martes, 16 de octubre de 2012

Tres novelas de Ramón J. Sender


Reúne la editorial RBA en un volumen tres novelas del escritor aragonés Ramón J. Sender, las tres unidas en su contenido por el título común que tiene esta edición, Las novelas de los perdedores: Imán (1930), Mr. Witt en el Cantón (1935) y Réquiem por un campesino español (1953). Para el crítico y profesor Domingo Ródenas de Moya, este volumen “tiene mucho de ocasión digna de celebrarse, en especial cuando la figura de Sender, que ha sufrido altibajos, zarandeos, rebajamientos y reivindicaciones abundantes, parece haber llegado a ese Parnaso polvoriento y neutro donde reposan los escritores canónicos”.
Nacido en 1901 en Chalamera de Cinca, muy joven se trasladó a Madrid para ejercer como periodista, muy beligerante en sus inicios tanto en el contenido como en las formas. Durante la dictadura de Primo de Rivera pasó unos meses en la cárcel por la virulencia de sus artículos, que empezó a publicar en El Sol y que, más tarde, con su progresiva radicalización política, aparecieron en La Libertad y en Solidaridad Obrera. Sender comenzó su actividad periodística vinculado al anarquismo, que abandonó para ingresar en el Partido Comunista. Durante la Guerra Civil española, en la que mataron a su mujer y a un hermano, combatió al lado de Enrique Líster y fue miembro del Alto Estado Mayor del Ejército Republicano. En la Guerra, se distanció de los comunistas, lo que le provocó algún problema en su posterior exilio, primero en México hasta 1942 y luego en Estados Unidos, donde fue profesor en diferentes universidades. A partir de la década de los sesenta, comenzó a viajar a España periódicamente. Incluso en 1969 obtuvo el Premio Planeta con su novela En la vida de Ignacio Morel. Murió en San Diego (EEUU), en 1982.

Durante los años veinte y treinta compaginó su actividad periodística con la literatura, siempre con una marcada finalidad política. Seguidor en la manera de novelar de Galdós y Baroja, Sender incluye en las novelas que escribió en esos años un fuerte mensaje político, como se puede apreciar en Imán y Mr. Witt en el Cantón. Aunque siempre suele haber en sus obras un componente social, después de la Guerra rebajó este mensaje. Fue un escritor muy prolífico, con obras muy variadas y diferentes. En su larga trayectoria encontramos obras políticas, sociales, alegóricas de intenciones satíricas, filosóficas, poéticas, obras históricas, autobiográficas, libros de relatos y narraciones misceláneas. Sus libros más populares han sido la serie La crónica del alba (nueve novelas que empieza a publicar en 1942), La tesis de Nancy (1962) –y sus posteriores secuelas-, La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964, ver Aceprensa 22 Abril 1998), ambientada en la conquista de América, y El bandido adolescente (1965), sobre la vida de Billy el Niño. En buena parte de su producción existe la inquietud sobre el presente y el futuro del hombre concreto en su devenir histórico, social y existencial.

Imán, de 1930, su primera novela, es una obra sobre la derrota del ejército español en Annual, en África, en 1921, suceso que provocó una profunda crisis política y social. Sender estuvo en el Rif en 1923 haciendo el servicio militar y todavía eran muy evidentes las huellas de los más de 13.000 muertos de esa batalla. En la novela, muy bien ambientada y documentada, mezcla Sender el reportaje periodístico con los ingredientes novelescos. Su principal protagonista es el soldado Viance, representante de la España rural que más sufrió como víctima la tragedia de aquella guerra. Sender escribe en el prólogo que su libro “no tiene intenciones estéticas ni prejuicios literarios”, afirmación con la que quiere subrayar el interés documental y también subjetivo, pues el narrador se implica directamente en el mensaje del libro, en el que sobresale la fuerte denuncia de aquellos hechos y una violenta crítica a los políticos y a los militares.

Mr. Witt en el Cantón consiguió el Premio Nacional de Literatura de 1935 y fue publicada pocas semanas antes de que diese comienzo la Guerra Civil. En ella se novela un episodio de la Primera República, la fracasada insurrección cantonal de Cartagena, en 1873. La selección del argumento no es baladí, pues Sender hace una equiparación entre lo que pasó en aquella Primera República y lo que, para él, por falta de valentía de los políticos e intelectuales, puede pasar en la Segunda República. El contenido político, siempre desde una perspectiva de izquierdas, ahoga la calidad literaria. Sender critica en su obra la neutralidad y la actitud comedida de algunos intelectuales, como el protagonista inglés, Mr. Witt, que no quieren implicarse en lo que a todas luces debe acabar en una revolución social y política, en opinión de Sender, desde los postulados del Partido Comunista. La novela tiene garra, diálogos apasionados, un conflicto histórico sugerentes, pero está lastrada por el maniqueísmo en los personajes y en la moraleja general.

En 1953, ya en el exilio norteamericano, publicó la novela que le ha dado más fama y popularidad, Réquiem por un campesino español, que en su primera edición llevaba el título de Mosén Millán y que Sender decidió cambiar para subrayar así el protagonismo del componente social y campesino. Se trata de una obra muy breve, directa, alegórica y también poética. Sender va directamente al grano y su contundencia y sencillez estilística da fuerza a la novela, de las mejores de su autor.

La novela está ambientada en un pequeño pueblo aragonés que ha sufrido de manera directa la brutalidad de la guerra. El párroco del pueblo está a punto de comenzar un funeral por Paco el del Molino, fusilado un año antes por miembros exaltados del bando nacional durante la Guerra. Mosén Millán, mientras espera a que dé comienzo la ceremonia, recuerda su intensa relación con Paco, su nacimiento, bautizo, los años de monaguillo, la separación de las prácticas religiosas durante la adolescencia, cuando Paco comienza a interesarse más por lo social; su acercamiento a los partidos de izquierda en las elecciones durante la Segunda República y su directa participación en las revueltas sociales que tuvieron lugar en el pueblo con el fin de acabar con los privilegios de los terratenientes de la zona. Al final, el bando nacional se hizo con violencia con el control del pueblo, hubo fuertes represalias y sirviéndose de la ingenuidad del cura, le utilizaron para que Paco se entregase pensando que iba a tener un juicio justo.

El libro, partidista en su intención moral y política, es comedido sin embargo en sus valoraciones y en sus juicios. Aunque el autor, con el comportamiento de Mosén Millán, juzga también negativamente la actitud de la Iglesia durante la Guerra, no se trata de una denuncia virulenta ni tópica, pues el personaje del párroco tiene sus matices, sus sentimientos y sus argumentos para demostrar que el asesinato de Paco no fue culpa suya, aunque un año después persisten los remordimientos.

Las tres novelas, desiguales en su calidad, sirven para demostrar la altura literaria de un escritor que ha pagado muy caro, literariamente, el exilio y su distanciamiento de la izquierda española. Poco reivindicado por nadie, Sender, como les sucedió también a otros escritores del exilio, siguió escribiendo en México y en Estados Unidos como si el tiempo se hubiese detenido antes de la Guerra Civil. El excesivo peso político ha hecho mella en su literatura tanto antes como después dela Guerra, aunque en su larga producción sí que es cierto que pueden destacarse una serie de títulos, como los de este volumen, que tienen bastante más valor literario del que muchas veces se le ha dado. Las tres novelas comparten la presencia de unos antihéroes solitarios y vencidos, “unos personajes vulnerables –como escribe Domingo Ródenas en el prólogo- movidos por un ideal de libertad y de justicia que erran en un mundo de pasiones primarias, de instintos biológicos que trazan los senderos por los que fluyen los destinos humanos”.

Las novelas de los perdedores: Imán, Mr. Witt en el Cantón y Réquiem por un campesino español
Ramón J. Sender
RBA. Barcelona (2012). 598 págs. 25 €.

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