martes, 24 de marzo de 2015

“El padre infiel”, de Antonio Scurati


“Sufrimos el síndrome del pasado reciente. Hasta ayer, y durante toda la juventud, la vida parecía ir mejorando progresivamente. Luego, sin embargo, casi de repente, justo cuando llegábamos al culmen de la edad adulta, nos ha sorprendido una clara inversión de tendencia”, escribe en este diario-confesión Glauco Revelli, filósofo y cocinero, cuarentón, padre de una niña pequeña, Anita. Glauco se considera representante y víctima de una generación que ha renegado de sus mayores y que ha confiado todo en el abundante presente. Pero las cosas han cambiado, como continúa la cita: “Lo dado nos ha sido arrebatado. El ambiente acomodado y protegido en el que nos criasteis se ha roto, la primacía de nuestro bienestar se ha destruido”. 
            La crisis actual ha cuestionado todo un estilo de vida, optimista y progresista, asentado en los valores morales omnipresentes del estado del bienestar. Y esas grietas permiten, sin embargo, enjuiciar la vida y la realidad de otra manera, dando a esos valores otro enfoque que quizás  antes de la crisis estuviese repleto de superficialidad.
            Esta novela comienza cuando la mujer de Glauco, Giulia, llorando, explota en una crisis nerviosa. La crisis anuncia una tormenta matrimonial y, quizás, sea el anticipo de una posterior separación. Pero Glauco quiere analizar las cosas con detenimiento, intentando entender qué es lo que ha pasado en su matrimonio y en su vida para llegar a esa situación.
            A continuación, Glauco, y esa es la novela, cuenta los últimos años de su vida y de su relación con Giulia. Estudiante de filosofía, cuando acaba sus estudios decide dedicarse al oficio de su padre, chef en un restaurante, del que se hace cargo cuando se jubila. Antes de irse del restaurante, su padre le advierte: “Tienes que decidir si quieres ser un artista o si quieres seguir dando de comer a la gente”. Influenciado por los nuevos aires culinarios, Glauco elije la segunda opción y transforma el menú, las especialidades, la estética y la decoración. Todo parece ir bien. Sumergido en la treintena, para Glauco el amor es “un rumor carente de cualquier clase de fundamento”, “la familia, un resto fosilizado de eras remotas y la generación de niños, una leyenda fantástica”. Descreído, egoísta, a su manera misógino, Glauco vive entregado al trabajo y a la diversión.
            Pero un día, viendo un anuncio televisivo, Glauco padece una profunda crisis de identidad. Y decide ingresar en el mundo de los sentimientos. Se enamora de Giulia (“en estos tiempos, ninguna historia de amor se escapa del ridículo”). Se casa. Tiene una niña (“Dejamos de ser una pareja un instante después de habernos cometido en una familia”).  Y luego viene la crisis de Giulia.
Antonio Scurati (Nápoles, 1969), escritor y articulista, describe de manera muy divertida y acertada las vicisitudes de un matrimonio primerizo, en el que nadie encuentra fácilmente su sitio. Giulia, por ejemplo, cuando se recobra del parto, “había invertido buena parte de sus energías recuperadas en la obsesiva investigación intelectual de su propia condición de madre reprimida”. En el restaurante, las cosas, además no van bien. Y lo que es más peligroso para el matrimonio, Glauco no encaja su nueva situación sexual tras la paternidad y recurre a una serie de infidelidades que se describen en la novela en ocasiones de manera un tanto gruesa.
A pesar de todo, Glauco está íntimamente unido a Giulia y a Anita, su hija, y por eso intuye que en su amor y dedicación está la clave de la posible salvación del matrimonio.
        Resulta, en primer lugar, muy interesante la descripción de un matrimonio de personas ya maduras, bien situadas, con buena formación, para las que la vida matrimonial supone una drástica ruptura con la vida muelle que antes llevaban en solitario. Que las piezas encajen no resulta fácil, pues tras el embarazo y la paternidad, el amor y el sexo sufren una profunda transformación que afecta de lleno a los dos, a Glauco y a Giulia.
Todo está descrito con una aguda capacidad de observación y con unas reflexiones muy inteligentes que se extienden a otros ámbitos de la cultura contemporánea. Por ejemplo, el autor ridiculiza la obsesión por la gastronomía. “La filosofía, la pintura y la literatura estaban cediendo terreno a la gastronomía”, escribe Scurati. “Donde quiera que uno posara la mirada, pronto encontraría a alguien que cortando salami proclamaría: “¡Yo hago cultura!”. Resulta antológica la narración que hace Scurati de una cena en un restaurante supermoderno, donde lo importante es la variedad de fragancias y donde “la comida había sido transformada en acontecimiento”.
         También es brillante el autor cuando recrea las clases de preparación para el parto, con el empleo de una retórica que el autor pone en solfa, aunque esa situación, y otras muchas que le suceden durante el embarazo de Giulia y el posterior parto, le sirven para diseccionar algunos valores incrustados en la mentalidad actual. Pero lo más interesante de la novela, con diferencia, con sus luces y sombras, es la visión que aporta de la paternidad en un contexto muy actual.


El padre infiel
Antonio Scurati
Libros del Asteroide. Barcelona (2015)
240 págs. 19,95 €. (papel) 11,99 €. (digital).
T.o.: Il padre infedele.
Traducción: Xavier González Rovira.


1 comentario:

  1. Me ha parecido una descripción brillante e irónica de nuestra sociedad actual, pena de tanto sexo.

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