sábado, 16 de abril de 2016

“La mente cautiva”, de Czeslaw Milosz


En 1951, el ensayista, traductor y poeta Czeslaw Milosz (1911-2004), premio Nobel de Literatura en 1980, decidió exiliarse en Francia tras cinco años de trabajar como diplomático para el Gobierno comunista que se hizo con las riendas del poder en Polonia al final de la Segunda Guerra Mundial. Poeta destacado de su generación, empezó a publicar en 1930. La traumática experiencia de todo lo que vivió Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, que pasó en Varsovia, modificó su percepción de la poesía, de la política y de la realidad. No llegó a militar nunca en el Partido Comunista, pero en un momento dado pensó que era la mejor solución para reconstruir un país hundido y en ruinas.
            Poco le duró ese pensamiento. Sólo dos años después de su exilio, en 1953, publica este ensayo, donde intenta desmenuzar cómo funciona el pensamiento humano en las democracias populares, centrándose especialmente en los escritores y artistas, que desempeñan en estos países una misión muy especial. Milosz conoce desde dentro la manera que tiene el poder de atraer a los intelectuales, pieza básica para la construcción de un sistema homogéneo donde es imposible ser un disidente. Él ha vivido los procesos de acercamiento, las estrategias, la sibilina manera de buscar, por las buenas o por la fuerza, el máximo apoyo de los intelectuales a un proceso de radical renovación del ser humano.
            Tras varios capítulos en los que describe este proceso que lleva a la ortodoxia estalinista, Milosz realiza cuatro disecciones antológicas de cuatro escritores innominados que se entregaron sin fisuras al materialismo dialéctico y al realismo socialista: Milosz habla de “Alfa o el moralista”, “Beta o el amante desdichado”, Gamma o el esclavo de la historia” y Delta o el trovador”. Espléndidos retratos intelectuales que ejemplifican, con muchos toques biográficos, esa rendición a un modelo político y social que tiene la clave de todo, también por supuesto de lo que debe ser la literatura.  Milosz, que nació en Lituania (su novela El valle de Issa está inspirada en los recuerdos de su inancia), dedica el último capítulo a contar cómo el régimen soviético fue especialmente cruel con las repúblicas bálticas, destrozando su historia y utilizando las deportaciones para transformar hasta la realidad social.
            Estamos ante un ensayo profético que no se circunscribe solamente a los escritores y artistas que sucumbieron al “realismo socialista” (y justificaron, de paso, todos los crímenes que se cometieron en la URSS y en sus países satélites): analiza también las relaciones de los intelectuales con un poder, el de antes y el de ahora, que emplea mil y una estrategias para provocar adhesiones.
            Definiendo a estos escritores, la mayoría compañeros suyos, Milosz habla de que una de sus principales características es “el miedo a pensar por cuenta propia”. No hace falta: para eso está el Partido, su método, sus objetivos, sus planes. El escritor solamente tiene que convertirse en un sumiso altavoz para medrar y garantizarse una cómoda existencia. Eso sí, como escribe Milosz, debe dejar que se le suministren a grandes dosis las normas inflexibles del materialismo dialéctico, “un anestésico en la mente del hombre”.


La mente cautiva
Czeslaw Milosz
Galaxia Gutenberg. Barcelona (2016)
276 págs. 23,90 €.
T.o.: Zniewolony umysl.
Traducción: Xavier Farré Vidal.

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