jueves, 31 de enero de 2019

"Un país en crisis. Crónicas españolas de los años 30". Edición de Sergi Doria


En los últimos años se ha recuperado el trabajo periodístico de importantes figuras de la prensa escrita de los años 30. Los escritos de estos periodistas, ahora famosos, como Manuel Chaves Nogales, han demostrado la calidad que existía en los medios de comunicación de esos años, con tiradas pujantes y con ideas muy innovadoras. Las crónicas que ha seleccionado para este volumen Sergi Doria, escritor, cronista cultural y profesor de Periodismo, demuestran esta capacidad de innovación, con las posibilidades que abre el fotoperiodismo y la proliferación de semanarios, que permiten reportajes más extensos que la prensa diaria. A imitación de lo que estaba sucediendo en Francia, Alemania y en Inglaterra, aparecieron en España un conjunto de iniciativas periodísticas rompedoras, que incorporaron nuevas técnicas de redacción, algunas de ellas contaminadas por la influencia del lenguaje cinematográfico. En este sentido, hay que destacar el papel de publicaciones como Estampa, Ahora, La Libertad, La Vanguardia, La Esfera, Blanco y Negro, Nuevo Mundo, Mundo Gráfico… Todas ellas, algunas con tiradas que superaban los cien mil ejemplares, demostraban la buena salud de la prensa no solo en lo que se refiere a negocio sino también a la renovación que trajo consigo al mundo del periodismo.
            Las crónicas que aparecen en este volumen, de autores muy diversos, están escritas a partir de 1929, después de la crisis financiera que tuvo réplicas en todo el mundo occidental. En España, la crisis afectó de lleno a las clases medias, protagonistas de muchas de estas crónicas. La selección resulta muy atinada para reflejar la realidad española en un momento convulso en lo económico y en lo político-social, con las consecuencias de la crisis y la proclamación de la Segunda República. Sergi Doria intenta abarcar el mayor número posible de temas, pero con una intención muy clara de mostrar especialmente el mundo de los desheredados y de los marginados.
            Sorprenden los riesgos que corren muchos de los periodistas que escribieron estas crónicas. Pusieron en práctica un periodismo de inmersión que les llevó a compartir las desgracias y la vida de grupos sociales con los que querían describir mundos desconocidos para los lectores. Por ejemplo, una de las crónicas cuenta el viaje en autobús de uno de estos periodistas con un grupo ilegal de trabajadores murcianos que se trasladaban a Barcelona a buscar trabajo; otro reportaje cuenta desde dentro el mundo de los vagabundos y la vida que llevaban; en otro, la periodista comparte la experiencia de frecuentar los comedores sociales. Y una periodista de renombre, Josefina Carabias, se hace pasar por una de las chicas de servir que trabajan en el Hotel Palace para escribir un famosos reportaje. 
            Otra crónica describe un viaje a Las Hurdes (antes de que Luis Buñuel rodase su polémico y tramposo documental, Tierra sin pan), o la vida en el barrio chino de Barcelona, o una visita del cómico Buster Keaton a Barcelona; o la vida de la hija de Rasputín. Hay también reportajes más políticos, como el que escribió Agustin de Foxá a las checas del SIM; o el reportaje de Luis González Linares con las tropas que entraron en Oviedo tras la derrota de los sublevados en Asturias en el 34; o el reportaje de Gaziel (seudónimo de Agustín Calvet, posteriormente director de La Vanguardia) sobre los peligrosos movimientos políticos del presidente catalán Companys en 1934; hay también un reportaje de Ramón J. Sender continuación de los que escribió sobre la matanza de Casas Viejas. La nómina de periodistas es larga, unos muy conocidos –como Josep Pla, Gaziel, Josefina Carabias, Ramón J. Sender, Agustin de Foxá, César González Ruano, etc.- y otros menos conocidos pero que acertaron con los objetivos del periodismo de inmersión, como Ignacio Corral, Rosa María Arquimbau, Magda Donato, Carles Sentís, Gabriel Trillas, Vicente Sánchez Ocaña, Paulino Masip…
            Estas crónicas permiten conocer a más periodistas de esos años, todos muy buenos, que renovaron el periodismo gracias a la influencia del fotoperiodismo, la radio y el cine. 


Un país en crisis. Crónicas españolas de los años 30
Edición de Sergi Doria
Edhasa. Barcelona (2018)
320 págs. 19 €.


lunes, 7 de enero de 2019

"La Dulce Ciencia", de A. J. Liebling


La “Dulce Ciencia” es el nombre con el que los anglosajones designan al boxeo. Este volumen reúne las colaboraciones que entre 1951 y 1955, el periodista norteamericano A. J. Liebling (1904-1963) publicó en The New Yorker, donde comenzó a escribir en 1935 y en el que también aparecieron sus reportajes y artículos cuando fue corresponsal durante la Segunda Guerra Mundial en África, Inglaterra y Francia (describió en directo el desembarco de Normandía). A su regreso a Estados Unidos publicó una columna en la que analizaba la prensa americana. Fue un admirador de las carreras de caballos, del boxeo y de la buena comida. 
            Liebling se considera un discípulo del inglés Pierce Egan (1772-1849), que reunió en Boxianasus artículos sobre el mundo del boxeo que aparecieron en sucesivas ediciones: la primera es de 1812 y luego aparecieron en 1818, 1821, 1824 y 1828. De Egan (a quien califica como “el Edward Gibbon y Thomas Malory de los viejos cuadriláteros de Londres”) procede el nombre de Dulce Ciencia (“¡la Dulce Ciencia de los Moratones!”) y de él toma también la idea de ver el boxeo como “un pedazo jugoso de la vida”. Sus referencias a Egan son constantes en este volumen.
            Para Liebling, estos artículos son como unas memorias que “comprenden lo que pudiera ser el último ciclo heroico en mucho tiempo. La Segunda Guerra Mundial, que comenzó a afectar al boxeo estadounidense en 1940, con la llamada a filas, detuvo el desarrollo de nuevos talentos. Esto permitió a boxeadores previos a la guerra y ya entrados en años,. Como Joe Louis y Joe Walcott, mantener un dominio más largo del que cabría esperar en circunstancias normales”. Aunque en el volumen aparecen muchos boxeadores hoy olvidados, algunos de ellos, a los que dedica Liebling magníficos artículos, son hoy día leyendas del boxeo, como el citado Joe Louis, Sugar Ray Robinson, Rocky Marciano, Archie Moore, Ezzard Charles.


            Liebling vive intensamente los días de boxeo. Asiste a los pesajes, come en restaurantes frecuentados por boxeadores y aficionados, describe el ambiente de las veladas, habla con los sparring y con los entrenadores, conoce a los propios protagonistas en sus gimnasios, suele tomarse una copa después de las veladas con otros aficionados… En sus crónicas no se trata de describir sin más y de manera técnica el desarrollo de los combates sino que Liebling reflexiona sobre el boxeo como metáfora de muchas cosas. A la vez, critica el auge de la televisión y las consecuencias que esto puede tener para el futuro del boxeo. En sus crónicas, escritas en primera persona, incluye siempre el lado humano de los boxeadores, sus aficiones, algo de su historia personal… 
            Este libro ha sido valorado como el mejor libro de deportes de todos los tiempos por la revista Sports Ilustrateden 2002. El mundo del boxeo ha sido siempre muy literario y son muchos los escritores que han escrito sobre combates y boxeadores inmortales (como Jack London, Hemingway, Gay Talese…). Liebling es considerado un maestro del periodismo, que se convirtió en el mejor cronista de la época dorada del boxeo estadounidense. 


La Dulce Ciencia
J. Liebling
Capitán Swing. Madrid (2018)
 368 págs. 20 €. 
T.o.: The Sweet Science
Traducción: Enrique Maldonado.