Considerado
uno de los pesos pesados de la narrativa norteamericana, Richard Ford
(1944) es sobradamente conocido por su trilogía protagonizada por
Frank Bascombe, de la que forman parte El periodista deportivo,
El Día de la Independencia y Acción de Gracias. En
las tres, con gran maestría, Ford se sirve de su desencantado
protagonista para hacer un ambicioso aunque parcial retrato de la
vida en Estados Unidos. En 2012, Anagrama publicó también Flores en las grietas, conjunto de textos memorialísticos y
ensayísticos en los que Ford reflexionaba sobre la vida y la
literatura y donde dejaba constancia de su admiración por su amigo y
compatriota Raymond Carver y por la narrativa del ruso Chéjov.
Etiquetado como
perteneciente a la corriente del realismo sucio, de la que
Carver puede que sea su escritor más representativo, Ford suele
describir en sus novelas y relatos las vidas de personajes
desilusionados con unos sentimientos que les llevan a afrontar sus
días sin apenas expectativas, a lo que caiga, deambulando en muchos
casos de aquí para allá, sin echar raíces y con unos mínimos
planteamientos existenciales.
Algo de todo esto hay en
su nueva novela, Canadá, ya alejada del mundo de Frank
Bascombe. En este caso, el narrador, Dell Parsons, profesor de
instituto recientemente jubilado en Canadá, decide relatar una parte
de su vida, en 1960, cuando tenía 15 años, centrándose en dos
importantes sucesos de aquellos meses que le sirvieron para perder la
inocencia, forjar su carácter y enfrentarse a la vida sabiendo que,
salvo la confianza en uno mismo, en pocos sitios hay donde agarrarse.
Con esta sorprendentes palabras, comienza su narración: “Primero
contaré lo del atraco que cometieron nuestros padres. Y luego lo de
los asesinatos, que vinieron después”.
Dell vive con su hermana
melliza, Berner, y con sus padres en una insípida localidad del
norte de Estados Unidos, Great Falls, en Montana. La primera parte de
la novela, con diferencia la de más calidad, la dedica Ford a
presentar de manera exhaustiva el mundo cerrado en el que vive Dell,
en el que sus padres tienen un papel protagonista. Su madre, hija de
judíos polacos emigrantes en Estados Unidos, da esporádicas clases
de literatura en las distintas ciudades donde van viviendo, pues
cambian a menudo de residencia en los diferentes destinos del padre
en las Fuerzas Aéreas. Ahora, en 1960, hace ya tiempo que se ha
licenciado y va dando tumbos en trabajos poco consistentes. Los
apuros económicos le llevan a meterse en algunos turbios negocios
que acaban mal. Para solucionar sus apuros económicos, el matrimonio
decide atracar un banco en una lejana localidad de Dakota del Norte.
Aunque lo consiguen, pronto son descubiertos, apresados y
encarcelados. En ese momento, la vida de los dos hermanos se
desmorona y tienen que afrontar el futuro completamente solos. En sus
recuerdos, Dell no juzga mal a sus padres, piensa que eran “gente
normal a la que le jugaron una mala pasada las circunstancias y los
malos instintos”.
Ford hace un minucioso y
detallista análisis de toda la familia. Los lazos afectivos entre
ellos son, con sus crisis, normales, aunque muy livianos. Su madre,
siempre anhelando otros ambientes más culturales y sofisticados,
vive sin implicarse en los lugares donde residen, sin hacer
amistades, actitud despectiva que contagia también a sus hijos,
seres solitarios que no forman parte de ninguna comunidad, ni social
ni religiosa. Cada uno lleva su vida como puede. Sorprende la vida
tan despegada que llevan. Ni el padre ni la madre se tratan con sus
familiares. Cuando los padres son encarcelados, Berner decide irse de
casa. Una amiga de su madre traslada a Dell a un pueblo fronterizo de
Canadá donde vive un hermano suyo, quien se va a hacer cargo por una
temporada de Dell con el fin de que no acabe en manos de los
servicios sociales.
La primera parte resulta
interesante por el trabajo estilístico que realiza el autor, que
desmenuza a los mimebros de la familia, su pasado, el presente y los
pocos sueños que tienen ya sobre el futuro, cada vez más gris. La
segunda parte transcurre en Canadá, en la provincia de Saskatchewan,
en una pequeña y triste localidad, Fort Royal. Arthur Remlinger,
norteamericano nacionalizado canadiense, con un turbio pasado a sus
espaldas que Dell irá conociendo poco a poco y que determina la
evolución de los hechos, mantiene a Dell a cambio de que trabaje en
la limpieza del hotel del que es propietario y colabore también en
la actividad por la que es conocida la localidad, que acoge a
cazadores norteamericanos que viajan hasta allí para cazar gansos.
Dell
tiene escaso trato con Arthur y es uno de sus empleados, el turbio
Charley Quarters, quien se encarga de su educación. Dell
conoce el destino de sus padres, no tiene noticias de su hermana y
desea abandonar Fort Royal para continuar con sus estudios. Su
estancia en Canadá le sirve para darse de bruces con la vida, aunque
Ford sólo describe en ese fuerte aprendizaje las miserias de
personajes violentos y problemáticos que apenas se interesan por
Dell.
La novela concluye con
una breve tercera parte, ambientada en el presente de Dell, cincuenta
años después de aquellos sucesos. Cuenta la plácida evolución de
su vida, con un matrimonio tranquilo y una vida entregada a los
estudios. Vuelve a tener un encuentro con su hermana Berner, a la que
ha visto en todo ese tiempo en contadísimas ocasiones.
Con diferencia, lo mejor
es la habilidad de Ford para describir ambientes, personajes y para
introducirse en los pensamientos más íntimos de Dell cuando era
apenas un adolescente tímido e inexperto. Tanto la detención de sus
padres como los trágicos sucesos de los que es testigo con Arthur
Remlinger condicionan su formación afectiva, social y existencial,
llena de carencias que lo convierten, como tantos otros personajes de
Ford, en un ser extraviado y desarraigado. Mientras que los tristes
sucesos familiares tienen mucho sentido para conocer mejor el destino
del narrador y protagonista, lo que vive en Canadá no acaba de
encajar en la débil trama de la novela ni en el errático proceso de
formación de Dell, aunque en la tercera parte el autor haga ver que
el Dell actual puede ser el resultado de aquellos intensos, erráticos
y extraños acontecimientos. Así, casi al final del libro, escribe
el narrador: “Creo en que lo que uno ve es más o menos lo que hay,
como les he enseñado a mis alumnos, y que la vida se nos entrega
vacía”.
Se
echa en falta lo que tanto se apreciaba en la trilogía de Frank
Bascombe: la radiografía política, moral y social de los Estados
Unidos, vista aquí en la distancia del país vecino. En Canadá
Ford fuerza los ingredientes y personajes de la novela para
ofrecer un mundo insulso y desencantado.
Canadá
Richard
FordAnagrama. Barcelona (2013)
512 págs. 24,90 €.
T.o.: Canada. Traducción: Jesús Zulaika.
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