lunes, 21 de octubre de 2013

“Canadá”, de Richard Ford



Considerado uno de los pesos pesados de la narrativa norteamericana, Richard Ford (1944) es sobradamente conocido por su trilogía protagonizada por Frank Bascombe, de la que forman parte El periodista deportivo, El Día de la Independencia y Acción de Gracias. En las tres, con gran maestría, Ford se sirve de su desencantado protagonista para hacer un ambicioso aunque parcial retrato de la vida en Estados Unidos. En 2012, Anagrama publicó también Flores en las grietas, conjunto de textos memorialísticos y ensayísticos en los que Ford reflexionaba sobre la vida y la literatura y donde dejaba constancia de su admiración por su amigo y compatriota Raymond Carver y por la narrativa del ruso Chéjov.

Etiquetado como perteneciente a la corriente del realismo sucio, de la que Carver puede que sea su escritor más representativo, Ford suele describir en sus novelas y relatos las vidas de personajes desilusionados con unos sentimientos que les llevan a afrontar sus días sin apenas expectativas, a lo que caiga, deambulando en muchos casos de aquí para allá, sin echar raíces y con unos mínimos planteamientos existenciales.

Algo de todo esto hay en su nueva novela, Canadá, ya alejada del mundo de Frank Bascombe. En este caso, el narrador, Dell Parsons, profesor de instituto recientemente jubilado en Canadá, decide relatar una parte de su vida, en 1960, cuando tenía 15 años, centrándose en dos importantes sucesos de aquellos meses que le sirvieron para perder la inocencia, forjar su carácter y enfrentarse a la vida sabiendo que, salvo la confianza en uno mismo, en pocos sitios hay donde agarrarse. Con esta sorprendentes palabras, comienza su narración: “Primero contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de los asesinatos, que vinieron después”.

Dell vive con su hermana melliza, Berner, y con sus padres en una insípida localidad del norte de Estados Unidos, Great Falls, en Montana. La primera parte de la novela, con diferencia la de más calidad, la dedica Ford a presentar de manera exhaustiva el mundo cerrado en el que vive Dell, en el que sus padres tienen un papel protagonista. Su madre, hija de judíos polacos emigrantes en Estados Unidos, da esporádicas clases de literatura en las distintas ciudades donde van viviendo, pues cambian a menudo de residencia en los diferentes destinos del padre en las Fuerzas Aéreas. Ahora, en 1960, hace ya tiempo que se ha licenciado y va dando tumbos en trabajos poco consistentes. Los apuros económicos le llevan a meterse en algunos turbios negocios que acaban mal. Para solucionar sus apuros económicos, el matrimonio decide atracar un banco en una lejana localidad de Dakota del Norte. Aunque lo consiguen, pronto son descubiertos, apresados y encarcelados. En ese momento, la vida de los dos hermanos se desmorona y tienen que afrontar el futuro completamente solos. En sus recuerdos, Dell no juzga mal a sus padres, piensa que eran “gente normal a la que le jugaron una mala pasada las circunstancias y los malos instintos”.

Ford hace un minucioso y detallista análisis de toda la familia. Los lazos afectivos entre ellos son, con sus crisis, normales, aunque muy livianos. Su madre, siempre anhelando otros ambientes más culturales y sofisticados, vive sin implicarse en los lugares donde residen, sin hacer amistades, actitud despectiva que contagia también a sus hijos, seres solitarios que no forman parte de ninguna comunidad, ni social ni religiosa. Cada uno lleva su vida como puede. Sorprende la vida tan despegada que llevan. Ni el padre ni la madre se tratan con sus familiares. Cuando los padres son encarcelados, Berner decide irse de casa. Una amiga de su madre traslada a Dell a un pueblo fronterizo de Canadá donde vive un hermano suyo, quien se va a hacer cargo por una temporada de Dell con el fin de que no acabe en manos de los servicios sociales.

La primera parte resulta interesante por el trabajo estilístico que realiza el autor, que desmenuza a los mimebros de la familia, su pasado, el presente y los pocos sueños que tienen ya sobre el futuro, cada vez más gris. La segunda parte transcurre en Canadá, en la provincia de Saskatchewan, en una pequeña y triste localidad, Fort Royal. Arthur Remlinger, norteamericano nacionalizado canadiense, con un turbio pasado a sus espaldas que Dell irá conociendo poco a poco y que determina la evolución de los hechos, mantiene a Dell a cambio de que trabaje en la limpieza del hotel del que es propietario y colabore también en la actividad por la que es conocida la localidad, que acoge a cazadores norteamericanos que viajan hasta allí para cazar gansos.

Dell tiene escaso trato con Arthur y es uno de sus empleados, el turbio Charley Quarters, quien se encarga de su educación. Dell conoce el destino de sus padres, no tiene noticias de su hermana y desea abandonar Fort Royal para continuar con sus estudios. Su estancia en Canadá le sirve para darse de bruces con la vida, aunque Ford sólo describe en ese fuerte aprendizaje las miserias de personajes violentos y problemáticos que apenas se interesan por Dell.

La novela concluye con una breve tercera parte, ambientada en el presente de Dell, cincuenta años después de aquellos sucesos. Cuenta la plácida evolución de su vida, con un matrimonio tranquilo y una vida entregada a los estudios. Vuelve a tener un encuentro con su hermana Berner, a la que ha visto en todo ese tiempo en contadísimas ocasiones.

Con diferencia, lo mejor es la habilidad de Ford para describir ambientes, personajes y para introducirse en los pensamientos más íntimos de Dell cuando era apenas un adolescente tímido e inexperto. Tanto la detención de sus padres como los trágicos sucesos de los que es testigo con Arthur Remlinger condicionan su formación afectiva, social y existencial, llena de carencias que lo convierten, como tantos otros personajes de Ford, en un ser extraviado y desarraigado. Mientras que los tristes sucesos familiares tienen mucho sentido para conocer mejor el destino del narrador y protagonista, lo que vive en Canadá no acaba de encajar en la débil trama de la novela ni en el errático proceso de formación de Dell, aunque en la tercera parte el autor haga ver que el Dell actual puede ser el resultado de aquellos intensos, erráticos y extraños acontecimientos. Así, casi al final del libro, escribe el narrador: “Creo en que lo que uno ve es más o menos lo que hay, como les he enseñado a mis alumnos, y que la vida se nos entrega vacía”.

Se echa en falta lo que tanto se apreciaba en la trilogía de Frank Bascombe: la radiografía política, moral y social de los Estados Unidos, vista aquí en la distancia del país vecino. En Canadá Ford fuerza los ingredientes y personajes de la novela para ofrecer un mundo insulso y desencantado.


Canadá
Richard Ford
Anagrama. Barcelona (2013)
512 págs. 24,90 €.
T.o.: Canada. Traducción: Jesús Zulaika.

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