domingo, 4 de octubre de 2020

"Una calle sin nombre. Infancia y otras desventuras búlgaras", de Kapka Kassabova


          Nacida en Sofía, la capital de Bulgaria, en 1973, Kapka Kassabova abandonó su país junto con su familia en 1990, un año después de la caída del Muro de Berlín y del desmoronamiento, como un castillo de naipes, de la mayoría de los regímenes comunistas del Telón de Acero. De hecho, el régimen de Todor Zhivkov, en el poder desde 1954, cayó precisamente al día siguiente de conocerse estos hechos, dando paso a un proceso de elecciones libres y democráticas. Sin embargo, a diferencia de otros países, el Partido Comunista búlgaro, con otro nombre, continuó durante años en el poder. 



         Al abandonar Sofía, Kapka y su familia pasaron dos años en Gran Bretaña y después se trasladaron a Nueva Zelanda, donde ha permanecido bastantes años hasta un nuevo cambio de residencia, esta vez a Escocia. Kapka Kassabova es novelista, poeta y periodista y autora de un libro de viajes traducido al español, Frontera. Un viaje al borde de Europa (Armaenia, 2019), donde la autora recorre algunas zonas fronterizas de Bulgaria, el país más al Este de Europa que ha tenido durante siglos una conflictiva relación con Turquía y el imperio otomano. 

         La autora tenía 16 años cuando abandonó su país. Quince años después, regresa de nuevo y decide poner por escrito esta experiencia. “Mi retrato de la Bulgaria moderna, de la de entonces y la de ahora, es siempre personal y muy pocas veces favorecedor”.

            La primera parte de Una calle sin nombre está dedicada a contar su vida y la de su familia hasta la salida del país. Se trata de un retrato muy cercano y a ras de suelo de unos modos de vida y de una época que comenzaba a desmoronarse, en la que estaban plenamente integrados en la vida cotidiana todos los tópicos socialistas, sobre todo en la televisión y los medios de comunicación. A pesar de todo, la autora muestra las grietas del sistema y la penetración de ideas que reclamaban más libertad para los ciudadanos. 

Kapka habla de sus padres, de sus trabajos –eran ingenieros-, de las estrecheces que padecían, de la falta de expectativas, del control de la población, de los privilegios de los dirigentes comunistas. Hablando de la televisión, exclama que “todo era propaganda pura y dura”. Solo encontraba algo de libertad en los grupos de rock occidentales que empezaban a escucharse en Bulgaria, como los Beatles, Pink Floyd, Scorpions. Su padre pasó una temporada en Holanda, en la Universidad de Delft, y el contraste con la vida de Bulgaria que él y su mujer vieron les pasó factura. Lo mismo le ocurrió a Kapka cuando, con dieciséis años, vivió una temporada en Colchester, Gran Bretaña: “De vuelta a Sofía, todo era lúgubre, muy lúgubre”.

            La segunda parte del libro está dedicada a los viajes que realiza la autora por diferentes localidades de Bulgaria (los montes de Pirin y Ródope, el monasterio de Rila, Sandanski, la zona de los antiguos tracios, Ruse…), para ver a sus familiares y, también, para recorrer algunos lugares autóctonos que ella había visitado cuando era pequeña. 



Muchos son lugares desconocidos para los occidentales que, sin embargo, con el paso de los años, se están convirtiendo en centros turísticos por sus monumentos históricos y sus playas poco explotadas en el Mar Negro. La autora realiza un interesante y emotivo recorrido por un país en el que todavía están presentes vestigios del comunismo y de los enfrentamientos de la década de los 90 del pasado siglo contra los turcos, una constante en la historia de Bulgaria, país que ha tenido una relación conflictiva con sus países fronterizos: Macedonia, Grecia, Rumanía, Serbia, Turquía. 



Con un estilo personal y memorialístico, la autora descubre un país que durante décadas estuvo dominado por un comunismo férreo, sin fisuras, excesivamente dependiente de la URSS y en manos de un Partido Comunista que velaba por todos los ciudadanos, como muestra de manera irónica con un poema que reproduce de aquellos años: “De día y de noche por  nosotros vela / como una madre amorosa y buena. / En la fábrica, en el patio, en la escuela, / fuerza nos trae, de los males consuela”. Y, a la vez, describe también una acelerada y ficticia transición a la democracia en la que aparecieron de golpe los nuevos ricos y los gánsteres que se hicieron con el control de las riquezas del país.




Una calle sin nombre

Kapka Kassabova

La Caja Books. Valencia (2020).

340 págs. 20,90 € (papel) / 11 € (digital). 

T.o.: Street Without a Name: Childhood and Other Misadventures in Bulgaria

Traducción: Ernesto Rubio.


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