domingo, 7 de octubre de 2012

Novela y política en Estados Unidos



El próximo 6 de noviembre se celebran elecciones presidenciales en Estados Unidos, acontecimiento que suele contar con una avasallante repercusión mediática internacional, mucho más que las elecciones legislativas para elegir a los representantes del Congreso y del Senado, que se celebraron el pasado 2010 y que dieron en esta ocasión una aplastante mayoría a los republicanos en las dos cámaras. Los debates entre los dos aspirantes, Obama y Romney, han calentado una campaña que parecía plácida y clara. En las últimas semanas, las incógnitas sobre el próximo inquilino de la Casa Blanca vuelve a poner la política norteamericana en el centro de la atención periodística. Aprovechando la ocasión, proponemos algunas novelas que tienen también como tema central la política norteamericana.
 
Pero conviene advertir que los lectores no se van a encontrar aquí con una versión edulcorada o romántica de los políticos y su mundo. Lo que suelen aparecer en las novelas son, sobre todo, las sombras, quizás porque las luces son difíciles de encontrar. También es verdad que es mucho más novelístico (y periodístico), la corrupción, la compra-venta de votos, la degeneración moral de muchos padres de la patria, aunque existen brillantes excepciones, por ejemplo, la película de Frank Capra Caballero sin espada. Lo mismo sucede en España: es más periodístico (y novelístico) lo que está pasando con las tramas Pokemon, Gurtel y los ERES andaluces que las visitas del político de turno a un asilo o a un comedor social, ahora que estamos inmersos en la campaña de las próximas elecciones autonómicas en Galicia y País Vasco.
 

Comenzamos con un clásico, una novela de 1946, Todos los hombres del rey (1), de Robert Penn Warren, novela que obtuvo al año siguiente el premio Pulitzer y que, gracias al cine, ha gozado de gran popularidad. Existen dos versiones cinematográficas, una de 1949, dirigida por Robert Roseen, que obtuvo el Óscar a la mejor película, y otra de 2006, de Steven Zaillian, que pasó sin pena ni gloria. Esta obra, muy leída, refleja las dos caras de la vida política norteamericana: el idealismo y la corrupción.
 

La novela se basa en la vida del político Huey Pierce Long, que fue gobernador de Luisiana en la década de los treinta y que representa el prototipo de político populista y demagogo. En ella se cuenta el ascenso y caída de Willie Talos, un joven abogado con aspiraciones políticas. Willie, ingenuo, es víctima de la política utilitarista de sus adversarios y aprende rápido que el fin justifica los medios. Con una personalidad avasallante, consigue hacerse con el poder. Pero la novela no sólo es el crítico retrato de Talos. Es también un duro ajuste de cuentas del narrador, un hombre de confianza del gobernador, con su pasado.

Otra novela que merece la pena citarse es América, América (2), de Ethan Canin (Michigan, 1960), profesor en la Universidad de Iowa y conocido por sus libros de relatos, en la estela del realismo sucio El emperador del aire y El ladrón de palacio-, y sus novelas Blue River, De reyes y planetas y Al otro lado del mar, todas traducidas al castellano.
 

América, América se publicó en 2008, el año del triunfo electoral de Obama. Su protagonista es el editor de un periódico de una pequeña localidad del estado de Nueva York, Saline, quien recuerda unos sucesos que él vivió muy directamente y que se remontan a 1971, durante la guerra de Vietnam, sucesos nada agradables que pusieron fin a la carrera del senador Henry Bonwiller, aspirante a presidente. La novela cuenta el ascenso político del senador, el apoyo que recibe del mayor empresario de la zona, Liam Metarey, los métodos empleados para que el senador gane popularidad, el papel de los medios de comunicación, el diseño de la campaña electoral y, cómo no, las inevitables sombras del sueño americano. Buena novela, muy bien escrita, con muchas e interesantes ramificaciones, y que tiene, además, el atractivo de la proximidad.

Y la tercera novela que destaco es Roscoe, negocios de amor y guerra (3), de William Kennedy, publicada en 20002 y traducida al español en 2010, aunque no ha tenido en nuestro país la acogida que se merecía. En 2011 Libros del Asteroide ha publicado otra novela de Kennedy, Tallo de hierro, ya publicada con anterioridad en España, y que puede suponer que muchos lectores descubran la categoría de este escritor norteamericano, nacido en 1928, que ha escrito un puñado de novelas que abordan cuestiones sociales y políticas actuales, con una visión muy ácida de la realidad.
 

Su protagonista es Roscoe Owen Conway, uno de los hombres fuertes del Partido Demócrata de Albany. Al igual que su padre, Roscoe se dedica a controlar los entresijos del partido y a mover todos los hilos de la política en esta localidad, maniobras legales e ilegales que están relacionadas con otro tipo de negocios. Cuando la leí, me quedé alucinado con los consejos políticos que Felix, el padre de Roscoe, da a su hijo casi al comienzo de la novela, una cínica declaración de intenciones sobre la política y el dinero. Kennedy no se corta un pelo a la hora de describir cómo se inventa un candidato, los favores personales, las trampas, los chanchullos, el control de los medios de comunicación y de la justicia, los enfrentamientos con bandas rivales, negocios relacionados con el tráfico de alcohol y la prostitución, etc. El retrato de la corrupción política es de todo menos romántico.

Y aunque no es el tema principal, también merecen mencionarse, casi de pasada, algunas novelas más, sin pretender ser exhaustivo, pues se trata de un tema muy frecuentado, directa o indirectamente, en la literatura norteamericana. Como La conjura contra América (Mondadori), de Philip Roth, un autor ya consagrado, donde plantea qué hubiera ocurrido en Estados Unidos si en 1940 se hubiese elegido como presidente a Charles A. Lindbergh, héroe de la aviación y simpatizante de Hitler. Roth centra la atención en la vida de una familia concreta, judía, que padece el efecto Lindbergh, político antisemita.

En Libertad (Salamandra), de Jonathan Franzen, uno de los fenómenos literarios del pasado año en España, también la política contemporánea tiene un importante peso, aunque resulta un tanto sonrojante el maniqueísmo del autor, y su toma de partido, con lo que esto supone de rebajar la calidad literaria de una ambiciosa y meritoria novela.

Honrarás a tu padre (Alfaguara), de Gay Talese, uno de los creadores del Nuevo Periodismo norteamericano (como se puede comprobar en su magnífico libro Retratos y encuentros), se basa en la vida del mafioso Bill Bonanno, el hijo del mítico Joseph Bonanno, el capo de una de las familias más poderosas de Nueva York. Indirectamente, se aborda cómo la mafia está infiltrada en todos los órganos de poder, especialmente en la política.

1.- Robert Penn Warren, Todos los hombres del rey, Anagrama. Barcelona (2006). Traducción: Francesc Roca.
2.- Ethan Canin, América, América, Salamandra. Barcelona (2010). 476 págs. Traducción: Santiago del Rey.
3.- William Kennedy, Roscoe, negocios de amor y guerra, Libros del Asteroide. Barcelona (2010). 433 págs. Traducción: Jordi Fibla.

4 comentarios:

  1. Hola Adolfo.

    Muy interesante esta entrada, soy un enamorado del género tanto literario como cinematográfico. A propósito, ¿conoces de alguna novela española? Por más que busco, no encuentro semejantes ni en el cine ni en la literatura patria.

    Un saludo y felicidades por el blog.

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  2. Sergio:
    A mí también me cuesta encontrar autores y novelas españolas en esta dirección. Se me vienen a la cabeza los nombres de Rafael Chirbes y Belén Gopegui, con desiguales resultados los dos. También alguna cosa de Julio Llamazares. Seguro que hay más, pero no me fiaría mucho de su calidad. Un abrazo.

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  3. Adolfo, gracias por responder. Echaré un ojo a tus recomendaciones, aunque sin muchas expectativas. Por si te interesa, hace poco me encontré con la primera novela de Luis Herrero 'El tercer disparo'. Si bien ésta parece tirar más hacia el thriller, me llama la atención por la propia experiencia del autor en la política. Le daré una oportunidad.
    Saludos.

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