lunes, 18 de noviembre de 2024

"Más de un siglo se alarga el día", de Chinguiz Aitmátov

 


En su trabajo editorial de dar a conocer literaturas minoritarias y recuperar a autores ya olvidados, Automática Editorial rescata una de las obras más importantes de Chinguiz Aitmátov (1928-2008), escritor nacido en la República de Kirguistán y que llevó a su literatura las vivencias de aquellas tierras y parajes vecinos, como los de Kazajistán, a la vez que recuerda en sus libros momentos de su niñez en una minúscula aldea kirguís. En la misma editorial se ha publicado Yamilia, una historia de amor que supera las barreras y las tradiciones ambientada en el mundo rural de Kirguistán al principio de los años de dominio soviético.

            Más de un siglo se alarga el día transcurre en la estepa kazaja, en una aldea muy apartada donde solo viven los que trabajan para el ferrocarril soviético desempeñando puestos de guardagujas, mantenimiento de los raíles y para despejar los caminos de las intensas nieves de la zona. No es un sitio agradable para vivir (ni para morir), pero algunos de los muchos trabajadores que van pasando por ese lugar acaban encontrando allí sentido a su existencia, identificándose con el paisaje y con el estilo de vida, a pesar de las penalidades que tienen que atravesar.

            Es el caso de Qazanghap, todo un baluarte en esa colonia, quien consiguió sacar adelante a su familia y ayudar en la medida de sus posibilidades a otras personas que no acababan de encontrar un sitio donde establecerse, tras estériles peregrinajes buscando trabajo y un lugar donde conseguir estabilidad para construir una familia. Es el caso de Ediguéi Buranny, casado con Ukubala, los dos originarios del mar Aral. Un casual e inesperado encuentro con Qazanghap en Kumbel, una ciudad próxima al que sería su destino definitivo, la aldea de Boranly-Buranny, cambiará definitivamente sus vidas.

            La novela cuenta el largo camino que tiene que recorrer Ediguéi y la comitiva que le acompaña para enterrar a Qazanghap en el desierto de Ana-Beit, el cementerio de la zona, ligado además a curiosas leyendas ancestrales que Ediguéi hace suyas para confirmar que el destino del cuerpo de Qazanghap es ese cementerio. Tras conocer la muerte de su mejor amigo, a quien tanto debe, Ediguéi se responsabiliza de llamar a sus hijos, ya despegados de aquellas tierras y sus costumbres, y de organizar el viaje, en el que le acompañarían a regañadientes unos familiares de Qazanghap y algunos vecinos, como Edilbai el Largo. 

            A lo largo del viaje Ediguéi repasa su vida, su relación con Qazanghap y algunas historias que tienen que ver con leyendas de la zona que tienen un profundo valor antropológico, además de servir para explicar algunas cuestiones del presente. A la vez, Ediguéi se nos presenta como un personaje profundo, con sus crisis afectivas y existenciales, anclado en aquel duro y estéril paisaje que se le presenta como una imagen de su melancólica alma. Personalmente, este personaje, austero, familiar, trabajador, abnegado, buen compañero, generoso, me ha parecido lo mejor del libro. 

La novela describe también cómo hasta ese lugar apartado llegan con cuentagotas los nuevos aires de la modernidad y también la presión del Partido Comunista soviético, obsesionado con uniformar a todos los habitantes de su vasto imperio. 

            En muchos momentos, el hilo conductor de la trama resulta muy tenue, pues los recuerdos o algunas historias protagonizadas por amigos y vecinos de Ediguéi se apoderan completamente de la narración, dedicando muchas páginas a relatar sus aventuras y leyendas. Es el caso de las desgracias que padecen sus vecinos Abutalip, su mujer Zaripa y sus dos hijos pequeños, a quienes el irracional poder soviético persigue de manera sistemática, incluso en un lugar tan apartado como Boranly-Buranny, por haber sido hecho prisionero por los alemanes Abutalip durante la Segunda Guerra Mundial y después, tras su liberación, haber colaborado con los partisanos yugoslavos, considerados después enemigos por Stalin. De manera colateral, se muestra el afán del poder soviético de imponer como sea su ideología, perseguir a los que considera sus enemigos y acabar con las tradiciones y costumbres de los muchos pueblos que formaron parte de la Unión Soviética. 

            En la novela, sobre todo al principio, aparecen algunos capítulos en los que el autor habla de las expediciones al espacio de los rusos y los americanos en las que incluso descubren el planeta Mambla Selvática, donde viven unos extraterrestres que se han puesto en contacto con los astronautas que se encuentran en el espacio, provocando el miedo y la estupefacción en los dirigentes de los países. Es precisamente en Kazajistán, en un lugar cercano a donde transcurre la acción de la novela, donde tienen lugar los viajes espaciales de los rusos. Parece como si el autor quisiese mostrar dos vidas muy distintas: la de Edigueí y sus vecinos, ancladas en la tradición, y la que prometen los avances de la ciencia, con una potente carga deshumanizadora.

            Tanto la inclusión de estos capítulos “espaciales” como el extenso relato de algunas de las leyendas de aquella zona inciden en el ritmo y el desarrollo de la novela, que pierde fuelle precisamente por estas largas digresiones. Cuando la acción se centra en Ediguéi, sus ideas, sus crisis, su mundo interior y la relación con sus vecinos y su entorno -con las estepas sarozekas y con su camello Qaranar-, la novela levanta el vuelo pues el autor toca la fibra de los valores y los sentimientos universales en medio de un paisaje indiferente y enorme, que parece empequeñecer el destino del ser humano.


Más de un siglo se alarga el día

Chinguiz Aitmátov

Automática. Madrid (2024). 

560 págs. 29 € (papel) / 12,99 € (digital). 

Traducción: Marta Sánchez-Nieves Fernández.

jueves, 31 de octubre de 2024

"Un corazón furtivo", la completísima biografía de Josep Pla


Ya desde sus inicios como escritor y periodista, la vida de Josep Pla (1897-1981) ha estado marcada por la polémica, en parte por la amplia resonancia que siempre han tenido sus artículos y libros y, también, por sus actividades periodísticas y políticas. Este interés se ha traducido en infinidad de estudios, artículos e investigaciones sobre su literatura y su persona. Por ejemplo, se han publicado las biografías de Cristina Badosa, Valentí Puig, Arcadi Espada, Josep Valls, Ignacio Buqueras, Josep Martinell, Lluís Bonada y Xavier Febrés. A estas hay que añadir ahora Un corazón furtivo. Vida de Josep Pla (1), de Xavier Pla, que acaba de publicar la editorial Destino y que tiene como novedad que aporta muchísima documentación que “se da a conocer por primera vez” procedente de los archivos de la Fundación Josep Pla de Palafrugell, donde están depositados los papeles personales y muchísimas cartas que el autor catalán escribió y recibió desde las primeras décadas del siglo XX, material inédito que ofrece algunas claves para conocer mejor a Josep Pla. 

Un escritor muy actual

 

Xavier Pla (Gerona, 1966), su autor, es profesor de Literatura Catalana Contemporánea de la Universidad de Gerona y uno de los estudiosos más reconocidos de la vida y la obra de Josep Pla, sobre el que ha publicado numerosos trabajos. Sus últimas aportaciones han sido una edición en Cátedra de Viaje en autobús (2021) y la antología de artículos La inflación alemana, Crónicas 1923-1924, que ha aparecido en la editorial Destino en 2023. Dirige, además, la Cátedra Josep Pla de Literatura y Periodismo.

            El autor de Un corazón furtivo destaca la vigencia de la obra de Josep Pla, “que más de cuarenta años después de la muerte del autor continúa teniendo una masa fiel de lectores de todas las generaciones, procedencias, clases sociales e ideologías”. Lo cual no significa que, aunque su prestigio literario no para de crecer, hayan desaparecido algunas de las polémicas que le rodearon en vida, como su posicionamiento político durante la Guerra Civil española, su participación en los servicios secretos antirrepublicanos y el uso del castellano como lengua literaria en una parte de su trayectoria. No parece que hoy día, en una sociedad tan politizada y polarizada como la que vivimos, se le pueda juzgar exclusivamente por su calidad literaria, como así debería ser. Los elementos extraliterarios le siguen pasando factura negativamente muchas décadas después.


 

Una detallada y minuciosa documentación

 

            La biografía está escrita desde una perspectiva original. En vez de seguir fielmente los hechos cronológicos, ha preferido centrarse en algunos de los aspectos biográficos más sobresalientes, que le sirven para trazar a la vez, a propósito de estos temas, un exhaustivo recorrido de su vida, acudiendo en todo momento a cartas, postales, telegramas, anotaciones personales, diarios y testimonios. 

            El trabajo documental es completísimo. Llama la atención que desde sus inicios literarios Pla ya estuviese obsesionado con archivar todo lo que tuviese que ver con su persona en la casa familiar, el Mas Pla de Llofriu, muy cerca de Palafrugell, que tanta importancia tiene para su vida y su literatura. Incluso encargó a sus padres y a sus tres hermanos que recortaran y guardaran cualquier referencia sobre él que apareciese en la prensa. Él mismo se encargaba de archivar absolutamente todo, desde facturas a simples anotaciones intrascendentes. El Mas contiene también la biblioteca personal del autor ampurdanés, repleta sobre todo de escritores franceses (a la cabeza Montaigne, también Pascal y los autores moralistas), los que más le influyeron, aunque la lista de sus lecturas es inabarcable, lo que demuestra ya uno de sus rasgos más sobresalientes: su curiosidad enciclopédica.


 

Obsesionado con su imagen pública

 

            Esta prolija documentación conviene manejarla con sumo cuidado, pues desde muy joven el escritor catalán estuvo muy preocupado por transmitir una imagen concreta y teledirigida sobre su persona que quiere imponer de manera interesada a los demás. Lo cuenta Xavier Pla en este libro cuando habla de unas primeras biografías frustradas porque los autores que recibieron el encargo de escribirlas no se adaptaron a lo que Pla quería de ellos. Aunque pretende siempre dar una imagen sencilla, desganada, escéptica y desinteresada de su propia persona (y de su obra), en la práctica es todo lo contrario, como se puede apreciar en la famosa entrevista que a principios de 1977 le hizo en TVE el periodista Joaquín Soler Serrano en el programa “A fondo”, donde Pla quiso mostrarse como un humilde payés sin pretensiones de nada, ni siquiera de escritor y mucho menos de intelectual. Como dice Xavier Pla, redondeó una gran actuación.



    La verdad es otra: desde siempre, mostró una actitud narcisista por su imagen y por la edición de sus libros. La biografía describe la relación conflictiva que tuvo con sus primeros editores, a los que Pla quizás exigía demasiado. Desde muy pronto quiso que se prepararan sus obras completas, que aparecieron primero en la editorial, Selecta, donde publicó buena parte de su literatura a partir de 1949, y después, tras la muerte en 1962 del editor Josep Maria Cruzet, en la editorial Destino, gracias a su amistad con Josep Vergés. Pla estaba pendiente de manera obsesiva de los prólogos, del tipo de letra, del diseño de las cubiertas, de la distribución, de los ejemplares vendidos…

 

Una filosofía escéptica y antirromántica

 

            Esta biografía permite también acercarse al mundo interior de Pla, terreno resbaladizo donde los haya, pues aunque toda su literatura pertenece al género memorialístico, no resulta nada fácil adentrarse en su intimidad. Como se dice en Un corazón furtivo, “no es exactamente de su vida de lo que habla, sino de la proyección literaria de su identidad”. Y reproduce acertadamente una cita de Nietzsche, otro de sus autores más leídos: “Hablar mucho de uno mismo es también una forma de ocultarse”. Y Xavier Pla añade: “De modo que cuanto más se muestra, más se esconde. Esta es una de las grandes paradojas de su vida”. En este sentido, llama la atención, y mucho, que salvo muy pocas excepciones, no habla para nada en sus libros, ni siquiera en los diarios más personales, de las relaciones que tuvo con Aly Herscovitz, Adi Enberg, Aurora Perea, Consuelo Robles y, la más platónica de todas, con la jovencísima argentina Luz de Santa Coloma Salvo con Luz, las relaciones que mantuvo con estas mujeres fueron intensas y duraderas, como demuestra esta biografía con la reproducción de numerosos pasajes de las cartas que se escribieron. 

            También esta biografía intenta condesar los rasgos de su carácter que traslada a su literatura. Por ejemplo, Josep Pla manifiesta en todo momento y circunstancias una radical insatisfacción, que se extiende a su persona, al sentido de la vida y a su propia escritura. En muchas ocasiones deja entrever una fuerte angustia existencial. Además, tiene una imagen muy negativa del hombre, que todavía se agrava más con los episodios que vivió durante la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial. Este desdén por la condición humana se manifiesta en su acusado concepto de la banalidad: pocas cosas merecen la pena. Y también aparece en la ironía, la socarronería y el humor con los que suele abordar las complejidades de esa realidad. 

Aunque se educó en una familia de profundos valores cristianos, se definía como nihilista, pesimista y materialista. Sólo la escritura, vivida de manera compulsiva y febril, aportaba algo de sentido a lo que hacía. Desde los 16 años tuvo claro que quería ser escritor de “una forma global y total”. En sus artículos se manifiesta en muchas ocasiones como un antiintelectual (por eso le gustaba el contacto con las personas humildes de su tierra, como Hermós, y con pescadores anónimos), como un estoico, como un antidogmático y como un ser dominado por la melancolía. Tampoco cree en el amor, sólo en el erotismo y el sexo (hay muchos testimonios de esto en sus cartas).


 

Innata curiosidad 

 

            Estos rasgos se manifiestan en una literatura profundamente realista (Pla no se cansa de repetir que no tiene imaginación), basada en la observación de la vida y en su innata curiosidad, que le llevaba a interesarse por absolutamente todo, como se aprecia en la calidad de sus reportajes, escritos siempre con la mirada de quien se sorprende por la variedad de actividades y de personas con las que se encuentra. Toda su vida puso en práctica una retórica desnuda, sencilla, coloquial, con la que subrayaba su aprecio por la naturalidad narrativa, sin barroquismos ni excesos, como había ocurrido en su tiempo con el novecentismo, del que se separa de manera deliberada. Como escritor luchó por conseguir un estilo sintético y directo en el que lo más importante era la posibilidad de matizar la realidad; de ahí la importancia de los adjetivos exactos, que definen a las personas y al paisaje, una de sus obsesiones estilísticas.

La idea más presente en su literatura es la constatación de paso del tiempo y la clara conciencia de la muerte. 

 

De Barcelona a París

 

            Tras sus decepcionantes estudios universitarios en Barcelona, que son la sustancia narrativa de su libro más valorado, El cuaderno gris, que publicó en catalán en 1966, comenzó su andadura periodística en La Publicidad, periódico de un moderado catalanismo ligado al partido de la Lliga Regionalista de Francesc Cambó, con quien tuvo bastante relación hasta la Guerra Civil. En esos años, cuando ya había publicado también algunos escritos literarios en revistas y semanarios locales, conoce al escritor Alexandre Plana, quien será fundamental en su desarrollo como escritor. Plana, además de aconsejarle sobre su manera de vivir y enfocar la literatura (escriba “como si fuera una necesidad fisiológica”), le abre las puertas del Ateneo barcelonés, los círculos intelectuales y las tertulias literarias (como la de Joaquim Borralleras).




A partir de 1920, cuando se traslada como corresponsal de prensa a París, decide alejarse de la realidad catalana y española (son los años de la dictadura de Primo de Rivera) y durante muchos años recorrerá diferentes capitales europeas, convirtiéndose en un reportero de prestigio y de éxito, aunque pronto se vio sumergido en algunas polémicas, como su acercamiento a las posturas independentistas y revolucionarias del político Francesc Macià o cuando le acusaron, con razón, de plagio. De sus artículos, los lectores catalanes de La Publicitat (primero en castellano y luego en catalán) y La Veu de Catalunya, valoraron la originalidad de sus puntos de vista, la naturalidad de su prosa descriptiva y visual, su gran cultura -era capaz de hablar de política, literatura, alta filosofía y pintura- y las constantes referencias a la vida cotidiana de las ciudades donde vivió. Todo ello bañado por un controlado escepticismo irónico. 

 

Desgarro y derrumbamiento 

 

            La Segunda República la pasó casi entera en Madrid, siguiendo el ritmo de los acontecimientos: sobre esta estancia publicó su diario Madrid. El advenimiento de la República. A medida que la II República comenzó a radicalizarse por la izquierda, y con el progresivo aumento de enfrentamientos entre partidos de izquierdas y derechas, incrementó sus críticas al devenir del republicanismo y se acercó a posturas más conservadoras, lo que trajo consigo “toda clase de críticas por parte de la prensa republicana más catalanista y progresista”. 

Tras dejar constancia en sus artículos y crónicas parlamentarias en La Veu de Catalunya, del que era corresponsal, del clima irrespirable de la II República, apoyó el levantamiento militar de julio de 1936. Pronto se refugió en el Mas Pla de Llofriu, pero por las amenazas que recibió -la revuelta revolucionaria en Palafrugell provocó numerosos muertos-, decidió abandonar España. Pasó largas estancias en Marsella, donde colaboró como informador con los servicios antirrepublicanos del SIFNE (Servicio de Información de la Frontera Noreste). Se trasladó como corresponsal a París y Roma. También viajó a la zona nacional y en Burgos y San Sebastián reemprendió la amistad y las colaboraciones con medios franquistas. Cuando cayó Barcelona, entró con las tropas de Franco como testigo. Fue nombrado subdirector de La Vanguardia, cargo que desempeñó por poco tiempo, hasta el nombramiento como director de Luis Martínez de Galinsoga, personaje que vetó su presencia en La Vanguardia durante veinte años.


 

Se refugia en el Mas de Llofriu

 

En la inmediata posguerra, desencantado del periodismo y la política, toma una decisión radical: irse a vivir al Mas Pla, apartarse de las veleidades políticas e ideológicas, abandonar el periodismo activo para dedicarse exclusivamente a escribir. Es cuando decide esconderse en su masía y convertirla literariamente en el centro del mundo. A partir de ese momento, su prioridad será exclusivamente la escritura, que desarrolla especialmente en sus artículos en la revista Destino, donde escribirá durante 36 años. Ya con mucha menos intensidad, durante la posguerra siguió implicado en algunas actividades políticas (que nunca airea en sus escritos), como se puede ver, por ejemplo, en los pasajes de sus encuentros con Josep Tarradellas, presidente de la Generalitat en el exilio. 

Los artículos y los libros de multiplican, algunos con un éxito considerable, como Viaje en autobús, que publicó en 1942 en castellano y que representa muy bien la literatura que cultivará en esos años, y de manera muy especial con El cuaderno gris (1966), sus diarios de juventud, reelaborados a lo largo de los años y que fueron traducidos al castellano diez años después. Con esta obra, “Pla coloca en el centro del canon de la literatura catalana un dietario, un título de prosa de no ficción”. La primera obra que publicó en catalán durante la posguerra, cuando la censura lo permitió, fue Cadaqués (1947). También realiza algunos viajes en los que ejerce de reportero para la revista Destino. No para de publicar libros. Sus obras completas han llegado a los cincuenta volúmenes.


 

Continúan las polémicas

 

Tiene algunos problemas de salud (un tifus que le deja muy tocado) y ya en la década de los setenta una angina de pecho y, posteriormente, varios infartos, además de las consecuencias de su afición al alcohol. En 1974, Josep Vergés vende la revista Destino a Jordi Pujol, por aquel entonces presidente de Banca Catalana. Las relaciones con Pujol y la nueva dirección de la revista no son muy buenas, sobre todo a partir de la polémica por su posicionamiento con la Revolución portuguesa de los Claveles, sobre la que escribe varios artículos críticos que no son bien recibidos en Destino. En diciembre de 1975, finaliza su colaboración con esta revista. 

En los últimos años, su visión de mundo ha ido haciéndose, según Xavier Pla, “inmovilista, más agria, y quizá también amarga”. Poco ayudaron en este sentido nuevas y viejas polémicas, como la negativa del jurado a concederle, convocatoria tras convocatoria, el Premio de Honor de las Letras Catalanas, que concedía Ómnium Cultural, a pesar del papel que desempeñó en la posguerra en defensa de la literatura contemporánea en catalán, de la que fue su máximo valedor. 


Un prestigio consolidado

 

            De esta biografía sorprenden muchas cosas que ya estaban más o menos apuntadas en otros libros, aunque las numerosas citas personales que se utilizan, procedentes de las cartas que escribió y recibió, permiten matizar mucho algunas opiniones y desvelar aspectos concretos de su vida. Lo que más llama la atención es su obsesión por la escritura, presente en todas las etapas de su vida, aunque más fructífera en su larga estancia en el Mas Pla después de la Guerra Civil. Para Pla, su vocación literaria estaba por encima de todo. 

Además, hay que destacar su gran capacidad de trabajo, el arraigo a su tierra y a los paisajes del Ampurdán, su curiosidad inabarcable y el protagonismo que adquirió su figura en la cultura en lengua catalana del franquismo. Eso sí, como demuestra esta biografía, aunque sea uno de los máximos representantes de la literatura memorialística, camufló bastante bien su propia intimidad.

 

(1)  Un corazón furtivo. Vida de Josep Pla. Xavier Pla. Destino. Barcelona (2024). 1.568 págs. 34,90 € (papel) 12,99 € (digital). T.o.: Un cor furtiu. Vida de Josep Pla. Traducción: Ana Ciurans Ferrándiz, Olga García Arrabal y Francesc Ribes.

 

 

 

 

martes, 22 de octubre de 2024

"Relatos de Portugal", de Ángel García Prieto

 

Relatos de Portugal es el nuevo libro de Ángel García Prieto dedicado, como tantos otros que ha escrito, al país vecino. En este blog hemos reseñado por suerte ya unos cuantos, como Miscelánea portuguesa y Fado para un delirio, entre otros muchos. En todos ellos, Ángel García Prieto ha ido descubriendo a los lectores españoles muchísimos lugares interesantes que visitar y también muchos retazos de la historia, costumbres e idiosincrasia de Portugal, un país que gracias a sus libros resulta mucho más amigable y cercano. 

Conozco a pocos escritores con una pasión tan aguda y persistente. García Prieto sigue y sigue dando a conocer nuevas historias y nuevos parajes, la mayoría desconocidos, pues el turismo español -que ha descubierto en las últimas décadas Portugal- tiene también sus fijaciones, que suelen ser Lisboa, Algarve, Oporto, Fátima, Coimbra y… poco más. Leyendo a García Prieto uno tiene la suerte de descubrir destinos insólitos, pueblos espectaculares, playas extrañas y asombrosas y, hay que subrayar esto, saborear la gastronomía variada y típica de todos estos sitios, una auténtica sorpresa y un placer para los sentidos. 

            En su nuevo libro, el autor traslada a los lectores a lugares muy atractivos y especiales, entre los que destaco, y así se abre el libro, Ponte de Lima, localidad muy bella que cuenta con un imponente puente histórico romano repleto de leyendas. También las ruinas de San Cucufate, muy cerca de Vila de Frades, la capital del “Vino de Talha” (tinaja). O la localidad de Sortelha, donde se encuentran las ruinas de las Termas de Radium Aguas, un lugar desconocido que en su tiempo fue un imparable destino para el turismo medicinal. O la estancia en un hotel resort de Sagres. O paseos por rincones de Oporto y Lisboa. Todos ellos son destinos que merece la pena visitar, siempre de la mano de las observaciones y comentarios de alguien tan apasionado por Portugal. En esta ocasión, los relatos tienen también un componente biográfico, pues el autor hace acto de presencia contando cosas más personales, la mayoría relacionadas con su actividad profesional, la psiquiatría. Se cuenta la asistencia a algunos Congresos, visitas a médicos amigos, se comentan algunas lecturas, se repasa algunos casos clínicos…, todo ello imbricado en la narración de los lugares portugueses que visita. 

Las pinceladas que da García Prieto sobre estos destinos son jugosas, breves, certeras, directas, destacando los aspectos históricos y paisajísticos más reseñables, sin agotar los temas ni abrumar a los lectores con un sinfín de datos históricos o ambientales. El autor piensa mucho en sus posibles lectores, gente que desea saber algo más de un país que le cae bien y que quiere conocer de manera un poco más profundo, saliendo de los destinos más habituales y turísticos. 

            Siempre que leo los libros de García Prieto me digo que tengo que ir a visitar esos sitios. La lista que tengo es ya muy larga, pues Portugal posee una riqueza histórica y paisajística notable y muy variada, con rincones que, como nos descubre el autor, son increíbles y muy poco conocidos. Resultan muy gratos estos libros, pues cumplen la misión de abrir boca y despertar el interés, como tienen que ser los relatos de viajes.

 


Seis relatos de Portugal

Ángel García Prieto

Colegio Oficial de Médicos de Asturias

Oviedo (2024)

96 págs.

lunes, 14 de octubre de 2024

Un inmenso azul", de Patrik Svensson


Tras el éxito de El evangelio de las anguilas, donde el autor combinaba los recuerdos de su vida con una intrigante investigación científica, se publica Un inmenso azul, que lleva como subtítulo “El mar, el abismo y la curiosidad”. El libro lo forman diferentes ensayos que tienen como hilo conductor el mar: la atracción que tantas personas han sentido por surcar los mares y por investigar la vida oculta que esconden los océanos, muchas de sus profundidades abisales todavía sin explorar. 

La mayoría son historias basadas en personas concretas o reflexiones generales que abordan desde perspectivas insólitas el misterio del mar, visto siempre como el origen de lo que somos y como símbolo de libertad.

            Las historias que se recrean son algunas de ellas muy originales, como la del ballenero Francis Allyn Olmstead, que escribió un diario sobre la monotonía de su vida en altamar a la caza de cachalotes y ballenas, diario que leyó Melville y que se supone le influenció a la hora de escribir su novela Moby Dick. También resulta sorprendente otro personaje, el panadero escocés Robert Dick, quien en 1863 descubrió un fósil que, más adelante, se ha considerado una prueba clave para el estudio de la evolución humana. La vida del panadero que vivió en las Altas Torres de Escocia es un ejemplo de “una curiosidad intrínseca e indomable”, obsesionado por conocer de manera exhaustiva y metódica el mar y la naturaleza.

            Otro de los capítulos está dedicado a la historia del mapa que se conserva en la Biblioteca San Marco de Venecia y que se conoce como “el mapamundi de Fra Mauro”, al que dedicó más de diez años de trabajo y que contiene un detallado mapa del mundo conocido a mediados del siglo XV. Otras historias son más conocidas, como la del portugués Magallanes, que casi dio la primera vuelta al mundo. Svensson cuenta esta historia centrándose en un personaje singular de esta peripecia: Enrique de Malacca, el esclavo de Magallanes.

            Y en un capítulo fundamental del libro, Svensson realiza un sentido homenaje a la bióloga marina Rachel Carson, precursora del ecologismo y autora de varios ensayos sobre el mar en los que combina la divulgación científica con el estilo literario y hasta poético, libros que han sido la principal fuente de inspiración del autor para escribir Un inmenso azul



Un inmenso azul

Patrik Svensson

Libros del Asteroide. Barcelona (2024)

280 págs. 19,95 € (papel) / 9,99 € (digital). 

T.o.: Den lodande människan

Traducción: Carolina Moreno Tena.

martes, 20 de agosto de 2024

"Historia, cultura y cristianismo (1870-2020)", de Onésimo Díaz

    

    Onésimo Díaz es autor de biografías, ensayos históricos y de un conjunto de libros que tienen una estructura similar a esta nueva obra. Como hizo en Historia de Europa en el siglo XX y en Historia del mundo en el siglo XX, el autor, con una gran capacidad de síntesis, presenta un ameno recorrido por la historia del mundo desde 1870 a 2020, acompañando su narración con las referencias a un buen puñado de novelas y de películas con las que, como escribe Díaz en la introducción, “se puede y se debe emplear para aprender historia”. En este nuevo libro, el autor selecciona diez novelas y sus correspondientes versiones cinematográficas para completar la visión que ofrece de la historia durante más de un siglo marcado por “guerras mundiales, genocidios y totalitarismos”. Las diez novelas y películas, protagonistas de cada capítulo del libro, son el hilo conductor de esta historia y a ellas le presta una atención especial, utilizando su contenido también como materia histórica.

   Las novelas seleccionadas son de gran calidad literaria y, además, sobresalen porque han sabido atrapar el ambiente, la intrahistoria y los pequeños y grandes detalles de cada época. El primer capítulo está dedicado a El Gatopardo, la novela que Giuseppe Tomasi Di Lampedusa publicó en 1958, con la que el autor muestra la evolución de Italia y de Europa en el último tercio del siglo XIX, época de grandes cambios. El segundo capítulo lo protagoniza la novela Doctor Zhivago, que tanta polémica creó en el momento de su aparición y que multiplicó la exitosa versión cinematográfica de David Lean en 1965. Otras novelas que aparecen son El cardenal, de Henry Morton Robinson (en este caso, mejor la película que la novela); Retorno a Brideshead, de Evelyn Waugh; Las uvas de la ira, de John Steinbeck; Los restos del día, de Kazuo Ishiguro; y, además, La hora veinticinco, El tercer hombre, Vivir y Cometas en el cielo. 

            Estas son las novelas y películas a las que se presta más atención, pero todos los capítulos del libro están salpicados, además, de múltiples títulos literarios y cinematográficos. Personalmente, pienso que estas constantes referencias, la mayoría breves, son la principal aportación de este libro, pues las lecturas y películas que propone el autor para completar el relato histórico iluminan con originalidad determinados sucesos históricos y presentan tramas, personajes, miradas, tragedias y aspectos quizá inéditos a la hora de entender mejor cada momento histórico. 


La lista de títulos es larga y refleja muy bien, por otra parte, el conocimiento del autor de la actualidad literaria y cinematográfica, además de rescatar un conjunto de buenas novelas y películas que, quizás, pasaron en su momento desapercibidas. Son muchos los interesantes ejemplos que menciona. Como la novela de Walter Kempowski, Todo en vano, que le sirve para ilustrar la derrota y retirada de las tropas alemanas en la Segunda Guerra Mundial; o el espléndido libro de Jung Chang, Cisnes salvajes, que ayuda a entender la historia de China a lo largo del siglo XX; o novelas más recientes, como Muerte de un hombre feliz, de Giorgio Fontana, que muestran el clima terrorista que se dio en Italia durante los años de las Brigadas Rojas. Lo mismo se puede decir de las películas que comenta, como Los gritos del silencioChacalThe boxer o El tercer hombre. Insisto: son muchas las sugerencias del autor que descubren lecturas y películas que abordan pequeños momentos, pero significativos, de la historia del siglo XX y XXI.    


            Para Onésimo Díaz, historiador y profesor de la Universidad de Navarra, las novelas y las películas son eficaces “instrumentos pedagógicos”, que ayudan a ver la historia desde perspectivas y matices distintos. Su libro es, por tanto, además de un manual de historia, un prontuario de buenas lecturas y buenas películas para aquellos que deseen entender mejor y con más detalle y profundidad la conflictiva historia del mundo desde 1870 hasta nuestros días. 




Historia, cultura y cristianismo (1870-2020)

Onésimo Díaz

EUNSA. Pamplona (2024). 

448 págs. 24,90 € (papel) / 16,99 € (digital).

sábado, 20 de julio de 2024

"Aguas que degüellan", de Eduardo Gris Romero

     Resulta difícil encasillar esta obra dentro del género policiaco o de misterio, como así la clasifica incluso la propia editorial Apeiron, donde Eduardo Gris Romero publica su tercera novela. Aparentemente, el autor emplea los ingredientes y la trama de una novela de intriga que va avanzando a buen ritmo, cambiando de escenarios a toda velocidad a la vez que aumenta el misterio que rodea el asesinato del coronel retirado del Ejército de Tierra Fulgencio López de Castro. Pero esto es la cáscara formal de la novela. No creo que al autor le importen mucho los mecanismos de la novela policiaca, su lógica interna y hasta la importancia del desenlace.

            Tengo la impresión de que Eduardo Gris se lo ha pasado en grande escribiendo esta novela, en la que se trasluce su visión lúdica de la vida y de la literatura. También las ganas de reírse de absolutamente todo. Por eso hay que acudir a esta novela no buscando una intriga tipo Agatha Christie, ni un estilo propio de las novelas policiacas -funcional, mecánico y previsible-, ni unos personajes clónicos y cinematográficos, como abundan en las novelas actuales. Aunque pueden leerse de manera independiente, utiliza el autor en Aguas que degüellan a los mismos protagonistas, más o menos, de su novela policiaca (¿) anterior, Amar mal mata, que recibió el premio “A sangre fría” de novela negra. En primer lugar, a Pierre Simón, periodista e investigador fracasado. También vuelve a aparecer Alberto Puentegrueso, vecino de Pierre, que en esta novela desempeña, supuestamente, un lugar secundario. En Aguas que degüellan, al ritmo rápido de la trama, se incorporan otros personajes que acompañan a Pierre en la investigación que se pone en marcha para descubrir al asesino del coronel: Blas Gutiérrez, el Nani, Antonio Dubois, Rosa y Tito. Juntos recorren diferentes escenarios para solucionar el caso: una ciudad costera española, la localidad de Pedrosa del Monte, la ciudad de Brujas, el desierto de Irak, las calles de El Cairo, Londres… La intuición de Pierre es que el asesinato tiene oscuras y eruditas motivaciones que tienen que ver con antiguas culturas sumerias, por eso recorren tiendas de anticuarios y excavaciones arqueológicas, donde van apareciendo pruebas peregrinas que obligan a los protagonistas a replantearse la dirección de la investigación. 

            No parece que al autor le preocupe mucho la verosimilitud de sus predicciones, ni menos todavía la coherencia de las interpretaciones que hacen los personajes, sobre todo Pierre. El autor emplea los típicos ingredientes de la novela policiaca para reírse de ellos. Pero no es una burla cualquiera, sino muy inteligente y basada en un gran dominio de los mecanismos literarios.

            El tono paródico se extiende a toda la novela, a la intriga, a las sospechas, a los posibles asesinos, a los métodos para resolver el caso. Pero, sobre todo, este tono irónico está presente en la manera en la que está escrita la novela, donde, aunque hay un narrador (ínclito) dominante, intervienen otros narradores y hasta pasajes que proceden del diario que sobre los mismos hechos escribe el propio Pierre, donde aparecen sus sensaciones más personales sobre lo que está pasando. Incluso hay momentos que se cuelan narradores improvisados, como cuando escribe “el pobre y legítimo narrador de esta historia lamenta anunciar que hay un nuevo narrador. Otro”; y más adelante “Acaba de narrar Rosa. Aquí todo el mundo narra”. Por momentos, por su tono disparatado, esta novela y la anterior recuerdan a las novelas policíacasde Eduardo Mendoza, como El misterio de la cripta embrujada y, entre otras, La aventura del tocador de señoras. Solo le achaco una cosa al autor: un poco más de contención. La novela ganaría más si hubiese sido más clásica y menos experimental (sin tanto juego de narradores), sin referencias metaliterarias, sin algunos personajes demasiado disparatados y si el argumento fuese menos enmarañado para que la intención irónica fuese más evidente.

            Lo que está claro es que el autor, con maestría, solo busca divertirse con la forma, con la estructura, con el argumento, con los personajes. Para mí, y esto es lo más importante de esta novela, el autor realiza esta parodia con un excelente dominio estilístico de los diferentes registros que maneja, pues en todo momento, a pesar del aparente caos argumental, hay una sobresaliente coherencia narrativa que es posible gracias al dominio del lenguaje del autor, capaz de descripciones soberbias sobre lugares, reflexiones eruditas y amenas sobre arqueología y culturas antiguas (de las que el autor es todo un experto) y diálogos vivos y dinámicos. Especialmente notables son los retratos que, con pocas pinceladas, hace de algunos personajes: “Una mujer de melena tumultuosa y proa neumática que tenía como rebosaduras en los labios, las cejas paralelas al horizonte, la nariz mirando a la luna…”. 

            Autor de varios ensayos, obras de crítica literaria, narrativa de viajes y novelas juveniles que han tenido mucho tirón, Eduardo Gris Romero, doctor en Literatura Comparada, demuestra con creces su solvencia como escritor original, atrevido, que utiliza un humor inteligente (y nada habitual) para burlarse de géneros que están muy de moda. Y todo ello con una meritoria, trabajada y destacada calidad literaria, lo más difícil de encontrar en muchas novelas actuales. 



Aguas que degüellan 

Eduardo Gris Romero

Apeiron Ediciones. Madrid (2024).

172 págs. 16 € (papel) / 6 € (digital). 

viernes, 19 de julio de 2024

"Fractal", de Andrés Trapiello


    Desde hace ya bastantes años, soy un compulsivo lector de los diarios de Andrés Trapiello, que suelo recomendar encarecidamente. Ante mi insistencia y por la brasa que les doy, mis amigos suelen preguntarme por dónde empezar a leerlos, pues se asustan cuando les digo que ya lleva veinticuatro diarios publicados. Mi respuesta es siempre la misma: da lo mismo por dónde empezar. En todos los volúmenes publicados hasta la fecha, está siempre todo Trapiello y todos sus diarios. Por poner algunos ejemplos, se puede empezar por Los caballeros del punto fijo (1997), El fanal hialino (2003), El jardín de la pólvora (2005), La manía (2008), Troppo vero (2020), todos publicados en la editorial Pre-Textos, o por los dos últimos, Quasi una fantasía (2021) y Éramos otros (2023), que han aparecido en una editorial distinta, creada por el propio autor, Ediciones del Arrabal. En todos los volúmenes están los mismos ingredientes, la misma exigencia estilística y la misma calidad literaria.

            Sin embargo, a partir de ahora cuando me pidan que les sugiera uno de los títulos para empezar a leer estos diarios, les recomendaré este volumen, Fractal, que no es una entrega de sus diarios sino una antología que abarca los primeros veinte años de diarista del autor, desde 1990 a 2010. 

Las responsables de la selección conocen muy bien los volúmenes de Salón de pasos perdidos (título genérico que Trapiello ha dado a todos sus diarios). La selección es completa y muy representativa de los registros y temas que aborda. Hay que felicitar, por tanto, a Nieves García, Nola Romero y Ana Pérez Cid (a las que hay que sumar a Pilar Álvarez, editora de Alianza, y a Miriam Moreno, la mujer del autor, que también han aportado lo suyo), porque la antología refleja con mucho acierto la variedad de facetas que maneja el autor, sus obsesiones artísticas, sus pasiones literarias, sus excursiones al Rastro, sus estancias en Las Viñas, sus reflexiones familiares, sus días de descanso, los viajes, las intervenciones en saraos literarios, sus contundentes opiniones, sus manías, sus demoledoras críticas, sus pedaleos… y sus muchos momentos poéticos.

Estamos, pues, ante una de las empresas literarias más exigentes e importantes de la literatura actual. Estos diarios, que empezaron a publicarse en 1990 (el primer volumen fue El gato encerrado), son uno de los mejores testimonios de la pujante literatura memorialística, una de las novedades más significativas, con la autoficción, de la literatura contemporánea. Son ya muchos los autores que frecuentan el género porque han descubierto que, mejor que ningún otro, la “literatura del yo” describe los vaivenes del hombre y de la mujer actual, sus grandezas y miserias, sus inquietudes, su manera de estar en el mundo, la influencia del contexto en su quehacer literario y la importancia de una mirada egotista y personal a la hora de acercarse a la realidad en todas sus vertientes. De los diarios de Trapiello no solo asombra su calidad literaria, mantenida en el tiempo, sino que hay que alabar también su perseverancia. Hasta la fecha ha publicado sus diarios de los años 1987 a 2010, veinticuatro volúmenes, o sea, que todavía faltan muchos diarios por publicarse, lo que da muestras de la empresa épica en la que está metido.

Con cada volumen hemos acompañado a Trapiello en su evolución literaria y en el retrato de su vida cultural, familiar, social, íntima… Hay una evolución, que es la que da el lógico e inevitable paso del tiempo. De ahí el título que Trapiello da también a esta obra: “una novela en marcha”. Una obra en la que el protagonista es el propio autor, convertido en personaje literario y en el centro de la acción. Todo lo que se escribe aparece traspasado por su carácter, su psicología, su temperamento. Y su humor.

Suelo comentar siempre que a mí, personalmente, lo que más me asombra de las miles de páginas que ya he leído es la variedad de tonos y registros que aparecen en estos diarios. Hay momentos donde la literatura se apodera de todo: reflexión poética, crítica literaria, metaliteratura, aforismo, poesías, autores preferidos, lecturas asiduas, libros que está escribiendo… Pero también hay sitio para describir una comida, una fiesta, un partido de tenis, recuerdos de sus padres, escenas familiares, viajes, compromisos, huertos, entrevistas, conversaciones, visitas, momentos lúdicos y de descanso… En cualquier cosa que escribe, está todo Trapiello, desbordándose en literatura y sacando a relucir una prosa dúctil, manejable, intimista, atinada, cosida a su propia individualidad. Trapiello respira literatura por todos los poros. 

Esto hace que el lector, por la sorprendente y dinámica variedad, nunca se aburra, que disfrute, que saboree lo que lee, que acompañe al autor por sus recorridos por el Rastro, que vea venir sus enfados o sus salidas de tono, que sea testigo de su cotidiano trabajo, de los encuentros con sus vecinos, de las visitas al médico, de los imprevistos… En definitiva, estos diarios son la vida en marcha, en movimiento, todas las cosas al mismo nivel. Para mí, la clave de estos diarios es ver cómo cada momento, por insustancial que sea, es único y literario. Por eso uno no busca cuando los lee ni grandes aventuras, ni poderosas declaraciones, ni secretos inconfesables. El minimalismo vital de Trapiello funciona como un espejo para sus lectores, que se identifican, eso me pasa a mí, con esa manera de ir por la vida sacando partido a todo, estrujando el tiempo, las relaciones y las sensaciones. Respirando. Así debería ser, en definitiva, la auténtica literatura.

 

        Fractal

        Andrés Trapiello

        Alianza. Madrid (2024)

        864 págs. 29,50 €.