viernes, 25 de diciembre de 2020

"Cuentos sentimentales", de Mijaíl Zóshchenko


 Mijaíl Zóshchenko (1895-1958) fue uno de los escritores soviéticos más populares en la década de los años veinte y treinta. Comenzó a publicar en 1922 y militó al comienzo en “Los hermanos Serapión”, un grupo de escritores partidarios de la independencia literaria de las consignas políticas. Posteriormente, el grupo desapareció y algunos de sus miembros fueron perseguidos por oponerse al realismo socialista. El propio Zóshchenko cayó en desgracia en 1946, cuando fue expulsado de la Unión de Escritores Soviéticos.

            Zóshchenko se especializó en relatos breves que se inspiraban en la tradición de Gógol y de Chéjov. En ellos, apostó por una literatura irónica centrada en el hombre concreto y sus debilidades. Esta manera de narrar puede verse en Matrimonio por interés y otros relatos (ver Aceprensa 14 Septiembre 2005), una selección de sus narraciones. 

            Son dos los elementos que dan unidad a estos relatos. En primer lugar, la crítica irónica a los tópicos sentimentales de la literatura romántica, en boga en los años anteriores a la Revolución y que seguía vigente en la literatura popular de las primeras décadas de comunismo. Zóshchenko parodia el lenguaje, los temas, los conflictos, los suspiros… con historias de amor que siguen las pautas del género, pero que en algún momento se tuercen.

            El otro ingrediente es todavía más novedoso: todos los relatos están contados por el mismo narrador que aparece de manera explícita en todos ellos, inmiscuyéndose en su desarrollo con comentarios irónicos. En algunos, se dirige directamente a los lectores, a los que insulta y hasta maltrata. De manera sarcástica, reflexiona sobre lo que va a narrar, los personajes que utiliza, las debilidades amorosas, los ridículos giros de la trama… El tono es completamente zumbón y es un adelanto del tono antirromántico con el que los lectores se van a encontrar en los relatos propiamente dichos, que cuentan, por ejemplo, el drama protagonizado por el músico Borís Ivánovich Kotoféev, que tocaba el triángulo musical en una orquesta sinfónica.

            Con estos relatos, Zóshchenko se ganó mucha popularidad en la URSS y entre los emigrados rusos. En ellos, aparece la anodina y banal vida rusa, poblada de personajes insignificantes, sin sustancia, que ni siquiera son capaces de culminar como se merecen, de manera trágica o melodramática, algunas historias de amor.


Cuentos sentimentales

Mijaíl Zóshchenko

Armaenia. Madrid (2020)

246 págs. 20 €. 

Traducción: Rafael Guzmán Tirado.

miércoles, 16 de diciembre de 2020

Sugerencias de lecturas para las navidades


Madrid

Andrés Trapiello

Destino. 560 págs. 24,90 €.

 

            “En ninguna ciudad ha sido uno tan feliz como en esta destartalada villa, verdadero salón de pasión perdidos del mundo, hecho a partes iguales de sueño y verdad”. Nacido en un pueblo de León, Trapiello llegó a Madrid con 17 años. Desde entonces, como se puede apreciar en sus diarios y en su libro dedicado al Rastro, ha tenido Madrid una relación muy especial que relata en este libro, en el que mezcla lo histórico con las peripecias individuales. Trapiello aporta su propia visión de una ciudad que define como “estrepitosa y bizarra”. Por sus páginas aparecen escritores, como Galdós, el que mejor han sabido describir su alma y sus gentes, además de Baroja y Gómez de la Serna. 

 



Los días luminosos

Zsuzsa Bánk

Acantilado. 448 págs. 24 €.

 

Esta novela se desarrolla en Alemania e Italia y cuenta una historia familiar que arranca en la década de los sesenta. La narradora es una niña llamada Seri, hija de titiriteros húngaros, que vive con su madre en un pueblecito alemán y tiene como amigos a Aja y Karl. Evi, la madre de Aja, es una mujer rebosante de vitalidad que resulta para los niños un foco de alegría. Veinte años más tarde, la historia prosigue en Roma con los tres amigos ya en plena juventud. El doloroso descubrimiento de un secreto familiar que se remonta a su infancia amenaza con quebrar su amistad. La novela es una conmovedora historia de crecimiento y superación. 




El evangelio de las anguilas

Patrick Svensson

Libros del Asteroide. 288 págs. 19,95 €.

 

            El autor se crio en una pequeña localidad de Escania cerca de la llamada “Costa de las Anguilas”. Allí salía frecuentemente a pescar anguilas con su padre, experiencia que forman parte fundamental de este libro dedicado a todo lo que se puede saber de las anguilas, un pez misterioso que ya despertó interés en tiempos de Aristóteles por la cantidad de incógnitas que rodeaban su resbaladiza existencia. Alternando pasajes memorialísticos con otros que tienen un toque periodístico o ensayístico, Svensson ha escrito un singular libro que consigue interesar por la capacidad que tiene de convertir la anguila en un símbolo de muchos anhelos del hombre. 

 


Línea de fuego

Arturo Pérez-Reverte

Alfaguara. 690 págs. 22,90 €.

 

            Voluminosa novela histórica sobre la guerra civil. A diferencia de otras novelas, más ideológicas, deja a un lado la política y centra su narración en diez días del inicio de la batalla del Ebro. En el mes de julio de 1938, las tropas republicanas cruzan el río para tomar la localidad imaginaria de Castellets del Segre. Protegiendo el pueblo se encuentran pocos militares nacionales. El autor opta por escenas caleidoscópicas con las que presenta la realidad a ras de suelo. Los soldados de ambos bandos luchan por ganar posiciones, avanzar, aguantar. El autor busca esquivar los estereotipos y las visiones maniqueístas e idílicas. Impera un realismo sobrecargado, muy detallado y documentado. 

 


Los viejos creyentes

Vasili Peskov

Impedimenta. 264 págs. 20,50 €.

 

            En 1978, un piloto ruso que sobrevolaba la taiga siberiana, miles de kilómetros deshabitados, vio una inesperada cortina de cortina de humo que procedía de la chimenea de una casa solitaria. Con un grupo de geólogos que se habían desplazado a esas olvidadas tierras, encontraron la casa y a cinco miembros de una familia de “viejos creyentes” que vivían aislados desde 1944. La curiosa noticia llegó a oídos de Vasili Peskov (1930-2013), periodista que se interesó por aquella gente. Viajó numerosas veces hasta la profunda Siberia para conocer la singular y extraña historia de esta familia, que se remonta a la secta de los “viejos creyentes”, que surgió en Rusia en el siglo XVII, en la época de Pedro el Grande. 

 


Un cuento de Navidad para Le Barroux

Natalia Sanmartin Fenollera

Planeta. 72 págs. 12,95 €.

 

            Un niño de 8 años y sus hermanos, a los que el padre abandonó, pierden ahora a su madre a causa de una enfermedad. El chico pide una señal a Dios: quiere saber si “lo que mamá decía sobre Dios, la cueva y el cielo era verdad”. Aparentemente, Dios calla. Pero en la tercera Navidad, el niño aprende a leer el lenguaje de Dios. Como ha contado la autora, escribió este cuento a petición de los benedictinos de Le Barroux, en Francia, “con los que tengo una relación muy especial”. El cuento relata “una historia entrañable que no tiene miedo a medirse con el dolor de un niño”. El libro aborda la dificultad de encontrar la fe en medio de penosas circunstancias vitales, y también de la belleza sacramental de la Navidad, “del profundo misterio que entraña y de la alegría que despierta”. 

 


El fantasma y la señora Muir

R.A. Dick

Impedimenta. 224 págs. 20,50 €.

 

Disfrazada de comedia gótica, esta obra costumbrista de 1945 contiene unos ingredientes excéntricos donde lo terrenal y lo sobrenatural se dan la mano. Tras la temprana muerte de su marido, Lucy Muir debe salir adelante y encontrar un sitio donde vivir con el poco dinero que dispone. Hallará refugio para ella y sus dos hijos en una casa en la costa cuyo precio es inusitadamente bajo. No tardará en darse cuenta de que allí habita el gruñón y arisco espíritu de un viejo lobo de mar, el capitán Gregg. Pero Lucy Muir no se amedrentará por ese “pequeño” detalle, y empezará una convivencia de lo más estrafalaria. 

 


Todo en vano

Walter Kempowski

Libros del Asteroide. 360 págs. 22,95 €.

 

            Kempowski describe algunos momentos finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando las tropas rusas avanzan por Alemania provocando el caótico exilio de miles de habitantes. Gran parte de la novela transcurre en una finca alemana situada en Prusia Oriental. En ella viven una mujer y su hijo, acompañados de una tía y las personas que se encargan del servicio. Por orden de las autoridades, deben acoger a personas que van de paso, con las que intercambian algunos momentos de tranquilidad, a pesar de la dureza de la situación. Novela que esquiva los tópicos y presenta una imagen realista de la evolución de los acontecimientos. 

 


La gran fortuna

Olivia Manning

Libros del Asteroide. 456 págs. 23,95 €.

 

Esta novela se desarrolla en Rumanía y narra el impacto de la Segunda Guerra Mundial en una serie de expatriados británicos. Los protagonistas son una pareja inglesa recién casada, Guy y Harriet Pringle, que se instalan en Bucarest para trabajar en su Universidad. Allí se relacionan con una serie de personajes que viven de manera distante los efectos de la guerra hasta que la tragedia se hace cada vez más cercana. La autora describe muy bien tanto los ambientes exclusivos de la capital de Rumanía como los barrios más populares. La novela se centra sobre todo en el punto de vista de Harriet, que analiza su matrimonio y su relación con Guy. 

 


De un mundo que ya no está

Israel Yehoshua Singer

Acantilado. 320 págs. 22 €. 

 

            Israel Yehoshua Singer (1893-1944) es conocido por dos grandes novelas: Los hermanos Ashkenazi y La familia Karnowsky. En este libro pretendía relatar la vida de su familia desde su infancia hasta 1933, año en el que llegó a los Estados Unidos. Sin embargo, antes de su muerte solo le dio tiempo a escribir sobre su infancia. La mayor parte del libro transcurre en el shtetl de Lentshin, cerca de Varsovia, donde su padre ejerce de rabino. Literariamente, resulta un libro de memorias sumamente agradable y bien escrito, divertido en muchas ocasiones, y sus descripciones ayudan a conocer la situación de los judíos en aquella Polonia. 

 


A lo lejos

Hernán Díaz

Impedimenta. 344 págs. 21,62 €.

 

La primera aparición de Håkan Söderström, “el Halcón”, emergiendo de un mar de hielo proyecta en el lector la imagen de un coloso en un tiempo de titanes: la América del siglo XIX, la de la conquista del Oeste y la de las leyendas que pesaban más que la realidad. Sobre este personaje, un joven emigrante sueco que busca a su hermano mayor, a quien perdió cuando iban a embarcar rumbo a América, el autor actualiza el género del western. Los personajes están muy bien trabajados y las peripecias de Håkan añaden emoción a una novela intensa y bien llevada. 

 


Tierra Salvaje

Robert Olmstead

Hermida editores. 280 págs. 19 €.

 

La acción transcurre en Kansas, en el Oeste, más allá de la llamada “línea muerta”, marcada por el ferrocarril, que suponía la separación del territorio indio. Es una tierra virgen en la que los animales salvajes –osos, ciervos, lobos y, sobre todo, bisontes- viven a sus anchas… hasta que llega el hombre. La protagonista de la novela es Elisabeth Coughlin, una mujer viuda que se ha quedado sin nada al morir su marido. Ayudada por su cuñado Michael, decide trasladarse a la tierra de los bisontes para sobrevivir y continuar con la granja que su marido ha dejado en la ruina. La trama engancha por lo insólito de lo que se cuenta y por la fuerza de un estilo lleno de viveza, matices y humanidad. 

 


El paso siguiente en el baile

Tim Gautreaux

La Huerta Grande. 454 págs. 22 €.

 

La trama de esta novela, publicada en 1999, se centra en el matrimonio formado por Paul y por Collete. Paul es un portentoso mecánico, aficionado a las peleas a puñetazos en bares y un entusiasta bailarín. Colette, que trabaja de cajera en un banco, no está satisfecha ni con el estrecho estilo de vida de su pueblo ni con las aficiones de su marido. Por varias razones, Colette decide cambiar de vida y marcharse sola a California. Paul, hasta entonces conformista y poco ambicioso, la sigue y comienzan a desatarse los contratiempos y percances. Estamos ante una historia repleta de humanidad y vidas corrientes, con emotividad y humor. 

 


Los sótanos del mundo

Ander Izaguirre

Libros del K.O. 404 págs. 19,90 €.

 

            En el año 2000, el autor participó en la Expedición Pangea, una aventura con seis destinos: el Valle de la Muerte, en América del Norte; el Lago Eyre, en Oceanía; la Laguna del Carbón, en América del Sur; el Mar Caspio, en Europa; el Mar Muerto, en Asía; y el Lago Assal, en África. La expedición se realizó entre septiembre de 2000 y junio de 2001. Izaguirre maneja muy bien las descripciones físicas de los lugares que recorren; sabe condensar la información necesaria para entender mejor las circunstancias históricas y geográficas de esos países y sus peculiaridades, y realiza magníficos retratos de algunos de los personajes que se encuentran.

            

Barro más dulce que la miel

Margo Rejmer

La Caja Books. 320 págs. 20,90 €.

 

            “¡Qué bueno es ese Beckenbauer!”, exclamó un albanés en un bar viendo un partido de televisión que enfrentaba a las selecciones de Albania y Alemania. Al día siguiente, un vecino le delató por ese comentario antipatriota y fue detenido y condenado a dos años de cárcel. Este ejemplo sirve para describir la opresiva y kafkiana realidad que vivió Albania, el país comunista que soportó la dictadura de Enver Hoxha desde 1944 hasta 1985, el año de su muerte. La periodista polaca Margo Rejmer deja que numerosas personas que padecieron la dictadura albanesa cuenten su experiencia personal en un país aislado y encerrado en sí mismo. 

martes, 10 de noviembre de 2020

"Todo iba bien", de Itxu Díaz

           


           Décimo libro que publica el periodista y escritor Itxu Díaz (La Coruña, 1981) en el que aborda en esta ocasión algunos males de nuestro tiempo como son la nostalgia, la desolación y la caída en la tristeza. No pretende Díaz escribir un manual de autoayuda al uso en el que se decoren y disfracen recetas obvias para alcanzar la felicidad. Ni mucho menos. En varios momentos del libro rechaza este tipo de literatura por ofrecer posturas cómodas y soluciones de bolsillo. 

Su ensayo analiza muchas cuestiones vitales contemporáneas de gran calado que, quizás, se estén desenfocando al desvirtuar las luces y las sombras de la condición humana. La obsesión por la búsqueda de la felicidad lleva a no saber encajar ni el fracaso, ni la derrota, ni muchos menos el dolor y la muerte. Pero, por suerte o por desgracia, todo llega y la nostalgia y la tristeza suelen ser compañeros habituales de la vida en muchos momentos. Por eso, como opina Díaz, hay que aprender también a naufragar. Y hay que convivir sabiendo que siempre podemos tener a la vuelta de la esquina un encuentro con la depresión y el desconsuelo. 

Cuando el autor corregía este libro durante los meses de confinamiento, ha podido incluir un último capítulo dedicado a la invasión del coronavirus, que ha trastocado los estilos de vida y las prioridades, y que en muchos casos ha llevado a muchas personas a reconsiderar, en línea con el propósito de este libro, hacia dónde enfocar la existencia para llevar una vida más auténtica y lograda.

Itxu Díaz acomete estas consideraciones con un estilo nada superficial. Suele recurrir a poemas, novelas y ensayos que le sirven para ejemplificar sensaciones y sentimientos, y para profundizar en algunas cuestiones. Estos referentes literarios son amplios y combinan los libros clásicos con mucha literatura contemporánea, que viene muy bien para captar la atmósfera de este tiempo, presente en ficciones muy actuales con unos protagonistas que se han especializado, quizás en exceso, en surfear por el pesimismo y la desesperación. Díaz cita frases y obras de Joan Didion, Stefan Zweig, C. S. Lewis, Iris Murdoch, Kazuo Ishiguro, Houellebecq, etc. Y de autores clásicos como Dostoievski, Gógol, Emily Dickinson, León Bloy, Chesterton. Y lo mismo hace con obras ensayísticas, donde combina lo actual –Jordan Peterson y el cardenal Sarah- con filósofos clásicos como Pascal. Además, incluye referencias muy sugestivas a películas y a canciones. Los comentarios sobre estas obras, breves y acertados, permiten que la obra gane en amenidad.

Y hay que sumar otra cualidad a estos escritos, frecuente en sus escritos: el sentido del humor. Itxu Díaz combina la reflexión ponderada y atrayente con comentarios humorísticos que añaden sensatez e ironía a muchas de sus observaciones. Este rasgo hace todavía más interesante su lectura.

El libro es una oportuna y provechosa reflexión sobre una serie de temas que están muy presentes en la sociedad actual. Con valentía y originalidad, Itxu Díaz propone un estilo de vida contracorriente con el que afrontar los reveses de la vida de una manera optimista y positiva, encajando las dificultades y encontrando un sentido espiritual que dote de otro significado lo que sucede a nuestro alrededor. 



Todo iba bien

Itxu Díaz

Encuentro. Madrid (2020)

188 págs. 16,50 € (papel) / 9,99 € (digital).

lunes, 9 de noviembre de 2020

"30 paisajes de la Guerra Civil", de Eladio Romero y Alberto de Frutos

                


        Espectacular. Y muy entretenido. Y didáctico y novedoso. Así resulta este libro que han escrito Eladio Romero y Alberto de Frutos, los dos escritores que ya han publicado diferentes libros sobre la guerra Civil española y cuentan con mucha experiencia en la narración divulgativa de hechos históricos. Puede pensarse que ya se ha escrito todo lo que se tenía que escribir sobre la Guerra, y en parte es verdad, pero libros como este, magníficamente editado, ayudan a descubrir aspectos inéditos e insólitos de una guerra fratricida sobre la que se sigue escribiendo, y mucho. 

        Gran parte del acierto del libro es su diseño. Se trata de un libro de gran formato que contiene cientos de fotografías sobre la Guerra, lugares, paisajes y protagonistas y que ha seleccionado 30 paisajes singulares en los que se desarrollaron momentos de cierta trascendencia para el desarrollo de la Guerra. Cada “paisaje” se estructura con una misma estructura narrativa: “Qué, cuándo, qué”, que explica de manera divulgativa y sucinta los hechos seleccionados; “Frente a Frente”, donde con diferentes mapas se explica lo sucedido y la posición estratégica de cada lugar; “Fogonazos”, en la que se selecciona una foto de gran formato con un texto acorde con su contenido; “Testigo directo”, en la que aparecen minibiografías de cientos de personajes, algunos protagonistas directos y otros muchos personajes secundarios, “Evocaciones”, donde se selecciona un texto o una imagen gráfica vinculada con esos hechos; “Otras miradas”, que reproducen pasajes breves de la bibliografía existente sobre estos paisajes y, por último, “Memoria viva”, con textos que hablan del presente de esos lugares y la huella que la Guerra ha dejado en ellos. 

        Cada capítulo resulta una joya y un tratado sobre lo sucedido en cada paisaje seleccionado. Además, se proporcionan claves, historias y anécdotas que intentan explicar no solo la dimensión bélica de lo sucedido sino también la vertiente humana. Son muchísimas las anécdotas que se relatan y las pequeñas historias que sirven para mostrar y ejemplificar aspectos singulares de la contienda. Y todos estos ingredientes juntos en un solo libro. Esto, más que las ideas generales, es quizá lo más sobresaliente de este original y espléndido libro. 

        Y hay que destacar el tono divulgativo empleado, pensando en el gran público que quiere ampliar conocimientos sobre lo sucedido en lugares tan emblemáticos como la batalla del Jarama y del Ebro, Brunete, Belchite, Melilla, Palma, Sevilla, La Coruña, Barcelona Segovia, Valencia, Gijón, Teruel, Cartagena, Menorca… La obra avanza siguiendo el hilo cronológico. Comienza con la rebelión militar del 17 de julio de 1936 en Melilla y finaliza con la descripción del golpe de estado del general Casado en Madrid contra el ejército republicano. Como escribe en el prólogo Carlos Tejerizo, profesor de la Universidad del País Vasco: “Son los distintos escenarios de la guerra los que ejercen de hilo conductor de esta historia”. 

        Insisto en la originalidad del libro, en su calidad visual, en la entretenida manera de proporcionar una exhaustiva documentación que abarca numerosos frentes. 

        Sí, es verdad, se ha escrito mucho sobre la Guerra Civil. Pero este volumen es distinto: para leer, saborear y mirar. 


30 paisajes de la Guerra Civil

Eladio Romero y Alberto de Frutos

Larousse. Barcelona (2020)

352 págs. 35,90 €.









domingo, 18 de octubre de 2020

Al final, adoptamos un pueblo

Hoy se han ido mi hermana L. y J. a pasar el día cerca de Salamanca, a los Arribes del Duero, y al llegar a la altura de Peñaranda de Bracamonte, que está a unos 30 kilómetros de Salamanca, me ha enviado una foto del letrero del pueblo en la carretera. Una vez más, me he vuelto a emocionar. Y es que no lo puedo remediar, le hemos tomado un cariño muy especial a este pueblo salmantino desde que en un acto democrático y de sabiduría popular decidimos adoptarlo. En mi familia, no somos de pueblo, ni tenemos un miserable pueblo para irnos de vacaciones en el verano, ni en Semana Santa, ni en un puente, ni para poder decir que vamos a pasar unos días en el pueblo porque tenemos matanza o porque es la época de recoger las habas, son las fiestas de San Antón, estamos solucionando unos problemas con las tierras o haciendo obras en la cocina por una cuestión de humedades, ni para visitar a la abuela que ha estado enferma. Solemos decir que somos tan pobres que no tenemos ni pueblo. Durante toda la vida esto ha sido una desgracia, que nos ha marginado entre nuestros amigos y vecinos. 



Por eso, desde hace años pensamos que algo había que hacer. Y fue cuando decidimos adoptar un pueblo. Unos propusieron nombres muy evidentes de pueblo, para subrayar que éramos de pueblo de verdad, no unos advenedizos. Los nombres que barajamos fueron Villagordo, Poyales del Hoyo, Alcantarilla, Humilladero, Pozal de las Gallinas, Cabeza de Buey, Villacorta, Torrijas, Cogollos. A la final llegó Cabeza de Buey: nos gustaba su rotunda sonoridad, su aroma a establo y sus resonancias ancestrales. Además, su gentilicio era un dechado de esnobismo: caputbovense. Lo estuvimos ensayando: “soy caputbovense”, “es que los caputbovenses somos así”, “cuando se nos mete una cosa en la cabeza a los caputbovenses, date por jodido”. Sí, estaba bien. Sin embargo, en el último momento, alguien lanzó la propuesta de Peñaranda de Bracamonte, que también llegó a la final. El nuevo nombre supuso dar un giro radical a nuestras pretensiones: ya no era un nombre que, con solo mencionarlo, te empapabas de pueblo hasta la médula, como el otro; ahora destacaba la hidalguía, el señorío, el estilo, la armonía de su nombre… Sí, somos de pueblo, qué pasa, pero somos nada más y nada menos que de Peñaranda de Bracamonte, nombre cervantino, quijotesco, aristocrático, de resonancias nobles. 



Al final, por mayoría, ganó Peñaranda de Bracamonte. Y, desde entonces, nos sentimos peñarandinos hasta las cachas. Y si en mi familia tomamos una decisión, lo hacemos con todas las consecuencias. Desde entonces, en mis viajes de trabajo, he parado varias veces en Peñaranda para disfrutar de sus calles, sus monumentos (la Ermita de San Luis y la plaza de Toros de La Florida), sus tiendas, su buena comida, sus alrededores (como el entorno del Río Lobos). He comprado postales (de la iglesia de San Miguel, de los pórticos de la plaza de España, del Palacio de los Condes), que suelo enviar cuando me voy de vacaciones a Galicia, como si estuviera pasando una temporada en Peñaranda dedicado a ver cómo va el terruño, los problemas con los trillos, jugando al tute con los amigos de la infancia, visitando a los parientes ya lejanos (tías segundas perdidas, tías abuelas lejanas, primos recónditos…) y poniéndome al día de las noticias de familiares fallecidos, enfermos, nacimientos, traslados... Y preparando la procesión del Cristo del Humilladero, de la que estoy a punto de ser cofrade. 



Ya no decimos que somos de Madrid y que no tenemos pueblo. Con sutileza, hemos dado forma a una doble vida con la que tapamos una enorme carencia que se ha ido agrandando con el paso de los años. Ahora, de verdad, sin imposturas, me siento de pueblo, inundado de una nostalgia que me lleva a añorar las auténticas raíces de mi vida pasada en los campos de Peñaranda. Por eso, en medio del ajetreo de mi barrio y mi ciudad, añoro volver al sosiego y la tranquilidad de los caminos polvorientos hasta las sosegadas huertas, las pozas silvestres donde nos bañábamos, la tranquilidad de la laguna del Cerro Ávila, el bebedero de los animales, la fuente de agua fresca y cristalina, la cuesta de las encinas, la solana, la solidez del puente romano... Y los cuentos de la Tía María a la luz de la lumbre, los bailes de los pastores en los nevados inviernos, la figura enlutada de la abuela y la boina siempre calada del abuelo, el inconfundible y lejano sonido del chiflo del afilador, el aroma del hornazo de las fiestas de las Águedas, los villancicos con las zambombas y los almireces, el monótono zumbar de la chicharra en los calurosos veranos, la fiesta anual de la matanza donde el Tío Lorenzo, ya medio curda, acababa siempre cantando esa copla que nunca olvidaré: “Tuerta, retuerta, / puñetera tuerta / ábreme la puerta /que te vengo a ver”. 



 Todos, pero yo especialmente, recordamos esa vida de paz, amor y bucolismo concentrado. Y ahora, con total naturalidad, contamos a nuestros amigos y vecinos los días pasados en Peñaranda en Semana Santa, y en el verano, y en el pasado puente del Pilar. Este año no sabemos si pasaremos allí las fiestas de Navidad: la abuela no estaba muy bien y el Tío Lorenzo tenía mucho lío con los animales del cortijo. Si no, iremos en febrero para traer los rábanos y el perejil, y si ya es posible, la carne de membrillo. Y a ver cómo va la cosecha de patatas, maíz y remolacha.

Incluso mi sobrina ha hecho unas camisetas que nos ponemos en las celebraciones familiares como si fuésemos una peña del pueblo, donde incluimos por un lado su nobiliario escudo (que procede de los condes de Bracamonte) y esta poesía que resume nuestra idílica vinculación con lo que para nosotros es el paraíso perdido de la infancia y la adolescencia y el lugar siempre soñado para nuestra jubilación: “Siento tu suave susurro. / Y seguro voy hacia ti. / Es una llamada. Una luz. / Tú eres mi único destino. /El alegre final de mi incierto camino”.

domingo, 4 de octubre de 2020

"Una calle sin nombre. Infancia y otras desventuras búlgaras", de Kapka Kassabova


          Nacida en Sofía, la capital de Bulgaria, en 1973, Kapka Kassabova abandonó su país junto con su familia en 1990, un año después de la caída del Muro de Berlín y del desmoronamiento, como un castillo de naipes, de la mayoría de los regímenes comunistas del Telón de Acero. De hecho, el régimen de Todor Zhivkov, en el poder desde 1954, cayó precisamente al día siguiente de conocerse estos hechos, dando paso a un proceso de elecciones libres y democráticas. Sin embargo, a diferencia de otros países, el Partido Comunista búlgaro, con otro nombre, continuó durante años en el poder. 



         Al abandonar Sofía, Kapka y su familia pasaron dos años en Gran Bretaña y después se trasladaron a Nueva Zelanda, donde ha permanecido bastantes años hasta un nuevo cambio de residencia, esta vez a Escocia. Kapka Kassabova es novelista, poeta y periodista y autora de un libro de viajes traducido al español, Frontera. Un viaje al borde de Europa (Armaenia, 2019), donde la autora recorre algunas zonas fronterizas de Bulgaria, el país más al Este de Europa que ha tenido durante siglos una conflictiva relación con Turquía y el imperio otomano. 

         La autora tenía 16 años cuando abandonó su país. Quince años después, regresa de nuevo y decide poner por escrito esta experiencia. “Mi retrato de la Bulgaria moderna, de la de entonces y la de ahora, es siempre personal y muy pocas veces favorecedor”.

            La primera parte de Una calle sin nombre está dedicada a contar su vida y la de su familia hasta la salida del país. Se trata de un retrato muy cercano y a ras de suelo de unos modos de vida y de una época que comenzaba a desmoronarse, en la que estaban plenamente integrados en la vida cotidiana todos los tópicos socialistas, sobre todo en la televisión y los medios de comunicación. A pesar de todo, la autora muestra las grietas del sistema y la penetración de ideas que reclamaban más libertad para los ciudadanos. 

Kapka habla de sus padres, de sus trabajos –eran ingenieros-, de las estrecheces que padecían, de la falta de expectativas, del control de la población, de los privilegios de los dirigentes comunistas. Hablando de la televisión, exclama que “todo era propaganda pura y dura”. Solo encontraba algo de libertad en los grupos de rock occidentales que empezaban a escucharse en Bulgaria, como los Beatles, Pink Floyd, Scorpions. Su padre pasó una temporada en Holanda, en la Universidad de Delft, y el contraste con la vida de Bulgaria que él y su mujer vieron les pasó factura. Lo mismo le ocurrió a Kapka cuando, con dieciséis años, vivió una temporada en Colchester, Gran Bretaña: “De vuelta a Sofía, todo era lúgubre, muy lúgubre”.

            La segunda parte del libro está dedicada a los viajes que realiza la autora por diferentes localidades de Bulgaria (los montes de Pirin y Ródope, el monasterio de Rila, Sandanski, la zona de los antiguos tracios, Ruse…), para ver a sus familiares y, también, para recorrer algunos lugares autóctonos que ella había visitado cuando era pequeña. 



Muchos son lugares desconocidos para los occidentales que, sin embargo, con el paso de los años, se están convirtiendo en centros turísticos por sus monumentos históricos y sus playas poco explotadas en el Mar Negro. La autora realiza un interesante y emotivo recorrido por un país en el que todavía están presentes vestigios del comunismo y de los enfrentamientos de la década de los 90 del pasado siglo contra los turcos, una constante en la historia de Bulgaria, país que ha tenido una relación conflictiva con sus países fronterizos: Macedonia, Grecia, Rumanía, Serbia, Turquía. 



Con un estilo personal y memorialístico, la autora descubre un país que durante décadas estuvo dominado por un comunismo férreo, sin fisuras, excesivamente dependiente de la URSS y en manos de un Partido Comunista que velaba por todos los ciudadanos, como muestra de manera irónica con un poema que reproduce de aquellos años: “De día y de noche por  nosotros vela / como una madre amorosa y buena. / En la fábrica, en el patio, en la escuela, / fuerza nos trae, de los males consuela”. Y, a la vez, describe también una acelerada y ficticia transición a la democracia en la que aparecieron de golpe los nuevos ricos y los gánsteres que se hicieron con el control de las riquezas del país.




Una calle sin nombre

Kapka Kassabova

La Caja Books. Valencia (2020).

340 págs. 20,90 € (papel) / 11 € (digital). 

T.o.: Street Without a Name: Childhood and Other Misadventures in Bulgaria

Traducción: Ernesto Rubio.


jueves, 24 de septiembre de 2020

Los Estados Unidos y el mundo: la metamorfosis del poder americano (1890-1952)

          Este libro analiza la historia de Estados Unidos desde finales del siglo XIX hasta poco después de la Segunda Guerra Mundial desde una perspectiva muy interesante: los cambios que se han dado en la política de Estados Unidos a la hora de justificar su cada vez más acusada presencia internacional. José Antonio Montero, profesor de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid, es autor de trabajos de investigación relacionados con la política exterior de Estados Unidos, y Pablo León es profesor de Historia y Relaciones Internacionales en el Centro Universitario de la Defensa de Zaragoza. 

      En el libro, de manera cronológica, se explica cómo la conversión de Estados Unidos en superpotencia alteró tanto su política interior como sus acciones exteriores en unos tiempos, además, convulsos y de radicales cambios. Si durante el siglo XIX la Doctrina Monroe se aplicó férreamente a la manera de entender y contener la política exterior norteamericana, ya a finales del siglo XIX Estados Unidos empieza a comprender que no puede vivir de espaldas a los numerosos problemas políticos, económicos y militares que suceden a su alrededor. El detonante de este cambio de actitud, que contó con una fuerte oposición en su país no solo en estos años sino durante las décadas siguientes, fue el papel que debía desempeñar Estados Unidos en Venezuela y otros lugares tan estratégicos como Samoa, Hawái y Cuba. Los conflictos que se generaron obligaron a Estados Unidos a cuestionar sus mitos políticos tradicionales para adaptarlos a la realidad de lo que estaba sucediendo en sus áreas de influencia. No deseaba Estados Unidos convertirse en un país imperialista, opción que siempre había rechazado y que estaba en la base de su ideario fundacional, pero tampoco parecía dispuesto a que Francia, Reino Unido y Alemania condicionaran su estabilidad económica y política.

           A finales del siglo XIX Estados Unidos se había ya convertido en una potencia económica mundial, lo que le obligó a intervenir en conflictos que le afectaban directa o indirectamente. Lo sucedido en la guerra de Cuba con España fue el detonante de problemas similares que había que solucionar por la vía de la intervención. No fue un camino fácil. Como escriben los autores a propósito del periodo 1901-1913, “la política exterior estadounidense siguió rompiendo sus moldes tradicionales, pero sin encontrar el lugar desde el que, cómodamente, pudiera desplegar ante los ojos del mundo su potencia y su influencia”. En estos años es clave el papel que desempeñó el presidente Theodore Roosevelt, que lo fue desde 1901 a 1909. Roosevelt tuvo que enfrentarse a disputas de calado en Centroamérica y también a resolver sus numerosas diferencias con Francia, Reino Unido y Alemania, que mantenían el pulso a la hora de controlar los destinos del mundo. Con un discurso a veces contradictorio, Roosevelt tenía claro que el destino excepcional del pueblo americano pasaba por una mayor implicación en los problemas internacionales.




         Otro presidente fundamental para entender los cambios en la política exterior de Estados Unidos fue Woodrow Wilson (presidente de 1913-1921), quien intentó mantener a toda costa la neutralidad en la política norteamericana y que, sin embargo, se vio abocado a intervenir de manera directa en la Primera Guerra Mundial y en el diseño que tras la guerra se hizo de los años de paz en el polémico Tratado de Versalles.

          Los autores titulan “Aislacionismo global” al periodo que va desde 1921 a 1933, los “felices veinte” que fueron la antesala de la Gran Depresión que resquebrajó el sistema financiero internacional y que supuso una grieta en el poderío económico de Estados Unidos en todo el mundo. Los años del New Deal posterior a la crisis tuvieron como protagonista a otro presidente que ocupa un destacado lugar en este libro: Franklin D. Roosevelt (1933-1945). No tuvo nada fácil equilibrar la política internacional en los años treinta ante las preocupantes y crecientes amenazas de Alemania. Roosevelt hizo lo posible para mantener la política aislacionista secular de Estados Unidos, que enarboló para consolidar la neutralidad en algunos conflictos que amenazaban ya la estabilidad europea, como fue el caso de la invasión italiana de Etiopía, la guerra civil española y el pacto entre Hitler y Stalin. Después, Estados Unidos se convirtió en actor imprescindible para derrotar a Alemania y contrarrestar también el creciente poder ideológico y militar de la URSS, que salió fortalecida tras la contienda, y que dio origen, ya con Harry Truman como presidente, a la Guerra Fría, el enfrentamiento entre dos superpotencias y dos bloques ideológicos antitéticos. 

        El libro finaliza en 1952, con la elección del presidente Eisenhover, momento en el que Estados Unidos es consciente del peso cada vez más sólido y sinuoso del comunismo en el planeta (ya ha triunfado la revolución comunista en China), con sus tentáculos extendidos en Corea, Indochina y Vietnam y con cada vez más influencia en América Latina. A la vez, surgen nuevos puntos geográficos de crucial interés para el futuro de la política internacional estadounidense, como es Oriente Próximo.

            No estamos ante un manual de historia más que se dedique a resumir lo más destacado de estas décadas convulsas de la historia de Estados Unidos y de Occidente. El objetivo del libro –mostrar el constante debate entre las posturas aislacionistas y la necesidad de intervenir en los conflictos internacionales- traspasa con fluidez el relato de los hechos y la intervención de los protagonistas. En este sentido, los autores conectan con habilidad estos cambios con puntuales y significativas referencias a manifestaciones literarias y cinematográficas que visualizan estos giros. De lo que se trata es de mostrar los argumentos de las partes enfrentadas en la política interior norteamericana, los complejos movimientos de los principales agentes de este trascendental cambio, su aplicación directa en la estrategia política, militar y económica del país y las consecuencias que a todos los niveles trajo en la configuración de un nuevo orden mundial, en el que Estados Unidos pasó a desempeñar un papel de principal protagonista. 




Los Estados Unidos y el mundo: la metamorfosis del poder americano (1890-1952)

José Antonio Montero Jiménez y Pablo León Aguinaga

Síntesis. Madrid (2019)

384 págs. 20,95 €.

sábado, 5 de septiembre de 2020

"La era de Stalin", de David L. Hoffmann


“Pocos personajes históricos inspiran tanta adoración y aversión como Iósif Stalin, dictador de la Unión Soviética desde 1928 a su muerte en 1953”, escribe David L. Hoffmann, profesor de Historia de Rusia en la Universidad de Ohio y autor de numerosas publicaciones sobre la historia de la URSS. Este libro no es una biografía del dictador soviético sino un detallado análisis de los cambios que se dieron en la URSS durante lo que se ha venido en llamar estalinismo, aunque, como bien dice el autor, los métodos estalinistas no acabaron con su muerte sino que se extendieron con ligeros retoques hasta la época de Gorbachov.

            Hoy día, la figura de Stalin sigue despertando admiración entre ciudadanos rusos y de las antiguas repúblicas soviéticas que añoran nostálgicamente los años del Imperio de la URSS y el entusiasmo que suscitó la figura de Stalin tras la derrota de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial. Por supuesto, esta nostalgia se olvida de los años de terror, de las purgas, de las deportaciones y de las muertes. Muchos de estos “admiradores” ponen el acento exclusivamente en las transformaciones económicas que sufrió el país, que pasó de la autocracia y pobreza zarista a convertirse en potencia mundial. Eso sí, “esta transformación -como destaca Hoffmann- tuvo lugar mientras se aplicaba una violencia de Estado masiva, un verdadero baño de sangre”.

            El historiador norteamericano sitúa la novedad de la Revolución soviética en su contexto histórico, en una época de auge de las utopías socialistas, la política de masas y la reivindicación de las condiciones de los trabajadores. Estas ideas se encontraron con la fuerte oposición de los zares, que apenas movieron ficha para introducir cambios, y cuando los tomaron fue demasiado tarde. Hoffmann describe de manera muy crítica los últimos años del régimen zarista, con unos zares, como Nicolás II, desbordados por las circunstancias.


            El golpe de estado de los bolcheviques inició una guerra civil que, curiosamente, se convirtió en un suceso “formativo” para el nuevo régimen. Las políticas de estado militares, económicas y sociales no se desmontaron al finalizar la guerra civil sino que siguieron en vigor y moldearon las instituciones estatales y la cultura política y la mentalidad de los líderes bolcheviques. Y más todavía a partir de 1928, cuando Stalin, ya dueño del poder absoluto del Partido Comunista y del Estado, decidió desmontar las medidas de la Nueva Política Económica (NEP) y aplicar sus drásticas medidas para industrializar el país, que pasaban por la revolución agraria, la colectivización forzosa, la persecución de los kulak y la aprobación de los planes quinquenales. A partir de ese momento, el Estado se hizo cargo “de la economía y estableció normas férreas para el desarrollo de la industria”. Este nuevo camino solo podría llevarse a cabo con un control absoluto también de la población y la persecución contra los enemigos de la seguridad del Estado. Esta política justificó los años de terror, las purgas y la extensión de los Gulag.

            Los años 40 están marcados por la Gran Guerra Patriótica, que dejó millones de muertos en la URSS. La victoria no supuso cambios en las políticas de la URSS. La muerte de Stalin en 1953 trajo consigo, años después, ya en la época de Kruschev, una denuncia de los abusos de poder de Stalin y de los excesos del culto a la personalidad, pero las décadas siguientes siguió activo el estalinismo, pues no hubo cambios políticos.

            El libro resume muy bien todos estos acontecimientos a la vez que describe las líneas maestras del estalinismo, que pasaban por el dominio absoluto del Estado de todas las esferas, tanto en el plano individual como en el colectivo, en el económico y cultural y hasta en todo lo relacionado con el ocio y las relaciones personales. Este modelo, además, fue el que se extendió al resto de países del Telón de Acero. 



La era de Stalin

David L. Hoffmann

Rialp. Madrid (2020)

272 págs. 20 € 

T.o.: The Stalinist Era

Traducción: David Cerdá.