Publica Andrés Trapiello un nuevo volumen de sus diarios, que llevan como título genérico Salón de pasos perdidos, una ambiciosa empresa literaria que alcanza la entrega número veintidós. Ensayista, poeta, novelista, es en los diarios donde Trapiello alcanza su máximo prestigio, convirtiéndose con todo merecimiento en uno de los autores más representativos de la pujante "literatura del yo", un género vivo, muy actual, propio de la cultura contemporánea, practicado por autores de renombre y con mucha calidad, como es el caso, entre otros, de José Luis García Martín, Iñaki Uriarte, Marcos Ordóñez, Gabriel Insausti, Enrique García Máiquez... En la mayoría de ellos, los diarios no son un género decorativo o secundario de su trayectoria sino donde han volcado todas sus virtudes literarias. Esto es muy evidente en el caso de Andrés Trapiello.
Dos características sobresalen de estos diarios. En primer lugar, su versatilidad. Trapiello domina variados y distintos registros literarios, todos ellos con una sobresaliente calidad. Esto le permite cambiar de temas constantemente sin que suponga ninguna rebaja en la calidad estilística. Al contrario, con los cambios de tono y de ritmo los diarios ganan en amenidad.
Incluye, por ejemplo, realistas y divertidos cuadros de costumbres que transcurren en su casa, en las diferentes gestiones que tiene que realizar, durante una avería telefónica o en sus visitas al oculista o cuando padece de ácido úrico; aparecen emotivas estampas paisajísticas y poéticas, muchas de ellas relacionadas con sus estancias en su casa en el campo extremeño; escribe con naturalidad sobre su mujer, sus hijos, su madre, sus hermanos; ejerce con agudeza de crítico literario en numerosos momentos, por ejemplo, cuando comenta las poesías de Ajmatova o los diarios de Carlos Morla Lynch, escritos durante la guerra civil española.
Algunos retratos son excelentes y muy trabajados: “Venía vestida con unos pantalones de raso a rayas negras y blancas, uno de esos pantalones de jenízaro turco a cuyo cargo está el serrallo. Se adivinaban debajo unas piernas como alambres, en contraste con el bulto opulento, y un tronco potente apegotado por todas partes, como hecho de pellas de burro. Y la cara hinchada, quizá de haber bebido mucho en esta triste vida”. Con bastante sarcasmo, describe también episodios de la vida literaria, siempre tratada con desgana y de una manera fatigada, y donde saca a relucir su ya proverbial espíritu combativo, criticando abiertamente a algunos colegas (que suelen aparecer detrás de una X o de sus iniciales, lo que le permite más libertad a la hora de opinar). Hay también literatura de viajes (Ceuta, Cuenca, Pontevedra…), y acertados aforismos: “En la arquitectura de Madrid lo falso parece bueno, y lo original parece falso”, “Los cuadros, libros o casas que no son más que propiedades no son nada”. Capítulo aparte en estos diarios son sus frecuentes visitas al Rastro madrileño (al que ha dedicado un reciente libro), donde se mezclan retratos y escenas realistas.
El otro rasgo sobresaliente que merece la pena destacarse de estos diarios es la solidez y seguridad del autor protagonista, que se mueve como pez en el agua en todos estos registros, aportando su ironía, descreimiento, hipocondría y personal punto de vista en todas las cosas que le van sucediendo, la mayoría próximas a su vida familiar y su trabajo como escritor. Porque “la literatura –escribe- sirve para la vida, nos enseña a mirarla, a comprenderla”.
Diligencias
Andrés Trapiello
Pero-Textos. Valencia (2019)
512 págs. 30 €.
Hola Adolfo. Quisiera saber si estos diarios de Trapiello pueden leerse de forma independiente o llevan un orden. Hago la pregunta de otra manera: no me he leído ninguno suyo pero me gustaría empezar, ¿puedo empezar por éste último sin problema o me perdería algo del hilo argumental(lo digo por aquello de "la gran novela de Salón de los pasos perdidos"?
ResponderEliminarMuchas gracias y un saludo.
Sandra.
Todos los diarios de Trapiello están muy bien. Su poesía y sus novelas, sobre gustos no hay nada escrito.
ResponderEliminarAndrés, yo te conozco, tu a mi también.
El coronavirus, la confinacion, me han devuelto a la literatura.
Un saludo