La “Dulce Ciencia” es el nombre con el que los anglosajones designan al boxeo. Este volumen reúne las colaboraciones que entre 1951 y 1955, el periodista norteamericano A. J. Liebling (1904-1963) publicó en The New Yorker, donde comenzó a escribir en 1935 y en el que también aparecieron sus reportajes y artículos cuando fue corresponsal durante la Segunda Guerra Mundial en África, Inglaterra y Francia (describió en directo el desembarco de Normandía). A su regreso a Estados Unidos publicó una columna en la que analizaba la prensa americana. Fue un admirador de las carreras de caballos, del boxeo y de la buena comida.
Liebling se considera un discípulo del inglés Pierce Egan (1772-1849), que reunió en Boxianasus artículos sobre el mundo del boxeo que aparecieron en sucesivas ediciones: la primera es de 1812 y luego aparecieron en 1818, 1821, 1824 y 1828. De Egan (a quien califica como “el Edward Gibbon y Thomas Malory de los viejos cuadriláteros de Londres”) procede el nombre de Dulce Ciencia (“¡la Dulce Ciencia de los Moratones!”) y de él toma también la idea de ver el boxeo como “un pedazo jugoso de la vida”. Sus referencias a Egan son constantes en este volumen.
Para Liebling, estos artículos son como unas memorias que “comprenden lo que pudiera ser el último ciclo heroico en mucho tiempo. La Segunda Guerra Mundial, que comenzó a afectar al boxeo estadounidense en 1940, con la llamada a filas, detuvo el desarrollo de nuevos talentos. Esto permitió a boxeadores previos a la guerra y ya entrados en años,. Como Joe Louis y Joe Walcott, mantener un dominio más largo del que cabría esperar en circunstancias normales”. Aunque en el volumen aparecen muchos boxeadores hoy olvidados, algunos de ellos, a los que dedica Liebling magníficos artículos, son hoy día leyendas del boxeo, como el citado Joe Louis, Sugar Ray Robinson, Rocky Marciano, Archie Moore, Ezzard Charles.
Liebling vive intensamente los días de boxeo. Asiste a los pesajes, come en restaurantes frecuentados por boxeadores y aficionados, describe el ambiente de las veladas, habla con los sparring y con los entrenadores, conoce a los propios protagonistas en sus gimnasios, suele tomarse una copa después de las veladas con otros aficionados… En sus crónicas no se trata de describir sin más y de manera técnica el desarrollo de los combates sino que Liebling reflexiona sobre el boxeo como metáfora de muchas cosas. A la vez, critica el auge de la televisión y las consecuencias que esto puede tener para el futuro del boxeo. En sus crónicas, escritas en primera persona, incluye siempre el lado humano de los boxeadores, sus aficiones, algo de su historia personal…
Este libro ha sido valorado como el mejor libro de deportes de todos los tiempos por la revista Sports Ilustrateden 2002. El mundo del boxeo ha sido siempre muy literario y son muchos los escritores que han escrito sobre combates y boxeadores inmortales (como Jack London, Hemingway, Gay Talese…). Liebling es considerado un maestro del periodismo, que se convirtió en el mejor cronista de la época dorada del boxeo estadounidense.
La Dulce Ciencia
J. Liebling
Capitán Swing. Madrid (2018)
368 págs. 20 €.
T.o.: The Sweet Science.
Traducción: Enrique Maldonado.
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