viernes, 8 de enero de 2021

"Un pequeño demonio", de Fiódor Sologub



    Al igual que Oblómov, la novela de Iván Goncharov (1812-1891), dio origen al término oblomovismo, esa estéril tibieza de empeñarse en no hacer nada, Un pequeño demonio, de Fiódor Sologub (1863-1927), ha dado nombre a otro pecado capital del alma rusa: el peredonovismo. Consiste esta enfermedad en instalarse permanentemente en una atmósfera de filisteísmo, mentira, vacío, hastío, vulgaridad, odio y rechazo egoísta de absolutamente todo. Sologub consiguió que el protagonista de su novela, Ardalion Borísich Perédonov, se convirtiese en un modelo de caracteres.

     Sologub, uno de los escritores simbolistas más representativos de la Edad de Plata de la literatura rusa, escribió esta novela entre 1892 y 1902 y la publicó en 1907. El éxito fue inmediato y en pocos años se sucedieron las ediciones hasta que a partir de la Revolución de 1917 la literatura simbolista y modernista dejó de considerarse eficaz para los intereses revolucionarios. Desde esa época, hasta su muerte, Sologub fue un escritor olvidado y su novela apenas se editó durante los años de comunismo y de imposición estética del realismo socialista. Sin embargo, la novela ha vuelto a reeditarse en las últimas décadas y se ha vuelto a destacar la eficaz radiografía que presenta de un estilo de vida muy asentado en las pequeñas ciudades de provincias. De hecho, la novela, que transcurre en una innominada ciudad, es un eficaz retrato de la vida de la burguesía en unos lugares estrechos, cerrados, donde todos se conocen y donde el mayor interés consiste en profesionalizarse en los cotilleos locales. 

    La novela, escrita con los cánones clásicos, aunque muy influenciada por el simbolismo, que supuso romper con las técnicas realistas convencionales, describe la vida del profesor de instituto Perendónov, obsesionado con ascender en el escalafón social y convertirse en inspector, un rango superior que le daría más poder y visibilidad. Para conseguir este ascenso, se sirve de la influencia de una prima y amante, Varvara, que trabajó para la Princesa Volchánskaya hace años y cuyo marido es una autoridad en la administración educativa. Varvara le comenta a su primo Perendónov que la princesa le ha dicho que solo si se casa con ella conseguirá el puesto de Inspector. 

    La novela se centra en esta pequeña trama, que el autor estira al máximo para ofrecer un retrato social de los miembros más destacados de una pequeña ciudad de provincias. Como telón de fondo, el interés de la mayoría de los personajes, especialmente Perendónov, por conseguir un matrimonio meritorio y cuidar al máximo las apariencias, para que los demás no hablen mal de uno. 

    En este muestrario sociológico brilla con luz propia Perendónov, que aparece descrito con rasgos degradantes. Es un profesor sin ningún prestigio, un dictador con sus alumnos, un pusilánime en las relaciones con los demás. A diferencia de sus amigos y vecinos, más condicionados por el trato social, solo vive para sí mismo, pues no le interesan nada los asuntos de los demás. No le gusta la gente, a no ser que pueda servirse de ellos y conseguir sus objetivos. Es un grosero, un maltratador, un mentiroso que a medida que avanza la novela –y este es su argumento- se hacen más preocupantes sus extravagancias y delirios, que denotan la multiplicación de trastornos mentales. 

    La preocupación por su prestigio y por alcanzar el puesto de Inspector le ha llevado al desquiciamiento mental y empieza a imaginarse a su alrededor constantes sospechas y maquinaciones, que él encarna en la intermitente y etérea figura de una sabandija y en la personificación de las figuras de una baraja de cartas. Piensa que todo lo que sucede a su alrededor es una conspiración contra él para rebajar su prestigio y que no pueda ser Inspector. 

    La trama incluye también una acción paralela que se refiere a los amores de Sasha, un alumno del instituto acusado de travestismo, y Liudmila, una de las cuatro hermanas de Rutílov, que se presentan también como pretendientes a Perendónov. 

    En el prólogo, Sologub escribe que “esta novela es un espejo artísticamente elaborado. Lo he estado puliendo durante mucho tiempo. He trabajado en él a conciencia”. Y añade, intentando explicar sus objetivos estéticos, que “lo monstruoso y lo bello se reflejan en él con igual precisión”. La novela es un elaborado y puntilloso retrato de la vida burguesa, de las pasiones y claudicaciones de la vida en sociedad y del matrimonio visto nada más que como elemento de superación social. 

    El argumento, en ocasiones, se alarga quizás innecesariamente y el desenlace resulta un tanto frustrado y previsible. Pero Sologub ha acertado en construir un personaje inmortal, mezquino, bruto, insensible, egoísta… que está muy presente en la sociedad, a pesar de que lo pueda disimular con otros objetivos.


Un pequeño demonio

Fiódor Sologub

Mármara. Madrid (2020)

486 págs. 24 €. 

T.o.: Melkij bes

Traducción: Manuel Abella.

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