1.- Wallace
Breem, El águila en la nieve. A
principios del siglo V el Imperio Romano se desmorona. El general Máximo
defiende la frontera en el Rin con una sola legión. Al otro lado del río, seis
tribus de pueblos bárbaros son presionados a su vez por los hunos y el hambre.
Máximo nunca ha puesto los pies en una Roma ya decadente, pero representa lo
mejor de ella. Es un soldado leal y un buen líder, duro e incorruptible. Él
mismo recuerda desde su vejez esta trágica historia. La narración es ágil, nada
retórica y apropiadamente intensa para lo que se está contando. El inglés Breem
(1926-1990) demuestra un conocimiento enciclopédico de la geografía y de los
detalles militares. (Alamut. 319 págs. 2012).
2.-
Rosemary Sutcliff, Una espada al atardecer. Para la autora, detrás de la leyenda artúrica no hay un
caballero de armadura reluciente, ni Mesa Redonda, ni un Camelot, sino un jefe
de guerra romano-britano del siglo V al que le pareció que valía la pena luchar
por “los últimos destellos de la luz de la civilización cuando las tinieblas de
la barbarie llegaron como una gran inundación”. Es él mismo quien lo cuenta
cuando, después de su última batalla, recuerda su pasado. Con poco más de
veinte años, Artos, un joven muy alto y diestro, forma una Compañía de
trescientos hombres para combatir a los Lobos del Mar, los invasores sajones.
Su éxito creciente contrasta con las insatisfacciones personales. La narración
es pausada y las descripciones magníficas. (Plataforma. 640 págs. 2013).
3.-
Taylor Caldwell, La columna de hierro. Nueva edición, en formato de
bolsillo, de la que quizás sea la mejor obra de la escritora Taylor Caldwell
(1900-1985), autora también de Médico de cuerpos y almas, novela sobre
la vida de San Lucas. Su argumento gira en torno a la figura del orador,
político y escritor Marco Tulio Cicerón. La obra recorre la agitada,
polifacética y apasionante vida de Cicerón, desde la época en que, como alumno,
aprendió la cultura griega, hasta sus años como político y jurista. La autora
recrea de manera impecable el ambiente de la Roma del primer siglo antes de
Cristo. (Maeva. 837 págs. 2005).
4.-
Hilary Mantel, En la corte del lobo. El talento político del
corrupto y encantador Thomas Cromwell le llevó desde la nada hasta la cima del
poder, situándole en el epicentro de la revolución que provocó el
encaprichamiento de Enrique VIII por Ana Bolena. Esta novela histórica se
centra desde la caída de Wolsey hasta la de Moro. La trama, a pesar de ser muy
conocida, no deja de interesar, sobre todo porque Mantel tiene el buen gusto de
no convertirla, como hacen otros libros y series televisivas, en un mero
recuerdo del comportamiento lujurioso del rey. (Destino. 752 págs. 2011).
5.-
Valerio Manfredi, El ejército perdido. En
el año 401 a.C. Ciro el Joven reúne un ejército de cien mil asiáticos para
destronar al Gran Rey persa, su hermano Artajerjes II. Sabe que su gran baza es
contar con fuerzas griegas en sus filas y recluta una fuerza extra de diez mil
mercenarios. Pero Ciro es derrotado en Cunaxa. Jenofonte, un culto ateniense
desterrado, contará la vuelta a Grecia de esos mercenarios en su célebre Anábasis,
y esta historia es la que novela ahora Manfredi. El italiano da más vida aún al
sencillo y ameno relato de Jenofonte. Toma sus datos geográficos y militares,
sus cifras y nombres, inventa personajes y redondea la trama. (Grijalbo. 460
págs. 2008).
7.- Jesús Sánchez Adalid, Treinta
doblones de oro. Galardonada con el Premio
Literario Troa “Libros con valores”, esta novela histórica transcurre en los
últimos años del siglo XVII y está protagonizada por un joven andaluz que vive,
a veces sin buscarlas, numerosas aventuras. De Sevilla, donde trabaja, se
traslada a Cádiz y luego a Las Canarias, aunque el viaje es accidentado y son
apresados y hechos cautivos en Marruecos, donde hacen escala. La ambientación
está muy cuidada y también resulta interesante el tratamiento de los personajes
y los temas de fondo que aborda, que van más allá de la recreación meramente
histórica. Otra novela reciente de este autor que merece destacarse es El
Camino Mozárabe. (Ediciones B. 352 págs. 2013).
8.- José Javier
Esparza, El Caballero del Jabalí Blanco. Como
se lee en el prólogo, “esta historia reconstruye aquellos primeros años de la
Reconquista, cuando los reinos cristianos de España se parecían más a
primitivas aglomeraciones que a entidades políticas desarrolladas”. Para dar
fuerza a su narración, el autor da vida a un simple nombre que aparece en un
documento del año 824, Zonio, un excelente personaje. El autor recrea muy bien
la vida de los primeros colonos recluidos en el reino de Asturias y los
enfrentamientos contra los bereberes. Los hechos están contados con buena pluma
y un excelente conocimiento de la historia, como ha demostrado el autor en los
otros muchos libros que ha publicado. (La Esfera. 476 págs. 2012).
9.- María
Gudín, Hijos de un rey godo. Con su anterior y primera novela, La reina sin nombre,
ambientada en la España visigoda, Gudín consiguió un buen éxito de lectores. La
segunda parte continúa con la misma ambientación histórica y relata los
obstáculos que tienen que superar Leovigildo, Hermenegildo y Recaredo para conseguir
la unidad de su pueblo. Si la primera novela estaba centrada en la peripecia de
una reina, en esta predomina el elemento aventurero. Ambientada en la misma
época, la autora ha publicado también El astro nocturno (Ediciones B.
608 págs. 2009).
10.- Gonzalo
Giner, El jinete del silencio. Cuarta novela que publica este
veterinario y escritor. El tema principal es la relación de un joven, Yago, con
un caballo. Ambientada en la España Imperial de Carlos V en el siglo XVI, Giner
ha escrito una buena novela de aventuras, con mucha acción y con un contexto
histórico bien documentado. (Temas de Hoy. 717 págs. 2011).
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