Takako es una joven japonesa, residente en Tokio, que sufre una profunda crisis: “perdí el trabajo y a mi novio de un plumazo; me sentía como si me hubiesen arrojado al vacío”. Un día, recibe una invitación de su tío Satoru para que pase una temporada en una habitación en la librería que su tío tiene en el famoso barrio de Jinbôchô, “el barrio de librerías más grande del mundo”. Takako decide aceptar para tomarse unos días de respiro y pensar sobre su futuro.
No es que le entusiasme la idea. Primero, los recuerdos que tiene de su tío no son muy buenos, pues le recuerda como alguien caótico y raro que, por su permanente contacto con los libros, parece vivir en otro mundo. En segundo lugar, Takako no tiene ni la más mínima afición por la lectura, ni entiende nada ni de autores ni de libros. Tras unos días bastante aburridos atendiendo en la librería y acompañando a su tío, un día decide leer algo para probar. Y tiene suerte. Da con el libro apropiado. De pronto, “era como si la sed de lectura, adormecida desde hacía tiempo, hubiese explotado de improviso”. A partir de ese momento, la vida de Takako da un brusco cambio y gracias a los libros y al carácter y la personalidad de su tío, a quien también empieza a ver de otra manera, Takako puede enfrentarse a la vida.
Tras una temporada en la librería Morisaki, decide cambiar de domicilio para volver a buscar un trabajo. Eso sí, ahora echa de menos las horas en la librería, las conversaciones con su tío y los clientes, y los momentos que pasa en la cercana cafetería Subouru, donde se hace amigo de varios empleados.
Ya en su nuevo trabajo, vuelve de vez en cuando al barrio de Jinbôchô, pues ha habido novedades en la vida de su tío. Momoko, su mujer, que se había ido de casa hacía unos años, ha decidido regresar. Se instala en la habitación de la librería y la vida de su tío Satoru también cambia de manera drástica, lo mismo que la relación de Takako con su tía.
Con el telón de fondo del amor a los libros y la vida de una librería, se entretejen varias historias: la de Momoko, que parece haber superado una crisis personal; la de su tío Satoru, siempre dispuesto a acoger y perdonar; y la de Takako, que descubre que tiene que seguir adelante superando los duros reveses que ha padecido en los últimos meses. La novela, sencilla en su estructura y literatura, contiene amables y positivos sentimientos. Takako es consciente de la importancia de los meses que pasó en la librería Morisaki, del inicio del verano hasta la siguiente primavera: “fue justo ahí -escribe- donde mi vida, mi verdadera vida, empezó. Sin esa experiencia todo habría sido insustancial, banal, insulso”. Esos meses sirven a Takako para descubrir aspectos ocultos de su carácter y para encontrar en los libros lo que más necesitaba en ese momento: “calor y serenidad”.
Mis días en la librería Morisaki, la primera novela de Satoshi Yagisawa (Japón, 1977), se ha convertido en todo un fenómeno nacional e internacional, con traducciones ya a veinte idiomas. En la misma editorial ha aparecido su continuación, Una velada en la librería Morisaki, con parecida ambientación y personajes. Estos libros se suman a la ya larga lista de novelas que transcurren en librerías y en las que, además de hablar de autores y libros y del placer de la lectura, se abordan argumentos que tienen mucho que ver con el destino que los protagonistas dan a sus vidas.
Mis días en la librería Morisaki
Satoshi Yagisawa
Letras de Plata. Madrid (2023)
160 págs. 14 €
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