martes, 12 de mayo de 2020

"Un río en la oscuridad", de Masaji Ishikawa


            Con cuentagotas, continúan publicándose libros sobre el hermético régimen comunista de Corea del Norte, un país que ha implantado una dictadura paranoica, militarizada y obsesiva que basa su control en el omnipresente culto a la personalidad de sus tres últimos líderes, Kim Il Song, la Luz del Género Humano y Cima del Pensamiento; su hijo Kim Jung-il; y el Gran Sucesor Kim Jung-un.
            Por un lado, se han publicado libros de ciudadanos que han conseguido huir de Corea del Norte, como los de Blaine Harden, Evasión del Campo 14, y Hyeonseo Lee, La chica de los siete nombres; también se ha conseguido sacar al extranjero libros escritos desde dentro, como los relatos que forman parte de La acusación, de Bandi; además, hay testimonios de viajeros occidentales que han conseguido visitar este país y escribir sobre él, como el del portugués José Luis Peixoto en Dentro del secreto. Un viaje por Corea del Norte; y también hay novelas policiacas muy documentadas que se inspiran el la dictadura comunista de Corea, como Infiltrada, de David B. John. De muchos de estos libros hablo en mi libro Cien años de literatura a la sombra del Gulag
            Un río en la oscuridad tiene la originalidad de estar contado por Masaji Ishikawa, hijo de coreano y japonesa, que nació en Japón y que vivió allí hasta los trece años. La primera parte del libro cuenta la difícil vida de los coreanos en Japón después de la Segunda Guerra Mundial. Se calcula que cerca de dos millones y medio de coreanos, que habían sido forzosamente desplazados a Japón, se encontraron en una situación desesperante, pues eran rechazados por todo el mundo. Su vida en Japón estaba repleta de privaciones, pues eran ninguneados y despreciados sistemáticamente.
            Su padre, apodado el Tigre, era un camorrista de muy mala reputación. No se le conocía ningún trabajo fijo y en su casa eran normales las discusiones y peleas por culpa de su mala vida y del alcohol. Al tener muy complicado su futuro en Japón, el Tigre sucumbió a la propaganda lanzada por organizaciones de Corea del Norte en 1959 para que se trasladasen allí para construir con su líder Kil Il-Sung el “paraíso comunista”. En 1960, Masaji, sus tres hermanas pequeñas y sus padres abandonan Japón para trasladarse a Corea del Norte.
            Ya en Corea son destinados a la aldea de Dong Chung-ri, donde al poco de llegar comprueban el control absoluto que sobre sus vidas va a tener el Partido Comunista. Además, por el hecho de proceder del Japón, son etiquetados como ciudadanos hostiles y de segunda categoría, lo que les impide desempeñar puestos de responsabilidad y acceder a estudios universitarios. Cuando Masaji se entera de esta  realidad, escribe: “Me cuesta expresar con palabras lo que supuso para mí descubrirlo. Me quedé hecho polvo, destrozado por completo. Darme cuenta de que relegaban a pasar el resto de mi vida en lo más bajo de la sociedad, sin posibilidad de escapar, me cayó sobre la cabeza como una avalancha. Perdí toda esperanza en el futuro y sentí que una parte de mí moría aquel día”. 
            Gran parte de este duro relato testimonial se dedica a contar, a ras de suelo, la vida en Corea del Norte de ciudadanos corrientes que no tienen derecho a nada. Sufren todo tipo de penalidades que afectan de lleno a la familia. Sus padres mueren pronto y también es difícil que sobrevivan los hijos por culpa del hambre y de las enfermedades. Masaji es testigo de las grandes hambrunas que vivió el país, que llevaron a la muerte a miles de sus compatriotas. Nada de esto, sin embargo, afecta a las autoridades, que siguen gobernando el país a golpe de eslóganes comunistas, con irracionales políticas económicas y agrarias donde lo importante no es la rentabilidad ni la eficacia sino obedecer ciegamente las normas dictadas por el Partido; lo único que les queda es no significarse, pues cualquier atisbo de crítica podría acarrear el ingreso en campos de trabajo o la pérdida de las miserables cuotas de alimentos que les proporcionaban.
            Uno puede pensar que el libro cuenta cosas que ya se saben. Es verdad. Pero, una vez más, sigue sorprendiendo la capacidad de mentira, adoctrinamiento, control de la población, violencia y métodos dictatoriales que sigue practicando el régimen norcoreano. La experiencia de Masaji no es tan lejana. Consiguió huir en 1996 cruzando el río Yalu, fronterizo con China. Lo hizo él solo. Mientras tanto, en Corea del Norte los niños tienen que seguir memorizando en las escuelas los Diez Mandamientos de Kim Il-Sung; los dos primeros dicen: “1. Te entregarás a la lucha por unificar la sociedad entera con la ideología revolucionaria del Gran Líder y Camarada Kim Il-sung. 2. Honrarás al Gran Líder y Camarada Kim Il-Sung con toda tu lealtad”.

Un río en la oscuridad
Masaji Ishikawa
Capitán Swing. Madrid (2020). 168 págs. 16,50 €.
T.o.: A River in Darkness: One Man’s
Traducción: Esther Cruz Santaella.

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