1.- Jean
Echenoz, Correr. Crónica de la vida deportiva del atleta
checoslovaco Emil Zatopek, corredor que comienza a destacar en 1946. El libro
no es una biografía, sino más bien una crónica rápida, hecha de instantáneas de
su vida y su ambiente, desde la perspectiva de la actividad deportiva del
protagonista. A la vez, la narración describe certeramente la situación
política de Checoslovaquia como satélite de la URSS, las repercusiones de la
actividad de Zatopek para el régimen de Praga y las limitaciones y
desencuentros que el protagonista tiene por sus opiniones políticas. Con un
estilo semejante y también con un original planteamiento novelístico ha
publicado Relámpagos y 14. (Anagrama. 140 págs. 2010).
2.- Amélie
Nothomb, Ácido sulfúrico. Un buen día, se producen en la calle
redadas al azar y a los detenidos se les amontona en vagones de ganado. Es la
preparación de un nuevo programa de televisión, Concentración, que
reproduce el ambiente de los campos nazis de prisioneros. En medio de este
sinsentido, Nothomb centra su atención en dos jóvenes, la kapo Zdena y la
heroína sufriente Pannonique, que desempeñan papeles bien distintos. La novela
es, entre otras cosas, un golpe a la esencia de los programas espectáculo, al
morbo del espectador por inmiscuirse en intimidades ajenas hasta el punto de
sufrir y gozar en medio de la abyección. (Anagrama. 166 págs. 2007).
3.- David
Foenkinos, La delicadeza. Foenkinos cuenta la historia de Nathalie,
una mujer especial, enamorada de François, con el que se casa. A los siete
años, sin embargo, François muere atropellado. Natalie atraviesa un período
negro, depresivo, que desaparece cuando encuentra de nuevo el amor. Esta vez es
Markus, un sueco afincado en París. Lo realmente valioso de esta novela es la
intimidad de los protagonistas, que se despliega en toda su riqueza y
complejidad, mostrando las dudas, temores, incomprensiones, malentendidos y la
incoherencia que en mayor o menor grado hay en todos los hombres. (Seix Barral.
218 págs. 2011).
4.- Philippe Claudel, La nieta
del señor Linh. Novela corta con un contenido más amable que la
anterior de este autor, Almas grises.
Es una fábula realista que se desarrolla cuando el señor Linh llega con su
nieta de tres meses a una ciudad occidental, refugiado de una contienda que
tiene lugar en un país del extremo oriente. La guerra ha acabado con todo lo
suyo, excepto con la niña. Aislado de los ciudadanos que le acogen por el
idioma y de otros compatriotas también refugiados por la indiferencia, el señor
Linh coincide en el banco de un parque con otro solitario, un viudo llamado
Bark, un hombre de que va a ser su gran amigo. (Salamandra. 126 págs. 2006).
5.- Michel
Houellebecq, El mapa y el territorio. Quinta novela, premio Goncourt
2010, que publica Houellebecq, escritor famoso por sus libros y por las
polémicas que suscita. Su protagonista es Jed Martín, un artista solitario, con
pocas ganas de triunfar y sobresalir. Cuando se decide a hacer una exposición
de sus trabajos, desea que el catálogo se lo redacte el escritor Michel
Houellebecq, que vive apartado en Irlanda y al que visita. Houellebecq vuelve a
ofrecer una visión desolada de las relaciones humanas y sociales y un análisis
desencantado de la sociedad actual. Sin embargo, fijándose en esos agujeros
negros, hay en su literatura una atrayente melancolía y una cierta nostalgia de
que las cosas, para el hombre moderno, podrían ser de otra manera. (Anagrama.
384 págs. 2011).
6.- Irène
Némirovsky, Suite francesa.
En esta novela, que comienza con la entrada de los alemanes en París en
junio de 1940, se cuenta cómo afectaron la derrota, el exilio y la ocupación a
algunos representantes de la alta burguesía rusa residente en Francia (como la
propia autora). Némirovsky, de origen judío, no tuvo tiempo de terminarla pues
fue deportada a Auschwitz, donde murió en 1942. A pesar de que está inacabada,
se trata de una obra madura en su concepción y en la calidad de la escritura.
Tras esta novela se han recuperado casi todos sus libros, entre los que
destacamos El vino de la soledad, El baile y David Golder.
(Salamandra. 433 págs. 2005).
7.- Giani
Stuparich, La isla. Un
padre y un hijo se reúnen para pasar unos días en la isla natal del padre.
Aquejado de una grave enfermedad, este quiere reencontrarse con sus raíces y,
de paso, despedirse de sus recuerdos. La angustia de un hijo que ve a su otrora
fornido padre derrotado por un cáncer se ve compensada por la ternura de un
padre que, aun sabiéndose moribundo, conserva un porte noble, orgulloso de ver
a su hijo convertido en un hombre. (Minúscula. 123 págs. 2008).
8.- Eugenio
Corti, El caballo rojo. Con un trasfondo autobiográfico, se relatan
las vicisitudes de la familia Riva. Gerardo, el padre, es un industrial
preocupado por llenar de sentido cristiano el mundo empresarial; junto a él,
Giulia (la madre), siempre desviviéndose por los demás, y sus siete hijos,
además de Manno, el sobrino huérfano que vive con ellos. Ambrogio, el hijo
mayor, y Manno, que acaban de iniciar los estudios universitarios, tienen que
interrumpirlos para ir a la guerra. La descripción de la campaña de Rusia
resulta estremecedora. El caballo rojo es una novela importante: por la
síntesis y la crítica de unos años decisivos; por la calidad literaria
mantenida desde el principio hasta el final. (Ciudadela. 1.088 págs. 2007).
9.- Antonio
Tabucchi, La cabeza perdida de Damasceno Monteiro. Reedición de una
de las novelas más populares de este escritor italiano, una inteligente y
personal incursión en la novela policiaca. La narración tiene como cañamazo el
encuentro de un cadáver decapitado en Oporto. Firmino, que trabaja en un
periódico de sucesos, se traslada desde Lisboa para escribir unas crónicas
sobre esta trágica muerte, relacionada con un turbio asunto de tráfico de
drogas y corrupción policial. Pero el protagonismo de la novela lo tiene Loton,
un abogado de procedencia aristócrata, de exquisita formación intelectual y de
convicciones anarquistas. Una interesante novela, con sus dosis de intriga y
filosofía. (Anagrama. 208 págs. 2012).
10.-
Alessandro D’Avenia, Cosas que nadie sabe. Novela que se puede
llamar juvenil, pues un hilo argumental es el enamoramiento entre dos
adolescentes, pero que sobre todo es una novela sobre matrimonios que
comienzan, matrimonios que duran y matrimonios que se rompen. Los protagonistas
son Margherita, una chica que comienza el instituto, cuyo mundo se desmorona
cuando su padre se marcha de casa; Giulio, un chico huérfano que vive en un
centro de acogida; y un joven profesor de literatura que no se atreve a casarse
con su novia. La novela habla mucho y bien de literatura. Y también de la
construcción de una vida en común. Con un planteamiento también juvenil, merece
destacarse también Blanca como la nieve, roja como la sangre. (Grijalbo.
334 págs. 2013).
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