Reúne
la editorial RBA en un volumen tres novelas del escritor aragonés
Ramón J. Sender, las tres unidas en su contenido por el título
común que tiene esta edición, Las novelas de los perdedores:
Imán (1930), Mr. Witt en el Cantón (1935) y Réquiem
por un campesino español (1953). Para el crítico y profesor
Domingo Ródenas de Moya, este volumen “tiene mucho de ocasión
digna de celebrarse, en especial cuando la figura de Sender, que ha
sufrido altibajos, zarandeos, rebajamientos y reivindicaciones
abundantes, parece haber llegado a ese Parnaso polvoriento y neutro
donde reposan los escritores canónicos”.
Nacido en 1901 en
Chalamera de Cinca, muy joven se trasladó a Madrid para ejercer como
periodista, muy beligerante en sus inicios tanto en el contenido como
en las formas. Durante la dictadura de Primo de Rivera pasó unos
meses en la cárcel por la virulencia de sus artículos, que empezó
a publicar en El Sol y que, más tarde, con su progresiva
radicalización política, aparecieron en La Libertad y en
Solidaridad Obrera. Sender comenzó su actividad periodística
vinculado al anarquismo, que abandonó para ingresar en el Partido
Comunista. Durante la Guerra Civil española, en la que mataron a su
mujer y a un hermano, combatió al lado de Enrique Líster y fue
miembro del Alto Estado Mayor del Ejército Republicano. En la
Guerra, se distanció de los comunistas, lo que le provocó algún
problema en su posterior exilio, primero en México hasta 1942 y
luego en Estados Unidos, donde fue profesor en diferentes
universidades. A partir de la década de los sesenta, comenzó a
viajar a España periódicamente. Incluso en 1969 obtuvo el Premio
Planeta con su novela En la vida de Ignacio Morel. Murió en
San Diego (EEUU), en 1982.
Durante los años veinte
y treinta compaginó su actividad periodística con la literatura,
siempre con una marcada finalidad política. Seguidor en la manera de
novelar de Galdós y Baroja, Sender incluye en las novelas que
escribió en esos años un fuerte mensaje político, como se puede
apreciar en Imán y Mr. Witt en el Cantón. Aunque
siempre suele haber en sus obras un componente social, después de la
Guerra rebajó este mensaje. Fue un escritor muy prolífico, con
obras muy variadas y diferentes. En su larga trayectoria encontramos
obras políticas, sociales, alegóricas de intenciones satíricas,
filosóficas, poéticas, obras históricas, autobiográficas, libros
de relatos y narraciones misceláneas. Sus libros más populares han
sido la serie La crónica del alba (nueve novelas que empieza
a publicar en 1942), La tesis de Nancy (1962) –y sus
posteriores secuelas-, La aventura equinoccial de Lope de Aguirre
(1964, ver Aceprensa 22 Abril 1998), ambientada en la conquista
de América, y El bandido adolescente (1965), sobre la vida de
Billy el Niño. En buena parte de su producción existe la inquietud
sobre el presente y el futuro del hombre concreto en su devenir
histórico, social y existencial.
Imán, de 1930,
su primera novela, es una obra sobre la derrota del ejército español
en Annual, en África, en 1921, suceso que provocó una profunda
crisis política y social. Sender estuvo en el Rif en 1923 haciendo
el servicio militar y todavía eran muy evidentes las huellas de los
más de 13.000 muertos de esa batalla. En la novela, muy bien
ambientada y documentada, mezcla Sender el reportaje periodístico
con los ingredientes novelescos. Su principal protagonista es el
soldado Viance, representante de la España rural que más sufrió
como víctima la tragedia de aquella guerra. Sender escribe en el
prólogo que su libro “no tiene intenciones estéticas ni
prejuicios literarios”, afirmación con la que quiere subrayar el
interés documental y también subjetivo, pues el narrador se implica
directamente en el mensaje del libro, en el que sobresale la fuerte
denuncia de aquellos hechos y una violenta crítica a los políticos
y a los militares.
Mr. Witt en el Cantón
consiguió el Premio Nacional de Literatura de 1935 y fue
publicada pocas semanas antes de que diese comienzo la Guerra Civil.
En ella se novela un episodio de la Primera República, la fracasada
insurrección cantonal de Cartagena, en 1873. La selección del
argumento no es baladí, pues Sender hace una equiparación entre lo
que pasó en aquella Primera República y lo que, para él, por falta
de valentía de los políticos e intelectuales, puede pasar en la
Segunda República. El contenido político, siempre desde una
perspectiva de izquierdas, ahoga la calidad literaria. Sender critica
en su obra la neutralidad y la actitud comedida de algunos
intelectuales, como el protagonista inglés, Mr. Witt, que no quieren
implicarse en lo que a todas luces debe acabar en una revolución
social y política, en opinión de Sender, desde los postulados del
Partido Comunista. La novela tiene garra, diálogos apasionados, un
conflicto histórico sugerentes, pero está lastrada por el
maniqueísmo en los personajes y en la moraleja general.
En 1953, ya en el exilio
norteamericano, publicó la novela que le ha dado más fama y
popularidad, Réquiem por un campesino español, que en su
primera edición llevaba el título de Mosén Millán y que
Sender decidió cambiar para subrayar así el protagonismo del
componente social y campesino. Se trata de una obra muy breve,
directa, alegórica y también poética. Sender va directamente al
grano y su contundencia y sencillez estilística da fuerza a la
novela, de las mejores de su autor.
La
novela está ambientada en un pequeño pueblo aragonés que ha
sufrido de manera directa la brutalidad de la guerra. El párroco del
pueblo está a punto de comenzar un funeral por Paco el del Molino,
fusilado un año antes por miembros exaltados del bando nacional
durante la Guerra. Mosén Millán, mientras espera a que dé comienzo
la ceremonia, recuerda su intensa relación con Paco, su nacimiento,
bautizo, los años de monaguillo, la separación de las prácticas
religiosas durante la adolescencia, cuando Paco comienza a
interesarse más por lo social; su acercamiento a los partidos de
izquierda en las elecciones durante la Segunda República y su
directa participación en las revueltas sociales que tuvieron lugar
en el pueblo con el fin de acabar con los privilegios de los
terratenientes de la zona. Al final, el bando nacional se hizo con
violencia con el control del pueblo, hubo fuertes represalias y
sirviéndose de la ingenuidad del cura, le utilizaron para que Paco
se entregase pensando que iba a tener un juicio justo.
El libro, partidista en
su intención moral y política, es comedido sin embargo en sus
valoraciones y en sus juicios. Aunque el autor, con el comportamiento
de Mosén Millán, juzga también negativamente la actitud de la
Iglesia durante la Guerra, no se trata de una denuncia virulenta ni
tópica, pues el personaje del párroco tiene sus matices, sus
sentimientos y sus argumentos para demostrar que el asesinato de Paco
no fue culpa suya, aunque un año después persisten los
remordimientos.
Las tres novelas,
desiguales en su calidad, sirven para demostrar la altura literaria
de un escritor que ha pagado muy caro, literariamente, el exilio y su
distanciamiento de la izquierda española. Poco reivindicado por
nadie, Sender, como les sucedió también a otros escritores del
exilio, siguió escribiendo en México y en Estados Unidos como si el
tiempo se hubiese detenido antes de la Guerra Civil. El excesivo peso
político ha hecho mella en su literatura tanto antes como después
dela Guerra, aunque en su larga producción sí que es cierto que
pueden destacarse una serie de títulos, como los de este volumen,
que tienen bastante más valor literario del que muchas veces se le
ha dado. Las tres novelas comparten la presencia de unos antihéroes
solitarios y vencidos, “unos personajes vulnerables –como escribe
Domingo Ródenas en el prólogo- movidos por un ideal de libertad y
de justicia que erran en un mundo de pasiones primarias, de instintos
biológicos que trazan los senderos por los que fluyen los destinos
humanos”.
Las novelas de los
perdedores: Imán, Mr. Witt en el
Cantón y Réquiem por un campesino español
Ramón J. SenderRBA. Barcelona (2012). 598 págs. 25 €.
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