La película Camino a
la libertad, de Peter Weir, está inspirada en esta narración
escrita en 1956 por el polaco Slavomir Rawicz (1915-2004). Rawicz, de
madre rusa y padre polaco, fue detenido junto con otros militares
después de la invasión de Polonia por la URSS. Acusado de
espionaje, fue condenado a 25 años de trabajos forzados en Siberia.
Rawicz escribe en
primera persona todo lo que vivió y padeció. Primero fue duramente
castigado durante su reclusión en diferentes prisiones rusas hasta
la condena definitiva. Las primeras páginas del libro cuentan los
inhumanos interrogatorios y la farsa de su proceso judicial a la vez
que Rawicz desgrana algunos recuerdos familiares. Luego el relato se
suma a la ya larga lista de libros que describen la dramática
experiencia en los gulag. No faltan en sus recuerdos la descripción
de las duras condiciones de vida, los castigos, las largas marchas,
las muertes, la actitud intimidatoria de los soldados y jefes, el
frío, la obsesión por la comida, las duras jornadas de trabajo...
Pronto, sin embargo, Rawicz se presenta como voluntario para realizar
algunos trabajos de artesanía y consigue un tranquilo destino que le
permite sobrevivir sin grandes dificultades a la vida del campo.
Con otros presos,
procedentes de distintos países, Rawicz traza un arriesgado plan
para escapar. El objetivo no es sólo abandonar el campo de Yakutsk
sino también Siberia, pues permanecer en territorio de la Unión
Soviética tras la huida sería demasiado peligroso. Huyen en 1941,
aprovechando una gran nevada. Al final, la expedición la forman seis
prisioneros: dos polacos, un yugoslavo, un león, un lituano y un
americano.
Los primeros días y
semanas fueron los peores, pues a las duras condiciones climáticas
tienen que vencer los temores de encontrarse con soldados soviéticos
o con cualquier habitante de la zona. Esquivan las escasas
poblaciones que hay en aquellas tierras y avanzan a buen ritmo, con
una prodigiosa fuerza de voluntad. Todavía en Siberia, un día se
encuentran con una joven polaca que también se había escapado de un
campo y a la que acogen en su grupo.
El libro, escrito
siempre desde la perspectiva de Rawicz, es la pormenorizada
descripción de este viaje, los inconvenientes que se encuentran, la
pertinaz ausencia de comida, las relaciones entre ellos, el esmerado
cuidado que todos prestan a la joven, etc. A pesar de las
dificultades, avanzan a buen ritmo: recorren las inmediaciones del
algo Baikal y llegan a Irkutsk. Cuando abandonan Siberia y entran en
Mongolia se relajan un poco, pues saben que será difícil a partir
de ese momento encontrarse con sus posibles perseguidores. Es cuando
se encuentran con algunos pastores y habitantes de aldeas perdidas de
Mongolia y el Tibet, donde siempre reciben la mejor hospitalidad de
aquellas pobres gentes, lo que lleva a Rawicz a escribir que “esta
gente hace que me sienta muy humilde. Lo que hacen me ayuda a borrar
de la memoria los amargos recuerdos de quienes le han perdido el
respeto a la humanidad”. Sin embargo, siguen con tenacidad el plan
trazado, que les lleva a atravesar el desierto del Gobi, experiencia
durísima que pasa factura al grupo. Luego recorren las estribaciones
del Himalaya en dirección al Tíbet, a la ciudad de Lhasa, aunque no
llegan a ella pues su objetivo es la India, a donde llegan exhaustos
sólo tres de ellos y nueve meses después.
La narración es amena y
es un excelente ejemplo superación, fortaleza y amistad, como
destaca Rawicz “Sólo nos quedaba un luminoso recurso de valor
incalculable: la indisoluble y profunda amistad de los hombres a los
que ha unido la desgracia. Mientras permaneciéramos juntos, nada
podría apagar la llama de nuestra esperanza”. También es
interesante la primera parte, la ambientada en el gulag, con la
narración de pequeños detalles sobre la miserable vida que allí
llevaban.
Rawicz escribió este
libro en 1956 en Inglaterra, en la ciudad de Nottingham, donde rehizo
su vida como profesor en una escuela de Artes y Oficios. Un largo
camino ha sido siempre un libro muy valorado por su verosimilitud
y por la gesta del viaje que emprenden los protagonistas, aunque se
echa en falta una mejor reconstrucción de los lugares que
recorrieron, a pesar de que afirme el autor en el libro que “el
cálculo de las distancias y los tiempos ha sido lo más complicado
en la tarea de poner por escrito la historia de nuestra huida hacia
la libertad”. Algunos estudiosos y un documental de la BBC de 2006,
ya fallecido el autor, han puesto en duda que se trate de un relato
real, pues Rawicz pudo ser liberado en 1942 tras la amnistía general
de los soldados polacos en los campos de la URSS y trasladado, con el
resto del ejército polaco, a un campo de refugiados en Irán. En
este sentido, aunque se trate de una narración viva, directa y “muy
auténtica”, es cierto que sorprende que el autor, sobre todo al
final de su relato, cuando ya han llegado a la India, no aporte más
datos y documentación sobre su experiencia antes de su detención,
el viaje y la identidad de sus compañeros de fuga que demuestren más
a las claras la veracidad de lo que tan bien ha contado (con la
colaboración del periodista Ronald Downing).
Un largo camino
Slavomir RawiczPalabra. Madrid (2012)
364 págs. 16,50 €.
T.o.: The Long Walk. The True Story a Trek to Freedom. Traducción: José Gabriel Rodríguez Pazos.
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