sábado, 15 de febrero de 2020

"Entre un millón de líneas", de Juan Lozano Garrote


Tras la muerte de sus padres y del problemático e injusto reparto de la herencia, que le lleva a romper con sus hermanos, Teo, un joven treintañero, se hace cargo de la librería familiar. Su vida no atraviesa el mejor momento: por un lado, los problemas económicos de la librería, por la falta de ventas y de clientes, empiezan a ser acuciantes; por otro, su soledad ha agravado su carácter con manías y rarezas que le convierten en un ser asocial. Sólo le queda la lectura como refugio y como sentido de una vida sin apenas alicientes salvo sacar adelante la librería. 
            Para hacer un favor a su primo Armando, contrata a Esther, la hermana de la prometida de Armando, una joven que también ama los libros y que, poco a poco, provoca que Teo se cuestione la vida endogámica que lleva, aferrado a “la tradición como método de supervivencia”. La novela describe el monótono ritmo de una librería, la contradictoria relación entre Esther y Teo –su plato fuerte-, los asiduos clientes, su estrecha vinculación con Máximo (un niño de nueve años, hijo de Judith, una vecina un tanto desorientada que es madre soltera)… 
La novela está escrita en primera persona, y aunque parece que apenas ocurren cosas, todos los capítulos tienen ingredientes que proporcionan alguna intriga y ayudan a seguir leyendo para conocer el futuro de Teo y de su relación con Esther y también para penetrar en el mundo obsesivo, inseguro, maniático, metódico y compulsivamente tímido de Teo, un joven con nulos recursos sociales que tuvo que superar un fuerte fracaso sentimental y que ha forjado su carácter a base de superación personal y de su desmedida afición a los libros, uno de los elementos claves de esta novela, afición que comparte con Esther, también gran lectora. 
La novela, hay que destacarlo, está muy bien escrita. El autor consigue que conozcamos con detalle la personalidad de Teo y su complicado y enrevesado mundo interior al diseccionar sus pensamientos y reacciones, mostrados con un comedido estilo que, como la propia vida de Teo, controla las efusiones sentimentales y apenas deja su intimidad al descubierto, salvo puntuales ocasiones. A la vez, hay que destacar el personaje de Esther, convincente y humano, cuya naturalidad provoca una profunda grieta en Teo, que no sabe cómo canalizar ni asimilar esas nuevas emociones.
Entre un millón de líneas es una original historia de amor que se desarrolla en un contexto muy agradable: una librería. Abundan las novelas y libros testimoniales que transcurren entre libros, bien como escenario o como materia narrativa al describir las compensaciones y las dificultades de la vida de los libreros. En esta ocasión, estos dos componentes están fundidos en los protagonistas, unos personajes de carne y hueso, nada estereotipados, que hacen lo que pueden por sacar adelante una librería en un momento cultural complicado, a la vez que ese trabajo les permite conocerse mejor y, quizás, dar un nuevo sentido a sus vidas, a pesar de las dificultades. 


Entre un millón de líneas
Juan Lozano Garrote
Amazon
320 págs. 12,25 €.

lunes, 10 de febrero de 2020

"El camino de la vida", de Lev Tolstói


Durante toda su vida, Lev Tolstói (1828-1910) tuvo una honda preocupación por las cuestiones éticas y sociales. Hasta tal punto, que en los últimos años fue su único cometido en la vida. Tolstói intentó transmitir con fuerza a sus numerosos lectores y la gente que tenía a su alrededor un conjunto sistematizado de ideas básicas para “que el hombre pueda llevar una vida de bien”. Para ello, había que enseñarle “lo que debe y lo que no debe hacer”. Estas inquietudes no son solo fruto de la edad madura sino que, de otra manera, están ya presentes en sus obras desde el inicio de su carrera literaria. 
          En sus Diarios (de los que Acantilado ha publicado una selección en dos volúmenes), se aprecia de una manera muy potente cómo Tolstói lucha constantemente consigo mismo para ser mejor persona, arrinconar sus vicios y hacer de sí mismo una persona dedicada al bien y a los demás. Impresiones parecidas vemos en otra muestra de su literatura memorialística, como su Correspondencia, donde aparecen numerosas muestras de su obsesivo interés por las ideas existenciales de fondo.
En sus novelas más importantes, aparecen estos temas, siempre bajo la máscara de la ficción, como sucede especialmente en La muerte de Iván Ilich, libro que condensa muchas de sus ideas sobre la muerte y la vida. Pero a medida que fue teniendo más claro su papel como guía y hasta como profeta de su pueblo, Tolstói publicó libros más asequibles donde de manera condensada ofrecía pensamientos prácticos y útiles para la vida. En esta línea está, por ejemplo, su libro Pensamientos de hombres sabios para cada día, donde reunió citas de pensadores, filósofos y escritores a los que Tolstói volvía una y otra vez: Confucio, Lao-Tse, Epicteto, Sócrates, Marco Aurelio, Buda, Pascal, Jesús… En este libro, y en otros ensayos, Tolstói fue dando forma a una religión natural fundamentada en los grandes principios básicos de la humanidad, con sus implicaciones espirituales (por este, fue prohibido después de la Revolución de Octubre).
            El camino de la vida, hasta ahora inédito en español, está en sintonía con el libro anterior, pues también es una colección, amplia, de pensamientos existenciales tanto del autor ruso como sabios universales. Lo estaba trabajando cuando falleció en 1910, antes de hacer una revisión última de su contenido. Se publicó pocos meses después de su muerte, sin retocar nada.
            Dividido en 31 capítulos, Tolstói reúne aforismos y citas sobre temas fundamentales: la fe, el amor, la violencia, el castigo, la muerte, la trascendencia, Dios, etc. Para Tolstói, “sin respeto por el bien no se puede vivir dignamente”. Como estaba pensado para un público mayoritario, el estilo es sencillo, directo, comprensible, sintético. Muchas citas proceden de autores universales; en la mayoría, aparecen sus nombres, aunque Tolstói advierte que no se trata de traducciones literales ni fidedignas, pues casi siempre hace adaptaciones.
            En los últimos años de su vida, Tolstói fue dando forma a una religión personal y natural que fuese un cristianismo sin Iglesia, sin liturgia y con una visión trascendente de la existencia cercana a visiones panteístas. Aunque la gran mayoría de estos textos hablan de una ética universal, fácil de asimilar y de compartir, también demuestra en muchas de ellas las contradicciones filosóficas y teológicas en las que cayó el autor, a quien estas cuestiones no parecían importar mucho. 
            Como desarrolla Antonio Ríos en su ensayo Lev Tolstói. Su vida y su obra, Tolstói rechazó no solo a la Iglesia ortodoxa sino a todas: “no creo en ninguna de las religiones existentes”; solo creía en la suya, que quiso convertir en una religión humanitaria y universal que sustituyese al resto de las religiones. De hecho, a su alrededor surgió una secta, los tolstoianos, que asimilaba estos valores de manera radical. Quizás sea en esta faceta donde aparece de manera más evidente la megalomanía de Tolstói, pues aceptaba con naturalidad el papel de líder, profeta y guía: “Me estoy acercando a una idea grandiosa –escribió-, a cuya realización podría consagrar toda mi vida: la fundación de una nueva religión, de la religión de Cristo, pero liberada de dogmas y milagros (…). Una religión práctica que no promete una felicidad futura sino que dé la felicidad sobre la tierra”. En esta “religión”, términos como inmortalidad, Dios, trascendencia, se convierten en conceptos movedizos que pueden significar diferentes cosas (y la contraria). 
            Tolstói fundamenta su nueva religión especialmente en la justicia social y en la fraternidad: “Hay que liberar el alma de lo que obstaculiza el amor por las personas”. Para dar sentido a esa ética, reúne estos pensamientos con los que quiere elevar y purificar los sentimientos del hombre para que alcancen el bien absoluto. 


El camino de la vida
Lev Tolstói
Acantilado. Barcelona (2019)
616 págs. 42 €.
Traducción: Selma Ancira.

jueves, 6 de febrero de 2020

"Una cierta idea de mundo", de Alessandro Baricco



El autor italiano Alessandro Baricco, ensayista y novelista de prestigio intenacional, reúne en este volumen “los 50 mejores libros que he leído en los últimos años”. Durante un año, les dedicó un artículo semanal a cada uno de ellos. Como aclara en el prólogo, “no son los cincuenta mejores libros de mi vida”. Hace diez años cambió de casa, y estos cincuenta libros son los que más le han llamado la atención en estos años por diferentes motivos. Con este libro, Baricco pretende recuperar el libro como herramienta de prestigio cultural e instrumento para el debate cultural e intelectual, además de ser una buena excusa para comentar con los amigos los libros leídos (y no solo las series y las películas vistas”).
            En su selección hay de todo: novedades y libros muy antiguos, novelas y ensayos… Hay hasta colecciones de tebeos. No solamente son variados los géneros; también las temáticas de las novelas y ensayos. Con todos ellos, como recoge el título, ha ido formando “una cierta idea de mundo. Con muchas posibilidades de que fuera la mía”. 
            Los artículos no se ciernen exclusivamente al libro elegido sino que Baricco aprovecha la lectura de un libro concreto para contar quién se lo recomendó, cómo lo consiguió y para reflexionar sobre muchas cuestiones de actualidad que tienen que ver con sus inquietudes sociales, culturales, políticas y literarias. Baricco se implica en las críticas con un estilo plagado de valoraciones muy personales. Sus opiniones suelen ser muy certeras, lo que demuestra que, además de escritor, es un crítico literario muy sagaz. Por ejemplo, hablando de la novela de Richard Brautigan “American Dust”, dice: “novelas de este tipo se pueden escribir solo si has vivido en lo más oscuro de la derrota, o si estás ya muerto”. Del libro de Pierre Hadot, “Ejercicios espirituales y filosofía antigua”, destaca esta magnífica cita: “Son muchos los que se vuelcan por entero en el militarismo político y en la preparación de la revolución social. Pero pocos, muy pocos, los que como preparativo de la revolución, optan por convertirse en hombres dignos”.
            En su selección abundan los escritores italianos de novelas, clásicos y modernos, y también de ensayos que van de temas políticos y sociales hasta los que hablan de fútbol. Comenta una novela de Faulkner y afirma que lee “un Faulkner y un Shakespeare al año. Sin excepción. Alguna regla hay que ponerse de vez en cuando”. Lee a Stefan Zweig, William Goldman, Christa Wolf, Javier Cercas, Roberto Bolaño, Elmore Leonard, Yasunari Kawagata, Ian McEwan. Acude a los clásicos (Heródoto). No se muestra muy partidario ni del thriller ni de la novela policiaca, pero lee a Fred Vargas porque piensa que son otra cosa. 
            Una cierta idea de mundo no es un canon de lecturas ni indiscutibles ni indispensables (no es su intención), pero ayuda a descubrir posibles lecturas, a conocer mejor a un autor con un gran prestigio internacional y, también, a leer con más tino y profundidad algunos libros, pues Baricco les sabe sacar mucho partido cultural y personal. 


Una cierta idea de mundo
Alessandro Baricco
Anagrama. Barcelona (2020)
190 págs. 17,90 €.
T.o.: Una certa idea di mondo.
Traducción: Carmen González-Beamud.