La periodista y escritora Reyes Monforte
ha publicado, entre otros libros, Un
burka por amor (2007) -un reporte novelado sobre la historia de amor entre
un hombre afgano y una española-, y las novelas Amor cruel (2008), La rosa
escondida (2009), La infiel (2011)
y Besos de arena (2013). Su nueva
novela, Una pasión rusa, con la que
ha obtenido el XIV Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio, arranca de
una placa que recuerda el nacimiento en Madrid de Lina Prokoiev (1897-1989) y
que le sirvió a la autora como acicate para conocer la apasionada y agitada
vida de una mujer que estuvo casada con el compositor ruso Serguéi Prokófiev
(1891-1953) y que vivió los agitados, emocionantes y trágicos sucesos del siglo
XX.
Carolina
Codina era hija de un tenor catalán, Juan Codina, y de una cantante rusa de
origen noble, Olga Nemivskaia. Pasó su infancia con sus abuelos maternos en
Rusia, en el Cáucaso, hasta que se trasladó a vivir con sus padres a Nueva York,
en 1908, donde comenzó a estudiar para dedicarse también a la música. En 1918,
conoció en un concierto a Serguéi Prokófiev, de quien se enamoró y con quien
decidió compartir su vida. En 1919 viajó a París para seguir al lado de
Prokófiev, quien ya se había convertido en un músico de prestigio internacional.
Se casaron en 1923, en Ettal, una localidad alemana.
Lina,
que aspiraba también a ser una estrella en el mundo de la música, acompañó a
Prokófiev en sus años parisinos, para ella los más importantes de su vida.
Convivió con otros grandes músicos rusos de la época e importantes artistas,
como Rachmáninov y Serguéi Diáguilev. Fue amiga de Coco Chanel, Arthur
Rubinstein, Maurice Ravel, Gertrude Stein, Hemingway, Picasso, Matisse, Raymond
Radiguet, Jean Cocteau…
Serguéi
Prokófiev había abandonado su país natal en plena Guerra Mundial, al poco de
iniciarse la revolución rusa. En el exilio, siguió al tanto de lo que ocurría
en su país, aunque siempre mostró poco interés por la política. Prokófiev
estaba obsesionado con la música y con la fama. Tenía un carácter ensimismado,
pasional y orgulloso, y aunque conocía muchas historias deplorables sobre lo
acontecido en su país natal, anhelaba volver a su patria. Los servicios de propaganda
soviéticos lanzaron sus redes para que viajase a la URSS, y lo consiguieron.
Primero el matrimonio estuvo dos meses en 1927, donde fueron recibidos con gran
entusiasmo. Luego, en contra de la opinión de Lina, se instalaron
definitivamente en Moscú.
A
los pocos años, sin embargo, el matrimonio se resintió. Prokófiev, que seguía
absorbido completamente por su trabajo, rompió con Lina, abandonó a sus dos
hijos y se fue a vivir con Mira Mendelssohn, con quien se casó años después, en
1948. También en la década de los 40 comenzaron los problemas de Prokófiev con
el régimen soviético. A pesar de los éxitos iniciales, fue acusado de “formalista”,
el peor insulto para los artistas que eran rechazados por el régimen por no
poner su música al servicio del pueblo. Estas acusaciones solían traer, además,
fatales consecuencias tanto para ellos como para sus familiares. Lina, que
hablaba cinco idiomas y que contaba con amistades con escritores polémicos
(como Pasternak y Maiakovski) y con extranjeros que residían en Moscú, la
mayoría diplomáticos, fue detenida, acusada de espía alemán, encarcelada en la
Lubianka, la prisión de la KGB, y condenada a veinte años de trabajos forzados
en Komi, en el distrito de Intinsk, en la aldea polar de Abez, muy cerca de la
ciudad de Vorkutá, a apenas cincuenta kilómetros del Círculo Polar Ártico.
En Siberia conoció
la muerte de Stalin y de su exmarido, los dos el mismo día, el 5 de marzo de 1953.
Después de la muerte de Stalin, los jueces revisaron su causa y pudo abandonar
el campo de concentración en 1956. La novela finaliza con su regreso a Moscú
con sus hijos y la visita al cementerio moscovita de Novodévichi, donde estaba
enterrado Prokófiev. En una nota final se cuenta la posterior vida de Lina.
Vivió en Moscú hasta que en 1974 consiguió salir de la URSS para instalarse en
Londres, donde vivió hasta su muerte dedicada a la memoria de su exmarido.
Reyes
Monforte ha realizado un gran trabajo literario para reconstruir con verosimilitud
la agitada y apasionante vida de Lina Prokófiev. Se ha documentado muy bien
sobre el ambiente artístico de Nueva York y París, lugares donde también
vivieron otros muchos exiliados rusos. Describe con soltura la espumosa vida en
la capital parisina, la efervescencia por todas las manifestaciones artísticas
y la variedad multicultural de sus artistas. También resulta muy certera y
equilibrada la narración del paso de Lina por el gulag.
La
novela tiene siempre como hilo conductor el mundo interior de Lina. Fue una
mujer culta, exquisita, de gran belleza, que supo renunciar a sus pretensiones
artísticas para entregarse en cuerpo y alma a Prokófiev y su música. Una pasión rusa es una novela de amor
que mantiene el interés gracias al fuere carácter de la protagonista, a los artísticos
ambientes que frecuentó, a la extraordinaria fama musical de su marido y a los
dramáticos sucesos que tuvo que enfrentarse para sobrevivir.
Una pasión rusa
Reyes
Monforte
Espasa.
Barcelona (2015)
600 págs. 19,90 €.
600 págs. 19,90 €.
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