lunes, 7 de octubre de 2013

“Un largo camino”, de Slavomir Rawicz


 
La película Camino a la libertad, de Peter Weir, está inspirada en esta narración escrita en 1956 por el polaco Slavomir Rawicz (1915-2004). Rawicz, de madre rusa y padre polaco, fue detenido junto con otros militares después de la invasión de Polonia por la URSS. Acusado de espionaje, fue condenado a 25 años de trabajos forzados en Siberia.

Rawicz escribe en primera persona todo lo que vivió y padeció. Primero fue duramente castigado durante su reclusión en diferentes prisiones rusas hasta la condena definitiva. Las primeras páginas del libro cuentan los inhumanos interrogatorios y la farsa de su proceso judicial a la vez que Rawicz desgrana algunos recuerdos familiares. Luego el relato se suma a la ya larga lista de libros que describen la dramática experiencia en los gulag. No faltan en sus recuerdos la descripción de las duras condiciones de vida, los castigos, las largas marchas, las muertes, la actitud intimidatoria de los soldados y jefes, el frío, la obsesión por la comida, las duras jornadas de trabajo... Pronto, sin embargo, Rawicz se presenta como voluntario para realizar algunos trabajos de artesanía y consigue un tranquilo destino que le permite sobrevivir sin grandes dificultades a la vida del campo.

Con otros presos, procedentes de distintos países, Rawicz traza un arriesgado plan para escapar. El objetivo no es sólo abandonar el campo de Yakutsk sino también Siberia, pues permanecer en territorio de la Unión Soviética tras la huida sería demasiado peligroso. Huyen en 1941, aprovechando una gran nevada. Al final, la expedición la forman seis prisioneros: dos polacos, un yugoslavo, un león, un lituano y un americano.

Los primeros días y semanas fueron los peores, pues a las duras condiciones climáticas tienen que vencer los temores de encontrarse con soldados soviéticos o con cualquier habitante de la zona. Esquivan las escasas poblaciones que hay en aquellas tierras y avanzan a buen ritmo, con una prodigiosa fuerza de voluntad. Todavía en Siberia, un día se encuentran con una joven polaca que también se había escapado de un campo y a la que acogen en su grupo.

El libro, escrito siempre desde la perspectiva de Rawicz, es la pormenorizada descripción de este viaje, los inconvenientes que se encuentran, la pertinaz ausencia de comida, las relaciones entre ellos, el esmerado cuidado que todos prestan a la joven, etc. A pesar de las dificultades, avanzan a buen ritmo: recorren las inmediaciones del algo Baikal y llegan a Irkutsk. Cuando abandonan Siberia y entran en Mongolia se relajan un poco, pues saben que será difícil a partir de ese momento encontrarse con sus posibles perseguidores. Es cuando se encuentran con algunos pastores y habitantes de aldeas perdidas de Mongolia y el Tibet, donde siempre reciben la mejor hospitalidad de aquellas pobres gentes, lo que lleva a Rawicz a escribir que “esta gente hace que me sienta muy humilde. Lo que hacen me ayuda a borrar de la memoria los amargos recuerdos de quienes le han perdido el respeto a la humanidad”. Sin embargo, siguen con tenacidad el plan trazado, que les lleva a atravesar el desierto del Gobi, experiencia durísima que pasa factura al grupo. Luego recorren las estribaciones del Himalaya en dirección al Tíbet, a la ciudad de Lhasa, aunque no llegan a ella pues su objetivo es la India, a donde llegan exhaustos sólo tres de ellos y nueve meses después.

La narración es amena y es un excelente ejemplo superación, fortaleza y amistad, como destaca Rawicz “Sólo nos quedaba un luminoso recurso de valor incalculable: la indisoluble y profunda amistad de los hombres a los que ha unido la desgracia. Mientras permaneciéramos juntos, nada podría apagar la llama de nuestra esperanza”. También es interesante la primera parte, la ambientada en el gulag, con la narración de pequeños detalles sobre la miserable vida que allí llevaban.

Rawicz escribió este libro en 1956 en Inglaterra, en la ciudad de Nottingham, donde rehizo su vida como profesor en una escuela de Artes y Oficios. Un largo camino ha sido siempre un libro muy valorado por su verosimilitud y por la gesta del viaje que emprenden los protagonistas, aunque se echa en falta una mejor reconstrucción de los lugares que recorrieron, a pesar de que afirme el autor en el libro que “el cálculo de las distancias y los tiempos ha sido lo más complicado en la tarea de poner por escrito la historia de nuestra huida hacia la libertad”. Algunos estudiosos y un documental de la BBC de 2006, ya fallecido el autor, han puesto en duda que se trate de un relato real, pues Rawicz pudo ser liberado en 1942 tras la amnistía general de los soldados polacos en los campos de la URSS y trasladado, con el resto del ejército polaco, a un campo de refugiados en Irán. En este sentido, aunque se trate de una narración viva, directa y “muy auténtica”, es cierto que sorprende que el autor, sobre todo al final de su relato, cuando ya han llegado a la India, no aporte más datos y documentación sobre su experiencia antes de su detención, el viaje y la identidad de sus compañeros de fuga que demuestren más a las claras la veracidad de lo que tan bien ha contado (con la colaboración del periodista Ronald Downing).

 
Un largo camino
Slavomir Rawicz
Palabra. Madrid (2012)
364 págs. 16,50 €.
T.o.: The Long Walk. The True Story a Trek to Freedom. Traducción: José Gabriel Rodríguez Pazos.

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