen, Fractal, que no es una entrega de sus diarios sino una antología que abarca los primeros veinte años de diarista del autor, desde 1990 a 2010. 

Las responsables de la selección conocen muy bien los volúmenes de Salón de pasos perdidos (título genérico que Trapiello ha dado a todos sus diarios). La selección es completa y muy representativa de los registros y temas que aborda. Hay que felicitar, por tanto, a Nieves García, Nola Romero y Ana Pérez Cid (a las que hay que sumar a Pilar Álvarez, editora de Alianza, y a Miriam Moreno, la mujer del autor, que también han aportado lo suyo), porque la antología refleja con mucho acierto la variedad de facetas que maneja el autor, sus obsesiones artísticas, sus pasiones literarias, sus excursiones al Rastro, sus estancias en Las Viñas, sus reflexiones familiares, sus días de descanso, los viajes, las intervenciones en saraos literarios, sus contundentes opiniones, sus manías, sus demoledoras críticas, sus pedaleos… y sus muchos momentos poéticos.

Estamos, pues, ante una de las empresas literarias más exigentes e importantes de la literatura actual. Estos diarios, que empezaron a publicarse en 1990 (el primer volumen fue El gato encerrado), son uno de los mejores testimonios de la pujante literatura memorialística, una de las novedades más significativas, con la autoficción, de la literatura contemporánea. Son ya muchos los autores que frecuentan el género porque han descubierto que, mejor que ningún otro, la “literatura del yo” describe los vaivenes del hombre y de la mujer actual, sus grandezas y miserias, sus inquietudes, su manera de estar en el mundo, la influencia del contexto en su quehacer literario y la importancia de una mirada egotista y personal a la hora de acercarse a la realidad en todas sus vertientes. De los diarios de Trapiello no solo asombra su calidad literaria, mantenida en el tiempo, sino que hay que alabar también su perseverancia. Hasta la fecha ha publicado sus diarios de los años 1987 a 2010, veinticuatro volúmenes, o sea, que todavía faltan muchos diarios por publicarse, lo que da muestras de la empresa épica en la que está metido.

Con cada volumen hemos acompañado a Trapiello en su evolución literaria y en el retrato de su vida cultural, familiar, social, íntima… Hay una evolución, que es la que da el lógico e inevitable paso del tiempo. De ahí el título que Trapiello da también a esta obra: “una novela en marcha”. Una obra en la que el protagonista es el propio autor, convertido en personaje literario y en el centro de la acción. Todo lo que se escribe aparece traspasado por su carácter, su psicología, su temperamento. Y su humor.

Suelo comentar siempre que a mí, personalmente, lo que más me asombra de las miles de páginas que ya he leído es la variedad de tonos y registros que aparecen en estos diarios. Hay momentos donde la literatura se apodera de todo: reflexión poética, crítica literaria, metaliteratura, aforismo, poesías, autores preferidos, lecturas asiduas, libros que está escribiendo… Pero también hay sitio para describir una comida, una fiesta, un partido de tenis, recuerdos de sus padres, escenas familiares, viajes, compromisos, huertos, entrevistas, conversaciones, visitas, momentos lúdicos y de descanso… En cualquier cosa que escribe, está todo Trapiello, desbordándose en literatura y sacando a relucir una prosa dúctil, manejable, intimista, atinada, cosida a su propia individualidad. Trapiello respira literatura por todos los poros. 

Esto hace que el lector, por la sorprendente y dinámica variedad, nunca se aburra, que disfrute, que saboree lo que lee, que acompañe al autor por sus recorridos por el Rastro, que vea venir sus enfados o sus salidas de tono, que sea testigo de su cotidiano trabajo, de los encuentros con sus vecinos, de las visitas al médico, de los imprevistos… En definitiva, estos diarios son la vida en marcha, en movimiento, todas las cosas al mismo nivel. Para mí, la clave de estos diarios es ver cómo cada momento, por insustancial que sea, es único y literario. Por eso uno no busca cuando los lee ni grandes aventuras, ni poderosas declaraciones, ni secretos inconfesables. El minimalismo vital de Trapiello funciona como un espejo para sus lectores, que se identifican, eso me pasa a mí, con esa manera de ir por la vida sacando partido a todo, estrujando el tiempo, las relaciones y las sensaciones. Respirando. Así debería ser, en definitiva, la auténtica literatura.

 

        Fractal

        Andrés Trapiello

        Alianza. Madrid (2024)

        864 págs. 29,50 €.

lunes, 15 de julio de 2024

Una selección de libros de literatura para el verano

     


Hemos publicado en Aceprensa, como todos los veranos, una selección de novelas para leer en vacaciones. Hemos intentado que haya de todo un poco. Como siempre, hay que reconocer la vitalidad del mercado editorial español, que, entre los miles de títulos que publica, hay muchos de gran calidad.

    VER SELECCIÓN VERANO ACEPRENSA.

miércoles, 19 de junio de 2024

NOAM CHOMSKY Y SU GRAMÁTICA GENERATIVA

 


Mucho se está hablando estos días de la salud del filósofo y lingüista Noam Chomsky. Como sentido homenaje, recupero un relato que escribí en 1986. Ya ha llovido.

            

 

            En el Aula Magna de la Facultad de Derecho de la Univer­sidad Complu­tense de Madrid se celebró, entre los días 28 y 31 de abril de 1986, un ciclo de conferencias sobre la figura del lingüista y filósofo Noam Chomsky. "Con un fervor propio de otras épocas más comprometidas" -como señala la crónica de El País del 1 de mayo- los asistentes a estos actos absorbieron con atención el programa político-lingüístico-crítico y cultu­ral del autor de Estructuras sintácticas Turning the tide. U.S. intervention in Central America and the Struggle for the Peace.

            La llegada a España de Noam Chomsky conmocionó a la plétora de ilustres intelectuales lingüistas, atentos a las novedades de la morfofoné­mica en Estados Unidos. La organiza­ción de los actos corrió a cargo del Departamento de Lingüís­tica de la Facultad de Filología. Bastantes días antes de las conferencias se agotaron las localidades del Aula Magna de Derecho, puestas a la venta en unos grandes almacenes de la capital. El precio era comprensible: las ocho mil pesetas permitían asistir al ciclo completo de conferencias y actos que se celebrarían esa semana, además de dar la opción para participar en la rifa del día de clausura. Los asisten­tes recibieron gratis un apasionante libro de Agustín Alonso, El mundo de la morfosintaxis: se acabaron los tabúes y una cami­seta con la oración simple atributiva preferida por el lin­güista norteamericano: This is a book

    Noam Chomsky llegó a España el domingo 27 de abril. Fue recibido en Barajas por el alcalde de Madrid, su señora, una comisión de especia­listas en sintaxis del Gobierno español y de la Comunidad de Madrid, y el correc­tor de estilo del Bole­tín Oficial del Estado. A continuación, entre una comitiva de más de doscientos coches oficiales, el visitante llegó a la capital de España saludando desde su ventanilla a innumerables estudiantes de BUP y Universidad que le aclamaban eufóricamen­te desde las aceras con pancartas y eslóganes de todo tipo. Sin lugar a dudas, el mensaje más coreado -por su complejidad sintáctica y su mensaje- fue: "Luis piensa con María que Pedro está loco, mientras que Juan piensa con Antonio que Pedro no está loco".

            La primera conferencia duró cincuenta minutos. En ella Chomsky, con su habitual retórica llena de oraciones subordi­nadas concesivas, hizo un repaso a los gérmenes de su pensa­miento. Se le notaba a gusto en la sala, incluso contó algunas anécdotas que no figuraban en la conferencia impresa. Chomsky hizo reír al respetable cuando afirmó que Bloomfield era "obviamen­te esquizofrénico". Cuando cesaron las carcajadas, no pudo reprimir su deseo de contar algunos detalles autobiográ­ficos hasta ahora desconocidos hasta por los mejores especia­listas: "Descubrí que Hume era mucho más racional de lo que querían hacerme creer, y que Berkeley era de hecho un carte­siano (grandes aplausos). Nelson, Godman y Zellig S. Harrris me consideraban un traidor por estas lecturas. Whitme había odiado a Steinth­al, el último epígono de Humboldt". Conmoción general. Estas últimas declaraciones causaron sorpresa. Poco sabíamos de las opiniones de Whitme sobre Steinthal, con quien creíamos le unía una estrecha amistad, pero que Nelson, Godman y Harris odiaran a Chomsky por esas lecturas nos puso a todos la carne de gallina.

            En otro momento de la conferencia, Chomsky hizo una valoración de lo que para él había sido el gran problema del estructuralismo. No entendía los parámetros de Hackettt, ni los postulados de Harris en su Concurrencia y transformación de las estructuras lingüísticas, ni siquiera las cabriolas de Sapir y sus seguidores. Tampoco estaba de acuerdo con Bloom­field. A lo largo de esta apasionante conferencia, Chomsky criticó la política sintác­tica de Bloomfield, reflejada en su libro Language y en la creación de la "Linguistic Society of America". Incluso llegó a abordar minuciosamente el problema de la mecánica de producción del acto lingüístico, desechando por barrocas las argumentaciones de Bloomfield, que el confe­renciante citó textualmente: "Supongamos que Jack y Jill caminan por una senda. Jill tiene hambre. Ve una manzana en un árbol. Produce un ruido con su laringe, boca y labios. Jack salta la valla, escala el árbol, coge la manzana, se la lleva a Jill y la pone en su mano. Jill come la manzana". Chomsky añadió que Jack y Jill nunca hubieran comido una manzana de esa forma.

            En el coloquio que se celebró al día siguiente, Chomsky apareció acompañado de Agustín Alonso, Violeta Demonte y otros profesores de la Facultad de Filología. El conocido lingüista explicó deta­lladamente sus teorías políticas, muy alejadas de la política oficial norteamericana. Chomsky se manifestó a favor de Riaño y en contra de la OTAN (estamos en el año 86). Para él, "las causas de los horrores de nuestros días son institucionales". Con estas declaraciones desmintió la información apareci­da en la revista Syntaxis sobre su supuesta relación con la CIA. Agustín Alonso ahondó en la estética del análisis arbóreo, más bonito que la mazacótica estructura de Hockett. También hizo un análisis de las íntimas relaciones entre la gramática generativa y la semióti­ca, semiur­gia, semiocracia o gramática del signo lingüístico, tal y como se ha tratado atrevidamente en el III Congreso Internacional de Estudios Semióti­cos celebrado recientemente en Palermo (Italia). De la emoción, Violeta Deonte no dijo nada.

            El coloquio mantuvo fases de animada tertulia. Noam Chomsky se mostró muy cercano a la realidad española y pronun­ció incluso en español algunas oraciones compuestas: 1.- Estábamos cansados, pero subimos a la cumbre; 2.- No tengo nada que hacer fuera de echar estas cartas; 3.- Unos iban alegres y otros mostraban preocupación.

            A la pregunta capciosa de un académico sobre cómo anali­zaría el adverbio no en la oración: "No fue demasiado fácil", el lingüista norte­americano sonrió y explicó que, claramente, no es un simple complemento circunstancial. El académico no aprobó esta propuesta y citó como testimo­nio de autoridad a Lázaro Carreter. Chomsky, sin querer entrar en la polémica, lamentó no conocer a este personaje.

            La última conferencia, la que cerraba todos los actos y en la que se celebró la rifa, despertó más interés aún si cabe. El título de la confe­rencia resume muy bien lo tratado: "La racionalidad del suicidio colecti­vo". La conferencia fue interrumpida en numerosas ocasiones por los aplausos de unos lingüistas que no creían que fuera verdad lo que allí estaban escuchando. Por fin, alguien de categoría internacional les hablaba con claridad del alomorfo y sus consecuencias, de las incompatibilidades entre las oraciones coordinadas y las yuxtapuestas. No se lo podían creer. Chomsky siguió diciendo que las conjunciones podían ser copulativas, disyuntivas, adversativas, concesivas, etc., y que los adverbios, si no se les maltrata, podían acompañar sin problemas a un verbo, a un adjetivo o a otro adverbio, incluso del mismo tipo. Después hizo un exhaustivo repaso de las formas verbales, comenzando por los inevitables verbos ser y haber, para pasar a desmenu­zar, en todas sus variedades, los verbos hervir, sufrir y zurcir. Aprovechó también la ocasión para volver a criticar a Bloomfield y su morfofonémica del menómini, inspirada clara­mente en Pianni y paralela hasta cierto punto -aunque Bloom­field no lo quiso nunca reconocer- a la forfonémica del he­breo, que Chomsky construyó por sí mismo en 1949.

            A continuación tuvo lugar la rifa. Resultó agraciado Carlos F. Otero, profesor de Lingüística Románica en la Uni­versidad de California, en Los Angeles (UCLA), y recibió el Diccionario de Dudas, de Manuel Seco, un juego de ortografías y una colección de facsímiles de las primeras caligrafías de Rubio, de 1584. Carlos F. Otero, en un breve discurso, mani­festó su alegría por el premio recibido y dio efusivamente las gracias a Chomsky por la altura intelectual de sus conferen­cias. Luego dio tres hurras por Chomsky que fueron coreados por todo el auditorio, que también hizo en varias ocasiones la ola.

            Chomsky abandonó Madrid el día 1 de mayo para iniciar una gira turística por la península. Después de estos días de emoción contenida, el ambiente entre los lingüistas españoles se ha revolucionado. Sus opiniones han abierto un debate en la lingüística española: ¿seguimos con la innova­ción o pasamos a la especulación?

            Acabamos este reportaje con las palabras finales de la crónica que sobre este evento publicó el diario El País: "En Chomsky se aúnan y culminan tanto la tradición teorética de la investigación psicológica/bio­ló­gica de lo que él llama Pro­blema Plató como la tradición profética del cambio cultural y social revolucionario que el problema de Orwell tanto dificul­ta". Yo pienso lo mismo. 

miércoles, 29 de mayo de 2024

"Una trinchera en Marte. Historias de Baluchistán"

 

“Descubridor incansable de historias sin titulares”. Así describe Mikel Ayestaran en el prólogo de este libro a su autor, el corresponsal Karlos Zurutuza (Donostia, 1971), que se ha especializado en escribir sobre lugares periféricos, sobre todo de Oriente, por los que pocos periodistas apuestan. Zurutuza ha escrito sobre guerras olvidadas, pueblos perseguidos, lugares a donde nadie quiere o puede ir. De eso van sus numerosos artículos publicados en las mejores cabeceras de diarios de todo el mundo y sus dos libros, Tierra adentro. Vida y muerte en la ruta libia hacia Europa y Respirando fuego. En las entrañas de la lucha kurda por la supervivencia. En Una trinchera en Marte vuelve a escribir sobre un conflicto al que nadie le presta ni la más mínima atención ni mediática ni política. Sencillamente, Baluchistán no interesa.

            Se trata de una región que, hoy día, se encuentra extendida por tres países: Pakistán, Irán y Afganistán. Poco antes de la creación de Pakistán en 1947, vivió unos meses de fugaz independencia, después de siglos de ser una más de las regiones de esta parte tan convulsa, donde se mezclan culturas y religiones. Desde entonces, como el pueblo kurdo, luchan por tener algo de visibilidad, por mantener su cultura, su tradición oral y su idioma, el baluchi, “lengua indoeuropea de la familia irania, prima del farsi y casi hermana del kurdo”. 

Lo tienen muy complicado: ni en Pakistán, ni en Afganistán, ni en Irán quieren dar a este pueblo sus dosis de autonomía para poder mantener sus señas de identidad. Al contrario, han sufrido un constante proceso de programada asimilación y de abandono político. Ciertamente, como escribe Zurutuza, Baluchistán es un páramo inhóspito, un territorio hostil que ha sido definido por unos geólogos norteamericanos como la tierra más parecida de nuestro planeta a Marte, de ahí el título del libro. Es una zona muy pobre porque nadie ha hecho ninguna inversión, a pesar de ser rica en oro, uranio, petróleo y gas. Incluso, por su despoblación y aridez, ha sido utilizada por Pakistán para detonar cabezas nucleares. Desde el punto de vista político, la represión es absoluta. Y desde el punto de vista periodístico, las autoridades se encargan de controlar el trabajo de los periodistas para que no hablen de lo que allí está sucediendo.



            Estos problemas los ha padecido Zurutuza, periodista experimentado en estas lides, que ha sabido sortear los férreos controles para poder conocer en directo, a pie de calle, la realidad del pueblo baluche. El libro proporciona el necesario contexto histórico para entender el olvido de Baluchistán y los problemas políticos que tiene como los tres países donde habitan, especialmente con Pakistán. Para ello, se ha entrevistado con combatientes, guerrilleros, abogados, periodistas, políticos, hombres y mujeres anónimos… 

La insurgencia que nace a partir de 1947 se ha convertido, con el paso de las décadas, en una ensalada de nombres, siglas y acrónimos de organizaciones que han luchado y siguen luchando por los derechos de los baluches, aunque el origen y la finalidad de muchas de estas organizaciones no son nada fáciles de seguir. Estas páginas están plagadas de historias que acaban en asesinatos por parte de los servicios secretos de Pakistán y de Irán tanto en tierras de Baluchistán como en otras partes del mundo donde se han refugiado algunos líderes de las guerrillas o intelectuales y periodistas muy significados en su lucha por los derechos de los baluches. 



            Zurutuza consigue sus objetivos. Como periodista, consigue “contar” lo que está pasando de manera muy fragmentada, con muchos testimonios y viajes a las ciudades y enclaves más significativos de Baluchistán en Irán, Pakistán y Afganistán. También muestra la diversidad del mundo árabe, repleta de tribus, clanes, pueblos, culturas que no encajan con la visión homogénea y simplista que a veces se tiene de esta parte del mundo. Su libro, muy valiente, abre bastante los ojos y permite conocer con muchos detalles las costuras de una tragedia que, por su invisibilidad, no tiene visos de tener solución.  


Una trinchera en Marte. Historias de Baluchistán

Karlos Zurutuza

Libros del K.O. Madrid (2024)

280 págs. 20,90 € (papel) / 9,99 € (digital).

 

lunes, 15 de abril de 2024

"Historia de Vallecas", de José Luis García Heras

      


             Ya hemos escrito en este blog sobre otros libros de José Luis García Heras dedicados a Vallecas. Y en la reseña que hicimos de tres de sus publicaciones anunciábamos que el autor no se iba a quedar ahí, sino que seguía investigando. Y el resultado de su trabajo es este libro, Historia de Vallecas, el primero de una serie de libros en los que va a abordar diferentes aspectos de la historia de un barrio que José Luis García Heras tiene metido en el alma. No en balde, ha sido vecino del barrio toda su vida y sigue en permanente contacto con sus vecinos, sus gentes y lugares, etc. Ya lo hemos comentado: hay muy pocas personas ahora mismo que tengan un conocimiento tan enciclopédico de la historia de este barrio, y eso se nota en lo que está escribiendo el autor. 

            Este primer volumen está dedicado a la historia de Vallecas desde sus más remotos orígenes hasta el año 1950, cuando Vallecas deja de ser una localidad independiente y pasa a formar parte, como un barrio más, de la ciudad de Madrid. Era su destino. Durante muchos siglos fue un vecino privilegiado, que asistió desde las periferias al crecimiento imparable de una ciudad que fue absorbiendo sin parar poblaciones limítrofes.

            El autor comienza el libro con un tema que suele ser habitual mencionar cuando se escribe sobre Vallecas: el origen de su nombre. Con un gran trabajo de erudición, José Luis García Heras rechaza las interpretaciones más legendarias y populistas, que, por su simpleza, quizás han sido las que mejor han calado en la opinión pública. En su intento de ir siempre a las fuentes históricas, apuesta el autor por la interpretación que hace el arabista Federico Corriente Córdoba, quien dice que la primera vez que se habla de Vallecas es en 1202 y con el sentido de “zonas de valle”. Hay otras leyendas que circulan por ahí (como las del moro Kas), pero apenas tienen peso historiográfico. Esta interpretación fue compartida por otro eminente experto en la historia de Vallecas, Sixto Rodríguez Leal, que presentó este libro de José Luis García Heras el pasado 6 de abril en la librería Muga (donde, por cierto, están a la venta ejemplares de este libro y de otros del propio Sixto Rodríguez dedicados también a Vallecas).


            En su libro, García Heras va directamente a las fuentes y a los hechos para describir la evolución de esta localidad, famosa durante siglos por sus tahonas y por estar próxima al arroyo del Abroñigal, a donde solían acudir los habitantes de Madrid en busca de momentos descanso y esparcimiento. Al arroyo del Abroñigal y a los numerosos arroyos que existieron (y algunos siguen todavía activos), ha dedicado José Luis García Heras otro de sus libros, titulado precisamente El Abroñigal y otros arroyos

            A partir del siglo XX Vallecas sufre una radical transformación, pues se convierte en un lugar donde residen muchos emigrantes, miles, que vienen a la capital en busca de trabajo y nuevas posibilidades. Es cuando Vallecas, sobre todo el Puente, crece de manera considerable (como puede apreciarse en un apéndice final del libro dedicado a la evolución de la población de Vallecas). Este aluvión de personas cambia la fisonomía del barrio, muy bien analizado por el autor desde diferentes perspectivas: la educación, la vivienda, las parroquias de la zona, los servicios que se prestaban.

            Un momento trágico es la guerra civil, que, como sucedió en tantos otros barrios madrileños, provocó situaciones dramáticas y violentas, que se cuentan en el libro. Este volumen finaliza en 1950, cuando Vallecas se convierte en un nuevo barrio de la capital.

            Leyendo el libro se descubren pequeñas historias de lugares concretos, muchas costumbres de los vallecanos, sus modos de vida. El libro resume de manera muy certera y completa lo más importante de la historia de Vallecas, a la vez que se desgranan algunas claves para comprender su idiosincrasia y su personalidad. Seguro que los siguientes libros que publique García Heras completarán este conocimiento del barrio, con nuevas historias, personajes, anécdotas y sucesos que ayudarán a calar en la importancia histórica y sociológica de este populoso barrio.



Historia de Vallecas

José Luis García Heras

Ediciones PV. Madrid (2024)

178 págs. 14,25 €.

 

Mail de contacto: jlghpv15@gmail.com

miércoles, 27 de marzo de 2024

"La experiencia de leer", de C.S. Lewis

 


En 1961, el inglés C.S. Lewis (1898-1963), prolífico escritor, crítico y profesor universitario en Oxford y Cambridge escribió un breve ensayo sobre crítica literaria, La experiencia de leer, en el que sugería un novedoso experimento: si la función tradicional de la crítica ha sido la de juzgar libros, Lewis propone partir de la distinción entre lectores, con el fin de ver “hasta qué punto sería razonable definir un buen libro como un libro leído de determinada manera y un mal libro como un libro leído de otra manera”. 

El experimento resulta clarificador, pues la manera de acercarse a la literatura de los lectores con sensibilidad literaria poco tiene que ver con la de los que recurren a ella “en última instancia”, abandonándola “tan pronto como descubren otra manera de pasar el tiempo”. Mientras que los buenos lectores “siempre están buscando tiempo y silencio para entregarse a la lectura, y concentran en ella toda su atención”, los mediocres lectores “la reservan para viajes en tren, para las enfermedades, para los raros momentos de obligada soledad, o para la actividad que consiste en leer algo para conciliar el sueño”. El experimento de Lewis puede hacerse extensible a otras artes.

Para Lewis, empleando una imagen pictórica, unos usan el arte y otros lo reciben. En los que usan el arte, éste “no añade nada a nuestra vida y solo se limita a proporcionarle brillo, asistencia, apoyo o alivio”. Los que lo reciben, lo hacen con entrega y dedicación, sabiendo que el encuentro con una buena lectura puede dejar una huella indeleble en su conciencia.

En el análisis del mal lector, Lewis traza en 1961 un retrato que define de manera muy acertada al lector más proclive a los best seller que a la lectura de otro tipo de obras. Así, “salvo por obligación, nunca leen textos que no sean narrativos”; “no tienen oído. Solo leen con los ojos”; “tampoco son sensibles al estilo”; “les gustan las narraciones en las que el elemento verbal se reduce al mínimo”; “lo que piden son narraciones de ritmo rápido. Siempre debe estar sucediendo algo” y todo tiene que estar subrayado o sobreescrito. A los lectores no literarios “les gusta que los libros despierten, prolonguen, exasperen y finalmente satisfagan su curiosidad. De ahí la popularidad de las historias de misterio”. Para corroborar su tesis, Lewis dedica unos capítulos a hablar de cómo se enfrenta el lector literario y no literario al mito, a la fantasía y al realismo. 

Como corolario, para Lewis “un buen libro es aquel que permite o ‘invita u obliga’ a una buena lectura”, experiencia estética y vital que poco tiene que ver en los dos casos de lectores. 


La experiencia de leer

C.S. Lewis

Alba. Barcelona (2023)

130 págs. 18 € (papel) / 9,99 € (digital).

T.o.: An Experiment in Criticism.

Traducción: Amado Diéguez.