Heredero de William Faulkner y en
menor medida de Juan Benet, Javier Marías (Madrid, 1951) es uno de
los autores españoles contemporáneos más reconocidos en España y,
lo que es más sorprendente, también en el extranjero, donde no es
fácil ver a muchos escritores españoles siendo bien recibidos y
traducidos. Con una sólida y larga trayectoria a sus espaldas, posee
Marías una literatura muy propia, singular, reconocible, algo así
como una inconfundible seña de identidad que sustenta una obra
densa, nada complaciente con el lector actual, minoritaria, en la que
los temas más habituales van y vienen una y otra vez, saltando de
una novela a otra: la memoria, el misterio, el amor, la muerte, las
entrañas conexiones entre la realidad y la ficción...
En Los enamoramientos da otra vuelta de
tuerca a esta manera de hacer literatura, donde el interés no reside
en la construcción de un argumento que se desarrolla sino en la
manera que tiene el autor, con su hipnótico estilo, de acercarse
desde diferentes perspectivas al conflicto que plantea, que suele ser
nimio. Así, el argumento de Los enamoramientos es simple,
quizá demasiado: María Dolz, la narradora, observa desde una
cafetería cercana a su trabajo en una editorial a una pareja que
acude todas las mañanas a desayunar. De pronto, dejan de ir y
descubre leyendo el periódico que el marido ha sido brutalmente
asesinado. Un día, sin embargo, la viuda, Luisa, reaparece en la
cafetería, lo que da pie a María a presentar sus condolencias y
establecer con ella una fuerte amistad.
Más adelante, conoce al mejor amigo de su marido,
Javier Díaz-Varela, quien parece a su vez atraído por Luisa. Se
establece un tenue proceso de aproximación a tres bandas que acaba
convirtiendo a María en amante ocasional de Javier. La acción se
complica con la inclusión de sus dosis de misterio, de tintes
cuasipoliciacos, que perturban el desarrollo lógico de la novela y
aceleran las reflexiones de la narradora sobre los límites del amor,
el peso de la conciencia, la impunidad...
Sin embargo, lo que en otras novelas era un recurso
brillante y de gran calidad literaria, aquí se convierte en algo
artificioso que lleva incluso a pensar en Los enamoramientos como
en un sucedáneo o una mala imitación del genuino Marías. Los
personajes son inverosímiles, lo mismo que sus sentimientos; los
diálogos, afectados y manieristas, elevando su estilo a un
preciosismo estéril. A pesar de la introducción del misterio, las
causas de la muerte del marido de Luisa, con el que parece que la
novela gana en profundidad y en interés en su última parte, lo que
cuenta es en todo momento una anécdota superficial, por mucho que
fuerce las reflexiones para dotarlas de resonancias significativas;
más que en ninguna otra novela, en Los enamoramientos su
lentitud especulativa llega a ser desesperante.
Marías aplica la lupa
de su estilo minucioso a una trama insustancial, a unos personajes
falsos, a una historia sin envergadura. De alguna manera, ya en sus
anteriores novelas había algo de esto, pero gracias a las
sinuosidades de su estilo conseguía atrapar, con habilidad, el
interés de los lectores, a los que conducía a un territorio
narrativo donde lo que se contaba eran las dudas y dilucidaciones de
la conciencia. Aquí, en Los enamoramientos, sin embargo, el
estilo se convierte en un truco, en un previsible ir y venir de
paréntesis, digresiones, observaciones minúsculas y accesorias que
sólo parecen transmitir la orgullosa delectación estilística del
autor.
Los enamoramientos
Alfaguara. Madrid (2011)
401 págs. 19,50 €.
Como ya sabes, coincido contigo. Marías debe haberse leído nuestras reseñas y haberse dado cuenta de que ‘Los enamoramientos’ no dice nada nuevo y es pura repetición de lo que lleva diciendo desde hace un montón de libros (ver ,si quieren, http://viparnaso.blogspot.com/2011/09/los-enamoramientos-javier-marias.html) . Saludos.
ResponderEliminarTengo que reconocer que no suelo entender los criterios de los jurados que conceden los premios literarios, pues me parece que no son estrictamente literarios sino que van más allá: bien por la vía del negocio y del comercio (Planeta y similares), bien por la vía de la politización de la cultura (premios oficiales). Y que le den a Marías el premio por esta novela (para mí, la peor que ha escrito) es síntoma de los "intereses ocultos" de un premio de estas características.
EliminarMe parece muy acertado lo que has dicho, Adolfo.
ResponderEliminarSaludos.