viernes, 14 de abril de 2023

"Lectocracia", de Joaquín Rodríguez

 


“Leer refuerza nuestra atención, nuestra concentración y capacidad de abstracción, que son condiciones esenciales para la conformación del pensamiento autónomo”, escribe en Lectocracia Joaquín Rodríguez, doctor en Historia y Antropología y autor de otros ensayos, como La furia de la lectura y Por qué seguir leyendo en el siglo XXI, que tienen como tema principal la sociedad lectora. En este caso, a través de diferentes historias, anécdotas, biografías, estudios y personajes, ofrece el autor una atrayente visión caleidoscópica de la lectura como fundamento del espíritu crítico.

            “Una utopía cívica” es su subtítulo, con el que resume su ambicioso programa de crear una sociedad de lectores comprometidos “social y políticamente”, “respetuosos con la diferencia”, “abiertos al error” y “protagonistas de la transformación”. Pocas cosas tan importantes como la lectura para “promover una actitud de compromiso cívico-crítico”. Pero este objetivo utópico, que el autor desarrolla de manera detallada con numerosas ideas que interpelan al lector y a la sociedad en su conjunto para que avancen en esta dirección, tiene también un reverso que conviene tener en cuenta. 

Desde que el libro ha pasado a formar parte indispensable de la formación de las personas, ha habido muchos intentos de controlar su difusión y sus contenidos, a la vez que se han extendido errores de planteamiento, método y cálculo que van en contra de los objetivos de la lectura, transformando el acto de leer en una cosa muy distinta, rebajando sus expectativas y convirtiendo a los lectores en meros repetidores de ideas ya cómodamente instaladas en la sociedad.

            La lectura transforma a los ciudadanos de sumisos en críticos, como opinaba el escritor Kurt Vonnegut; también en mejores personas, como se cuenta a propósito de la iniciativa del juez Timothy Spencer, apasionado defensor de los efectos terapéuticos de la lectura. Para aprender y relacionarse con lo escrito no basta con saber leer: el autor recuerda el proyecto pedagógico de Ángel Llorca, abierto y enriquecedor, totalmente contrario a una manera de acercarse a la lectura y los libros donde lo único que se valoraba era la repetición y la memorización, una sumisa manera de asumir la tradición. La lectura es una herramienta radical de mejora y transformación de la sociedad, como lo vieron en el Frente Sandinista en 1979 y llevaron a la práctica con una Cruzada por la Alfabetización. También la lectura fue un acicate y revulsivo para los jóvenes que protagonizaron protestas sociales en todo el mundo, poniendo en circulación e intercambio lecturas para un mundo mejor, más humano.

            La otra cara de la moneda las explica el autor con ejemplos muy distintos. Uno de ellos es la historia del Índice de Libros Prohibidos, que se publicó por vez primera en Valladolid en 1559. Y el papel adoctrinador y catequizante que tuvo en China el Libro de Mao, que hizo de este libro la herramienta masiva para imponer una visión monolítica y totalitaria. 

            También es consciente el autor del terremoto que ha provocado la aparición de Internet y la extensión de las nuevas tecnologías y las redes sociales, que deben transformar la manera de transmitir la cultura y los saberes. Se muestra crítico con la escuela tradicional y con el canon de libros que se ha instalado en la escuela, donde hay poco margen para la creatividad y, también, para promover alternativas. En este sentido, habla de las alfabetizaciones múltiples y la aparición de una sociedad postipográfica, que debe tener su peso en los métodos de enseñanza y en los valores culturales que se desean transmitir también en la familia. Para Rodríguez, “lo digital es un aliado, no un enemigo”.

            Lectocracia no es un libro que deje indiferente. Hay propuestas o puntos de vista del autor que pueden provocar polémica (también puede resultar en ocasiones repetitivo); en algunos aspectos se ofrece una visión parcial o interesada de diferentes fenómenos históricos y quizás algunas conclusiones estén un tanto forzadas para subrayar el objetivo del libro. Pero Lectocracia busca de manera deliberada cuestionar también el papel actual de la lectura. Por eso, constantemente lanza preguntas abiertas a los lectores para que reflexionen sobre lo leído, sobre alternativas, sobre finalidades, sobre lo que debe hacerse o si tal y como se enfocan las cosas se va por el camino deseado. Un libro que convierte su lectura en un eficaz ejercicio cívico.



Lectocracia
Joaquín Rodríguez
Gedisa. Barcelona (2023)
392 págs. 23,90 €.

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